"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 29 de julio de 2014

4.29. Te prepararé un chino

    Lorena lleva años alternando la marihuana con el hachís, fuma lo que en cada momento encuentra en la calle. Necesita el escape que la droga le ofrece. Como en el caso de tantos drogadictos ése es el principal factor que la impulsa a la adicción: el deseo de huir de la realidad. La joven forma parte de esa generación que adora la pasividad, la imperturbabilidad, el pasotismo. En la vida del adicto llega un momento en que la hierba no basta,  el camino de la droga lleva al toxicómano, casi inexorablemente, a probar otras sustancias que produzcan un subidón más intenso y, sobre manera, más rápido. Esa es la senda por la que transita la joven desde hace tiempo.
   Ahora que Sergio es nuevamente capataz y trabaja en jornadas interminables vuelve a ganar el dinero a espuertas. Gracias a ello Lorena puede permitirse el lujo de alternar la maría y el chocolate con la farlopa, nombre con el que es conocida la cocaína en el submundo de los drogatas. El viaje hacia el universo de las sensaciones extremas no termina ahí para la joven, todavía le queda una etapa que recorrer: la del caballo, como es denominada la heroína en el ámbito del lumpen. La adicción a la heroína se ha convertido en el no va más para la gente de los noventa enganchada a la droga. La vacuidad total en mente y espíritu que tanto buscan es alcanzada con mucha más intensidad al fumar o al inyectarse el derivado de la morfina.
   Durante algún tiempo, Lorena fue capaz de confinar su hábito a la noche de los sábados. Luego fueron los domingos, después también los viernes… El proceso de adicción a la heroína es insidioso, nadie piensa que terminará convirtiéndose en esclavo de la misma. Todo adicto está convencido de que podrá dejar de tomarla en cuanto se lo proponga, mañana mismo. Lo que ocurre es que ese mañana casi nunca llega. Y, día a día, el hábito crece y se refuerza, el tiempo entre chutes se reduce y la intensidad de los subidones se va haciendo cada vez menor.

   Los heroinómanos son grandes manipuladores. Con tal de conseguir un chute, son capaces de traicionar al amante, a su mejor amigo, a sus padres. Para pagar la droga, Lorena es cada vez más exigente en sus demandas de dinero a Sergio.
- ¿Otra vez más pasta?, ¿y qué hiciste con la que te di anteayer?
- ¿Tú sabes lo caro que está todo y lo aprisa que suben los precios? – se defiende la joven.
- Por muy cara que esté la vida no es posible que gastes tanto. Como si aquí se comiera caviar todos los días. Lo que has de hacer es procurar tener más cabeza y no gastar sin ton ni son – responde un irritado Sergio.
- Mira quien fue a hablar, como si tú te privaras de lo que te gusta.
   Es un diálogo de sordos y de medias verdades. Sergio sabe en qué gasta el dinero a manos llenas la mujer de la que tan enamorado estuvo. Ahora posiblemente ya no tanto, aunque todavía es muy poderosa la atracción que la joven ejerce sobre él. De ella lo sabe casi todo, pero no es capaz de echárselo en cara. Una mezcla de vergüenza, de pudor, de rabia y del vivo rescoldo de lo que fue una ardiente pasión sella su boca. Lorena sabe que él lo sabe, pero aún no ha dado el paso de hablar abiertamente de su adicción. Se encuentran en la fase de las mentiras piadosas, cualquier cosa vale antes de enfrentarse a la realidad que cada día que transcurre es más perentoria.
   En el camino de las drogas duras las etapas se queman rápidamente. Llega un momento en que el joven es incapaz de ganar lo suficiente para alimentar la incontrolada adicción de su pareja. A partir de ahí, la angustia se convierte en la constante compañía de Lorena. Lo primero que piensa al despertarse es: ¿De dónde sacaré hoy material para chutarme y dinero para pagarlo? Tenga o no tenga pasta casi siempre termina donde su proveedor habitual:
- Perchas, necesito una papelina, te la pagaré mañana.
- Bonita, sabes perfectamente que en este negocio no se fía. Los talegos por delante o no hay material.
- ¡Eres un cabrón de mierda, Perchas! Con la pasta que me dejo todas las semanas ¿y no eres capaz de fiarme una papelina? ¡Ojalá pilles un cáncer de hígado y la palmes en cuatro días, maricón!
- Insultándome tampoco conseguirás nada, hermosa. Trae money y tendrás caballo. Si estás pelada, no me toques más los cojones y lárgate con viento fresco.
- Anda, Perchas, te lo pido por favor. El sábado cobra mi chico y los primeros cuartos que arramble serán para ti – Lorena cambia de registro para ver si se gana el favor del camello.
- No me hagas perder el tiempo, Loren. No te lo voy a volver a repetir, aquí hay que venir con los talegos en mano, todo lo demás: humo. Y por otra parte no comprendo porque llegas a quedarte sin blanca, las titis ese problema lo tenéis siempre resuelto. Y tú con lo rica que sigues estando si no tienes para una mala papelina es porque quieres. Echas un par de polvos y asunto resuelto. Mira, dentro de un rato vendrá un tío que está podre de pasta y que es de los que se pone hasta las cachas pero solo los finde. Seguro que por cepillarse a un chochito como tú no le importará comprar una papelina de más.
   Lorena, al borde del mono, esta vez no lo duda. El maromo, con pinta de ejecutivo de medio pelo, le paga una dosis y se la lleva a su apartamento. Allí, mientras el tipo se fuma un cigarrillo mezcla de hachís y tabaco normal y comienza a desnudarse sin ninguna prisa, Lorena acomete el ritual del drogadicto. Ha cogido de la cocina una cucharilla y le dobla el mango. Luego llena el cuenco con el polvo. Saca el encendedor y calienta la droga hasta convertirla en líquido. Cuanto más claro sea, más puro será el caballo. El resultado es casi como el agua mineral, indicio de que la mierda que le ha vendido el Perchas es buena de veras. Luego procede a introducirlo en la jeringuilla que compró en una farmacia de camino al apartamento del eventual amigo. Con diestro movimiento, se clava la aguja en el antebrazo, justo por debajo del bíceps, y empuja el émbolo. Mientras se inyecta piensa que tendrá que comenzar a chutarse en otras partes del cuerpo, sus venas ya no resisten más.

   Sergio, reconquistado su anterior estatus profesional, creía que su vida  volvería a discurrir por los plácidos senderos anteriores a la aventura como directivo de la pseudo asociación juvenil creada por los constructores. La realidad es otra. Algo parece haber cambiado en su escala de valores, como si sus más íntimas convicciones morales se hubiesen evaporado. Una vez más, Lorena, con su fuerte carácter, le marca la ruta por la que transitar. La joven tiene un norte muy claro: la droga y, como aditamento, el alcohol. Sergio ha invertido el proceso: ha comenzado con la bebida y está llegando a los predios de los estupefacientes. Hace años que se aficionó a los porros, también ocasionalmente esnifa coca y toma pastillas, sobre todo los fines de semana y en las juergas que monta la pandilla de su chica. Llega un momento, siempre llega, en que siente que necesita estímulos más potentes. Una noche en la que llega a casa un poco antes que de costumbre, después de un día particularmente frustrante en el trabajo, se encuentra a Lorena en pleno proceso de inyectarse la droga. Hasta el momento Sergio se ha negado a fumar o a inyectarse heroína, pero hoy ha tenido un día especialmente estresante: uno de sus oficiales se ha encarado con él y han tenido un duro enfrentamiento; para rematar la jornada, Dimas le ha echado la enésima bronca al comprobar las deficiencias del trabajo de su cuadrilla. Un día de perros. Quizá por eso, o porque tenía que llegar, es por lo que pide a su chica:
- Churri, prepárame una toma de lo tuyo.
- Como eres novato será mejor que comiences con el caballo fumándolo. Te prepararé un chino.
   Lorena derrama un poco de droga sobre un pedazo de papel de aluminio, luego lo calienta con un encendedor por la parte posterior del papel. Cuando se produce la licuación de la heroína, le tiende a su chico un rulo o cilindro hueco que ha confeccionado con el mismo papel.
- Toma, ya puedes fumártelo.
- ¿Por la boca o por la nariz? – duda Sergio.
- Por la boca, te colocas antes – aconseja la experta.

viernes, 25 de julio de 2014

4.28 La madeja se enreda

   Una semana después de la publicación del reportaje sobre presuntas irregularidades en el proceso urbanizador en Senillar, el mismo periódico que se hizo con la primicia publica una segunda entrega. En ésta la información es bastante más contundente: aparecen las primeras fotocopias de documentos que parecen validar el hecho de que las anomalías denunciadas son algo más que presuntas.
   Los nervios se desatan, más entre los presuntos corruptos que entre los supuestos corruptores. La información todavía no ofrece nombres concretos, pero si apunta hacia dónde van los tiros. Hay dos direcciones que se perfilan como las primeras dianas: el Ayuntamiento, no solo el actual, sino también el de la anterior legislatura, y la empresa constructora BACHSA.

   Puesto que el nombre de BACHSA figura en los dos reportajes aparecidos, aunque no en ninguno de los documentos publicados, el directorio de la empresa se reúne de urgencia para estudiar la situación. La preocupación aparece reflejada en el rostro de la mayoría de los miembros. Oriol Bricart, el consejero delegado, con la ayuda de Juan Antonio Cardona, se encarga de tranquilizarles:
- Que no cunda el pánico – comienza diciendo en tono irónico -, pues no hay motivos para ello. Como a continuación os explicará Juan Antonio no hay rastros documentales ni de ningún otro tipo que puedan involucrarnos en posibles cohechos. El mayor perjuicio que puede plantearnos esta situación, si va a más, es un cierto daño a la imagen de la empresa, pero eso con una buena campaña de publicidad puede resarcirse. Juan Antonio, tu turno.
-  Ratifico lo dicho por Oriol. De momento no hemos de temer nada. Ahora bien, no quiero ocultaros que sí hay un riesgo potencial en el supuesto de que las denuncias se intensifiquen y es que el Ayuntamiento se amedrente y comience a ponernos pegas para la urbanización del humedal.
- Y eso, ¿cómo podríamos contrarrestarlo? – pregunta Huguet.
- Pues ya sabes cómo, untándoles más para que tengan la boca cerrada y que se aprieten los machos. Las galernas no duran siempre – afirma Arechabaleta.
- También podemos enviar alcuni amici para explicar loro l'omertà – sugiere il cavaliere Enrico Montofarni.
   Bricart y Cardona intercambian una rápida mirada. El representante de sus socios italianos les preocupa cada vez más. Siempre que surge un problema su propuesta es tratarlo a la calabresa manera.

   Los representantes de BACHSA en la localidad están mucho más intranquilos que sus representados, no tienen tantas tablas y están menos fogueados en asuntos de esta índole. Puesto que son dos sujetos concretos y conocidos todas las miradas recaen en ellos. Amador Garcés llama insistentemente a José Ramón Arbós, pero tanto el móvil como el teléfono fijo dan la señal de comunicar. Piensa que tendrá que ir a su casa si quiere hablar con su socio. Hace una postrera tentativa y por fin consigue la comunicación.
- Te llevo llamando media mañana y no hacías más que comunicar. Estaba a punto de ir a tu casa. Tenemos que hablar sobre lo que ha sacado El Mundo.
- He tenido los teléfonos descolgados. Me han debido llamar los periodistas de media España. Y de venir a casa ni se te ocurra. En la puerta de la villa están apostados un par de cámaras y varios reporteros. Parecen empeñados en entrevistarme. Oye, ¿a ti no te ha llamado la prensa?
- No, y en la puerta de casa no veo a nadie.
- ¡Coño, qué suerte tienes! Vamos a aprovechar que no te busca nadie. Coge el coche y espérame en la parte de atrás de mi gasolinera. Yo veré de llegar hasta allí sin que me sigan esos cuervos. Luego, quizá lo mejor será que nos vayamos a Valencia. Hemos de hablar con los de BACHSA. Al fin y al cabo nosotros no somos más que unos mandados.

   El Ayuntamiento también ha recibido la visita de los reporteros. El secretario municipal se los ha quitado de en medio informándoles que ni el alcalde ni el concejal de urbanismo están en el edificio y que no les puede decir más, él solo es un funcionario. Los munícipes que están buscando los periodistas se hallan reunidos en la trastienda del bar de Guillem Armengol. El edil de urbanismo parece más tranquilo que el alcalde. Javier Blasco nunca se ha visto metido en una situación como ésta y los nervios le tienen al borde de la histeria.
- ¡Virgen bendita, menudo follón se ha montado! ¿Qué vamos a hacer? – pregunta a su concejal.
- Pues de momento, nada. Esperar a que escampe.
- Y mientras eso ocurre, si es que llega, ¿qué les digo a los periodistas? Porque no veas lo pesados que se han puesto. Han estado toda mañana intentando entrevistarme – se lamenta el alcalde.
- Mira, Javier, lo mejor es que a los periodistas no les digamos ni pío. Esos siempre van buscando tres pies al gato. Por tanto, cuanto más tiempo tengamos cerrada la boca mejor nos irá.
- Ya quisiera estar tan tranquilo como tú, pero no tengo esa suerte. Y por si faltaba algo, tengo encima a la ejecutiva regional que no deja de atosigarme. No sabes lo afortunado que eres dirigiendo un partido que no tiene que dar cuentas a nadie.
- Tranquilo, Javier, en este país nunca pasa nada y si pasa se le saluda. Es cuestión de aguantar el tirón unos cuantos días y la noticia dejará de serlo en cuanto salga otra que tenga más morbo.
 
   Su nombre tampoco aparece en los reportajes, ni siquiera se menciona a Cajaeuropa como la entidad que financia las obras, pero a Agustín Badenes no le llega la camisa al cuerpo. Posiblemente, es quien más preocupado está entre todos los actores que han tenido una intervención directa en el proceso urbanizador en Senillar. Al fin y al cabo, suya fue la paternidad de la idea, aunque eso es lo de menos, lo que más le preocupa es que ha estado jugando sucio y engañando a casi todos los que han intervenido en el proceso y el rimero de irregularidades que atesora es más alto que una catedral gótica. Por eso intenta por todos los medios que su mujer le devuelva los documentos que sustrajo de la caja fuerte que tienen en casa. Ella se niega. Sostienen una fuerte discusión. Badenes hasta está a punto de pegarle, pero en el último momento se contiene.
- Vas a ser mi ruina, pero no creas que te vas a ir de rositas. Si por una vez te comportas como una mujer inteligente sabrás que lo mejor para todos es que los papeles que me has robado no vuelvan a ver la luz. Quédatelos, si quieres, pero, por Dios te lo pido, no se los des a los periodistas. Podríamos ir todos a la cárcel.
- Todo eso tendrías que haberlo pensado antes de encelarte con esa puta de tu oficina – responde la mujer con el rencor que produce el despecho.

   A la inmensa mayoría de la gente que está en las obras se la suda lo que está apareciendo en los papeles, como suelen llamar a los periódicos. Mientras tengan tajo ni entran ni salen en el revuelo que se está armando. Los más piensan que, ya se sabe, los políticos son casi todos unos chorizos y en cuanto a los empresarios, faltaría más, van siempre a lo suyo: a ganar pasta no importa cómo. Hay alguna voz aislada que avisa que lo que está ocurriendo también puede terminar siendo un riesgo para ellos.
- Pues tendríais que estar preocupados por esas denuncias, porque si la cosa no pasa de ahí, vale, pero como se complique y se joda el invento, ya me diréis qué coño vamos a hacer – explica Dimas a su gente mientras almuerzan.
- ¿Que qué vamos a hacer? Pues a seguir currando, como siempre. ¿Es qué podemos hacer otra cosa? – contesta uno de los operarios.
- Si paran las obras se acabó el curro – vaticina el capataz jefe.
- Vamos, Dimas, no seas cenizo – le pide Sergio -. Más de medio país está poblado de grúas. Tajo no va a faltar.

martes, 22 de julio de 2014

4.27. Pon otra…

   Es la etapa en la que ha entrado Sergio: la de pon otra… copa. En el hogar paterno apenas se tomaban bebidas alcohólicas. Solo en las celebraciones familiares se bebía vino, con moderación, y cuando había que festejar algo se abría una botella de sidra. Fue Lorena la que lo aficionó a la cerveza y a alternarla con distintos licores, pero nunca llegó a tomarle verdadero gusto a la bebida. Entre otros motivos porque después de una noche de empinar excesivamente el codo se levantaba con un mal cuerpo espantoso. Y como solía decir su refranero abuelo: perdonaba el bollo por el coscorrón.
   En el radical giro que ha experimentado la conducta de Sergio tiene mucho que ver el profundo cambio que, casi sin darse cuenta él mismo, ha supuesto la alteración de su escala de valores, como si sus más íntimas convicciones morales se hubiesen diluido en un apestoso lodazal. Reconquistado su anterior estatus profesional todo apuntaba a que la vida del joven volvería a discurrir por los plácidos senderos anteriores a su aventura como directivo de la fantasmal asociación juvenil creada por los constructores. La realidad es otra. Esa especie de mutación sufrida por el joven ha sido originada por varias causas: quizá la más importante sea la sensación de sentir que su vida con Lorena no se asemeja en nada a lo que soñó de estudiante. A ello se añade el sentido de culpabilidad que arrastra por haber defraudado a sus padres. Ni siquiera le sirve de consuelo el ser valorado en su trabajo. 

   Curiosamente, la imparable adicción de Sergio al alcohol comenzó con su renovado estatus profesional. El hecho de ser nuevamente capataz le ha llevado a estar más cerca de sus hombres, incluso a tratar de imitar algunas de sus costumbres. Una de ellas, muy extendida entre la gente de la construcción, es la de tomarse un trago de aguardiente en ayunas para matar el gusanillo, como suelen decir. Así comienza la jornada, con el estómago caldeado por la fuerte bebida a la que suele acompañar un café solo o con leche y de sólido, como mucho, unos churros o una porra. La primera comida consistente es el almuerzo que para los currantes del ladrillo no es la de mediodía, sino la de media mañana. Sobre las diez y media, más o menos, la cuadrilla de instaladores que comanda Sergio hace una pausa para meterse entre pecho y espalda un bocadillo de mucho respeto regado usualmente con vino peleón. Es una forma con la que los operarios reponen fuerzas hasta la siguiente pausa del mediodía en la que muchos de los trabajadores, aquellos que tienen una mujer en casa, suelen llevar una fiambrera con la comida que les ha preparado su compañera. El resto acostumbra a comer en alguno de los muchos restaurantes baratos que han florecido en el pueblo y que a mediodía ofrecen menús por un precio razonablemente asequible. Como Lorena sigue sin pisar la cocina, Sergio es de los que come con la gente de este último grupo. En la comida nunca falta el vino, generalmente de la tierra que suele ser más barato, y tras el postre y el café siempre hay una copa de orujo de hierbas a la que generalmente suelen acompañar otras más porque casi siempre hay quien invita a una nueva ronda. Sergio, que es de natural generoso y que como cabeza del grupo nunca quiere quedarse atrás, es de los que termina invitando a otra copa.
- Paquito, pon otra ronda y cárgala a mi cuenta.

   Cuando termina la jornada, y antes de separarse, se ha convertido en otra rutina diaria la de entrar en el bar que les pilla más a mano y tomarse unas copas para celebrar el fin de un duro día de trabajo. Una vez en casa, donde suele encontrar a una Lorena medio traspuesta por la droga, es habitual que se produzca un diálogo parecido:
- ¿Cómo estás churri?
   La respuesta de la joven es, frecuentemente, alguna frase vaga o de difícil comprensión.
- ¿Quieres salir a tomar algo o prefieres que te lo traiga? – ni siquiera le pregunta si ha preparado algo para cenar, conoce bien la animadversión de Lorena a la cocina.
   Dependiendo del grado de modorra de la joven su respuesta varía. Si salen juntos comen algo rápido en un chino o en una hamburguesería y terminan en un bar de copas o en alguno de los antros donde Lorena sabe que puede pillar material si ya no le queda ninguna dosis. Si Sergio sale solo también acaba en un bar donde tomar el último trago del día. Como esto último es lo usual, el joven se va convirtiendo, casi inadvertidamente, en un bebedor solitario.

   El señor Francisco ha llamado a Dimas. Cuando el capataz jefe llega a la oficina el patrón está hablando por teléfono y por su tono colige que no está precisamente de muy buen humor.
- … bien, señor Toresano, descuide, lo arreglaré, déjelo de mi cuenta – concluye Francisco.
- Hablaba con el arquitecto – se explica el patrón -. Está que se sube por las paredes. Dice que no vamos a entregar a tiempo el quinto bloque del sector C. ¿Qué coño está pasando y por qué me tengo que enterar por alguien ajeno a la empresa de que mi gente no cumple?
- Hay un pequeño desajuste en los tiempos de entrega de ese bloque, es cierto, pero esperaba solucionarlo antes de que la incidencia llegara a tus oídos – se disculpa el capataz jefe.
- ¿Incidencia? ¡Coño Dimas, ya hablas como los políticos! ¿Le llamas incidencia a un retraso de casi semana y media? Explícate y no me vengas con chorradas.
- Se trata de la cuadrilla de Sergio. Entre que tiene muchos operarios nuevos y por unas cosas u otras han tenido que rehacer parte del tendido y de varias acometidas. Además, el Estudiante ya no es el que era y no ha sabido, o no ha podido, meter en cintura a alguno de sus oficiales que son más bien flojitos.
- Pues me traes al Sergio que me va a escuchar. Como esto se repita le pongo de patitas en la puta calle.
- El mayor culpable no es el Estudiante, soy yo. Tendría que haber estado encima de ellos, pero me dejé ir. Creí que el chico sería capaz de manejarse solo como hacía antes, pero como te decía ha cambiado, no es el que era.
- No te eches las culpas, Dimas, que te conozco. Llegas hasta donde puedes, pero ni siquiera tú eres capaz de manejar cinco cuadrillas al mismo tiempo. Por tanto, si no quieres que le ponga las orejas rojas al Sergio, de acuerdo, pero se las tendrás que poner tú. Aquí, el que vale, vale, y el que no para capitalista. Esto que no vuelva a ocurrir o alguien va a tener un disgusto sonado. ¿Has tomado nota? Pues leña al mono que es de goma.
   Dimas no ha sido del todo sincero con su jefe. Solo le ha contado la mitad de la verdad. Hace ya un tiempo que viene advirtiendo la deriva del proceder profesional de Sergio. Sabe que hay días que ha llegado tarde al tajo y, además, con las huellas de una resaca más que respetable. Llama al joven para cantarle las cuarenta:
- Estudiante, esto no puede seguir así ni un día más. O cambias y vuelves a portarte como antes o me temo que te van a dar el finiquito.
- Bueno, Dimas, sé que llevamos el trabajo un tanto retrasado, pero lo voy a solucionar. Lo que pasa es que los nuevos oficiales son poco profesionales y he de estar continuamente enmendando sus meteduras de pata, pero te prometo que lo voy a arreglar.
- Menos promesas y más estar al loro, como dicen mis hijos. Y la culpa no solo es de los oficiales. Sabes perfectamente que hay días que no das una a derechas porque no estás en las debidas condiciones. Deberías cuidarte más y soplar menos.
- Lo que haga fuera de las horas de trabajo es asunto mío – responde desabridamente Sergio.
- No lo digas tan seguro, si lo que haces afecta a tu trabajo es tan asunto tuyo como de la empresa. Y no te lo voy a decir más veces: o te enmiendas o esto va a terminar de mala manera. O sea, que menos empinar el codo y ojo al cristo que es de plata.

viernes, 18 de julio de 2014

4.26. ¡Peligro!, una mujer despechada

   El bufete que lleva el contencioso contra el PAI de la Marina, y al que un anónimo informante le ha revelado que posee información sobre un rimero de sospechosas anomalías en el proceso urbanizador, vuelve a invitar a Tormo a una reunión para hablar de dicho informador. La primera sorpresa que se lleva Pascual es cuando le comunican el nombre del soplón: la delatora, pues se trata de una mujer a quien conoce aunque nunca cruzó palabra con ella, es la esposa de Agustín Badenes, el director local de Cajaeuropa.
   Tormo únicamente puede dar fe de quien es Carolina, ese es el nombre de la delatora, pero desconoce si las presuntas infracciones que denuncia son ciertas. Lo que también puede añadir es que su marido es el perejil de todas las salsas financieras que se cuecen en el pueblo, por lo que no descarta que la información que dice tener sea veraz.
- Lo que no acabo de comprender es por qué esa buena señora sale ahora con esas denuncias – comenta Tormo, ciertamente perplejo al descubrir la identidad de la confidente.
- Sobre la razón de que lo denuncie ahora no le hemos sacado nada en claro, esperábamos que tú pudieses arrojar más luz sobre sus reales motivos. En cuanto a la autenticidad de la documentación que nos ha entregado y la veracidad de su contenido hemos encargado a una agencia de investigadores privados que lo compruebe.
- Bien, si queréis haré algunas averiguaciones en el pueblo a ver si consigo enterarme de algo referente a esa buena mujer – se ofrece Tormo.

   En cuanto Pascual llega al pueblo pregunta a su madre quién podría informarle sobre lo que se cuenta en los corrillos locales acerca de Agustín Badenes y de su entorno.
- Quien mejor puede ponerte al día, hijo, es Rosario la Maicalles, pero te adelanto algo que es la comidilla de medio pueblo. Según cuentan, el banquero se ha liado con una jovencita que trabaja en la caja. Parece mentira, un señor que era un meapilas, que parecía tan formal y tan buen marido y mira por donde ha salido. Algunos hombres en cuanto comienzan a sentirse viejos se comportan como si fueran críos.
   La Maicalles le confirma el posible motivo de la delación de la mujer del bancario: el despecho. Le reitera lo que ya le dijo su madre: que el antiguo seminarista que fue Badenes, y hombre que siempre tuvo una intachable conducta conyugal, se ha encaprichado de una joven empleada que llegó a la sucursal de la caja hace unos meses. La chismosa no está segura de cuáles pueden ser los reales sentimientos del banquero, que es como le llaman en el pueblo. No sabe si se ha enamorado de la muchacha, si es un capricho pasajero, un efecto del síndrome de los cuarenta o, sencillamente, si solo es sexo. La realidad es que sea lo que fuere, el amancebamiento le ha hecho perder los papeles y con ello el sentido de la prudencia pues se comporta como un adolescente. La mujer de Badenes, como suele ocurrir, ha sido de las últimas en enterarse del engaño y, pese a su aire de mosquita muerta, el hecho de que su marido le haya puesto los cuernos y convertido en el hazmerreír de medio pueblo parece que le ha sentado como un tiro. No le perdona y ha jurado vengarse.

   El informe inicial de los investigadores, encargados de verificar la autenticidad de los primeros papeles remitidos al bufete por la señora de Badenes, es positivo; han constatado que son auténticos y que revelan un torrente de presuntas irregularidades de toda clase. El socio principal del bufete se pone en contacto con la informante para que les facilite el resto de la documentación que esté en su poder. Rápidamente alcanzan un acuerdo: por el pago de una cantidad, que al letrado le parece una ganga, la despechada Carolina les entregará todos los papeles que obran en su poder y que sacó de la caja fuerte que su marido tenía en casa antes de que éste la vaciara y se fuera del domicilio conyugal para irse a vivir con su nueva novia. Con la documentación en sus manos, los letrados se plantean qué hacer con ellos. El socio mayoritario informa al resto de asociados del bufete:
- He hablado con los representantes de Presslor Investment y su consigna es utilizar los documentos para infligir el mayor daño posible a BACHSA
- Lo que hemos de hacer es respetar la ley – opina el socio más joven -. Conocemos la existencia de presuntas infracciones de la normativa, por consiguiente se impone ponerlas en manos del órgano jurisdiccional competente.
- En mi opinión – tercia otro de los asociados -, deberíamos tomar dos medidas: filtrar la documentación a la prensa y, antes o después, hacerla llegar al juzgado.
   Después de un breve debate se impone la opinión del socio principal: hacer llegar la documentación, anónimamente, a un periódico que a buen seguro convertirá la información en noticia de primera plana.
- …, pero – añade el socio proponente - no enviarla toda de golpe. ¿Por qué?, los casos de corrupción son tan frecuentes que el eco que despierta el último en conocerse es tapado por el que se produce al día siguiente. Haremos entregas periódicas para mantener el mayor tiempo posible la atención de la opinión pública en el caso. De que la denuncia pase de las rotativas a los tribunales ya se encargará la fiscalía.

   La publicación de un reportaje en el que, según una fuente que el periódico no revela, se airean presuntas irregularidades en el proceso urbanizador de Senillar se convierte durante unos días en noticia de portada en la prensa escrita y en prime time en los informativos audiovisuales. Y todo ello avivado por una nota de redacción de El Mundo, diario que dio la primicia, de que en el supuesto de que siguiera recibiendo más información del anónimo remitente se apresuraría a publicarla. La información ocasiona un terremoto en el núcleo duro del consejo de administración de BACHSA.
- ¿Hasta dónde sabrán esos cabrones de periodistas? ¿Es posible que alguien les haya pasado algún papel comprometedor? – se pregunta un desconcertado Bricart.
- Lo importante no es saber quién filtró los papeles, sino analizar las consecuencias que su publicación puede ocasionarnos – puntualiza Arechabaleta.
- Noi potremmo comprare il giornalista – sugiere Montofarni.
- ¿Y qué vamos a sacar comprando a un periodista? – inquiere Huguet -. De momento solo habla de presuntas irregularidades, mientras se quede solo en eso…
- En vez de lamentarnos, deberíamos tomar algunas medidas – propone Cardona -. La primera es pedir a nuestros abogados que estudien hasta qué punto pueden dañarnos esas informaciones. Y esa acción es urgente, antes de que puedan publicarse datos documentales que pudiesen tener efectos administrativos y penales. La segunda…
- ¿Has dicho procedimento penale? – pregunta Montofarni visiblemente nervioso.
- No, necesariamente, pero si el caso llega a los tribunales es algo que podría ocurrir.
- Quello che mancava – concluye el italiano, desolado.

   Entre los partidos políticos el impacto que ha generado la publicación del reportaje no ha sido tan preocupante. La prensa solo habla de presuntas, la presunción siempre por delante, irregularidades. Sin embargo, Javier Blasco, el presidente local del PP y actual alcalde, acompañado por José Ramón Arbós, acude al comité ejecutivo regional de su partido para que les den instrucciones.
- Estad tranquilos, de momento no tenéis de qué preocuparos. Lo más posible es que solo sea un episodio más del periodismo amarillo que, para nuestra desgracia, tanto abunda hoy en día. Quizá se haya cometido alguna pequeña infracción de carácter administrativo, pero nada que no se pueda solucionar. Y en el peor de los casos se recurre, lo que supone que en más de una década no habrá resultados. Por tanto, tranquilizad a la gente y decidles que para eso estamos nosotros, para echaros un capote si falta hiciera.
   Jaume Pellicer, el secretario general de los socialistas locales, también rinde visita a Valencia para cambiar impresiones sobre qué posición tomar. Encuentra a la gente de la ejecutiva más combativa, no en balde están en la oposición.
- Este es el momento que estábamos esperando. Hay que hincarles el diente a los fachas hasta el tuétano si fuera preciso. Estamos estudiando presentar una denuncia ante los tribunales por prevaricación y cohecho.
- Ya os lo dije y lo mantengo. Si pretendéis que el partido se convierta en una de las partes demandantes en una posible querella, conmigo no contéis. ¡Joder, si es que hasta hace cuatro días, como aquel que dice, las resoluciones autorizando las urbanizaciones las firmaba yo como alcalde que era!

martes, 15 de julio de 2014

4.25. Sergio mejora, poco. Lorena empeora, mucho

   Sergio vuelve a trabajar en la empresa de instalaciones eléctricas del señor Francisco, solo que no de capataz pues su puesto fue asignado a otro. Haber perdido su estatus profesional es algo que lleva mal, pero el capataz jefe Dimas se muestra inflexible, por lo que recurre al patrón para recobrar su antiguo empleo:
- Señor Francisco, cuando me pidió que me fuera a trabajar a la asociación que montaron los de BACHSA, me aseguró que solo sería por una temporada y que cuando acabara volvería con usted. Yo supuse que quedaba sobreentendido que en mi anterior empleo, pero ahora Dimas dice que nanay, que todos los puestos de capataz están ocupados.
- Sergio, ya sabes que en los asuntos de personal yo no me meto, bastantes preocupaciones tengo como para añadir una más al cacao que llevo entre manos. Eso se lo dejo a Dimas.
- Pero…
- Paciencia, Estudiante, paciencia. Al paso que va el incremento del número de obras seguro que necesitaré más gente y entonces hablaremos. De momento, lo que has de hacer es esforzarte, como hacías antes, y procurar tener contento al Dimas.

   La predicción de Francisco se revela cierta, aunque las obras de urbanización en el PAI de la Marina se han parado debido a la medida cautelar tomada por el tribunal que juzga el contencioso contra el mismo, las construcciones se han acelerado en otras zonas del municipio, como si los constructores temieran por su futuro ante un posible efecto contagio. Francisco amplía el número de sus contratas y ha de montar una nueva cuadrilla.
- Dimas, para dirigir la nueva brigada había pensado en el Sergio, ya le tuvimos de capataz y tú estabas satisfecho de cómo se desenvolvía.
- Tú lo has dicho, jefe, estaba satisfecho, pero ese chico ha cambiado. Desde que estuvo al frente de esa asociación de esquiroles que crearon los jefes de BACHSA no es el mismo. Parece como si le hubiesen comido el coco. Además, creo que se ha aficionado a la botella, algunos días llega con un tufo capaz de marear al más templado y tengo mis sospechas de que el alcohol no es lo peor que se mete entre pecho y espalda.
- No creo que sea para tanto, hombre. Y luego está lo de cumplir con la palabra dada. Yo quedé con los tíos del marketing de BACHSA que en cuanto el chico dejara la asociación volvería a admitirle en la empresa. Cierto es que nunca se habló de en qué condiciones. En fin, tú verás, lo del personal es cosa tuya.
   Dimas conoce demasiado bien al zorro de su patrón para ignorar el mensaje que encierra su última parrafada. Llama a Sergio y le dice que lo ha pensado mejor y que la próxima cuadrilla que vayan a contratar quedará a su cargo.
   La ansiada recuperación de su antiguo puesto es un empujón para la autoestima de Sergio y, sobre todo, es decisiva para ayudarle a moderar el abuso de la bebida y dejar de consumir estupefacientes. Solo los fines de semana se permite fumar algún que otro porro o esnifar medio gramo de coca cuando anda algo más sobrado de dinero. Si ha de mandar a un nuevo equipo tendrá que estar en condiciones de hacerlo de la mejor forma posible, y ello está reñido con el tipo de vida al que se encaminaba sin remedio, una vida en la que el alcohol y la droga marcaban el rumbo.

   Lorena, en cambio, ha ido dando bandazos sin encontrar un trabajo que le guste y le motive. Termina aceptando un curro de camarera en un bar de copas donde, aunque el salario es ínfimo, gana buenas propinas. Otro motivo que la ha llevado a coger el trabajo es que el local tiene fama de que en su entorno abunda el trapicheo de drogas y la joven, al contrario que su pareja, no encuentra alicientes para cambiar el derrotero que ha tomado su vida. Cada vez necesita más estimulantes externos para afrontar el día a día.
   Como los pagos de la hipoteca y de la letra del coche se llevan la mayor parte de los ingresos de la pareja, a Lorena no le queda suficiente dinero para costearse el pillar coca, pastillas o, en su defecto, hachís con que apaciguar su adicción. Todo ello no hace más que profundizar la brecha que se ha abierto en la relación de la pareja. Sergio no se ha repuesto de la sospecha sobre las mentiras y la presunta infidelidad de Lorena. Ella acusa a su hombre de que no es capaz volver a ganar lo suficiente para mantener su anterior tren de vida y de que no le acompaña, con la asiduidad que le gustaría, en sus cada vez más frecuentes momentos de éxtasis producidos por la droga.
- ¿Esta mierda de sobre es lo que te da ahora el chupasangre del Francisco? – cuestiona una alterada Lorena agitando el sobre que contiene el salario de Sergio - ¿Pero no habías dicho que iban a volver a nombrarte capataz?
- Y lo harán, me lo ha prometido Dimas, pero cuando organice una nueva brigada.
- Con esto ¿cómo voy a pillar farlopa con lo cara que se ha puesto?
- Es que tendrías que esnifar menos coca, reina. Entre los dos no ganamos lo suficiente para poder mercar todo lo que eres capaz de meterte.
   El joven ha preparado un cuadro de doble entrada en el que aparecen los ingresos y los gastos fijos que tiene la pareja entre los que se llevan la palma las deudas contraídas: la hipoteca del apartamento, los plazos de los electrodomésticos, de parte del mobiliario y las letras del BMW. El saldo final es irrisorio y es cuanto tienen para los gastos cotidianos. Lorena apenas si echa un vistazo al cuadro, le suelta un papirotazo al papel y sale de la casa dando un portazo que hace vibrar la cristalería que hay en el aparador del comedor y que nunca han usado.

   Pasan los días. Sergio intenta seguir el consejo que le dio el señor Francisco y se esfuerza en el trabajo al tiempo que hace cuánto le es posible para tener contento a Dimas, que es de quien depende que recupere el puesto de capataz. A su vez, Lorena no deja de pensar en cómo conseguir más dinero o lo que es lo mismo, más coca o lo que pueda pillar. En más de un momento ha tenido la tentación de hacerle caso a algún cliente que le ha ofrecido hacer un viaje juntos a cambio de sexo, pero no ha llegado a dar el paso, todavía respeta su unión con Sergio y lo que ello conlleva. Ya tuvo una experiencia anterior con Maximino, pero no quiere generalizarla. Hasta que un buen día eso también cambia. Se encuentra en el bar donde trabaja con Tony, un antiguo amigo, que la aborda:
- Un colega me sopló que estabas aquí y no le creí, pero veo que es la fetén.
- ¿Es que tiene algo de malo que curre aquí? – responde desabridamente Lorena.
- No, guapita de cara, de malo no tiene nada. Lo que pasa es que creía que tu chorbo te tenía como una reina y no iba a dejarte caer tan bajo como para poner copas en un antro de colgados.
- Aquí entran tíos de toda clase, colgados y sin colgar, ¿tú en qué grupo estás?
- Ni en uno ni en otro. De estar en alguno, estaría entre los que se pirran por una potranca con un cuerpazo como el tuyo, paloma, y por la que sería capaz de currar hasta las tantas con tal de que solo fueras para mí y te olvidaras de ese hatajo de babosos que se te comen con la vista.
- No, si verborrea no te falta, Tony, pero luego fallas más que la carabina de Ambrosio. Y ya que te veo tan amaromado, ¿tienes material?
- No, bonita, pero ahora mismo salgo a la esquina y veo de pillar algo, ¿qué prefieres perico o hierba?
- Si tienen perico mejor, sí no un canuto puede pasar.
- Para ti siempre lo mejor. Ahora, eso sí, nos lo hacemos en casa – al ver el inicial gesto de rechazo, Tony plantea - ¿Voy o no, potranca? Tú decides.
   Lorena piensa que otra vez está en las mismas: sexo a cambio de unas rayas. Duda, pero la vacilación es corta. Gana la coca. Su bajada de ojos es señal suficiente para que el hombre salga escopeteado en busca del camello de la esquina.

viernes, 11 de julio de 2014

4.24. Ganar, ganarán los de siempre

   El Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana ha admitido a trámite el recurso contencioso-administrativo contra la aprobación del PAI de la Marina de Senillar. Lo que demanda el recurrente es que la Sala de lo Contencioso declare no ser conforme a derecho y, en su caso, la anulación de los actos y disposiciones de la Administración Pública en relación con el referido PAI. Asimismo, solicita la adopción de medidas cautelares para que cesen todas las actuaciones que se vienen realizando en la urbanización del PAI, así como el restablecimiento de la situación previa y, si así fuera, la indemnización por daños y perjuicios.

   El directorio de BACHSA se reúne urgentemente para estudiar la estrategia a seguir ante la definitiva judicialización de su proyecto estrella. Ideas faltan, lamentos sobran.
- ¡Cómo coño hemos llegado a esto! – se queja un enfurecido Bricart.
- Esos pichafrías de ecologistas tienen más peligro que un aizkolari loco con un hacha en la mano pues – sentencia Arechabaleta.
- Ne capisco niente – se lamenta Montofarni.
- ¿Y tú, lumbrera, no dices nada? – inquiere Bricart dirigiéndose a Cardona.
   Juan Antonio pasa por alto el ofensivo tono del consejero delegado y se limita a explicar sus gestiones:
- Siguiendo el consejo de la asesoría jurídica, nos vamos a batir en dos frentes, el visible y el oculto. En el primero nuestros abogados han presentado al tribunal un escrito pidiendo que la compañía pueda personarse en el proceso como persona jurídica que ostenta un interés legítimo en el mismo, de esa forma conoceremos de primera mano el desarrollo procesal del recurso, en el supuesto de que se admita, y podremos controlarlo mejor. En el oculto, nos hemos puesto en contacto con los de Territorio y Medio Ambiente y hemos quedado en que nuestros letrados elaborarán un informe en el que la Consellería se apoyará para elaborar el escrito de contestación alegando diversos motivos de incompetencia y/o inadmisibilidad de la demanda. Nuestros asesores no se fían demasiado de la competencia del equipo de abogados de la administración. Si eso no funciona y el tribunal sigue adelante, nuestra gente volverá a redactar otro informe para que los de Medio Ambiente contesten al escrito de demanda.
- Y a todo esto, personalmente, ¿qué opinas? – pregunta Huguet directamente a Cardona.
- Siendo sincero, soy más bien pesimista, aunque con la justicia que tenemos nunca se sabe. Lo que sí me quita el sueño es el otrosí de la demanda en la que los recurrentes solicitan que el tribunal tome medidas cautelares. Como les hagan caso, y perdonar la grosería, vamos de culo.
- Paese di merda – apostrofa el italiano.

   En los poderes fácticos municipales la reacción ante el contencioso tiene parecidos tintes que entre los constructores. Tras ser citados, también de manera urgente, se reúnen los líderes de la coalición que sustenta al equipo de gobierno, así como los representantes de BACHSA en la localidad.
- ¿Me puede explicar alguien qué está pasando? – es el alcalde quien formula la pregunta, más bien retórica pues sabe muy bien qué está ocurriendo.
- Pues que unos forasteros le han pegado una patada a los palos del sombrajo y lo están echando todo a perder – contesta un enojado José Ramón Arbós.
- Esa demanda se la van a cargar los tribunales, ya veréis – opina Guillem Armengol.
- ¡Ojalá sea así! – exclama Amador Garcés para añadir una nota pesimista -. Lo malo es que los litigios se sabe cuándo empiezan, pero no cuándo acaban y luego está lo de la maldición de la gitana: pleitos tengas y los ganes.
- Ya veis a donde nos han llevado las manifestaciones de los chavales. ¡Maldita sea su estampa! – despotrica Arbós.

   Los chavales, a los que aludía Arbós, están que tiran cohetes. Han montado una pequeña fiesta en el local que utilizan como centro de reunión donde están brindando con la sangría que han preparado.
- ¡Por la reconquista de la Marina! – es el brindis que propone un adolescente levantando el vaso de plástico.
- ¡Porque la Marina siga siendo solo del pueblo! – propone otro.
   Acabados los brindis, una de las muchachas pregunta:
- Y ahora, ¿nos conformamos con esto o tendremos qué seguir luchando? – el interrogante va dirigido a todos, pero a quien mira es a Chelo Arbós.
- De conformarnos, nada – responde Chelo -. Tormo me ha dicho que no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo; es decir, que primero habrá que esperar el fallo de los jueces. Pero, además, el recurso presentado no es más que una especie de aperitivo, según Pascual lo gordo vendrá a continuación.
- ¿Y en qué va a consistir eso tan gordo? – inquiere la chica que ha preguntado antes.
   Lo que la jovencita quiere saber, y a lo que Chelo Arbós no ha podido responder por la simple razón de que no lo sabe, es algo que se está fraguando más allá del pueblo. En el bufete que está llevando el contencioso se celebra una discreta reunión en la que se encuentran, amén de los dos abogados encargados del recurso, el vicepresidente de Ecologistas Valencianos en Lucha y Pascual Tormo, quien todavía se está preguntando por qué motivo le habrán invitado. Uno de los letrados explica cuál es el momento procesal de la demanda: el de cuando las partes pueden solicitar a la Sala que se practiquen las pruebas necesarias para esclarecer los hechos que consideren trascendentes para el fondo del asunto. A ello añade una nueva información:
- Hay otra cuestión más importante que la marcha del recurso. Hace unos días una persona llamó al bufete para revelarnos que estaba en posesión, según manifestó, de amplia información sobre un cúmulo de irregularidades de todo tipo que se habrían producido en el proceso urbanizador en Senillar desde el primer día. Que lo del PAI de la Marina no es más que la punta del iceberg.
- ¿A qué clase de irregularidades se refería? – pregunta el representante de los ecologistas.
- Desde infracciones administrativas y técnicas hasta posibles casos de prevaricación y cohecho y de otros presuntos quebrantamientos de la ley que podrían estar tipificados como delitos.
- Eso es muy gordo – opina el ecologista.
- De momento no son más que presunciones, habrá que probarlas. Hemos quedado con el informante para una posterior reunión en la que veremos qué datos nos ofrece y qué credibilidad le damos.
- ¿Y hasta qué punto os merece confianza ese misterioso informante? – inquiere Tormo a quien parece que todo aquello no le sorprende demasiado.
- Por eso estás aquí, para que nos ayudes a acreditar su fiabilidad. Y llegados a este punto, tengo que rogarte – pide el letrado dirigiéndose al representante de los conservacionistas – que nos dejes a solas con Pascual. Por mor de la confidencialidad, nos hemos comprometido a no revelar el nombre del informador, salvo a aquellas personas que, de algún modo, pudieran avalar sus datos.

   El tan traído y llevado recurso también es objeto de palique entre la gente de a pie que curra en los tajos de las construcciones que, día a día y sin preocuparse por los avatares de la justicia, expanden sus tentáculos por el término municipal de Senillar.
- Estudiante, tú que eres hombre de letras, ¿qué nos puedes contar sobre el pleito que los amigos de lo verde le han puesto al Ayuntamiento? – pregunta uno de los compañeros de Sergio mientras se zampan el bocadillo.
- Poca cosa, solo sé lo que se comenta en los corrillos. Lo que sí puedo decirte es que no es un pleito sino un recurso contencioso y que no va contra el Ayuntamiento sino contra la Consellería que aprobó el PAI de la Marina.
- Y en el caso de que en ese recurso triunfen los que recurren o los recurridos, ¿nosotros vamos a ganar o a perder? – quiere saber otro.
- No sabría qué decirte, la justicia puede ser muy complicada – Sergio, a quien el asunto le importa un comino, no quiere extenderse en más explicaciones.
- Yo sí lo sé – afirma con rotundidad Dimas -. Bueno, más que saberlo, me lo supongo. Fallen lo que fallen los jueces, ganar, lo que se dice ganar, ganarán los de siempre, los que tienen la pasta, que aquí son los constructores. Y perder, lo que se dice perder, perderán también los de siempre, que aquí somos los currantes. Oséase, todos ustedes vosotros incluido el que suscribe. 

martes, 8 de julio de 2014

4.23. ¿Qué es eso de Islero?

   Sergio y Lorena han vuelto de Ibiza un tanto tocados. Se han divertido mucho, eso sí, pero no han podido completar su mes de vacaciones forzadas al habérseles terminado el dinero antes de lo previsto. La coca sigue siendo cara y si te habitúas a esnifarla todos los días la cuenta sale por un riñón.
   Cuando vuelven a Senillar se encuentran con un panorama poco alentador. En el chiringuito donde trabajaba Lorena han cogido a otra camarera y de momento no tienen nada para ella, con la temporada más avanzada ya le dirán. Sergio también se encuentra con una desagradable sorpresa, Dimas se encarga de dársela:
- Estudiante, el patrón me ha dicho que te volvamos a coger porque así lo acordó con los jefes de BACHSA. Si por mí fuera te daría con la puerta en las narices. No es de recibo andar mariposeando de aquí para allá. El próximo lunes volverás al tajo, pero no de capataz. En tu antiguo puesto puse a Lozano y ha cumplido como los buenos.
- Hombre, Dimas, el tío de marketing de BACHSA me dijo que, cuando terminara de trabajar en la asociación que montaron, me volvería a la empresa del señor Francisco como si no hubiera salido de ella.
- ¿Qué quieres? Que coja a Lozano y le despida o le degrade solo por tu cara bonita. Ni hablar. Si vuelves con nosotros currarás de oficial y gracias.
- Pero…
- No hay pero que valga. Si te vale, vale, y, si no, a protestar al maestro armero, como dicen en la mili.
- ¡Vaya palo! – se duele Sergio. Cuando se acuerda de otra perentoria necesidad: no tienen un duro -. Oye, Dimas, ¿sabes si me podrían dar un adelanto? Estoy a dos velas.

   Francisco le ha dicho que nones a lo del anticipo. Que cobrará cuando los demás. El problema que se le plantea a la pareja es de órdago: no tienen, literalmente, ni para comer. A pesar de que Sergio ha estado ganando un buen dinero mes a mes, resulta que no han ahorrado nada. Sus gastos, muchos de ellos superfluos, la hipoteca del apartamento y las letras del BMW se han comido todos sus ingresos. Discuten a quien pedir prestado.
- Podrías pedir a tus amigas – sugiere Sergio.
- A mis amigas no les sobra la guita, siempre está a verlas venir. Lo que podías hacer es darles un palo a tus compañeros de tajo, esos sí que ganan una pasta gansa todos los meses.
- Eso no pienso hacerlo ni loco, me moriría de vergüenza. ¿Y si lo pedimos a la familia? Tú a tus padres, yo al abuelo.
   Los padres de Lorena no andan muy boyantes, pero les ofrecen que pueden ir a comer con ellos cuando quieran. Es el abuelo de Sergio quien se muestra más generoso, aunque no deja de sorprenderle la situación.
- ¿Cómo que no tenéis dinero ni para comer? Creía que ganabas un dineral y me contaste que los constructores te habían dado una generosa prima cuando dejaste de trabajar para ellos. ¿Qué habéis hecho con todo ese dinero?
   El joven por toda respuesta se encoge de hombros, su cara de perro apaleado es la mejor expresión de su derrota. Por eso, el señor Andrés no insiste en pedir explicaciones.
- Bueno, hijo, si no quieres contármelo allá tú, pero algo tendrás que hacer para ordenar tu tren de vida. Y no te preocupes, yo me encargo de que no os falte de nada, pero como al parecer tenéis un agujero en cada mano no os voy a dar billetes, lo que haré será ir con vosotros al supermercado y pagaré la cuenta de la compra. También me haré cargo del plazo de este mes de la hipoteca y de la letra del coche. Ah, y me podrás llamar refranero y lo que quieras, pero si no te lo digo reviento. Tendrías que escribir en un papel y tenerla bien a la vista esta máxima: el que no guarda cuando tiene, no come cuando quiere.

   El problema de la comida está resuelto, pero Lorena tiene otro, después de veintitantos días esnifando coca diariamente, siente que le falta algo para poder seguir la vida cotidiana. Sufre una suerte de síndrome de abstinencia que incrementa su mal humor y que le lleva a la búsqueda del polvo blanco. El problema es que hasta que Sergio cobre su primera paga no va a disponer de un maldito talego para pillar ni una dosis. Piensa en el mucho dinero que se ha dejado dónde el Perchas, el distribuidor más conocido del pueblo, y opta por dejarse caer por allí a ver si le fía, aunque sea una papelina. En última instancia, se dice que siempre puede abrirse de piernas, aunque el Perchas no  todos los días está por trocar farlopa por carne. En el portal del camello se tropieza con Maximino.
- ¡Vaya, hermosa!, ¿tú por aquí?, ¿vienes a ver si pillas algo? Hoy el Perchas está de mala gaita, ayer cogieron a uno de sus camellos y está que fuma en pipa. Claro que su mala hostia la pagamos los clientes, ha subido la papelina cuatro talegos de golpe. Oye, ahora que lo pienso, ¿por qué no te vienes conmigo y, en recuerdo de los viejos tiempos, nos fumamos unos buenos canutos?
   La joven recela de la invitación, conoce demasiado bien al hombre, pero también piensa que estando el Perchas de mala leche no será fácil que acceda a fiarle unas papelinas.
- ¿Crees que tengo estómago para fumarme un canuto contigo a un lado y al otro la puta de Mariasun?  
- A la Mariasun hace tiempo que le di boleta. Era una cotorra que no se callaba ni debajo del agua. Y en la cama una flojeras, en seguida se cansaba. Debe ser que estoy mal acostumbrado, he tenido tías mucho mejores – y su sonrisa lobuna parece recordar viejos episodios con Lorena entre sus brazos.
   La joven acaba por aceptar la invitación, es la mejor oferta que va a tener si quiere meterse unas rayas. Cuando la droga comienza a hacerles efecto, Maximino, que hasta entonces se ha portado, la atrae hacia sí y le da un apasionado beso que, tras unos segundos de indecisión, es contestado por la joven con el mismo ardor. El hombre, sin decir palabra, comienza a desnudarla.

   Días después, Sergio se tropieza con Maxi quien le saluda con una sonrisa burlona pintada en la cara y unas palabras que, por su aparente doble sentido, le dejan desasosegado:
- Hombre, el señor Islero, ¿qué es de tu vida, sigues de lameculos? Supongo que continuarás dorándoles la píldora a tus jefes. Y te aconsejo que no tengas a tu zorrita tan abandonada. Está acostumbrada a que la rieguen bien.
   El joven piensa que Maxi se debe referir a su antiguo amorío con Lorena. Lo que no entiende es lo de Islero  ¿qué habrá querido decir? Se molesta en buscar el vocablo en el diccionario de la RAE, la palabra no está registrada, el glosario remite a isleño como palabra que tiene la forma de escritura más cercana. Se dice que es un tonto preocupándose por las sandeces que diga un medio analfabeto como Maximino, pero algo le cosquillea por dentro. Decide preguntarle a su abuelo.
- El otro día un conocido me habló de Islero, ¿qué es eso, a qué te suena?, he buscado la palabra en el diccionario y no está registrada.
- Quizá quiso decir isleño.
- Pues no, porque la conversación no iba de islas ni de sus habitantes.
- Entonces, no sé qué puede ser… ¡Hombre! – El abuelo se echa mano a la cabeza -, ahora que recuerdo, Islero se llamaba el miura que mató a Manolete en la plaza de toros de Linares. ¿Eso te dice algo?
   Vaya si le dice, piensa el nieto: miura, toro, cuernos... Un ramalazo de vergüenza, celos y rabia transforma el rostro de Sergio, tanto que hasta el abuelo se da cuenta.

viernes, 4 de julio de 2014

4.22. No conseguirán callarnos

   La manifestación contra el PAI de la Marina no ha vuelto a suscitar el interés de los medios y Senillar deja de ser noticia. Sin embargo, los grupos ambientalistas no han tirado la toalla y uno de ellos, Ecologistas Valencianos en Lucha, más conocido por su acrónimo EVEL, ha hecho algo más que dar su apoyo moral a la protesta, ha presentado un recurso de alzada ante la Generalidad Valenciana sobre la aprobación del PAI.  Ante el recurso, y dado que el eco de la protesta parece haberse extinguido, las direcciones nacionales de los dos grandes partidos estatales, el PSOE y el PP, dejan las manos libres a sus terminales autonómicas para que decidan lo que sea más conveniente para sus intereses.
   En el PSPV dudan, no acaban de resolver si unirse a los recurrentes, oponerse a ellos u optar por una tercera vía, la de apoyarles en sus reivindicaciones, pero sin meterse en demasiados charcos. Les pesa el aviso de la directiva local de que fueron los socialistas, cuando gobernaban el municipio, quienes aprobaron el PAI de la Marina. Al final se decantan por la última opción, apoyarán las protestas, pero con la  boca pequeña.
   En cuanto al PPCV respalda decididamente a su ejecutiva local, puesto que entiende que serán muchas más las bondades y los beneficios de todo tipo que acarreará el proyecto que no salvaguardar la existencia de unos cuantos bichos más o menos en peligro de extinción. Valoran el hecho de que en el país los verdes todavía representan a un escaso número de votantes.

   Pese a todo, algunos de los promotores del PAI están intranquilos y alarmados. En una reunión de urgencia del directorio de BACHSA debaten la estrategia a seguir ante la nueva deriva que ha tomado el proyecto. Es el consejero delegado quien pone encima de la mesa el motivo por el que ha convocado al resto del núcleo duro del consejo:
- Ya sabéis que los de Territorio y Medio Ambiente están estudiando el recurso de alzada de esos tocahuevos de ecologistas. Por lo que me han contado, no tienen muy claro qué responder. Esta reunión es, fundamentalmente, para que decidamos sugerirles lo que deberían hacer con el recurso de marras.
- Yo les sugeriría que hicieran una de estas dos cosas: tirarlo a la papelera o utilizarlo para limpiarse el ojete pues – opina Arechabaleta.
- Me conformo con que lo desestimen o, si no, que lo archiven – comenta Huguet.
- Si lo desestiman o responden con el silencio administrativo, es muy probable que los demandantes presenten recurso contencioso-administrativo y entonces nos meteremos en un lío de tres pares de narices. El proyecto se habrá judicializado y si hay algo que funciona mal y tarde en este país es la justicia – objeta Cardona.
- ¿Y no es possibile convincere a los que poner recurso de ritirarlo? – la pregunta la plantea el letrado Montofarni, representante de los nuevos socios calabreses.
- ¿Y cómo se convence a una partida de chiflados que creen que es más importante la vida sexual del samaruc que la construcción de una ciudad residencial? - inquiere Bricart ante el asombro del italiano que no ha entendido el sentido del interrogante ni su carga sarcástica. Algo de lo que se da cuenta el consejero delegado que se apresura a preguntar - ¿Tú, cómo los convencerías, Enrico?
- Ci sono molte maneras per convincere – responde Montofarni y añade – Lasciatele a mio carico.
- Dice que los dejemos de su cuenta – traduce Bricart.
   Los demás miembros del directorio se miran entre sí y alzan los hombros.

   Pascual Tormo es quien da la noticia al grupito de estudiantes que encabezan las protestas contra el urbanismo desaforado en el pueblo: han agredido al presidente de los ecologistas que ha sido el firmante del recurso de alzada contra el PAI de la Marina.
- Le han pegado una paliza a Toño Alvear, le han partido las piernas y le han roto la mandíbula. Está ingresado en el hospital universitario de la Fe. El pronóstico es grave, aunque los médicos no temen por su vida.
- ¿Se sabe quiénes son los que han hecho esa salvajada? – pregunta una de los chicas que está verdaderamente consternada.
- Por ahora, no. Alvear no puede hablar dado como le han dejado el maxilar y la policía dice que está trabajando en varias líneas de investigación, pero a través de un compañero de la facultad me ha llegado una información preocupante. Los policías encargados del caso no han hecho público, ellos sabrán por qué, el hecho de que los asaltantes pintarrajearon en el pecho de Toño, con su propia sangre, la palabra bocasas, supongo que se referían a bocazas.
- ¿Bocazas? ¿Piensas lo mismo que yo? – inquiere Chelo Arbós dirigiéndose a Tormo.
- Me temo que sí. Solo hay una interpretación posible: intentan amordazar y atemorizar a los que han presentado el recurso. ¿Quiénes son? También solo puede haber una respuesta: cui prodest, ¿a quién beneficia el silencio en este caso? – pregunta retóricamente Tormo.
- ¡A los cabrones del ladrillo! – contesta uno de los estudiantes.
- Ahora lo importante es no perder la calma y seguir con la misma estrategia, pero ojito a esto: en adelante vais a tener que vigilar vuestra espalda, procurad ir siempre acompañados, alejaros de los lugares solitarios y mejor que no salgáis por la noche – aconseja Tormo.
- ¿Los compañeros de Alvear piensan hacer algo? – quiere saber Chelo.
- Aparte de presentar la correspondiente denuncia, me han confirmado que seguirán adelante y si la administración no les contesta o lo hace negativamente estudiarán la posibilidad de plantear recurso contencioso-administrativo ante el Tribunal Superior de Justicia de la comunidad, aunque tienen el mismo problema que todos los grupos conservacionistas: andan escasos de fondos y un contencioso puede resultar gravoso, hay que contratar abogados, procuradores, técnicos para los pertinentes informes periciales, etcétera.

   La agresión sufrida por el presidente de una de las asociaciones ecologistas más combativas de la región vuelve a despertar la atención de los medios. El incidente se convierte en noticia de primera plana en los periódicos y merece lugar destacado en los informativos de la televisión y la radio. A ello se añade otra noticia: la administración autonómica ha desestimado el recurso de alzada. La junta directiva de EVEL convoca una rueda de prensa en la que, a preguntas de los enviados de los distintos medios, explican cuál va a ser la estrategia a seguir:
- No, no sabemos quiénes han podido ser los agresores de nuestro presidente, pero sospechas tenemos.
   Una decena de manos se levantan pidiendo la palabra. El periodista a quien han pasado el micrófono formula la pregunta que está en la mente de todos:
- ¿De quién o quiénes sospecháis?
- Lo siento, pero no podemos contestar a eso. No podemos acusar sin pruebas, cuando las consigamos seréis los primeros en saberlo.
- Una vez que han desestimado el recurso de alzada, ¿vais a presentar el contencioso? – inquiere otro corresponsal.
- Estamos estudiándolo – Lo que no cuentan a los periodistas es que lo que están buscando es cómo financiar el recurso.

   Otro actor, que anteriormente ya jugó su papel en el desarrollismo de Senillar, entra en acción. Se trata del grupo Presslor Investment. El hedge fund de Singapur, tras perder la oportunidad de entrar en el accionariado de BACHSA, se planteó la posibilidad de presentar una opa hostil para comprar la empresa constructora. Desecharon la idea por su alto riesgo. Ahora han encontrado un medio más maquiavélico, y mucho más barato, para intentar adquirirla: financiando a quienes van a plantear un recurso contencioso que, de prosperar, puede dejar tocada a la compañía constructora. Un bufete madrileño se ha puesto en contacto con la directiva de EVEL y les informa que hay un filántropo, protector y amante de toda clase de espacios verdes, que está dispuesto a sufragar los gastos derivados del contencioso, solo exige quedar en el anonimato. Los ecologistas aceptan sin hacer más indagaciones y, acto seguido, convocan una nueva rueda de prensa.
- Os confirmamos que vamos a presentar el recurso contencioso-administrativo. El bufete que nos asesora ya lo está redactando. Otra primicia que podemos daros sobre el nuevo recurso: los abogados recomiendan que no tenga un solo firmante, sino que lo firmemos cuantas más personas mejor.
- ¿Qué finalidad tiene eso? – pregunta alguien.
- Una muy clara. Es un mensaje a los criminales que han querido taparnos la boca atacando a nuestro presidente. Tendrán que partirnos las piernas a todos y aun así no conseguirán callarnos.