"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 3 de abril de 2015

4.5. Día de la Victoria




   Pepita está más irritable cada día. Su novio le ha defraudado, no es lo que ella creía. Lo encuentra demasiado sabelotodo, emperrado en que aprenda una serie de bobadas que no sirven para nada. Solo sabe hablar de cursilerías y, por si faltaba algo, se lleva fatal con su madre. No sé qué se habrá creído, piensa, al fin y al cabo la rica es ella, él no es más que un empleado. Y no es nada divertido, en vez de llevarla de fiestas y guateques se empeña en que la acompañe a reuniones donde no se habla más que de política y de asuntos que ni entiende ni le importan. El noviazgo ni siquiera la deja satisfecha en su aspecto más íntimo: la sexualidad. En las conversaciones de las jóvenes del pueblo que mantienen relaciones más o menos serias se cuentan en voz baja, sazonadas de risitas maliciosas, las picardías que los novios se gastan. José Vicente ni siquiera eso, no ha ido más allá de acariciarle los pechos y de besarla, pero de forma tan tenue y fugaz que no le da tiempo a sentir nada. Ya no está tan segura de que ennoviarse con el secretario de la cooperativa haya sido su mejor decisión.
   El otro factor del dueto, José Vicente, no está irritado, pero si aburrido y cansado. Hastiado del egoísmo y los caprichos de su novia. Cansado de que se niegue obstinadamente a aprender una sola de las habilidades sociales que la que sea su mujer tendrá que manejar. Comienza a creer que aquel adagio del que le habló Lapuerta: de que no te cases por dinero, puedes conseguirlo prestado a mucho menor interés, pueda ser real. Casarse con la niña de los Arnau puede convertirse más pronto en un castigo que en un premio. Cuanto más lo piensa más se reafirma en que se equivocó en la elección. Y con la misma frialdad con la que resolvió lanzarse al noviazgo, toma la decisión de romperlo. En un primer momento piensa en actuar de frente y plantear sinceramente a Pepita que su relación se ha vuelto insostenible, pero tras valorar detenidamente los pros y los contras, especialmente los políticos, considera que no es la mejor opción. No le interesa que ante los ojos de los demás parezca que la ruptura parta de él. Al clan de los Arbós no les podría gustar que rompiera con su sobrina y mucho menos si es él quien la deja. Aunque su amor propio sufra, ha de maniobrar para que sea ella quien ponga fin a la relación. Tomada la decisión, solo le falta encontrar la mecha que encienda el polvorín en que se ha convertido su noviazgo y la incendiaria ha de ser la propia Pepita. Busca un motivo que tenga el suficiente calado para que la jovencita se encalabrine, pero no lo encuentra, es más difícil de lo que creía.

   Este año de mil novecientos cuarenta y siete el calendario ha hecho coincidir en el uno de abril dos destacadas celebraciones: una religiosa, el domingo de Pascua de Resurrección, y otra patriótica, el Día de la Victoria. En el pueblo existe la añeja costumbre de que ese domingo es el día en el que las pandillas de gente joven se van al campo a comer o a celebrar una merienda en la que la vianda estrella es el dulce de la Mona de Pascua. El bollo, de forma elíptica, está guarnecido con huevos duros y frutas confitadas y solo se come el domingo de Resurrección. Es una de las tradiciones locales que los jóvenes esperan con mayor ilusión. También el uno de abril es la fecha en la que se conmemora el último parte de guerra que dio el Generalísimo Franco anunciando el victorioso final de La Cruzada, a lo que ahora se añade el inicio del X Año Triunfal, como enumera la propaganda oficial a los años transcurridos desde mil novecientos treinta y siete. Con tal fausto motivo se ha organizado una exhibición deportiva y folclórica en el ámbito regional, a celebrar en Castellón, a la par que también se llevara a cabo la inauguración del Estadio Castalia, obra emblemática del Régimen. En dicha muestra participará el grupo de coros y danzas del pueblo. Al frente de la expedición estarán Lolita, auténtica artífice de la sección, y José Vicente como jefe local y último responsable.
   Varios días antes del uno de abril, hay una reunión en Valencia para concretar los últimos preparativos y dar las instrucciones finales a las delegaciones que van a participar en el evento. En la reunión, Lolita encuentra a su jefe sorprendentemente contento, hasta diría que parece feliz, hacía mucho tiempo que no le veía así. Gimeno ha estado magnífico en las dos intervenciones que ha tenido: expresivo, con las palabras justas, sin retóricas huecas tan al uso, con pinceladas de humor y hasta de fina ironía; en una palabra, brillante. Lolita también ha intervenido una vez y, aunque no tiene la elocuencia de su jefe, tampoco lo hace nada mal y además cuenta con una baza importante de cara al otro sexo: la sensual feminidad que irradia su persona acentúa el atractivo de cualquier cosa que diga. Mientras están tomando café, en una de las pausas,  comentan el desarrollo de la reunión.
- Jefe, no te felicité antes porque tenías mucha gente a tu alrededor, pero estuviste sembrado. Tus intervenciones, especialmente la última, han sido de largo las más elocuentes que se han escuchado en la sala.
- Gracias, Lolita. Te devuelvo el cumplido, tú también te has lucido. Has sido la delegada a la que la gente prestó más atención. Y si me permites el cumplido, la más encantadora y con más clase de todas las asistentes.
- Hay que ver cómo estamos de aduladores. Una curiosidad: ¿qué quería el jefe de Algemesí que no hacía más que mirarme cuándo hablaba contigo?
- Está empeñado en conocerte y quería que te lo presentara. Creo que lo suyo ha sido un flechazo.
- Menos mal que no me lo presentaste, porque si en privado habla igual de premioso que en público debe de ser un plasta de abrigo.
- Pues no creas que ha sido el único. El de Silla me ha pedido que si puedes ir un día a explicarle a su gente como montar lo de los grupos de coros y danzas. Pero me da en la nariz que sus intenciones son muy otras.
- Vaya, como siga asistiendo mucho a estas reuniones igual acabo encontrando novio.
- Hablando del rey de Roma, por ahí viene Adolfo.
   A Lolita ni le da tiempo de preguntar quién es el tal Adolfo, que resulta ser el jefe local de Silla, joven y bien plantado aunque comienza a echar barriga. José Vicente les presenta y, durante la breve charla que mantienen, Adolfo invita formalmente a la joven a visitar su pueblo el día que quiera para hablar a las afiliadas de la Sección Femenina sobre cómo organizar un grupo de coros y danzas. No quedan en nada concreto. Ya se llamarán.
- Reconozco que no es lo mejor hacer juicios a priori – confiesa Lolita después de que el del Silla se haya ido -. Creí que éste sería otro pesado más pero, como nobleza obliga, tengo que decir que me equivoqué. Es correcto y simpático. El pero que puede ponérsele es que, como no vigile su dieta, va a tener problemas con la báscula. Razón tenía en lo que decía antes – añade la joven risueña -: como venga más veces a estos saraos igual encuentro novio.
- No es por meterme en lo que no me importa, pero estoy absolutamente convencido de que si no tienes novio es porque no quieres. No conozco en el pueblo una sola chica que tenga tu estilo, tu talento y… tu clase – Hasta el momento la charla ha transcurrido en un clima de amable ironía, pero ahora José Vicente se ha puesto serio y se ha tenido que contener para no excederse al enumerar los encantos de la muchacha.
- ¡Cómo estás hoy de lanzado, jefe! – Lolita, en cambio, sigue con su tono irónico -. Debe de ser el efecto del próximo domingo de Pascua.
- ¡El domingo de Pascua! ¡La hice buena! No había caído hasta este momento que el uno de abril también es la Pascua. Y le prometí a Pepita ir con ella y sus amigas a comernos la mona a una de sus fincas. No sé cómo le voy a decir que no podré cumplir mi promesa.
- Se lo explicas sin más. Pepita es más lista de lo que parece y lo entenderá perfectamente. No lo dudes, jefe.
- ¿Te puedo pedir un favor? – Gimeno se ha puesto serio -. No me llames jefe. Nunca sé si lo dices en serio o me estás tomando el pelo. Me gustaría que me llamases por mi nombre o si lo prefieres por mi apellido, como quieras.
- ¿Cómo prefieres que te llame? – la joven también ha adoptado un registro más grave.
- Ya te he dicho que me da igual, de cualquier manera menos jefe, me suena como si mantuviéramos una relación jerárquica y ese no es el caso, para mí eres mi igual y en algunos aspectos hasta superior.
- ¿Cómo te llama la persona que más te quiere? – es la sorprendente pregunta de Lolita.
- ¿La persona que más me quiere? – Repite Gimeno un tanto sorprendido –. Supongo que quién más me quiere es mi madre y me ha llamado desde niño por mi nombre.
- Entonces voy a  hacer como tu madre y desde este momento ya no eres el jefe, sino José Vicente – afirma Lolita con una sonrisa complaciente.
   Gimeno se pregunta: ¿será este cambio el inicio de otros más profundos?