"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 24 de mayo de 2016

29. De búsqueda por la Cañada Real



   Ponte, en su duermevela matinal, no hace más que pensar sobre como localizar a la familia gitana que puede ayudarles a encontrar a los tocayos que encontraron el furgón blindado y que luego vendieron a un chatarrero; si es que quieren, porque los calés son muy suyos, y siempre que la versión del fulano del desguace sea cierta. Como no llega a ninguna consecuencia práctica, deja de dar vueltas al asunto y abre el ordenador. La noticia que destaca El Mundo del último día de noviembre es una encuesta de Sigma Dos y su titular: Ciudadanos adelanta al PSOE y se queda solo a cuatro puntos del PP. ¡Coño, cómo han subido estos chicos!, piensa el viejo. Claro, que es solo un sondeo y estos de las encuestas fallan más que una carabina de feria y para mí que además las manipulan. Otra noticia que le llama su atención dice que: El Papa visita la gran mezquita de Bangui para mostrar la hermandad con los musulmanes. Es un bonito detalle, pero seguramente se quedará solo en eso, en un detalle. No creo que a la mayoría de musulmanes, y también de los cristianos, el gesto les hará cambiar de posiciones. En la sección de internacional, el pie de una foto en la que se ve la borrosa cara de un niño reza así: Niños suicidas afganos a 100 dólares. Ves, piensa, lo que decía antes. La miseria aliada con la religión produce estas monstruosidades. Críos que deberían estar en la escuela y lo que hacen es empuñar un kalashnikov. Y aunque no es un gran aficionado al fútbol termina repasando los resultados de los partidos de primera división del día anterior, es algo que hay que conocer porque la marcha de la liga es un tema de charla que más pronto que tarde saldrá en la conversación con sus amigos.
   Ponte ha quedado con Ballarín en el Paseo de Moret, casi esquina con Pintor Rosales. Puntual como un reloj suizo de alta gama, Ballarín le está esperando dentro de su coche.
- Buenos días, Amadeo, ¿hace mucho que esperas?
- Nada, unos minutos. Oye, tú que eres muy leído, ¿quién es la señora de la estatua? – pregunta Ballarín señalando el monumento que hay en la esquina de las dos calles, pero ya dentro del Parque del Oeste.
- Es doña Concepción Arenal, una escritora del diecinueve.
- Bueno, ¿dónde vamos?
- Jacinto me ha dicho que empecemos por la Cañada Real.
- Ese nombre me suena de algo, pero no sé de qué.
- Te sonará porque sale bastantes veces en los sucesos. La llamada Cañada Real Galiana es una zona de asentamientos ilegales en la que abundan los gitanos, los camellos, los yonquis y demás gente de esa ralea.
- Oye, Manolo, ¿y no será peligroso ir a un barrio así? Ya sabes que un yonqui te puede atracar por cuatro perras; bueno, ahora por cuatro euros.
- Según me explicó Jacinto, la Cañada está dividida en varios sectores que se extienden no solo por Madrid, sino también por los términos municipales de Rivas-Vaciamadrid y Coslada. Vamos a visitar solo dos de sus sectores: el tres y el cuatro, con una mayoría de familias de etnia gitana. Los calés no son precisamente unos angelitos, algunos también se dedican al menudeo de la droga, pero no creo que nos pase nada por hacer algunas preguntas.
- Bueno, esperémoslo, aunque no creas que las tengo todas conmigo.
- Coño, Amadeo, me estás saliendo un caguetas. Mira, haremos una cosa para que te quedes tranquilo: mientras yo pregunto, tú te quedas dentro del coche y bajas el seguro de las puertas.
- Es posible que sea un caguetas, como dices, pero también soy de los que no dejan a un amigo solo ante el peligro – afirma Ballarín dando a la frase un tono melodramático.
- Eso de solo ante el peligro me suena a película del oeste, como aquella que hizo John Wayne – se burla Ponte.
- Error. La protagonizó Gary Cooper. ¿Por dónde tiro?
- Coge la M-50 en dirección sur.
   La Cañada Real es como suponían: chabolas hechas con materiales de derribo, calles sin asfaltar, inmundicias, basura y por todas partes miseria, marginación…. Un barrio tercermundista con algunas pinceladas singulares que le confieren un aire peculiar: abundancia de antenas parabólicas, aparcados aquí y allá vehículos de alto porte y, de vez en cuando, edificaciones bien construidas que destacan todavía más junto a las viviendas de fortuna. Otra nota discordante es el relativo alto número de críos de variadas edades jugando entre los montones de chatarra. Deberían estar en el cole, pero…
   Ponte, repasa las directrices que le dio Grandal para comportarse como un payo respetuoso. Lo primero a tener en cuenta son algunos rasgos de la cultura gitana, esto conlleva que no debe preguntar a las mujeres ni a los jóvenes en general, debe hacerlo a un tío que es un gitano de edad que, por sus años, poder y comportamiento, suscita el respeto de los demás. Mucho mejor si pudiese acceder a que le reciba un patriarca o jefe reconocido y cabeza visible de una familia extensa. El poder del patriarca no es absoluto. Se asienta en su autoridad moral y el respeto que el gitano siente por sus mayores, de forma que el patriarca actúa como el tío más importante. También es el encargado de interpretar la ley tradicional y velar por ello, lo que es esencial en una cultura como la gitana de carácter ágrafo, es decir de una cultura cuyos códigos y pautas de comportamiento se transmiten oralmente. Además de tener en cuenta todo ello ha urdido una ingenua treta para que sus pesquisas no encuentren demasiados recelos. Va a enseñar una amarillenta fotografía, que encontró en la caja de Partagás en la que guarda viejas fotos de cuando trabajaba en Hidrola, en la que aparece junto al tío Josefo, el patriarca de los García Reyes, también conocidos como el clan de los Estepeños, al tiempo que contará que le dejó a deber tres mil pesetas y que, aunque pueda parecer una cantidad insignificante, para él es una cuestión de honor devolverle los dieciocho euros en que se han convertido. ¿Por qué ahora?, porque le han diagnosticado un cáncer y antes de que se lo lleve por delante no quiere dejar deudas. Quizá no le crean, pero es mejor una excusa aunque sea endeble que ninguna.
   Bien porque no consiguen topar con el gitano adecuado, bien porque nadie se cree la historia que cuenta Ponte, las indagaciones son un fracaso. Al menos, piensa Ballarín, no han visto ni notado nada que sugiera que hayan corrido peligro en algún momento. Cuando están a punto de tirar la toalla, la fortuna les sonríe. Entre dos de las nuevas urbanizaciones planeadas en la zona, Los Ahijones y El Cañaveral, encuentran unas chabolas casi pegadas a la autopista de peaje, la Radial 3, y allí un gitano que está trasteando en una furgoneta cargada con fruta les dice que quien más sabe de las familias que viven en la Cañada es el tío Ginés el Rubio, patriarca del clan de los Canelitas, y que vive en un poblado limítrofe al desarrollo urbanístico de los Berrocales, ya en el término de Rivas-Vaciamadrid.
   El tío Ginés resulta ser un calé que podría pasar perfectamente por payo. Para empezar, debió tener el pelo sino rubio, sí al menos castaño. Quizá de ahí le venga su mote. Tiene los ojos de un gris desvaído y su tez no es tan renegrida como la mayoría de los de su etnia. Habla pausado, con una poderosa voz de bajo y tiene el tic de que cada pocos minutos mira el reloj de bolsillo que, sujeto por una leontina, guarda en uno de los bolsillos del chaleco. Ginés les hace muchas preguntas sobre quiénes son y qué buscan. Ballarín y Ponte sin ponerse previamente de acuerdo deciden contar la verdad sobre sus respectivas personalidades. Lo que cuentan sobre su vida, trabajo y situación actual, sin hacer ninguna referencia al Tesoro Quimbaya, parece convencer al patriarca que debe ser tan viejo como ellos. En cambio, la historia de las tres mil pesetas de marras no parece que acabe de creérsela, pero la vieja foto que le enseña Ponte termina por animarle a hablar:
- Los García Reyes son unos calós de tronío y con los que es mejor estar amigachaos que lo contrario. Lo último que supe de ellos es que paraban por Salamanca, pero… - Ginés vuelve a mirar su reloj -, pero si siguen con lo de siempre, por estas fechas suelen marchar a la zona de Castellón para la recolección de una mandarina temprana que se cultiva por allí y que si no    recuerdo mal se llama satsuma.
   Y eso es cuanto logran averiguar en su búsqueda por la Cañada Real.