"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 14 de abril de 2023

Libro III Episodio 191. Madrid, estación término

   Julio ha enviado los muebles y enseres para su nueva casa por medio de una empresilla de mudanzas de Galisteo. Salvo Pilar, Jesús y Paca que se han ido a Madrid anticipadamente para adecentar el piso de San Bernardo e ir colocando muebles y enseres, el resto de la familia se desplazará en tren a Madrid. El domingo, 25 de mayo, los Carreño están en la estación de Plasencia-Empalme, esperando el expreso Arroyo-Malpartida de Cáceres a Madrid que los va a llevar a su nuevo destino. Los chiquillos, traviesos como son, corretean por el andén persiguiéndose hasta que su madre les llama la atención. A los mayores se les ve muy serios, pues no dejan de estar preocupados por el trascendental paso que van a dar. Cuando ya están instalados en el vagón, Eloísa musita: Plasencia, siempre te llevaremos en el corazón.

   Los Carreño han reservado un compartimiento de segunda clase con cabida hasta ocho personas y, aunque son nueve, los pequeños no ocupan mucho espacio. A la cabina se accede por la puerta que da al pasillo. Al principio, los niños se apelotonan junto a la ventanilla hasta que se aburren de ver pasar el panorama de la zona nororiental de la provincia cacereña. Luego, y tras pedir permiso a su madre, salen a deambular al pasillo donde ven que el paisaje al otro lado del vagón es igual al que se atisba desde el compartimiento. Cuando se cansan de corretear por el pasillo, se atreven a pasar a otros vagones con lo que hacen descubrimientos que, al regresar, se apresuran a contar a la familia.

   -¿Sabéis que no todos los vagones son como el nuestro? Hemos estao en unos que no tienen cuartos como este, sino bancos corridos a un lado y otro del vagón y el pasillo está en el medio. Y van abarrotaos de gente –cuenta Andrés que, con sus once años, es el capitán de la tropa de los pequeños.

   -Andrés, hijo, no se dice estao sino estado y abarrotaos tampoco es correcto, hay que decir abarrotados. Procura hablar mejor pues si no los madrileños van a creer que eres un isidro –le corrige su padre.

   -Papá, ¿qué es un isidro? –pregunta Ángela.

   -Así se les llama en Madrid a los aldeanos y patanes, especialmente a los que acuden a la capital con motivo de las fiestas de San Isidro.

   En poco más de cuarenta minutos, el tren efectúa su primera parada, Navalmoral de la Mata. Para entretener a la chiquillería, Julio les cuenta lo que recuerda de la localidad.

   -Navalmoral es el pueblo más grande del noreste de la provincia de Cáceres. Es el tercero más poblado de la provincia, y también es uno de los siete partidos judiciales en los que se encuentra dividida Cáceres.

   -¿Y a la gente que vive aquí como se les llama? –quiere saber Concha.

   -Su gentilicio es moralo o navalmoralo.

   -Si alguien me llama así le suelto un mamporro –proclama Andrés.

   -¿Y después de este, qué otro pueblo viene? –pregunta Froilán que, con sus siete años, también quiere participar en el coloquio

   -Calzada de Oropesa, Lagartera y luego Oropesa de Toledo.

   -¿Por qué a Calzada y a Oropesa se les llama de Toledo, es que hay más pueblos con esos nombres? –indaga Concha.

   -Que yo sepa, en la provincia de Salamanca hay otro pueblo llamado Calzada de no sé qué y en la de Castellón hay un pueblo llamado Oropesa del Mar –explica Julio.

   En Oropesa de Toledo sí para el expreso. Unas mujerucas recorren el andén vendiendo productos de la tierra, bocadillos de queso y jamón y también portan botijos a perra gorda el trago. Los niños quieren que su madre les compre unos bocadillos, pero Paca les conmina a que se callen porque, en cuanto se lo mande Julia, lleva comida en el ajado bolsón que siempre la acompaña.

   La siguiente parada es Talavera de la Reina. Como los chiquillos ya han comido, vuelven a estar revoltosos por lo que el padre prosigue sus relatos, esta vez sobre Talavera.

   -Cerca de Talavera pasa el río Tajo y a unos cuatro kilómetros al oeste está la desembocadura del río Alberche.

  -¿Y por qué se llama de la Reina?, ¿tú lo sabes, papá? –pregunta Concha.

   Julio, que ha estudiado el trayecto antes de embarcarse, se hincha como un pavo real pues está en situación de responder a su hija.

   -Porque en  1328, el rey Alfonso XI de Castilla contrajo matrimonio con su prima, María de Portugal, y le regaló, entre otras cosas, esta ciudad.

   -¡Jo lo que tenían los reyes castellanos!, los tíos regalaban ciudades como el que regala un pañuelo –comenta Andrés.

   -A los reyes no se les llama tíos –le advierte su madre.

   Antes de dar lugar a que Andrés conteste, pues quizá sea el más respondón de la camada, Julio interviene.

   -Tenéis que saber que Talavera es conocida especialmente por su actividad alfarera, que ha dado lugar a una famosa cerámica. También es importante el mercado nacional de ganados, puesto que es una de las zonas más productoras de ganado de cerda y oveja merina de toda Castilla la Nueva.

   El expreso no vuelve a detenerse hasta la estación de Torrijos. El pueblo se encuentra situado en una llanura entre los ríos Tajo y Alberche, como comenta Julio a su prole.

   -¿Y aquí también hay cerámica como en Talavera? –quiere saber Concha.

   -Sí, pero sin la importancia de la talaverana. En cambio, Torrijos es un importante nudo de comunicaciones porque, además del ferrocarril, lo cruzan o parten de él al menos ocho carreteras.

   -¡Hay que ver lo que sabes, papá! –se enorgullece Ángela.

   Desde Torrijos a Leganés, que es la penúltima parada del expreso ya en la provincia de Madrid, hay alrededor de sesenta kilómetros que el tren recorre en unos cuarenta y tantos minutos. Para que los chavales continúen sentados y no den guerra, Julio les propone un juego.

   -Vamos a jugar a contar lo que a cada uno le gustaría visitar primero de Madrid. Y, como soy el mayor, empezaré yo. ¿A qué no sabéis qué es? –y sin esperar respuesta se autocontesta -Lo primero que me gustaría ver es el museo del Prado. He estado varias veces en Madrid, pero siempre me ha faltado tiempo para visitarlo.

   -¿En el Prado solo hay pinturas, papá? -pregunta Eloísa.

   -Creo que también esculturas, por ejemplo, en él se guarda la famosa Dama de Elche. Bueno, ahora le toca a mamá. ¿Qué te gustaría ver? –pregunta Julio dirigiéndose a su esposa.

   -A mí el Palacio Real –contesta Julia muy segura.

   -Pero allí está el Rey, mamá, y no te dejarán entrar –arguye Concha.

   -Bueno, siempre podré admirarlo desde fuera. ¿A quién le toca ahora? –Eloísa levanta la mano.

   - Yo me conformo con ir a ver la Escuela Normal en la que voy a estudiar. Y si me dejáis, os diré qué es lo que más le gustaría ver a Paca: el mercado de San Miguel, uno que está cerca de la Plaza Mayor y que le han dicho que es muy bonito y uno de los mejor surtidos de Madrid. En el tiempo que estuvo en el piso de don Quijote no le dio tiempo a visitarlo.  

   -¿Y tú, Concha?

   -La verdad es que no lo sé. Quizá algún cine o algún teatro.

   -Te tocó, Andrés.

   Andrés tiene muy claro lo que le gustaría ver, los barrios con mancebías de lujo que le han dicho que abundan en Madrid, pero no se atreve a explicitarlo, y dice lo primero que se le ocurre para salir del paso.

   -La Puerta del Sol y pisar la losa dónde está el kilómetro cero.

   -¿Ángela?

   -La basílica donde se guarda el Cristo de Medinaceli, que dicen que es muy milagrero.

   -¿Froilán? –interroga el padre.

   -El cuartel del regimiento de Húsares de la Princesa en El Pardo, donde estuviste cuando la mili, y el cuartel del Infante Don Juan donde se examinó el tato para entrar en la Escuela Naval.

   Vaya, piensa Julio, este va para militar. El trayecto de Leganés a Madrid, el expreso lo recorre en poco más de veinte minutos y enseguida el convoy entra en la llamada Estación del Mediodía.

   Los chicos solamente tienen ojos para mirar cuanto les rodea. Instintivamente comparan lo que ven con lo que han dejado atrás y todo les parece más grande, más moderno y más bonito. Es Andrés, el más desinhibido de todos, quien primero pone palabras a esa sensación.

   -¡La leche, sí que es grande Madrid, y con la de gachís que debe de haber! ¡Hermanos, nos lo vamos a pasar chachi!

   Los padres, que sí han estado en la capital de la nación, se encomiendan a sus más queridas vírgenes con sendas jaculatorias mentales. Julia dice: Virgen de la Luz, ampara y protege a mis hijos para que la ciudad no les malee y sigan siendo unos buenos cristianos, A su vez, Julio pide: Virgen de Guadalupe, dame fuerza y valor para que pueda sacar adelante a los míos, a quienes pongo bajo tu tutela.

   Lo qué piensa cada uno de los demás hijos responde a las expectativas que tienen sobre la nueva etapa que se abre en su vida. Eloísa espera encontrar un buen empleo y, en su defecto y cuando termine la carrera, aprobar las oposiciones al Magisterio Nacional. Concha piensa que, con tantos chicos como debe de haber, no será difícil encontrar un buen novio. Ángela sueña que podrá estudiar Farmacia como su hermana Pilar. Y Froilán…, el benjamín no tiene demasiado claro lo que quiere, pero intuye que tendrá más opciones para cualquier cosa que desee hacer que viviendo en Plasencia. Y los Carreño se adentran en Madrid sin saber qué les deparará el futuro.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, La segunda generación, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 192. La farmacia de Gran Vía