Antes
de terminar su conversación con Grandal, el inspector francés le pregunta cómo
piensa justificar su presencia, suponiendo que acepte, ante sus amigos en la
búsqueda de Efraím.
- ¿Piensa
decirles que voy a ir de guardaespaldas?
- En
absoluto. Si supieran que viene como escolta no haría más que aumentar su
temor. Será mejor que les contemos que, como me ha dicho que tiene un amigo en
la embajada de Francia en Bogotá, usted sabe más detalles de Efraím, lo que
puede ayudar a que le localicemos antes. Además, hay que tener en cuenta otro
aspecto del plan, será más seguro para usted ir en grupo que solo. En los
lugares donde se congregan los latinoamericanos los individuos solitarios
suelen resultar sospechosos. En cambio, uniéndose al grupo nos da la ocasión de
convertirnos en una panda de viejos españoles que está enseñando a un
extranjero lugares típicos madrileños.
Al día siguiente, se reúnen todos en casa
Grandal. Los jubilados, al encontrarse con el inspector francés, le saludan
como si fuera algo habitual que Blanchard asistiera a sus reuniones. Solo Ponte
le pone mala cara. Grandal, como habían quedado, no cuenta a sus amigos el
verdadero papel que va a desempeñar el policía galo, lo que les dice es que
Blanchard se ha ofrecido a servirles de percha en el rol al que van a jugar: el
de un cuarteto de castizos madrileños que están enseñando la capital a un guiri
que quiere conocer algunos de los lugares turísticos de la ciudad. Le van a
llamar Denís y dirán que es hijo de un antiguo amigo de Ponte.
Tras ello, la primera pregunta la hace
Blanchard:
- Lo primero
que hay precisar es la relación de lugares que piensan visitar – todavía no se
incluye en el plan.
La respuesta es una síntesis de lo que el
día anterior habían discutido los vejetes. Le recitan el artículo del ABC sobre
los lugares en los que un colombiano se sentiría como en casa, la existencia de
sitios donde se reúnen periódicamente los sudamericanos que viven en Madrid,
especialmente los que están al aire libre, el gran número de bares y restoranes
colombianos…, pero le confiesan que no han hecho una relación con el orden de
prelación ni los lugares a visitar.
- Otra
pregunta: ¿cómo piensan organizar la investigación?, ¿preguntando por Efraím,
enseñando su foto o cómo?
- Nos
limitaríamos a observar – responde Grandal – y, en el supuesto de que lo
encontráramos, no haríamos ninguna muestra de haberlo reconocido. En el caso de
que pudiéramos seguirle sin correr ningún tipo de riesgo lo haríamos y si no lo
dejaríamos correr. Daríamos la información obtenida a la policía y habría
terminado nuestro papel.
- Me parece
correcto – acepta Blanchard -. Una última cuestión: ¿con qué recursos cuentan?
– ante el gesto de sus interlocutores de no entender su pregunta, aclara -. Me
refiero, por poner un ejemplo, a los recursos económicos. Piensen que visitar
ciertos lugares, como bares o restoranes, va a costar un dinero. Luego están
los desplazamientos y otros gastos que puedan surgir. Todo eso, según como se
enfoque la investigación, puede suponer un desembolso de cierta importancia.
¿De dónde piensan sacarlo?, ¿lo van a pagar de sus bolsillos?
Nadie parece haber pensado en lo que acaba
de explicar el policía galo por lo que, de momento, tampoco hay réplicas o
contrapropuestas. Ante ello, Blanchard ahonda en su proposición.
- Convendría
que antes de seguir adelante con el plan de visitas hagan cuentas. Hay lugares
en que visitarlos solo costará el desplazamiento, como los lugares al aire
libre o una tienda de ropa en la que se puede mirar pero no comprar. Ahora
bien, si piensan frecuentar bares y restoranes habrá que sacudirse el bolsillo
y antes de eso hay que hacer números. Como supongo que no cuentan con ninguna
clase de apoyo financiero deberían plantearse este interrogante: ¿hasta dónde
pueden gastar sin que sea demasiado gravoso para sus carteras?
Se vuelve a producir el mismo silencio que
tras la anterior intervención de Blanchard, por lo que este amplía el contenido
de su propuesta.
- Parece que
se les ha comido la lengua un gato, por lo que continúo. Para saber lo que
pueden costar las visitas que pretendan hacer – la forma de utilizar los modos
verbales es buena prueba que el francés sigue sin involucrarse en el plan -, lo
primero es determinar la prelación de lugares a visitar - y para no volver a
recibir la callada por respuesta, esta vez pregunta directamente -. A ver,
comisario, ¿qué sitios serían los primeros a los que habría que ir?
- Si le soy
sincero, no lo he pensado, pero es algo que podemos debatir ahora mismo.
Blanchard recoge el guante de Grandal y
expone lo que piensa sobre la posible organización de la búsqueda.
- Tengo
alguna experiencia en la búsqueda de individuos y por eso me permito sugerir
que los primeros lugares a recorrer tendrían que ser sitios en los que se reúna
la mayor cantidad posible de gente. Eso, salvo alguna excepción elimina a los
bares y restoranes y a las tiendas de ropa y coloca en primera posición las
salas de fiesta y los lugares al aire libre donde se reúnen los extranjeros. Las
discotecas pueden ser caras, pero lo peor no es eso sino que son ambientes en
los que un grupo como el nuestro desentonaría más que une vache dans le Louvre.
Por tanto, nos quedan los sitios al aire libre y para visitarlos no hay que
gastarse nada o únicamente el desplazamiento.
Como de lugares al aire libre solo tienen
registrado la estación de metro de Colombia, deciden que antes de seguir
adelante con el plan de visitas tienen que profundizar en encontrar cuales son
los sitios en los que se suelen reunir bajo el cielo madrileño los
latinoamericanos, y en especial los colombianos. Álvarez y Ballarín, que son
los expertos del grupo en informática, se encargarán de buscar tales lugares en
internet. Blanchard, por su parte, dice que también hará algunas gestiones al
respecto. Y como no hay mucho más que debatir, deciden terminar en el encuentro
hasta nuevo aviso de otra cita. El inspector francés se despide si haberle
manifestado a Grandal si se unirá o no al grupo en la búsqueda de Efraím.
Blanchard ha estado meditando en si contar o
no a sus colegas hispanos sus encuentros vis a vis con Grandal y la reunión que
acaba de finalizar con todo el grupo de jubilados. Sopesa los pros y las
contras y tras darle muchas vueltas opta por una salida intermedia. No se lo
contará, pero les sugerirá que, ya que ellos no pueden hacer ninguna
investigación relativa al Caso Inca,
quizá
pudieran hacerla otros, en concreto el cuarteto de jubilados. En función de la
reacción de sus colegas hispanos ampliará la información a facilitarles. Aquella
misma tarde, cuando el inspector francés se reúne en la Brigada con sus colegas
hispanos deja caer su propuesta.
- He estado
dándole vueltas a una idea que quizá sea una locura, pero que también tiene una
vertiente sugestiva. Puesto que nosotros estamos atados de pies y manos en
orden a investigar el robo, ¿qué os parece si otros, que no están bajo las
órdenes de ningún Director General, lo hicieran?
Atienza y Bernal se quedan mirando al colega galo. En sus ojos se
refleja una mixtura de encontrados sentimientos: sorpresa, rechazo, aceptación,
incredulidad, pasmo. Es el inspector de Patrimonio quien da en la tecla.
- Supongo
que esos otros que no tienen que cumplir órdenes serán los amigos del comisario
Grandal, ¿me equivoco?
- ¿Qué
otros, si no, podrían ser? – Blanchard responde con otra pregunta que es toda
una afirmación.
- A mí, de
entrada, me parece una idea cojonuda – opina Bernal, tan rotundo como siempre
que usa los atributos masculinos para respaldar una opinión.
- ¡Manda
narices, que tenga que ser yo el sensato del trío! – exclama Atienza -. Os
recuerdo que el Director General Adjunto lo dejó bien claro: todas las
investigaciones relacionadas con el Caso Inca quedan en stand by hasta nueva orden. Lo que supone que ni directa ni
indirectamente podemos hacer nada relacionado con el Tesoro Quimbaya. Si esa
propuesta que acaba de hacer Michel llega a oídos ya no digo del Director, sino
del mismo jefe de esta Brigada el puro que nos meterán puede ser de campeonato.
Y lo sugerís precisamente vosotros dos que siempre estáis recordando que
vuestra prole tiene que manducar no sé cuántas veces al día. Hay momentos en
que parecéis críos.
Oído lo cual, Blanchard dice que solo ha
sido una broma y que no se hable más de ello. Piensa que si al final opta por
ayudar a Grandal y sus amigos tendrá que hacerlo solo, aunque está convencido
de que hay que encontrar al colombiano como sea.