"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 25 de julio de 2014

4.28 La madeja se enreda

   Una semana después de la publicación del reportaje sobre presuntas irregularidades en el proceso urbanizador en Senillar, el mismo periódico que se hizo con la primicia publica una segunda entrega. En ésta la información es bastante más contundente: aparecen las primeras fotocopias de documentos que parecen validar el hecho de que las anomalías denunciadas son algo más que presuntas.
   Los nervios se desatan, más entre los presuntos corruptos que entre los supuestos corruptores. La información todavía no ofrece nombres concretos, pero si apunta hacia dónde van los tiros. Hay dos direcciones que se perfilan como las primeras dianas: el Ayuntamiento, no solo el actual, sino también el de la anterior legislatura, y la empresa constructora BACHSA.

   Puesto que el nombre de BACHSA figura en los dos reportajes aparecidos, aunque no en ninguno de los documentos publicados, el directorio de la empresa se reúne de urgencia para estudiar la situación. La preocupación aparece reflejada en el rostro de la mayoría de los miembros. Oriol Bricart, el consejero delegado, con la ayuda de Juan Antonio Cardona, se encarga de tranquilizarles:
- Que no cunda el pánico – comienza diciendo en tono irónico -, pues no hay motivos para ello. Como a continuación os explicará Juan Antonio no hay rastros documentales ni de ningún otro tipo que puedan involucrarnos en posibles cohechos. El mayor perjuicio que puede plantearnos esta situación, si va a más, es un cierto daño a la imagen de la empresa, pero eso con una buena campaña de publicidad puede resarcirse. Juan Antonio, tu turno.
-  Ratifico lo dicho por Oriol. De momento no hemos de temer nada. Ahora bien, no quiero ocultaros que sí hay un riesgo potencial en el supuesto de que las denuncias se intensifiquen y es que el Ayuntamiento se amedrente y comience a ponernos pegas para la urbanización del humedal.
- Y eso, ¿cómo podríamos contrarrestarlo? – pregunta Huguet.
- Pues ya sabes cómo, untándoles más para que tengan la boca cerrada y que se aprieten los machos. Las galernas no duran siempre – afirma Arechabaleta.
- También podemos enviar alcuni amici para explicar loro l'omertà – sugiere il cavaliere Enrico Montofarni.
   Bricart y Cardona intercambian una rápida mirada. El representante de sus socios italianos les preocupa cada vez más. Siempre que surge un problema su propuesta es tratarlo a la calabresa manera.

   Los representantes de BACHSA en la localidad están mucho más intranquilos que sus representados, no tienen tantas tablas y están menos fogueados en asuntos de esta índole. Puesto que son dos sujetos concretos y conocidos todas las miradas recaen en ellos. Amador Garcés llama insistentemente a José Ramón Arbós, pero tanto el móvil como el teléfono fijo dan la señal de comunicar. Piensa que tendrá que ir a su casa si quiere hablar con su socio. Hace una postrera tentativa y por fin consigue la comunicación.
- Te llevo llamando media mañana y no hacías más que comunicar. Estaba a punto de ir a tu casa. Tenemos que hablar sobre lo que ha sacado El Mundo.
- He tenido los teléfonos descolgados. Me han debido llamar los periodistas de media España. Y de venir a casa ni se te ocurra. En la puerta de la villa están apostados un par de cámaras y varios reporteros. Parecen empeñados en entrevistarme. Oye, ¿a ti no te ha llamado la prensa?
- No, y en la puerta de casa no veo a nadie.
- ¡Coño, qué suerte tienes! Vamos a aprovechar que no te busca nadie. Coge el coche y espérame en la parte de atrás de mi gasolinera. Yo veré de llegar hasta allí sin que me sigan esos cuervos. Luego, quizá lo mejor será que nos vayamos a Valencia. Hemos de hablar con los de BACHSA. Al fin y al cabo nosotros no somos más que unos mandados.

   El Ayuntamiento también ha recibido la visita de los reporteros. El secretario municipal se los ha quitado de en medio informándoles que ni el alcalde ni el concejal de urbanismo están en el edificio y que no les puede decir más, él solo es un funcionario. Los munícipes que están buscando los periodistas se hallan reunidos en la trastienda del bar de Guillem Armengol. El edil de urbanismo parece más tranquilo que el alcalde. Javier Blasco nunca se ha visto metido en una situación como ésta y los nervios le tienen al borde de la histeria.
- ¡Virgen bendita, menudo follón se ha montado! ¿Qué vamos a hacer? – pregunta a su concejal.
- Pues de momento, nada. Esperar a que escampe.
- Y mientras eso ocurre, si es que llega, ¿qué les digo a los periodistas? Porque no veas lo pesados que se han puesto. Han estado toda mañana intentando entrevistarme – se lamenta el alcalde.
- Mira, Javier, lo mejor es que a los periodistas no les digamos ni pío. Esos siempre van buscando tres pies al gato. Por tanto, cuanto más tiempo tengamos cerrada la boca mejor nos irá.
- Ya quisiera estar tan tranquilo como tú, pero no tengo esa suerte. Y por si faltaba algo, tengo encima a la ejecutiva regional que no deja de atosigarme. No sabes lo afortunado que eres dirigiendo un partido que no tiene que dar cuentas a nadie.
- Tranquilo, Javier, en este país nunca pasa nada y si pasa se le saluda. Es cuestión de aguantar el tirón unos cuantos días y la noticia dejará de serlo en cuanto salga otra que tenga más morbo.
 
   Su nombre tampoco aparece en los reportajes, ni siquiera se menciona a Cajaeuropa como la entidad que financia las obras, pero a Agustín Badenes no le llega la camisa al cuerpo. Posiblemente, es quien más preocupado está entre todos los actores que han tenido una intervención directa en el proceso urbanizador en Senillar. Al fin y al cabo, suya fue la paternidad de la idea, aunque eso es lo de menos, lo que más le preocupa es que ha estado jugando sucio y engañando a casi todos los que han intervenido en el proceso y el rimero de irregularidades que atesora es más alto que una catedral gótica. Por eso intenta por todos los medios que su mujer le devuelva los documentos que sustrajo de la caja fuerte que tienen en casa. Ella se niega. Sostienen una fuerte discusión. Badenes hasta está a punto de pegarle, pero en el último momento se contiene.
- Vas a ser mi ruina, pero no creas que te vas a ir de rositas. Si por una vez te comportas como una mujer inteligente sabrás que lo mejor para todos es que los papeles que me has robado no vuelvan a ver la luz. Quédatelos, si quieres, pero, por Dios te lo pido, no se los des a los periodistas. Podríamos ir todos a la cárcel.
- Todo eso tendrías que haberlo pensado antes de encelarte con esa puta de tu oficina – responde la mujer con el rencor que produce el despecho.

   A la inmensa mayoría de la gente que está en las obras se la suda lo que está apareciendo en los papeles, como suelen llamar a los periódicos. Mientras tengan tajo ni entran ni salen en el revuelo que se está armando. Los más piensan que, ya se sabe, los políticos son casi todos unos chorizos y en cuanto a los empresarios, faltaría más, van siempre a lo suyo: a ganar pasta no importa cómo. Hay alguna voz aislada que avisa que lo que está ocurriendo también puede terminar siendo un riesgo para ellos.
- Pues tendríais que estar preocupados por esas denuncias, porque si la cosa no pasa de ahí, vale, pero como se complique y se joda el invento, ya me diréis qué coño vamos a hacer – explica Dimas a su gente mientras almuerzan.
- ¿Que qué vamos a hacer? Pues a seguir currando, como siempre. ¿Es qué podemos hacer otra cosa? – contesta uno de los operarios.
- Si paran las obras se acabó el curro – vaticina el capataz jefe.
- Vamos, Dimas, no seas cenizo – le pide Sergio -. Más de medio país está poblado de grúas. Tajo no va a faltar.