Una semana después de la publicación del
reportaje sobre presuntas irregularidades en el proceso urbanizador en
Senillar, el mismo periódico que se hizo con la primicia publica una segunda
entrega. En ésta la información es bastante más contundente: aparecen las
primeras fotocopias de documentos que parecen validar el hecho de que las
anomalías denunciadas son algo más que presuntas.
Los nervios se desatan, más entre los
presuntos corruptos que entre los supuestos corruptores. La información todavía
no ofrece nombres concretos, pero si apunta hacia dónde van los tiros. Hay dos
direcciones que se perfilan como las primeras dianas: el Ayuntamiento, no solo
el actual, sino también el de la anterior legislatura, y la empresa constructora
BACHSA.
Puesto que el nombre de BACHSA figura en los
dos reportajes aparecidos, aunque no en ninguno de los documentos publicados,
el directorio de la empresa se reúne de urgencia para estudiar la situación. La
preocupación aparece reflejada en el rostro de la mayoría de los miembros.
Oriol Bricart, el consejero delegado, con la ayuda de Juan Antonio Cardona, se
encarga de tranquilizarles:
- Que no cunda el
pánico – comienza diciendo en tono irónico -, pues no hay motivos para ello.
Como a continuación os explicará Juan Antonio no hay rastros documentales ni de
ningún otro tipo que puedan involucrarnos en posibles cohechos. El mayor
perjuicio que puede plantearnos esta situación, si va a más, es un cierto daño
a la imagen de la empresa, pero eso con una buena campaña de publicidad puede
resarcirse. Juan Antonio, tu turno.
- Ratifico lo dicho por Oriol. De momento no
hemos de temer nada. Ahora bien, no quiero ocultaros que sí hay un riesgo
potencial en el supuesto de que las denuncias se intensifiquen y es que el
Ayuntamiento se amedrente y comience a ponernos pegas para la urbanización del
humedal.
- Y eso, ¿cómo
podríamos contrarrestarlo? – pregunta Huguet.
- Pues ya sabes cómo,
untándoles más para que tengan la boca cerrada y que se aprieten los machos.
Las galernas no duran siempre – afirma Arechabaleta.
- También podemos
enviar alcuni amici para explicar loro l'omertà – sugiere il cavaliere
Enrico Montofarni.
Bricart y Cardona intercambian una rápida
mirada. El representante de sus socios italianos les preocupa cada vez más. Siempre
que surge un problema su propuesta es tratarlo a la calabresa manera.
Los representantes de BACHSA en la localidad
están mucho más intranquilos que sus representados, no tienen tantas tablas y
están menos fogueados en asuntos de esta índole. Puesto que son dos sujetos
concretos y conocidos todas las miradas recaen en ellos. Amador Garcés llama
insistentemente a José Ramón Arbós, pero tanto el móvil como el teléfono fijo
dan la señal de comunicar. Piensa que tendrá que ir a su casa si quiere hablar
con su socio. Hace una postrera tentativa y por fin consigue la comunicación.
- Te llevo llamando
media mañana y no hacías más que comunicar. Estaba a punto de ir a tu casa.
Tenemos que hablar sobre lo que ha sacado El Mundo.
- He tenido los
teléfonos descolgados. Me han debido llamar los periodistas de media España. Y
de venir a casa ni se te ocurra. En la puerta de la villa están apostados un
par de cámaras y varios reporteros. Parecen empeñados en entrevistarme. Oye, ¿a
ti no te ha llamado la prensa?
- No, y en la puerta
de casa no veo a nadie.
- ¡Coño, qué suerte
tienes! Vamos a aprovechar que no te busca nadie. Coge el coche y espérame en
la parte de atrás de mi gasolinera. Yo veré de llegar hasta allí sin que me
sigan esos cuervos. Luego, quizá lo mejor será que nos vayamos a Valencia.
Hemos de hablar con los de BACHSA. Al fin y al cabo nosotros no somos más que
unos mandados.
El Ayuntamiento también ha recibido la
visita de los reporteros. El secretario municipal se los ha quitado de en medio
informándoles que ni el alcalde ni el concejal de urbanismo están en el
edificio y que no les puede decir más, él solo es un funcionario. Los munícipes
que están buscando los periodistas se hallan reunidos en la trastienda del bar
de Guillem Armengol. El edil de urbanismo parece más tranquilo que el alcalde.
Javier Blasco nunca se ha visto metido en una situación como ésta y los nervios
le tienen al borde de la histeria.
- ¡Virgen bendita,
menudo follón se ha montado! ¿Qué vamos a hacer? – pregunta a su concejal.
- Pues de momento,
nada. Esperar a que escampe.
- Y mientras eso
ocurre, si es que llega, ¿qué les digo a los periodistas? Porque no veas lo
pesados que se han puesto. Han estado toda mañana intentando entrevistarme – se
lamenta el alcalde.
- Mira, Javier, lo
mejor es que a los periodistas no les digamos ni pío. Esos siempre van buscando
tres pies al gato. Por tanto, cuanto más tiempo tengamos cerrada la boca mejor
nos irá.
- Ya quisiera estar
tan tranquilo como tú, pero no tengo esa suerte. Y por si faltaba algo, tengo
encima a la ejecutiva regional que no deja de atosigarme. No sabes lo
afortunado que eres dirigiendo un partido que no tiene que dar cuentas a nadie.
- Tranquilo, Javier,
en este país nunca pasa nada y si pasa se le saluda. Es cuestión de aguantar el
tirón unos cuantos días y la noticia dejará de serlo en cuanto salga otra que
tenga más morbo.
Su nombre tampoco aparece en los reportajes,
ni siquiera se menciona a Cajaeuropa como la entidad que financia las obras,
pero a Agustín Badenes no le llega la camisa al cuerpo. Posiblemente, es quien
más preocupado está entre todos los actores que han tenido una intervención
directa en el proceso urbanizador en Senillar. Al fin y al cabo, suya fue la
paternidad de la idea, aunque eso es lo de menos, lo que más le preocupa es que
ha estado jugando sucio y engañando a casi todos los que han intervenido en el
proceso y el rimero de irregularidades que atesora es más alto que una catedral
gótica. Por eso intenta por todos los medios que su mujer le devuelva los
documentos que sustrajo de la caja fuerte que tienen en casa. Ella se niega.
Sostienen una fuerte discusión. Badenes hasta está a punto de pegarle, pero en
el último momento se contiene.
- Vas a ser mi ruina,
pero no creas que te vas a ir de rositas. Si por una vez te comportas como una
mujer inteligente sabrás que lo mejor para todos es que los papeles que me has
robado no vuelvan a ver la luz. Quédatelos, si quieres, pero, por Dios te lo
pido, no se los des a los periodistas. Podríamos ir todos a la cárcel.
- Todo eso tendrías
que haberlo pensado antes de encelarte con esa puta de tu oficina – responde la
mujer con el rencor que produce el despecho.
A la inmensa mayoría de la gente que está en
las obras se la suda lo que está apareciendo en los papeles, como suelen llamar
a los periódicos. Mientras tengan tajo ni entran ni salen en el revuelo que se
está armando. Los más piensan que, ya se sabe, los políticos son casi todos
unos chorizos y en cuanto a los empresarios, faltaría más, van siempre a lo
suyo: a ganar pasta no importa cómo. Hay alguna voz aislada que avisa que lo
que está ocurriendo también puede terminar siendo un riesgo para ellos.
- Pues tendríais que
estar preocupados por esas denuncias, porque si la cosa no pasa de ahí, vale,
pero como se complique y se joda el invento, ya me diréis qué coño vamos a
hacer – explica Dimas a su gente mientras almuerzan.
- ¿Que qué vamos a
hacer? Pues a seguir currando, como siempre. ¿Es qué podemos hacer otra cosa? –
contesta uno de los operarios.
- Si paran las obras
se acabó el curro – vaticina el capataz jefe.
- Vamos, Dimas, no
seas cenizo – le pide Sergio -. Más de medio país está poblado de grúas. Tajo
no va a faltar.