"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 15 de abril de 2014

3.19. ¿Cómo me meto en este berenjenal?

   Sergio ha vuelto a la caja para concluir el trámite de concesión de la hipoteca del apartamento que quiere comprar. Ahora sí se ha acordado de llevar su última nómina para que el director de la caja le eche un vistazo.
- Con esas cifras no habrá problemas para concederte la hipoteca – le informa Badenes -. Ahora bien, te voy a ser sincero. No estoy autorizado para rebajar el interés del crédito porque los porcentajes los fija la central, pero en el resto de condiciones digamos que tengo un cierto margen de maniobra y estoy dispuesto a emplearlo en un caso como el tuyo. Ten en cuenta que para Cajaeuropa es un aval de larga vida financiera contar con clientes de tu juventud y tu futuro.
   El bancario hace una pausa como si esperase ver el efecto que sus halagos causan en el cliente. No le hacen ninguno porque Sergio está pensando que el director está presentando la negociación  de la hipoteca como si fuera la caja a quien se le hiciera el favor de aceptar su crédito. A la vista de que no hay reacción, Badenes retoma la palabra:
- Si tu problema es el plazo de amortización, esa es una cuestión negociable. Tienes veintiún años. Mucha vida por delante. Ahora ganas ya un buen jornal y tus probabilidades de ascender en la empresa son más que prometedoras, lo que equivale a que en el futuro tu salario será muy superior. ¿Qué te parece un plazo de amortización de treinta años? Mejor aún, pongamos treinta y cinco. Tendrás solamente cincuenta y seis años cuando finalices de pagar la vivienda y estarás todavía en edad de disfrutarla plenamente muchos años, junto con tu esposa e hijos, sin tener que volver a desembolsar un duro. Eso equivaldría a una cuota mensual de… - el banquero garabatea una cantidad en su bloc y se la muestra al chico.

   Sergio reprime el ramalazo de miedo que le ha sacudido el cuerpo. Está calculando mentalmente y las cifras le marean. ¿Cómo es posible que me esté metiendo en semejante berenjenal?, piensa. Él que, hasta hace cuatro días, se daba con un canto en los dientes cuando la magra paga semanal, que le daban sus padres, le duraba la semana íntegra. Cierra los ojos por un momento y vuelve a la realidad.
- Tengo más problemas señor Badenes. La promotora me pide seis millones de pesetas de entrada y solo tengo la mitad. El otro, es que voy a necesitar liquidez para amueblarlo, decorarlo, comprar los electrodomésticos que faltan; en fin, para vestir el piso como dice mi… novia – Cada vez que ha de mencionar a Lorena, el chico no sabe que apelativo darle.
- ¿Esos son todos tus problemas? Permíteme recordarte que estás en Cajaeuropa y que nuestra prioridad es el cliente y solo el cliente. Como me has caído simpático y vienes recomendado por Francisco, te voy a hacer una oferta especial  y única: te vamos a conceder un crédito adicional para que puedas hacer frente a la entrada y, además, la hipoteca tendrá un período de carencia de tres años, con la única obligación en ese tiempo de devolver únicamente la cuota de intereses. ¿Qué te parece?
- Señor Badenes, me abruma con su amabilidad. No me explico por qué la gente habla mal de los banqueros. Seguro que es porque no le conocen.
- Muy amable de tu parte. Decididamente hoy es tu día de suerte. Me he quedado con la copla de que tu novia quiere vestir el piso como Dios manda. Aquí no entran todos los días clientes como tú. Me refiero a gente tan joven, con estudios, bien educada y que saben lo que quieren. Y eso bien merece un trato especial. Pon atención a lo que te voy a decir.
   Sergio sigue expectante las explicaciones que le ofrece el director de Cajaeuropa sobre la hipoteca que ha solicitado. Son tantas y tan buenas las razones que el bancario pone encima de la mesa que al joven el comentario le sale del alma:
- Me abruma señor Badenes.
- Te voy a hacer una última propuesta para que le hagas un regalo a tu novia que estoy seguro que la encantará y que te lo agradecerá. La hipoteca, como te ha explicado la vendedora, es de treinta millones de pesetas. Pues bien, te voy a ofrecer treinta y cinco. Sí, como lo oyes, treinta y cinco – remacha el bancario al ver la carita de desconcierto que se le ha puesto al joven.

   Badenes hace una pequeña pausa para que el cliente vaya asimilando su proposición. Prosigue:
 -. ¿Qué por qué lo hago? En este pueblo hay una frase que solo se la he oído decir a las personas mayores y que me encanta. Hay gente que paga con la cara. Me precio de evaluar bien a mis clientes y tú eres de esos, de los que paga con la cara. No hay más que echarte una ojeada para comprender que eres una persona seria, responsable y de las que jamás dejará de saldar una deuda sea grande o chica. Y por otra parte, y eso es fundamental, ganas un buen salario, trabajas en una empresa solvente y tienes un gran futuro profesional por delante. El dinero que Cajaeuropa va a poner en tus manos está tan seguro como si lo depositara en el Banco de España.
- Muchas gracias, señor Badenes. Se lo digo de corazón. Pero no necesito tantos millones. Ya me va a costar sangre hacer frente al crédito de treinta, ¡con qué imagínese que sería enfrentarse a la devolución de treinta y cinco!
- Piénsalo bien, Sergio. Esta última propuesta no creas que la hago a humo de paja. Estoy pensando en tu novia más que en ti. Con esa cifra estarás en condiciones de poder deducir la cantidad que vayas a entregar por la entrada y destinarla a que tu novia pueda amueblar y decorar el piso como le pete. ¿De acuerdo? Un ruego, este trato es absolutamente confidencial. De todo esto ni una palabra. Si se corriera la voz que te he ofrecido tantas facilidades, la oficina se llenaría de clientes exigiendo las mismas condiciones. ¿Me das tu palabra?
   Sergio ni se atreve a llevarle la contraria a aquel hombre que, por momentos, parece haberse transfigurado en uno de los Reyes Magos, puesto que más que una hipoteca se diría que le está ofreciendo un saco lleno de regalos.

   Mientras está esperando a que el oficial de la caja cumplimente el montón de impresos que tendrá que firmar hace, por enésima vez, un rápido cálculo mental. El mismo ramalazo de antes le recorre el espinazo y vuelve a decirse que en menudo berenjenal se está metiendo. Al finalizar los treinta y cinco años el monto del principal más los intereses ascenderá, añadiendo los gastos notariales y registrales, a una cifra cercana a los setenta y seis millones. Con lo que devolverá el ciento veinte por ciento de la cantidad prestada. Un profe de su antiguo colegio a eso lo llamaría usura.
   El joven se siente como si estuviese en una especie de tobogán por el que se desliza hacia una meta incierta. O como si se hubiera excedido bebiendo y la borrachera le empujase a realizar acciones que estando sobrio jamás las hubiese hecho. No es capaz de racionalizar lo que le está ocurriendo y a falta de un asidero lógico al que agarrarse, lo que le sale del hondón de sus sentimientos es elevar en silencio una plegaria: Virgen del Amor Hermoso que no me falte el trabajo, porque si no, ¿cómo podré devolver ese dineral?