"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 2 de noviembre de 2018

76. No hay más cera que la que arde

   Una vez recibido el informe forense, la jueza del caso Pradera emprende las diligencias pertinentes con la participación activa del ministerio fiscal. Reclama los correspondientes informes periciales a la Guardia Civil de Torreblanca que actúa como policía judicial del caso, así como las declaraciones de aquellas personas que pudieran ser consideradas como testigos de un óbito que tras la autopsia pasa a ser calificado como de muerte violenta al concurrir la existencia de un mecanismo exógeno que puso en marcha el proceso de fallecimiento y en consecuencia pudiesen derivarse responsabilidades de la persona o personas que lo hayan provocado.
   La jueza anda atareada realizando las oportunas diligencias del caso cuando la llama a su despacho el Presidente de la Audiencia Provincial que, al igual que ella, es novato en el puesto pues acaba de acceder a la presidencia tras ser nombrado por el pleno del Consejo General del Poder Judicial. José María Márquez la recibe con su más cordial sonrisa y la invita a sentarse.
-Querida Isabel, iré directamente al grano. Me han llamado de Madrid y me han pedido que te traslade una intervención que afecta al caso que estás instruyendo, el Pradera. Como habrás constatado por su ficha, el fallecido, además de encausado, era un testigo clave en el caso de los ERE y su óbito va a afectar al proceso del mismo. Debido a la importancia, al trasfondo político y a la repercusión mediática que arrastra el precitado caso, Interior, con la anuencia de Justicia, ha decidido que dos investigadores de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil presten su apoyo a la comandancia del puesto de Torreblanca a cuyos agentes has designado como policía judicial del caso. Sé perfectamente que esto podría entenderse como una invasión de competencias, pero si lo contemplamos desde la perspectiva que la ley de 2003 atribuye a la UCO como policía judicial y que, como bien sabes, comprende el auxilio a los juzgados y al ministerio fiscal en la averiguación de delitos, la cuestión no es tan invasiva como pudiera parecer a primera vista.
-Pero, señor presidente…
-José María, por favor.
-Pues José María, si la LEC no ha sido modificada, y a fecha de hoy no ha ocurrido, las competencias sobre el caso Pradera pertenecen plenamente al Juzgado de Instrucción que estaba de guardia en el día de autos y ese juzgado es el mío. Y tengo que añadir que la designación de la Guardia Civil de Torreblanca como policía judicial no la hice a ojo de buen cubero sino porque he sido consciente de que en pleno agosto las comisarias provinciales, tanto la de Castellón como la de Vila-Real, están con la plantilla en cuadro debido a las vacaciones. Y a ello tengo que agregar que hasta el momento no tengo ninguna queja de la investigación llevada a cabo por los agentes de la comandancia de Torreblanca.
-Lo sé, Isabel y entiendo que puedas estar molesta y hasta enfadada, pero si dos ministerios dicen lo que han dicho sin retorcer demasiado el ordenamiento, pues que quieres que te diga. Es mejor decir amén y que el proceso siga el camino que tú establezcas, por supuesto.
Además, si la Dirección General de la Guardia Civil decide mandar a agentes de refuerzo al puesto de Torreblanca es del todo punto imposible que lo podamos impugnar. Y que esos números sean de la UCO también es algo que escapa a nuestro ámbito competencial. O sea, querida Isabel, que blanco y en botella.
   La jueza sale del despacho del presidente jurando en arameo. Está persuadida de que se aprovechan de su falta de experiencia en la carrera para meterle un gol por toda la escuadra. “A buen seguro que si tuviera un montón de trienios no se hubieran atrevido a invadir mi ámbito jurisdiccional”, se dice. Más tarde, y pasado el primer enfado, piensa que en realidad no han cambiado nada, sencillamente han implementado su orden de que actuara de policía judicial la Benemérita de Torreblanca aumentando sus efectivos. “Tengo que informar al sargento Bellido, no sé cómo se lo va a tomar”, piensa. Cuando llama al suboficial resulta que las noticias se le han adelantado.
-Gracias por la información, señoría, pero ya lo sabía. Esta mañana han llegado de Madrid dos compañeros de la UCO para ayudarnos en la investigación sobre el caso. Son el sargento Miguel Sales y la cabo primero Lucía Monterde. Precisamente, iba a llamarla para informarla.
-¿Le han dicho algo sobre el caso que no sepamos?
-Han traído un voluminoso expediente sobre Francisco Salazar que todavía no he tenido ocasión de leer. Sales ha insistido que quien dirige la investigación soy yo y que vienen a ponerse a mis órdenes, que únicamente les han mandado para ayudarnos en todo cuanto necesitemos, pero… -el sargento deja en el aire el final de la frase.
-¿Pero qué, Bellido?
-Que no estoy seguro de que me lo hayan contado todo y de que sus intenciones no vayan por otros caminos.
-No me extrañaría. Lo que tiene que hacer es atarles cortos y seguir en todo momento mis resoluciones. ¿Conoce a alguno de esos agentes?
-No, señoría, pero los he investigado y puedo informarle de que Sales nació en esta provincia, exactamente en el pueblo de Cálig por lo que es valencianoparlante, y antes de ingresar en la UCO estuvo destinado en la unidad de criminalística de la comandancia de Valencia. En cuanto a Monterde ha prestado servicios en la Dirección General, en la unidad del Servicio Fiscal.
-O sea, que han mandado a un detective y a una experta en temas fiscales. Lo primero tiene sentido, pero lo segundo… no acabo de pillarlo. ¿Usted qué opina?
-Tampoco acabo de entenderlo, salvo que… lo de la cuestión fiscal tenga que ver con el caso ERE en el que, al parecer, se ventila un presunto fraude de un montón de millones.
-Premio, Bellido. No sé cómo no se me ha ocurrido. Bien, téngame al corriente de cualquier novedad que haya por nimia que sea. Estaremos en contacto.
   Bellido no ha sido del todo franco con la jueza, en realidad tiene un cabreo que no lo saltaría un pertiguista olímpico. El que Guzmán el Bueno (así suelen llamar a la Dirección General de la Guardia Civil por la calle madrileña en la que está ubicada) haya enviado a dos miembros de la UCO supone que no confían en él. Reconoce que nunca se ha enfrentado con un caso como el que tiene entre manos y que su habilidad como detective está por confirmar, pero se siente capaz de investigar el deceso de Salazar y, ¡quién sabe si hasta resolverlo! Su orgullo y su ambición profesional han sufrido un duro quebranto pues si los tipos de la central son los que solucionan el caso eso significará un obstáculo en sus naturales deseos de ascender. Piensa en si comentarlo con sus guardias, pero estos son demasiado jóvenes y ayunos de experiencia en investigaciones criminalísticas como para que puedan ayudarle… hasta que le viene a la mente un nombre. Lo piensa detenidamente pues es plenamente consciente de que si hace lo que está pensando estará incurriendo en una falta tipificada como grave en el reglamento del cuerpo y seguramente también en alguna de las disposiciones que desarrollan la Ley de Enjuiciamiento Criminal, pero asimismo sabe que si actúa con la debida discreción es probable que nadie llegue a enterarse… No se lo piensa más, coge el móvil y hace una llamada.
-Señora Eulalia, soy Bellido. La noche del fallecimiento de su huésped, me presentaron a un señor mayor que estaba jugando al dominó con otros viejos. Tengo que hablar con él y no recuerdo su nombre – el sargento miente, si lo recuerda- ni sé cómo localizarlo. ¿Podría ayudarme a encontrarlo? Creo que era madrileño.
-Debe de ser alguno de la partida de dominó en la que juega Pedro Ramo. No se preocupe, a través de Pedro lo voy a localizar, si es que continúa estando aquí.
   La gestión de la patrona se salda con éxito y al sargento le facilitan el número de teléfono de Jacinto Grandal. El suboficial le llama.
-¿Comisario Grandal?, soy el sargento Bellido de Torreblanca. Tengo que pedirle un pequeño favor. Necesito que me dedique un ratito de su tiempo.
-Como le dije cuando nos presentaron estoy a su disposición, Bellido. Dispare.
-No es algo que deba comentarse por teléfono sino más bien en una conversación privada.
-Entiendo. Mire, todas las tardes voy a Los Prados a jugar al dominó. Si quiere podemos vernos esta misma tarde después de que haya terminado la partida.
-Si no le importa, comisario, prefiero que nos veamos fuera de Torreblanca. Me han dicho que está veraneando en Marina d´Or. Indíqueme un bar o una cafetería de ahí y la hora que le venga bien y charlaremos.
   Grandal no se lo tiene que pensar demasiado pues no conoce demasiadas cafeterías de la zona, por lo que cita la primera que le viene a mente.
-¿Conoce el hotel Marina d´Or Gran Duque?, pues le espero en la cafetería. ¿Mañana como a las siete le viene bien?
-Sé que esto es un atraco, pero ¿podríamos vernos hoy? A la hora que le venga bien y en el hotel mencionado.
   Quedan en verse a las doce. A Grandal le ha intrigado la llamada del sargento y, sobre todo, dos aspectos de la misma: las prisas del suboficial y el hecho de que quiera reunirse con él fuera de la circunscripción bajo su mando, lo que significa que quiere que la cita no trascienda. “¿De qué querrá hablarme?”, se pregunta. No tiene que pensarlo demasiado, solo tienen un nexo común: la muerte de Curro Salazar. El excomisario se frota las manos, igual tiene ocasión de reverdecer sus oxidadas habilidades investigadoras y si fuera así tendría algo en que ocuparse en las muchas horas que tiene el día porque a él lo de la playa, el bronceado y los baños se le da una higa. Aunque al final de su perorata mental se dice: “No te hagas muchas ilusiones, Jacinto, lo mismo quiere contarte algún problema que pueda tener con cualquier robaperas del pueblo…, pero nunca se sabe…”. Y remata su soliloquio diciéndose: “Bueno que sea lo que quiera, en todo caso no hay más cera que la que arde”.

PD.- Hasta el próximo viernes