"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 29 de septiembre de 2017

20. Curro, hoy te la pasas por la piedra



   Siguiendo con su inveterada costumbre, Ponte abre el ordenador y pincha El País. La noticia principal que el rotativo madrileño lleva a su portada es, como no podía ser de otro modo, la referida a las gestiones para la formación de un nuevo gobierno: Rajoy y Rivera abren una nueva fase de colaboración limitada. Estos políticos que tenemos, piensa el viejo, que mal llevan lo de pactar, se enrocan en sus posiciones de partida y así no hay forma de llegar a ningún acuerdo. También destaca el periódico una información internacional: Los desplantes de Trump sumen en una crisis al Partido Republicano. Ese tipo parece un broncas, se dice Ponte, ¿será posible que los norteamericanos le elijan presidente? Y no sigue leyendo más porque ni tiene ganas ni le interesa demasiado lo que puedan contar los medios. Se levanta para desayunar y en la cocina encuentra a Luis que se le ha adelantado.
-Buenos días, Manolo, he hecho unas tostadas por si te apetecen.
-Gracias. Cuando vea a Matilde le voy a decir que tiene un marido que como amo de casa vale un Potosí.
-Pues si lo haces se te va a reír en la cara porque repite a quien quiera oírla que soy el marido más inútil del mundo que, por no saber, no sabe ni freír un huevo –y cambiando de tema, pregunta-. ¿Te parece que estrenemos la temporada de baños? Con lo que calienta Lorenzo el agua debe de estar apetecible.
-Por mí, encantado. ¿Qué cojo para la playa?
-El pack playero al completo: toalla, crema solar, una botella de agua o de lo que bebas habitualmente, un gorro y en la terraza están las esterillas, las sillas plegables y la sombrilla.
-¿Voy a poder con tantos trastos? –pregunta con un punto de ironía Ponte.
-Tú puedes con lo que te echen, aunque sea ganado de tienta.
   Cargados con todos los bártulos los dos viejos se dirigen a la playa. La distancia es corta, debe de haber poco más de doscientos metros desde la urbanización a la playa que, según ha explicado Álvarez, es la que se denomina Torrenostra, la más extensa y antigua. Cuando llegan Ponte se sorprende al ver el panorama: prácticamente solo hay una primera fila de veraneantes tumbados en la arena, el resto del amplio arenal está vacío, lo que le lleva a preguntar:
-Oye, Luis, si el cuatro de agosto la ocupación es la que veo, ¿cómo estará esto en temporada baja?
-Ya puedes imaginarlo. Una sombrilla aquí, unas toallas algunos metros más allá, otro grupito algo más alejado, una pareja en un rincón; en definitiva, unas pocas decenas de personas. Es uno de los misterios que según Nacho hace tan atractivo este lugar, que unas playas tan estupendas estén tan solitarias. Solo te voy a dar un dato: aquí hasta hace un par de años lo normal era que la gente plantase el parasol cuando llegaba y no lo recogía hasta el día de la partida. Siguen haciéndolo, pero ahora dos días a la semana hay que guardarlos para que las máquinas que limpian la playa no se los lleven por delante. Con eso está dicho todo.
-¿Hasta dónde se puede llegar sin que el agua te cubra? –pregunta Ponte puesto que, como hombre de secano, la natación no es su fuerte.
-Huy, para que te llegue el agua al cuello hay que entrar cincuenta o sesenta metros. El declive es muy suave.
-Vaya día luminoso y claro que hace.
-¡Me acabas de dar una idea! –exclama Álvarez-. Esta tarde, cuando acabemos la partida vamos a coger el coche y te voy a llevar un trecho por la carretera de Vilanova d´Alcolea que está detrás de la cadena de lomas del oeste y desde allí te enseñaré las Islas Columbretes.
-Vaya, no sabía que por aquí había unas islas.
-Bueno, más bien islotes. Son un conjunto de cuatro grupos de islas volcánicas que están a unos cincuenta y tantos kilómetros del Cabo de Oropesa. También existen numerosos escollos y bajos. Y están despobladas pues son muy pequeñas. En la isla más grande, llamada Illa Grossa, hay un faro. Y el entorno del archipiélago está declarado Reserva Natural Marina, creo que tiene una fauna marina espectacular.
   Mientras los dos vejetes se remojan y hasta dan unas brazadas en las tranquilas y cálidas aguas, el andaluz Salazar tiene un plan muy diferente. Hoy, después de repetidas intentonas, ha conseguido que Anca acepte su invitación para comer. Es el día en el que esta semana libra la camarera. Generalmente lo pasa con su novio, pero están de morros y ella ha decidido castigarlo. Curro ha quedado con la joven que la recogerá a la salida del pueblo porque ella prefiere que no la vean subirse en el coche de un forastero. Lo del foraster, según se dice en valenciano, es una de las peculiaridades lingüísticas locales, como ha podido detectar Curro, a los que no son del pueblo y aunque sean valencianos no suelen llamarles guiris, turistas, metecos o veraneantes, los engloban a todos con el mismo vocablo: forasteros. Cuando Curro ve acercarse a la muchacha nota como su virilidad se despabila pues la verdad es que la joven es un bocado más que apetitoso. El hombre, galantemente, le abre la puerta del coche.
-Buenos días, princesa, eres tan puntual que podrías pasar por inglesa. ¿Dónde quieres que te lleve a comer?
-Donde quieras, pero fuera del pueblo.
-Por supuesto. ¿En qué restorán te gustaría comer en el que no hayas estado nunca?
-Vicentín –así se llama su novio-, desde hace tiempo me tiene prometido llevarme a Can Roig, un restaurante que está en la Guía Michelín, pero hasta ahora, por unas cosas o por otras, no ha cumplido. Yo creo que porque tiene fama de ser el más caro de la zona, bastante más de los que me lleva habitualmente. Y me apetece mucho conocerlo y probar sus platos que dicen que son de categoría.
-Pues hoy, princesa, vas a comer en Can Roig y, como tú mereces lo mejor, vamos a pedir los platos más caros que haya en la carta. Que no se diga que Curro Martínez es un jodío rácano como el pobre Vicentín.
-Vicentín no es pobre, su familia es una de las más ricas del pueblo.
-Será como tú dices, princesa, pero si no te ha llevado a comer a un restorán que a ti te peta conocer es porque es más agarrao que un chotis. Vamos para allá, pero tendrás que indicarme el camino, porque aunque este coche lleva GPS no me fío un pelo de esos artilugios. Sé de un tío que, por fiarse del aparato, terminó estrellándose en el malecón del Arsenal de la Carraca cuando donde quería ir era a Puerto Real.
-Vamos a ir hasta Torrenostra y luego cogeremos el Camí del Campàs, a unos pocos kilómetros está el restorán, al ladito mismo del mar.
-Antes voy a repostar.
-Prefiero que no lo hagas en el pueblo, en la estación de servicio me conocen, casi todos los que trabajan allí son rumanos. Lo que haremos será cambiar de ruta. Coge la nacional trescientas cuarenta en dirección a Barcelona hasta la salida de Alcossebre, en esa carretera hay una estación de servicio, puedes repostar allí. Luego ya te indicaré.
   A pocos kilómetros de Torreblanca, Curro coge la salida señalada por la joven y, en efecto, a unos centenares de metros hay una gasolinera, llena el depósito y siguen. Inmediatamente pasan por debajo de un puente por encima del cual discurre la vía férrea. Enseguida aparece una pequeña rotonda en la que Anca le muestra la dirección a seguir. En cuanto llegan al núcleo urbano de Alcossebre, la joven le dirige hacia el sur.
-Por aquí cogemos la carretera que bordea el mar. No vayas muy aprisa, siempre hay gente andando por los arcenes.
   Curro coge la estrecha carretera con bastantes curvas pues se va plegando a los entrantes y salientes de las diversas caletas. Al poco tiempo y, tras una curva cerrada, cruzan lo que parece una rambla arenosa y se topan con un casal en cuyo tejado hay un rótulo que pone Can Roig. Delante del restorán se ven aparcados un buen número de coches.
-Esto parece que está hasta los topes.
-Tendríamos que haber llamado antes para reservar. Seguro que no hay sitio –se lamenta Anca.
-Tranqui, princesa, que vas al lado de un hombre de los de verdad, no de un pelagatos como tu Vicentín.
   La recepcionista que les atiende les dice, como sospechaba la joven, que no hay sitio, está todo reservado. Es el momento en que Curro despliega todo su savoir faire. Pide ver al maitre, le desliza discretamente en la mano un billete de cincuenta euros al tiempo que afirma con gran aplomo que es el señor Martínez de Torrenostra y que tiene reservada una mesa para dos en la terraza.
   Cuando se sientan en la mesa a la que les ha conducido personalmente el maitre, Anca no deja de mirar a Curro entre encandilada y emocionada pues ha visto la maniobra de su acompañante. Es la primera vez que alguien se gasta tanto dinero en ella simplemente para conseguir una mesa en un restorán. Desde ese instante mira al hombre con nuevos ojos, con otra mirada, como si fuera un extraño a quien terminase de conocer. Vista la reacción de la joven el prófugo, que no es precisamente un exquisito sino un machista a la vieja usanza, se dice:
-Curro, hoy te la pasas por la piedra.

PD.- Hasta el próximo viernes

viernes, 22 de septiembre de 2017

19. Está de toma pan y moja



   La parrafada de Grandal sobre federalismo ha sido tan rotunda que Salazar no ha querido rebatirla, no ha querido y en buena parte no ha podido. Le ha parecido más oportuno no dar muestras de su posicionamiento político teniendo en cuenta que, por lo que parece, sus compañeros de partida son más de derechas que los lectores del ABC. En su lugar, decide mostrarse rumboso porque lo es que es dinero no le falta.
-Bueno, ya que vosotros sois hoy los paganos –dice a Ponte y Álvarez que son los que han perdido la partida y por tanto han de abonar los cafés-, espero que me permitáis invitaros a una copa –y sin dar posibilidad de réplica, llama a la camarera-. Anca, por favor, a ver que quieren estos amigos.
   Cuando la camarera, una rubiales que no es de bote pues así lo certifica la albura de su piel y el dorado colorido de sus cejas, se vuelve a la barra para encargar la comanda, al pasar junto a Curro le guiña pícaramente un ojo. Grandal, al que no se le escapa una, es el único que se ha dado cuenta del gesto pero no lo comenta, lo que hace es preguntar:
-¿Qué nombre es ese de Anca?
-Es rumano –responde Curro-. Creo que en español sería Ana. Por cierto, sus padres tuvieron buen ojo al ponerle el nombre porque vaya trasero respingón que gasta la moza. Un culo así vale más que todos los yates que atracan en Puerto Banús.
-Buen trasero tiene, sí señor –corrobora Álvarez al que lo de la palabra culo todavía le cuesta manejarla-, de los que le alegran a uno el día.
-Pues lo que son las cosas. Ahí donde la veis, con esa proa y esa popa –A Curro parece que algo le ha quedado del lenguaje marinero de su padre-, que son como para mear y no echar gota, tiene un novio que es más poquita cosa que un camarón. Y además de esaborío más atontolinao que el bobo de Coria.
-Alguna gracia oculta tendrá el gachó para llevarse a una mujer de bandera como esa; vamos, digo yo –comenta Ballarín.
-La gracia que supongo que tiene es que es hijo único, lo que aquí llaman el hereu, de una familia del pueblo propietaria de muchas fincas –explica Curro-. Y la chavala parese –de vez en cuando se le escapa el seseo- que se ha dicho aquello de que los duelos con pan son menos.
-Eso es un error –objeta Ponte-. Recuerdo que en una novela que leí, titulada “La pertinaz sequía”, uno de los protagonistas, hablando sobre las bodas de conveniencia, citaba un proverbio escocés: no te cases por dinero, puedes pedirlo prestado con menor interés. Alguien se lo tendría que decir a esa muchacha que tiene una carita atractiva y atesora más curvas que un circuito de fórmula uno. Una joven así podría emparejarse con quien quisiera.
-Es lo que le repito la mitad de los días, pero no está por la labor –explica Curro que para evitar malos entendidos añade-. Arregla mi habitación, por eso la veo diariamente y de vez en cuando echamos una parrafada.
-Y hay que ver lo bien que habla castellano –comenta Álvarez.
-Lleva ya bastantes años viviendo aquí –cuenta Salazar-. Me contó que sus padres vinieron a trabajar al pueblo a principios del dos mil, cuando el boom inmobiliario estaba por las nubes. Ella era una niña y, como todos los críos, aprendió el idioma rápidamente. Luego llego la puta crisis del dos mil ocho, al padre le echaron de la constructora en la que trabajaba de albañil, a la madre le afectó un ERE que hizo la cooperativa naranjera del pueblo y el resultado fue que tuvo que arrimar el hombro y ponerse a currar. Durante el verano trabaja en el hostal y cuando termina la temporada está de camarera en un parador de carretera que aquí hay varios.
-Con ese par de pitones que se gasta y ese pompis tan provocativo no le va a faltar curro –comenta jocosamente Álvarez.
-Por supuesto, pero ella a lo que aspira es a ser una señora. Por eso tiene el novio que tiene, para que la saque de pobre –sigue explicando Curro-. Y es posible que así sea, pero va a tener que soportar berrinches a tutiplén porque el fulano es más celoso que el Otelo ese del teatro y ensima tiene mala leche como para parar un tren.
-¿Aquí hay muchos guiris? –pregunta Ponte a quien la conversación sobre la camarera le aburre.
-Había –quien contesta es Álvarez-. Cuando el boom de la construcción esto se llenó de extranjeros que venían como las moscas a la miel. Especialmente de africanos y de gente del este de Europa: polacos, ucranianos, checos y sobre todo rumanos. Se calcula que llegaron a vivir más de dos mil, lo que para una localidad de poco más de cinco mil vecinos es una cifra astronómica. Luego, como ha contado Curro, llegó la crisis, se acabó el trabajo y la mayoría desapareció. Solo quedaron los que habían conseguido un trabajo estable y los que, de alguna manera, se habían enraizado en el pueblo. Ahora los guiris que más abundan son los turistas, en verano, claro, aunque esta playa sigue siendo feudo de los veraneantes nacionales.
-Debe ser así porque en el puesto de periódicos solo he visto prensa nacional, ningún diario extranjero. Y otro dato curioso, hay más cabeseras vascas y navarras que de otras regiones –observa Salazar.
-Eso también tiene su explicación –dice Álvarez que es quien mejor conoce el pueblo-. Aquí parece que desde antiguo, hay una amplia colonia de veraneantes vascos y navarros. Muchos de los chalés de las callejuelas que lindan con El Palmeral son propiedad de gente de esas comunidades. Y es que a los del norte, como a todo hijo de vecino, les gusta lo que no tienen, en este caso el sol y en cuanto tienen la menor oportunidad salen disparados a buscarlo.
-¿Y de qué otras regiones hay veraneantes? –pregunta Ponte.
-Hay bastantes aragoneses, madrileños, de ambas Castillas, de otras partes de la Comunidad Valenciana y algún que otro catalán. En cambio –añade Álvarez dirigiéndose a Curro-, no hay andaluces, al menos yo no he conocido ninguno desde que veraneo aquí, tú eres el primero.
   Y espero que el único, se dice Salazar, que lo justifica.
-Es natural que no haya paisanos, esto queda bastante lejos de Andalucía que, por otra parte, tiene muchos quilómetros de playas a las que acudir. Y si yo estoy aquí es más por una casualidad que por otra razón y porque me gusta visitar lugares para mí desconosidos.
-¿Una casualidad…? – inquiere Álvarez tan indiscreto como suele.
-Es una forma de hablar. Por sierto –Curro da un quiebro a la conversación llevando a la práctica el principio de si no quieres que te pregunten, pregunta tú antes-, Luis, tú que conoces mejor esta zona ¿qué lugares cercanos me recomiendas para visitar?
-Pues mira, para empezar te recomiendo los sitios más cercanos, Oropesa del Mar al sur y Alcossebre, que es la playa de Alcalà de Xivert, al norte –y Álvarez hace una sucinta descripción de ambos lugares-. Oropesa, Orpesa en valenciano, cuenta con excelentes playas entre las que destaca la de La Concha, aunque su paraje más publicitado es Marina d´Or. En cuanto a Alcossebre tiene cinco grandes playas, en una de ellas, Las Fuentes, existen varios manantiales de agua dulce que nacen dentro del mar.
   Luego Álvarez le recomienda que también debe visitar Peñíscola, que se asienta sobre una península rocosa, con el famoso castillo del Papa Luna, unas excelentes playas y una de las sierras costeras más vírgenes de la costa valenciana, la Sierra de Irta. Y en el interior de la provincia no debe dejar de visitar la ciudad de Morella, que tiene preciosos monumentos como la Iglesia Arciprestal y, especialmente, el castillo que corona el pueblo y las murallas medievales que están muy bien conservadas.
   Con tantas explicaciones, la tarde ha comenzado a declinar y Salazar es el primero en despedirse.
-Bueno, ya es hora de irme –dice Curro-. Ahora que no pega tanto el sol y en la playa comiensa a clarear la gente voy a dar un paseo. Mañana será otro día y a ver si esta noche repasáis el manual –sugiere con una sonrisa burlona dedicada a Ponte y Álvarez que han sido los perdedores de la partida de dominó.
   Grandal vuelve a ser el único que se da cuenta de que al salir de la terraza y pasar al lado de Anca, Curro le ha dado un leve azote en el trasero que tiene por respuesta una sonrisa maliciosa de la muchacha.
-Este fulano –dice el expolicía-, o se ha tirado a la tal Anca o está en camino de hacerlo. Y tiene buen gusto el jodío porque la muchacha está de toma pan y moja.
¿Tú crees? –pregunta Ballarín que en asuntos de sexo es el más cándido.
-Yo no sé si se la tira, pero lo que os aseguro es que el tal Curro miente sin venir a cuento –afirma Álvarez-. Esta mañana hemos estado tomando unas cervezas y le he pillado en un renuncio de lo más tonto. Me estaba hablando de una novia que tiene en Sevilla y luego me cuenta que donde está es en Marbella.
-Hombre, puede que sea así –justifica Ponte.
-No lo es. Tal y como lo ha contado lo de Marbella solo ha sido un pegote para despistar.
-A mí me da en la pituitaria –opina Grandal- que este fulano no es trigo limpio.

PD.- Hasta el próximo viernes

viernes, 15 de septiembre de 2017

18. Pasemos página



   Álvarez ha tenido que ir al súper de la playa. En la compra del día anterior se le olvidó algo tan básico como la sal y aunque a su edad no es nada recomendable abusar del cloruro de sodio una ingesta sin una pizca de sal es incomible. Puesto que cerca del súper hay varios bares, al salir del súper decide tomarse una caña. Se encamina hacia uno de ellos cuando alguien le chista, en la terraza del hostal está Curro que es quien le ha llamado la atención.
-¿Dónde vas? –pregunta el andaluz.                                                                                                                   
-Pensaba tomarme una caña.
-Vente para acá que hay mejor sombra y nos tomamos unas birras juntos. –Curro llama a la camarera-. Anca, tráenos dos cañas y algo para picar que no sean patatas fritas. ¿Qué tal la cena de anoche?, ¿qué os preparó la mujer de Jacinto?
-Preparó unos espaguetis con almejas que estaban francamente ricos. Ah, y no es su mujer –La discreción no es el fuerte de Álvarez-. Podríamos decir que es su novia aunque mantienen una relación bastante curiosa.
   Álvarez le explica que durante el resto del año, Chelo y Jacinto no viven juntos sino cada uno en su casa. Como Chelo trabaja mucho, especialmente los fines de semana, solo se juntan los lunes que es el día en que hacen vida conyugal. Los amigos cuando hablan de los lunes de Grandal se refieren precisamente a esa especial relación. Lo que ya no cuenta el madrileño es que Chelo trabaja de escort, que es como los modernos llaman a las peripatéticas de siempre, y que fue en una redada de furcias de lujo donde el entonces comisario Grandal la conoció.
-Bueno, yo también tengo novia –comenta Curro-, que es toda una mujer, bragada como ella sola y, si digo la verdad, cada día que pasa la echo de menos.
-Queda todavía mucho verano. ¿No va a venir?
-¡Qué más quisiera!, pero ha de currar. Es la dueña de una tienda de regalos y souvenirs –Salazar miente, cuando la conoció solo era una empleada a la que prometió comprarle un establecimiento similar. Su apresurada huida hizo que no pudiera cumplir su promesa-. Y como en agosto Sevilla –nada más citar la ciudad se lo reprocha, tiene que dar el menor número posible de datos concretos sobre su vida-, bueno, quien dice Sevilla dice todas las ciudades andaluzas, se llenan de guiris no le es posible dejarla. ¿Te puedes imaginar cómo se pone Marbella de turistas, que es dónde tiene la tienda? Aquello es de locura.
-¿Y tú en qué trabajas? –pregunta sin venir a cuento Álvarez que si no es discreto para contar las vidas de sus amigos tampoco lo es para preguntar a alguien a quien acaba de conocer.
   Salazar ha aprendido a mentir con suma facilidad:
-Trabajaba en una empresa de tubos, pero hubo una reestructura hace poco, dieron muchas facilidades y un suculento finiquito a los que quisieran marcharse. Me lo pensé y opté por coger la guita y salir por la puerta grande. He decidido estar tres meses descansando y luego buscaré algo. Vosotros debéis estar jubilados, ¿no?
   Álvarez se despacha a gusto. Cuenta que él trabajó prácticamente toda su vida en el Canal de Isabel II, la empresa que gestiona el ciclo integral del agua en la Comunidad de Madrid. Y que Ponte fue empleado, primero de Hidroeléctrica Española y luego de Iberdrola, una de las compañías eléctricas más importantes de Europa. En cuanto a Grandal era policía y llegó a ser un comisario de mucha fama, hasta salía en la prensa. Lo de la policía dispara los recelos del fugitivo.
-¿Y dónde estuvo de policía? –pregunta Curro.
-No tengo ni idea de los sitios en los que pudo estar, lo que sí sé es que, más o menos, en los últimos veinte años estuvo destinado en Madrid.
   La respuesta tranquiliza a Salazar. Si Grandal estuvo las dos últimas décadas en Madrid y a ello se le suman los años que debe llevar jubilado, eso quiere decir que aunque en algún momento hubiese estado destinado en Sevilla ha pasado el suficiente tiempo para que no sepa nada del caso de los EREs, más allá de lo que publican los medios.
-¿Y el amigo que falta a qué se dedicaba?, lo digo porque supongo que también estará jubilado.
-¿Ballarín?, jubiladísimo. Aunque lo que son las cosas, es el único del cuarteto que podría seguir trabajando si quisiera. Era dueño de una ferretería del barrio de Gaztambide. Como propietario podía seguir faenando, pero un buen día le hicieron una suculenta oferta por el local, que era de su propiedad, para instalar un bazar de chinos y no se lo pensó. Lo vendió y desde entonces se da la gran vida. De los cuatro es el que tiene más pasta. Bueno, me perdonarás pero Manolo debe estar pensando que me he perdido. Lo he dejado preparando una sopa de sobre qué es lo único que sabe hacer. Sobre las cinco nos esperas para la partida. Hasta luego.
   Hoy ni Álvarez ni Ponte han tenido una siesta pesada. Han echado una cabezada después del almuerzo y antes de que llegue Grandal desde Marina d´Or ya están en pie y listos para la partida. Cuando los tres amigos llegan a la terraza del hostal, ya está allí Curro esperándoles. Hoy las fichas han emparejado a Grandal y Salazar que ganan las dos primeras partidas como si fuera un paseo militar, lo que da lugar a que no jueguen la partida de desempate y que la tertulia sea más larga que de costumbre. Como tampoco hay tantas cosas de las que hablar, al final terminan charlando de un tema muy actual: las gestiones para formar gobierno.
-El Mundo de esta mañana –explica Ponte-, al menos la versión on line, trae la rueda de prensa de Rajoy tras reunirse con Rivera. El líder de Ciudadanos le ha traslado al presidente del gobierno en funciones que su partido se mantiene en la abstención.
-¿Y Rajoy qué le ha contestado? –quiere saber Grandal.
-Ya te puedes figurar, una gallegada. Algo así como que han dado un primer paso y así es como empieza el más largo de los caminos.
-Pues El País destaca como noticia principal que el bloqueo político se agrava tras la reunión entre Rajoy y Sánchez –comenta Grandal-. Y también cuenta que el líder del PP ha subrayado que si el PSOE se mantiene en su no es no, habrá nuevas elecciones. A lo que el Secretario General de los socialistas ha contestado que si las derechas le rechazan, ¿por qué la izquierda va a apoyarles?
-Esto de las portadas de la prensa tiene su miga. ¿Sabéis que trae el ABC como noticia destacada? Pues que el paro baja en más de ochenta mil personas en el mejor julio de los últimos veinte años y que el número de cotizantes a la Seguridad Social se acelera –refiere Álvarez.
-Yo solo he ojeado El Mediterráneo, que es el diario que recibe el hostal, y su noticia de nacional más destacada es similar a lo que ha contado Manolo, que Rajoy y Rivera abren camino a la negociación y urgen al PSOE a mover ficha –comenta Salazar a su vez.
-Tenemos unos políticos que son una mierda –opina Álvarez-. ¿Cuál es el mayor problema que tiene hoy España? Siendo importante la constitución del nuevo gobierno, que lo es, pero el problema peliagudo no es ese sino la provocación de los secesionistas catalanes. ¿Qué es eso de pretender partir un país que es el más antiguo de Europa?
-¿Y eso cómo se soluciona? –pregunta Curro.
-Yo lo tengo claro –responde el interpelado-. Uniéndose los dos partidos constitucionalistas mayoritarios; es decir, el PP y el PSOE, formando un gobierno que tendría los votos suficientes para reformar la Constitución, cargarse la melonada de las comunidades autónomas y que en España no hay más que un estado, no diecisiete.
-Luis, solo te falta que añadas que España, además de una, es grande y libre. Y si después resucitamos a Franco pues ya está todo arreglado –comenta con sorna Grandal.
-Tú tómatelo a broma, pero la única solución es la que he dicho y para ello no hace falta Franco sino políticos que tengan los huevos que le sobraban al Caudillo.
-Bueno, hay otra solución –interviene Salazar-, que se acepte la propuesta del PSOE de una España federal.
-A mí no me parecería mal, si supiera la diferencia que existe entre un estado de las autonomías y otro federal –apunta Grandal-. Porque vamos a ver, sino recuerdo mal un estado federal es una unión de estados que gozan de autonomía e incluso soberanía en importantes aspectos de la política interna, pero que se integran en un estado de nivel superior organizado mediante una constitución propia y se someten al poder central o federal. Los dos ejemplos de estado federal que siempre se citan son los Estados Unidos de América y la República Federal Alemana, pues bien, cualquier comunidad autónoma española tiene más poderes que ninguno de los estados que conforman esos dos países. Para ese camino de la federalización, como diría Sancho, no hacen falta alforjas –remacha el excomisario.
-Bueno, ya está bien de cháchara política –les reconviene Ponte-, mejor que pasemos página.
  

PD.- Hasta el próximo viernes