"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 24 de julio de 2015

6.9. Juegos de cama



   Lo que barruntaba Gimeno acerca de la petición hecha por el alcalde sobre la obra costera en la Marina se materializa: al mes y medio de realizada la solicitud el Ministerio de Obras Públicas remite a Valencia el expediente del Ayuntamiento de Senillar, solicitando la construcción de un puerto, para que las autoridades provinciales competentes lo informen. Cuando el Gobernador Civil constata que Vives ha intentado una vez más puentearlo monta en cólera y decide terminar de una vez por todas con la inadmisible independencia que muestra el alcalde. Llama a uno de sus secretarios y le dicta dos oficios: uno, sin fecha, cesando a don Francisco Vives como Alcalde-Presidente del ilustrísimo Ayuntamiento de Senillar; otro, convocando a las cuarenta y ocho horas al camarada José Vicente Gimeno, jefe local del Movimiento, para una reunión en Gobierno Civil. Desde la Jefatura Provincial Germán, el secretario y buen amigo de Gimeno, hace una discreta llamada:
- José Vicente, lo que voy a decirte no se lo refieras ni a tu mujer. El jefe va cesar a Vives y está pensando en ti como nuevo alcalde. Te lo cuento para que estés preparado. Por supuesto, cuando te lo comunique te haces de nuevas que si no me la juego.
- ¿Eso va en serio o me estás tomando el pelo?
- Con las cosas de comer no se juega, José Vicente, deberías de saberlo. E insisto: tú no sabes nada, pero ten bien preparado lo que vayas a responderle y bromas ni una.
   Pese a la discreción prometida, Gimeno se lo cuenta inmediatamente a su esposa. Realmente, no da un paso sin consultárselo.
- Bueno, amor, - bromea – lo que no sé es cómo te sentará el papel de alcaldesa. Eso sí, nunca habrá tenido Senillar otra tan joven, guapa y encantadora.
- Me parece una gran noticia, pero... creo que es demasiado pronto para que seas alcalde.
- Lola, ¿no lo dirás en serio? – la interpela Gimeno cariacontecido pues se ha dado cuenta de que su mujer no parece bromear.
- Claro que lo digo en serio. No te lo tomes a mal, pero opino que la alcaldía no nos llega en el momento oportuno.
- Pero, cariño, estas propuestas vienen cuando vienen, no las elige uno y, además, ya no soy un jovencito. Si me nombran, tendré…, tendremos – se corrige – la ocasión de poner en marcha algunos de los muchos proyectos de los que tantas veces hablamos. En cambio, si no acepto el nombramiento es más que posible que el Gobernador se moleste y pueda caer en desgracia y hasta me puede cesar como jefe.
- Vamos a debatirlo con calma, José Vicente. De entrada, si aceptas el cargo, solamente atender las quejas y reclamaciones de los vecinos te va a llevar un montón de tiempo. Cierto que vas a poder hacer muchos favores, pero eso no sé si va a compensar la de pejigueras que vas a tener que aguantar. Por otra parte, hay que ser realistas, no es lo mismo echar discursos sobre la doctrina nacionalsindicalista que atender el día a día de la política municipal. También te recuerdo que en las arcas del Ayuntamiento no hay un duro. Además, lo que está a punto de ocurrirle a Paco me ha dado qué pensar. Vives es, por mucho que nos fastidie, un personaje muy popular en el pueblo; si hubiera elecciones, como antes de la guerra, y se presentara posiblemente arrasaría. Todo ello, ¿de qué le va a valer?, de nada. La fuente del poder no está en la gente, está en el Gobierno Civil, por consiguiente a los que hay que tener contentos es a los de Valencia y eso lo puedes conseguir tan bien o mejor desde la jefatura local que desde la alcaldía.
- Creo que algunas de las cosas que dices son muy ciertas, Lola. Te concedo que me falta experiencia en la política municipal y, si me apuras, muchos de los asuntos que se cuecen en el Ayuntamiento hasta me aburren. También estoy de acuerdo en que el poder real está en Valencia y no aquí, pero lo que no tengo tan claro es que desde la jefatura pueda quedar más bien que desde la alcaldía.
- Pues yo sí lo tengo claro. Vamos a ver, la mayor parte de las veces que Vives se desplaza a la capital ¿a qué va? Lo sabes mejor que yo, a pedir, a solicitar, a reclamar: que faltan aceras, que hay que reparar los caminos rurales, que no hay dinero suficiente para montar la escuela de adultos, que se necesita cambiar parte del alumbrado público, que hay que construir una nueva casa-cuartel para la Guardia Civil, que el presupuesto para pagar a los funcionarios no llega… y así hasta la extenuación. Como las finanzas públicas son raquíticas, de cada diez cosas que pides con suerte te conceden una. Siempre le queda al alcalde de turno un remanente de solicitudes. Consecuencia: cuando el Gobernador ve entrar en su despacho a un alcalde ya está pensando ¿este pesado qué me pedirá hoy? En cambio, un jefe local ¿de qué le habla?, del aumento de militantes, de que se va a formar una centuria del Frente de Juventudes, de que la cuestación para el Auxilio Social ha sido todo un éxito, etcétera. Sí, ya sé – se adelanta a su marido que va a objetarle algo -, también alguna vez le hacéis peticiones de fondos, pero casi siempre de escasa cuantía, y de ningún modo pueden compararse con las necesidades de un Ayuntamiento. Si te conviertes en alcalde el Gobernador tendrá que decirte muchas veces que no y repetir las negativas acaba siendo desagradable para cualquiera. En cambio sí continúas solo de jefe eso no ocurrirá.
- A veces, cielo, me pregunto quién es aquí el político, si tú o yo – bromea Gimeno, a quien los argumentos de su esposa parecen haberle convencido -. Lo que pasa es que sigue habiendo un pero importante en tu argumentación, si no acepto la propuesta de la alcaldía, ¿quién nos garantiza que no van a designar a otro Vives o a alguien todavía más perjudicial para nosotros?
- Premio, marido. Acabas de poner el dedo en la llaga. Ese flanco habría que controlarlo y no se me ocurre cómo. Vámonos a dormir y lo consultaremos con la almohada.
   El matrimonio sigue hablando del asunto en la cama, mientras él acaricia suavemente el sedoso pelo de la mujer. Llega un momento en que el diálogo se atasca. Lola hace un gesto de buenas noches y se dispone a dormir. Antes de que eso ocurra, José Vicente comienza a darle pequeños y suaves besos en el cuello y le mordisquea un lóbulo. Ella no responde, pero tampoco se resiste, finalmente los labios de ambos se unen en un apretado y cálido beso en el que las lenguas se pelean bravamente. El hombre desliza sus manos por debajo del camisón y empieza a frotarle suavemente los pezones, a la caricia la mujer responde gimiendo quedamente. Cuando la mano diestra de su marido se desliza más abajo de la cintura, Lola sabe que ha perdido la partida: comienza a abrir el arco de sus piernas. El hombre, respondiendo a la tácita invitación, la penetra sin dilación. Transcurren unos segundos en que ambos permanecen estáticos hasta que es ella la que comienza a mover las caderas al tiempo que le hunde los dedos en la espalda mientras sus roncos gemidos se disparan por la alcoba. El encuentro es tan breve como tórrido. Acabada la pasional unión, y tras darle un último beso, el hombre se duerme rápidamente. Ella, en cambio, no coge el sueño, se ha desvelado. Después de un rato, se levanta sigilosamente para no despertar a su esposo. Va a la cocina y se prepara un vaso de leche caliente. Mientras le llega el sueño piensa cual debe ser el motivo por el que cada vez que hacen el amor luego se desvela. No sabe identificarlo, aunque tiene que admitir que le agrada, y mucho, la causa que provoca esos puntuales insomnios.