El sargento de la Guardia Civil suspende su
interrogatorio al joven Salazar porque acaba de llegar de Castellón el vehículo
del juzgado de guardia. Ha sido el mismo suboficial quien ha notificado a la
Audiencia Provincial las sospechas del médico del SAMUR (Servicio
de Asistencia Municipal de Urgencia y Rescate) de indicios del
fallecimiento no natural de Francisco Salazar Jiménez. En consecuencia se ha
constituido la comisión judicial para proceder al levantamiento del cadáver;
comisión integrada por el juez, un médico forense y un secretario judicial.
-A sus
órdenes, señoría –el militar se cuadra y hace el saludo reglamentario al juez
que, en puridad, es una jueza pues se trata de una mujer, agraciada y bastante
joven-. Soy el sargento Bellido, comandante del puesto de Torreblanca. El
médico del SAMUR también le está esperando. ¿Digo que le
llamen?
-Por favor,
sargento.
Inmediatamente llega el galeno de urgencias
que hace a la jueza y a su colega forense una sinopsis del contenido de su
informe clínico.
-Supongo que
el cadáver sigue en la habitación donde lo encontraron –pregunta la juez.
-Sí,
señoría, y la habitación ha sido sellada para no contaminar el escenario –Es el
sargento quién ha respondido.
-¿Ha sido
una muerte violenta? –pregunta la jueza al doctor de urgencias.
-No me
atrevo a afirmarlo, pero hay marcas de que el fallecido fue golpeado en el
rostro antes de expirar, de su boca emana un fuerte olor de origen
indeterminado que requerirá un análisis toxicológico y la dolencia que sufría,
una fractura de costillas, puede ser causa necesaria pero no suficiente para
producir el óbito. Por todo ello no he firmado el certificado de defunción y he
solicitado la comparecencia del juzgado de guardia.
-Doctor, ¿no
se burlará de mí si le digo que esta es mi tercera guardia y que en ninguna de
ellas había tenido un caso ni remotamente parecido? –la juez hace esta
confesión con una media sonrisa en su afilado rostro.
-En
absoluto, señoría, siempre hay una primera vez. Todos los profesionales hemos
pasado por ello, el doctor Farnós se lo podrá confirmar –dice el médico del
SAMUR aludiendo al forense.
-Bueno,
vamos a proceder al levantamiento del cadáver –La jueza, pese a su juventud y
falta de experiencia, se ha guardado para sí que cuando recibió la comunicación
del suceso y metió el nombre de Francisco Salazar Jiménez en la base de datos
del Ministerio de Justicia se encontró con la sorpresa de que el individuo en
cuestión estaba en busca y captura por una requisitoria del juzgado de
instrucción número 6 de Sevilla que, como la togada sabe bien, es el órgano
judicial que instruye la causa popularmente conocida como caso ERE-. Sargento,
¿tiene la llave de la habitación?
-No, la
tiene la patrona, ahora la llamo.
-No es
necesario que venga, basta con que le dé la llave. De momento solo voy a subir
con el secretario, ambos doctores y usted.
Mientras la comitiva oficial sube a la
habitación 16, los jubilados amigos siguen muy interesados por el curso de los
acontecimientos. Al ver que la patrona ha quedado excluida de la comitiva, Ramo
se le acerca para que le cuente las últimas noticias.
-No sé nada
más, Pedro. Desde que ha llegado la señora juez…; por cierto, ¿cómo se dice, la
juez o la jueza?, lo pregunto para saber cómo tratarla si tengo que hablar con
ella.
-Creo que
ambas formas son correctas, aunque tratándose de una mujer como jueza es el
femenino de juez opino que decir jueza suena mejor. Además la Fundéu dice que
la forma jueza es preferible a juez cuando se aplica a una mujer.
-¡Dios
bendito! ¿Y qué es eso de la Fundéu?
-La
Fundación del Español Urgente, una entidad cuyo objetivo es el
buen uso del español, pero en todo caso si hablas con ella la debes
tratar de señoría.
-Huy, que
raro se me va a hacer, con lo joven que es, si podría ser mi hija.
-Entonces,
¿no hay nada nuevo?
-Nada, solo
que el sargento ha estado hablando mucho rato con el chico del señor Martínez.
Ah, por cierto, resulta que no se llama así, que se apellida Salazar, lo ha
confirmado su hijo. Míralo, el pobre parece un alma en pena. No se me ha despegado
en toda la noche. Hablando del chico, se me ocurre que como tengo mucho que
hacer os lo voy a endilgar a vosotros para que no se sienta tan solo. Aquí no
conoce a nadie.
-No me
parece buena idea, será mejor que le busques una compañía más joven y no a unos
carcamales.
- Me da la
impresión de que es bastante corto y de que nunca se ha visto metido en un
follón como este. Lo que necesita ahora es alguien que le dé consejos sensatos
y que le explique lo que está pasando con lo de su padre porque el pobre está
hecho un verdadero lío. Y eso vosotros lo podéis bordar y no los cabezas huecas
de la gente joven.
La patrona presenta a Ramo al joven Salazar
y le insta que vaya con él y sus amigos que son buena gente y con los que podrá
departir sobre los hechos que tanto le están afectando. Ramo se lleva al joven
con él hasta la mesa donde está el resto de jubilados.
-Os presento
a Francisco José Salazar, hijo del que fue vuestro compañero de partida. ¿Tú
sabías –le dice al chico- que a tu padre, que en paz descanse, le gustaba mucho
jugar al dominó y que además jugaba muy bien? –Ha sido una inteligente forma de
introducir al joven en el clímax del grupo.
-Lo sabía.
Cuando yo era un crío me enseñó a jugar aunque ya se me orvidó –recuerda el
chico.
-Lo de jugar
al dominó es como ir en bicicleta, una vez lo aprendes ya no lo olvidas nunca
–le rebate Ponte.
-¿Te ha dicho
el médico del SAMUR de qué ha muerto tu padre? –inquiere Álvarez tan poco
discreto como acostumbra.
-Parese que
en úrtima instansia de una parada cardiorrespiratoria, pero no está seguro, por
eso le van a haser la autopsia. A mí eso de que lo vayan a rajar como si fuera
un guarro en er matadero no me hase ni pisca de grasia. ¿Por qué lo tienen que
haser?
-Si el
médico del SAMUR no está seguro de la causa de la muerte no debe expedir el
certificado médico de defunción sino que debe avisar al juzgado de guardia,
normalmente por medio de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, y
esperar junto al cadáver hasta que se presente la autoridad judicial a quien
entregará una copia del informe clínico que haya realizado –explica Grandal en
modo didáctico.
-Disen que
no tengo que pagar na por ella, por la autopsia, ¿eso es sierto?
-Lo es.
Puesto que se trata de lo que se denomina autopsia judicial los gastos
devengados por la misma correrán a costa de la administración pública. Y la
autopsia, aunque no sea algo agradable, es imprescindible porque contribuye a
determinar las causas de la muerte y, en su caso, las consecuencias jurídicas
que se deriven –sigue explicando Grandal que agrega-. Será ordenada por la
juez, la familia del fallecido no puede oponerse y la realizará un médico
forense dependiente de la administración judicial. Eso es lo que dice la ley.
El chico, al ver que entre sus nuevos
conocidos hay alguien que sabe de los temas concernientes a lo que está
ocurriendo, se anima a exponer algunas de las muchas dudas que tiene:
-¿Y ahora
sabe usté que va ha haser la juesa?
-Si el
forense certifica que tu padre no ha fallecido de muerte natural, la juez de
guardia autorizará el levantamiento del cadáver y llamará a la policía. En una
ciudad los primeros que suelen llegar al lugar de los hechos son los agentes de
la policía judicial y de la científica que comienzan las diligencias y la
inspección ocular; aquí será seguramente la Guardia Civil del pueblo la que
tendrá que practicar dichas actuaciones. Deberá entregar el material obtenido
en sus investigaciones a la juez que, ayudada por el secretario judicial, será
quien continúe con el atestado y ordenará que se practiquen cuantas diligencias
considere oportunas para esclarecer la causa del fallecimiento y si en él han
intervenido otras personas. Todo eso está regulado por la Ley de Enjuiciamiento
Criminal y demás normativa que la desarrolla.
-¿Enjuisiamiento
criminal?, ¿esa ley no es pa los crímenes?, pero mi papa no ha sio asesinao,
estaba
enfermo y de eso debe haber muerto –puntualiza el joven.
-Precisamente
eso lo determinará la autopsia, si ha muerto por enfermedad o en su óbito han
coadyuvado otros factores. Y el hecho de que el médico del SAMUR haya llamado
al juzgado de guardia quiere decir que no está clara la causa de la muerte
–sigue explicando Grandal.
-Hijo, no
creas que nuestro amigo habla de oídas, fue muchos años comisario de policía y
de estos sucesos lo sabe todo –explica Álvarez que no es un modelo de
discreción precisamente.
Si las miradas mataran, la que le ha echado
Grandal a Álvarez lo habría fulminado.
-Ah, es usté
un madero… -El chico se corta y se pone colorado como un tomate al comprender
que no es lo más cortés usar la expresión popular y más bien peyorativa para
llamar así a un policía tan mayor y tan educado como el que le está ofreciendo
las explicaciones. Se corrige inmediatamente-. Perdone lo de madero, la fuersa
de la costumbre –y para enmascarar su descortesía sigue con sus preguntas-. ¿Y
los jusgados de guardia qué hasen?
-Pues
básicamente la recepción e incoación, en su caso, de los procesos
correspondientes a los atestados, denuncias y querellas que se presenten
durante el tiempo de guardia, así como la realización de las primeras
diligencias de instrucción criminal que resulten procedentes. En este último
supuesto el juez de guardia da órdenes e instrucciones a la unidad de policía
judicial que le sea adscrita, aunque supongo que si no envían a nadie de
Castellón ese rol lo llevará a cabo la Guardia Civil del pueblo, como he dicho
–remacha Grandal.
-¿Y por qué
los picoletos…; perdón otra ves, quiero desir la Guardia Sivil serán los que
investiguen?
-Niño, ¡pues
no eres tú nadie preguntando!, serías un buen policía –ironiza Grandal.
PD.- Hasta
el próximo viernes