"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 11 de marzo de 2016

08. Oro que robaban vuestros antepasados



   A Bernal, que le ha caído mal el franchute, le alegra que pese a su dominio de la lengua desconozca los vocablos poco usuales del español. Pero no se molesta en aclararle el significado de frisar, es Atienza quien lo hace:
- Frisar quiere decir acercarse o estar próximo a algo, especialmente a una determinada edad, en este caso que estaba a punto de cumplir los cuarenta. Prosigo. Como decía, se casó con Purificación Carreño, de profesión sus labores. Tuvieron dos hijos: Clara, nacida en mil novecientos setenta y ocho y David dos años después. Hasta que nació el benjamín, la familia vivió en un piso que tenían en Sevilla la Nueva y que Manuel heredó de sus padres, luego compraron un chalé pareado en Villaviciosa de Odón. La esposa de Ponte falleció en el dos mil cinco. Unos años después vendió la vivienda de Villaviciosa y compró dos pisos en Hilarión Eslava, una calle del barrio de Gaztambide que es limítrofe con la Ciudad Universitaria. Su hija Clara, que se había casado, se quedó a vivir en uno de los pisos con su marido e hijos y Ponte en el otro, donde algún día vivirá su hijo David que está de profesor de español en Estados Unidos. En el plano profesional, el año noventa y dos fue un momento importante para Ponte puesto que su empresa de toda la vida, Hidrola, se fusionó con Iberduero para dar lugar a Iberdrola, la compañía eléctrica más importante del país. A raíz de esa fusión hubo un ere…
- Un expediente de regulación de empleo – aclara Bernal que ya se ha dado cuenta que los acrónimos del español de nuestros días tampoco son el fuerte del franchute.
– Y una oferta de prejubilaciones – prosigue Atienza - con buenas condiciones. Ponte fue uno de los que se acogió a la oferta y al año siguiente, con cincuenta nueve tacos, causó baja en la compañía y engrosó el mundo de los prejubilados. En la década siguiente, viajó bastante, tanto por España como por el mundo, en compañía de su esposa hasta el fallecimiento de ésta. Desde entonces ha llevado una vida tranquila y reglada. Tiene una asistenta que lleva con la familia hace muchos años y que se encarga de la casa y de prepararle las comidas. Por las mañanas, a primera hora, el viejo sale a comprar el pan y de paso se toma un cafelito en cualquiera de los bares cercanos. A media mañana, si hace bueno, saca a pasear a sus nietos. Precisamente en uno de esos paseos fue cuando se topó con el suceso del museo. Este año, como el nieto mayor va a la guardería, solo pasea con el pequeño. Los jueves come con unos amigos jubilados en algún restaurante del barrio y dos días a la semana, martes y jueves juegan por la tarde unas partidas de dominó en el Centro de Mayores de La Moncloa. Y poco más. Como ves, lleva una vida plana y sin mayores incidencias que los alifafes propios de una edad tan avanzada como la que tiene.
   El francés está a punto de preguntar que son alifafes, pero se contiene, lo que hace es ahondar en la imagen que se va formando del testigo:
- ¿No tiene ninguna cuenta pendiente con la justicia?, ¿tiene un expediente limpio?
- Cuenta ninguna si exceptuamos alguna multa por aparcamiento indebido, pero eso en una ciudad como Madrid le ocurre al mejor de los ciudadanos.
- ¿Se le conocen vicios o aficiones que necesiten de mucho dinero para satisfacerlos?
- Es hombre bastante moderado en todo. Suele beber un vaso de vino en las comidas y se toma alguna que otra caña, es exfumador, no juega salvo alguna semana que echa una primitiva y en cuanto a mujeres personalmente me da la impresión que ya no se le levanta. En resumen: está más limpio que una patena – afirma Bernal.
- Entonces, ¿ninguna incidencia, nada fuera de lo corriente?
- Nada. El mayor sobresalto que habrá podido tener en los últimos años será que le hayan ahorcado el seis doble en alguna partida – comenta Bernal echándole guasa a su respuesta.
   Otra vez con el español coloquial, se dice Blanchard. Tendrá que sugerirles en algún momento que procuren utilizar la lengua normativa y no la de la calle. ¿Qué será eso de ahorcar el seis doble? Aunque la palabra partida le induce a suponer que se debe tratar de algún juego.
- Alors, ya me habéis descrito la biografía del testigo, ahora solo falta que me contéis los datos del robo que no figuran en el dossier que enviasteis a París.
- ¿A qué datos te refieres? – pregunta Bernal.
- A cuales van a ser, a los del Tesoro de los Quimbayas.
   Blanchard algo sabe del tesoro. Durante el viaje a Madrid entró en internet buscando información sobre el mismo. Después de desechar diversas webs se limitó a leer lo que la Wikipedia recogía sobre esa muestra de la cultura precolombina. Sospecha que sus colegas hispanos saben mucho más de lo que han incluido en el expediente que enviaron a Paris, por eso les pregunta sobre ello. Antes de contestar al francés, Atienza y Bernal se miran. El de la judicial se encoge de hombros y le pasa la pelota a su compañero:
- Lo del tesoro de los indios mejor te lo cuenta Juan Carlos, que de eso lo sabe todo.
   Atienza asiente e inicia su exposición, se le nota que está en su elemento.
- Antes de hablar del tesoro, te voy a dar algunas pinceladas del pueblo y la cultura que fue capaz de fabricar esa maravilla. La de los quimbayas fue una etnia que vivió en parte del territorio de lo que hoy conocemos como Colombia. Cuando llegaron los españoles estaban organizados en una suerte de federación cuyo centro principal se ubicaba en los alrededores de la actual ciudad de Chinchiná, situada en el oeste del país, y cuyo nombre, en lengua indígena significa río de oro. Los quimbayas opusieron una tenaz resistencia frente a los conquistadores españoles que, tras duras batallas, consiguieron derrotarles. No tanto por su superioridad en número de guerreros, pero sí en lo concerniente al armamento y a las tácticas militares. Tras ser vencidos, los quimbayas continuaron existiendo, pero finalmente como grupo organizado y como cultura desaparecieron hacia principios de mil setecientos.  
- ¿En qué partes del territorio colombiano dices que se asentaron? – quiere saber el galo a quien, al parecer, le gustan las precisiones.
- Sobre la localización exacta hay lagunas, lo que está más documentado es que vivieron en algunos de los actuales departamentos de Colombia, tales como Caldas, Quindío, Risaralda y el Valle del Cauca. En cuanto a su cultura lo que más se conoce de ella es la minería, fundamentalmente aurífera, y la orfebrería. Llegaron a contar con unas técnicas metalúrgicas muy avanzadas para procesar el oro, especialmente para combinar cobre con oro que no abundaba en su región. Esa combinación de oro y cobre, llamada tumbaga, la llevaban a cabo de manera que fueron capaces de dotar a las piezas que elaboraban de un brillo, durabilidad y atractivo realmente espectacular. Fueron unos verdaderos maestros en la fabricación de objetos con metales preciosos, especialmente con el oro.
- Oro que luego se lo robaban vuestros antepasados, ¿no? – pregunta el gabacho con su miajita de mala leche.