En
la conversación que Grandal mantuvo con Pérez Recarte y Kevin Connolly en el Hotel
Barceló Emperatriz de Madrid, el norteamericano comentó que sentía una gran
curiosidad profesional ante el hecho de que un grupo de jubilados que no tenían
ninguna formación policial, a excepción del excomisario, habían sido capaces de
iniciar investigaciones, encontrar pistas y realizar certeros análisis determinantes
para impulsar la investigación del Caso Inca. Y ello sin ninguna clase de ayuda
tecnológica lo que añadía más mérito a su actuación. También dejó caer que le
gustaría reunirse con los cuatro para conocer personalmente como actuaron grupalmente, puesto que en
sus muchos años de investigador y analista nunca se había encontrado con un
caso tan singular.
Cuando el excomisario se lo contó a sus
amigos, los vejetes fliparon en colores de que un agente de la todopoderosa CIA
estuviese interesado en conocerles y en saber cómo habían llevado a cabo sus
investigaciones. Han pasado más de veinte días y Grandal casi se ha olvidado de
la conversación con los dos agentes de inteligencia cuando casi terminando mayo
recibe una llamada. Es un número privado.
- ¿Comisario
Grandal? Soy, Enrique Pérez Recarte. ¿Qué tal, cómo está?
- Bien,
Enrique, ¿cómo van las cosas?
- Le llamo
porque el norteamericano que le presenté no hace más que darme la vara sobre
cuando nos juntamos con usted y sus amigos. Kevin dice que nos quiere invitar a
comer a todos. Pueden ustedes elegir día, hora y lugar. Por supuesto la cuenta
va a cargo de míster Connolly. Ah, un dato, elijan el restorán que más les
apetezca, pero les adelanto que el yanqui se pirra por la cocina típicamente
española, dice que bastantes hamburguesas ha comido en su vida.
- Podríamos elegir un sitio especializado en
cocidos, fabadas, arroces o algo por el estilo.
- Casi le sugiero mejor la paella, le
encanta.
Quedan en que elegirán el lugar y que en cuanto tengan decidido día y
hora se llamarán. A Grandal le falta tiempo para contactar con sus amigos: el
norteamericano quiere conocerles y les invita a comer. Discuten sobre un lugar
famoso por sus arroces: Ponte sugiere la Casa de Valencia, Ballarín apuesta por
El Garbí y Grandal por L´Albufera Moraleja hasta que Álvarez con su pregunta
revienta el asunto.
- Pero bueno, ¿habéis comido en esos sitios o
habláis de oídas?
Resulta que el único restorán en el que todos han estado es la Casa de Valencia,
en el Paseo de Rosales, los otros los han citado porque han oído hablar bien de
ellos.
- Reconozco que la Casa de Valencia tiene
fama – acepta Álvarez -, pero yo tengo una oferta que si no es mejor sí es más
novedosa. Hay un restorán llamado Torrenostra que está en la calle Moreto, en
pleno centro, y en el que preparan un arroz senyoret
que a buen seguro el yanqui no ha probado en su vida.
- ¿Qué coño es eso del arroz senyoret? – pregunta Ponte.
- En español se llamaría arroz señorito y sus
ingredientes básicos son arroz bomba, sepia, mejillones, gambones o langostinos
y gambas – explica Álvarez.
- O sea, que en definitiva es un arroz con
pescado, tampoco es que eso sea tan novedoso – objeta Ballarín.
- ¿Y por qué se llama arroz señorito? – se
interesa Grandal.
- Porque los que lo comen pueden comportarse en
la mesa como tales. No tienen que mancharse los dedos sacando los mejillones de
sus valvas pues eso ya lo han hecho en la cocina, ni tienen que pelearse con el
tenedor y el cuchillo para pelar las gambas o los langostinos, pues ya vienen
pelados, ni cortar la sepia que ya está troceada. Es un arroz para gente fina o
sea para señoritos.
- ¿Y tú de qué conoces ese restorán o también
hablas de oídas? – inquiere un picajoso Ponte.
- Lo conozco, de hecho he estado varias
veces. Mi hijo Nacho compró hace años un apartamento en Torrenostra, una playa
al norte de la provincia de Castellón, y alguna vez solía ir a comer a un
restorán de allí, creo recordar que se llamaba el Bahía, en el que preparaban
buenos guisos de la tierra. Allí fue donde se aficionó al arroz senyoret. Pues bien, la misma familia
que regentaba aquel restorán es la que ha abierto el que os he comentado en
Madrid y en el que sirven unos arroces como para chuparse los dedos. El yanqui
habrá comido paella muchas veces, pero un arroz así seguro que no. Ya veréis
como le va a encantar.
Y
así quedan. Álvarez se encargará de hacer la reserva y Grandal le informa a
Pérez Recarte el día, hora y el lugar de la comida.
- Y adelántale a míster Connolly que va a
probar un arroz como nunca ha comido.
Al
agente norteamericano lo primero que le choca al conocer a los amigos de
Grandal es que son muy viejos, casi se les podría calificar de ancianos. Lo que
hace aumentar su interés por como aquellos vejestorios han sido capaces de
encontrar pistas, seguirlas y analizar con tanta finura los resultados. Se dice
que sus colegas de Washington no le creerán por mucho que les cuente, por eso
les pregunta si tienen algún inconveniente en que les haga algunas fotos. Lo
que no consiguen los jubilados es que el yanqui pose junto a ellos.
Antes del plato fuerte les han servido unos entrantes a base de ensalada
de gulas, mejillones a la marinera y vieiras con foie. Y como preveía Álvarez,
al norteamericano le ha encantado el arroz senyoret,
tanto que ha repetido una y otra vez hasta que en la paellera no queda ni un
grano. La degustación le ha debido sentar tan bien a Connolly que durante los
postres se arranca a hablar sin que nadie le haya preguntado nada. Y cuenta a
los viejos dos noticias referentes al robo del tesoro.
Lo
primero que el norteamericano relata es que, paradójicamente, el desenlace del
robo sigue estando muy ligado a las conversaciones FARC-Gobierno colombiano.
Conversaciones que, en sus últimos momentos, han estado en un tris de romperse por
el empeño de los guerrilleros en que se les considere como víctimas y no como
victimarios. Por su parte, el gobierno del presidente Santos ha insistido en
que los acuerdos deben de ser avalados por un plebiscito popular a realizar una
semana después de la firma oficial de los Acuerdos de La Habana. El gobierno
teme que los partidos opositores a los acuerdos boicoteen su aprobación en el
Congreso de la República. Pese a todo, los obstáculos se están superando y según
fuentes del gobierno estadounidense podrían firmarse los acuerdos de paz en la
segunda quincena de junio. Y hasta que no se firmen los acuerdos de paz es muy
posible que no acabe el culebrón del Caso Inca.
El
plato fuerte de las explicaciones de Connolly y que deja con los ojos a cuadros
a sus contertulios es lo que les cuenta a continuación. En una operación,
realizada en Francia, en París exactamente, en la que han intervenido las
policías española y francesa con el apoyo de varias agencias norteamericanas y
la coordinación de Interpol, han sido detenidos casi todos los integrantes de
la banda que llevó a cabo el asalto al furgón blindado ante el Museo de América
y que fue el origen de lo que posteriormente se ha conocido como Caso Inca. La
pista que llevó hasta el grupo de atracadores fue el colombiano Efraím Gomes
que fue identificado por el grupo del comisario Grandal. El núcleo de la banda
estaba formado por colombianos con algunas incrustaciones de albanokosovares y
belgas.
- Esa noticia no la he leído en ningún medio
y desde que nos dijeron que el final del robo podía llevarse a cabo fuera de
España todos los días doy un repaso a los titulares de los principales
periódicos europeos – objeta Ballarín.
- Es que la operasión, a la que en honor a
ustedes se llamó Erant que en latín quiere desir jubilado, fue una actuasión secreta
y que no llegó a los medios. Posteriormente se filtró a la prensa como la
detensión de una banda de ladrones sin más. Y tengo que reiterar que sin la
colaborasión de ustedes la localisasión y apresamiento de la banda habría sido
mucho más problemática. Yo no sé qué piensan haser los mandos de la polisía
española – y al decirlo, Connolly mira de refilon a Pérez Recarte que asiste de
invitado de piedra a la conversación -, pero en nombre de los agentes extranjeros
que hemos partisipado en la investigasión les doy las grasias por su colaborasión
y ayuda.
- O sea, que al fin han pillado a los autores
materiales del robo. ¿Y qué pasa con los autores intelectuales, los han
detenido o están en ello? – pregunta Grandal.
- Estamos en ello porque como expliqué antes
hemos de plegarnos a los meandros de las conversasiones de La Habana – explica
Connolly.
- Y con las piezas quimbayas robadas, ¿qué
pasa, ya están otra vez en el Museo de América? – pregunta Ponte.
- De las joyas del Tesoro Quimbaya – el que
contesta es Pérez Recarte - solo se han recuperado las tres piezas que le
enseñaron a la profesora de Zaragoza para su datación, el resto sigue sin
aparecer – es la sorprendente respuesta del hombre del CNI.