"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 12 de junio de 2015

5.11. Romances juveniles


   El autobús se ha llenado hasta rebasar cumplidamente su aforo. Está prohibido que vayan pasajeros de pie, pero debe de ser una norma que, como tantas otras, no se cumple. La mayoría de los estudiantes van de pie en el estrecho pasillo existente entre las dos filas de butacas. Han dejado que se sienten los mayores. Es una mezcla de cortesía y prepotencia juvenil. Ellos no van a cansarse por estar hora y media de pie, tiempo que dura el trayecto. Al llegar a Valencia los estudiantes se desperdigan en dirección al centro docente donde cada uno estudia. Los chicos no volverán a juntarse hasta el viernes por la tarde en que volverán al pueblo. Y así, una semana tras otra, rutina solo interrumpida por los puentes, fiestas y vacaciones que vienen señalados en el calendario escolar y que los estudiantes se lo conocen de memoria.
   Las fiestas más señaladas, y por ende fechas de asueto del primer trimestre, son el Día de la Raza (así llamado por el Régimen el doce de octubre), Todos Santos, la Purísima y enseguida vienen las añoradas vacaciones navideñas. El segundo trimestre del curso es el más largo, pero hacia su final llega una auténtica vorágine de fiestas: suelen comenzar por las de San José, en el mes de marzo, y que duran una semana al menos; período en el que se plantan en la ciudad de Valencia las mundialmente célebres fallas. Sorprendentemente, aunque algunos estudiantes llevan varios años en la capital, ninguno ha sentido la curiosidad de quedarse a disfrutar las fiestas falleras. No conocen la plantà, ni  han participado en l´ofrena, ni han visto la nit de la cremà (*).  Su vida está centrada en el pueblo y todo lo demás les importa poco. Apenas pasan los festejos del segundo trimestre, el tercero se va en un suspiro, rápidamente llegan los exámenes de fin de curso y antes de que acabe junio ya vuelven a estar todos en casa. A disfrutar del siempre prometedor verano y a olvidarse de los libros, salvo que haya quedado alguna asignatura pendiente para septiembre.                                                                           
   De los que viajan en el coche de línea, Miguel Vinuesa es uno de los más contentos. Los lunes para él son un día marcado con piedra blanca, volverá a tener a su lado, aunque solo sea algo más de una horita, a la niña de sus ojos. Está perdidamente enamorado de Maribel Betoret. No va a ser empresa fácil conquistarla, pero es de los que se crece ante las dificultades. Hasta el pasado verano no se había atrevido a decirle a la muchacha lo mucho que le gustaba. Una charla que mantuvo con Beatriz Villangómez fue el acicate que le impulsó a hacerlo.
- Me parece Miguelito que estás colado por Maribel.
   Miguel se esfuerza para que no se le note demasiado el rubor que enciende sus mejillas. ¿Cómo se habrá enterado esta metomentodo? Trata de disimular:
- Qué imaginación tienes, Beatriz. ¿De dónde sacas qué me gusta?
- Porque cuando la miras pones ojitos de cordero degollado. Si no quieres que todos se enteren debes de ser más discreto.
   Descubierto su secreto, Miguel le cuenta sus sentimientos. Beatriz es algo así como la hermana mayor de todos los estudiantes del pueblo, no solo tiene más edad y es la única que ha concluido los estudios, también es majísima y siempre está dispuesta para dar un consejo o hacer un favor.
- Creí que no se me notaba. La verdad es que me gusta mucho.
- No me extraña, es una niña preciosa y en pocos años se convertirá en una mujer de bandera, aunque me da la impresión de que le falta carácter. De todos modos, va a tener gancho y sus padres tienen fama de estar forrados. Me temo que tendrás muchos rivales.
- Ya conozco algunos, pero no me dan miedo.
- ¿Eso quiere decir que te corresponde?
- No lo sé.
- No me digas que no le has dicho nada – y al ver el gesto negativo del muchacho, pregunta -. ¿Ni siquiera se lo has insinuado? ¿No? Miguelito, me decepcionas, te hacía mucho más resuelto. Con lo atrevido que eres con la pelota en los pies y una cría que no es más que un alevín de mujer te echa para atrás.
- Entonces, ¿qué crees que debería hacer?
   Antes de contestarle, Beatriz recuerda una conversación que mantuvo con su amiga Lolita, por quien siente gran cariño y admiración, y a la que frecuentemente hace partícipe de sus cuitas sentimentales. Lo que responde a Miguelito es algo que, en su momento, le oyó contar a su amiga sobre una situación parecida:
- Hablarle, contarle lo que sientes por ella, pero de manera…, no sé cómo decirlo, suave, delicada, con cuidado. Ten en cuenta que es todavía muy niña y no sé si está preparada para reconocer sus propios sentimientos. Lo que quiero decir es que más que ser crudamente sincero al hablarle de lo que sientes, deberías de sugerirlo, de insinuarlo.
   Miguel tomó buena nota del consejo de Beatriz y, en las fiestas de agosto, le insinuó a la muchacha lo mucho que le gustaba y que aspiraba a ser algo más que un amigo. Ella no le contestó, se limitó a sonreír, a mirarle con sus claros ojazos y a callarse. La jovencita es demasiado sumisa para alentar cualquier acercamiento de un chico sin que sus padres le hayan dado su visto bueno. Pese a la falta de respuesta no desiste en su empeño porque, realmente, ella no le rechazó. Aunque hay algunas cosas que le preocupan, una de ellas es que hay otros chicos que andan tras ella. Conoce al menos dos y quizá no sean los únicos rivales, puede haber más. Lo descubrió un día en el autobús donde dos comadres, sentadas en los asientos delante del que él ocupaba, mantenían un diálogo en el que salió a relucir la chica de los Betoret.
- ¿También vas al mercado, Josefa?
- No, voy al oculista. Don Manuel dice que se me está formando una catarata. Oye, ¿esa chicuela de ahí no es la de Betoret, el del molino de aceite de la calle Loreto?
- Sí y ¿sabes qué he oído comentar? Que envían a su hija a Valencia a estudiar con las monjas.
- Te han informado bien. Desde el año pasado está interna en un colegio de la capital. Bueno, de lunes a viernes, los fines de semana los pasa aquí.
- Y con el fortunón que va a heredar esa chiquilla, ¿para qué necesita estudiar, se puede saber? Es hija única y, solo con lo que ganan en la almazara y con la naranja, a los Betoret no los cuelgan por menos de treinta millones o posiblemente más.
- Se comenta que quieren darle una mano de buenos modales para que, si se tercia, pueda casarse con un señorito.
- Eso me parece una bobada. Esa chiquita es uno de los mejores partidos del pueblo y le van a sobrar pretendientes. No va a tener ninguna necesidad de aprender las cuatro cursilerías que puedan enseñarle las monjas. Lo que tiene que hacer su madre es educarla para que aprenda a llevar una casa y todo lo demás le va a sobrar. Mejor harían empleando los cuartos que les van a sacar las monjas en comprar otra finca.
   Lo que se desprende de la charla no ha dejado de preocupar a Miguel, pero sabe que no debe arredrarse, está convencido de que su amor superará todos los obstáculos y todos los contrincantes que se le pongan por delante. El chaval no es estaría tan tranquilo si hubiese escuchado otro diálogo, el que en su día mantuvieron Lolita y Beatriz. La última le contaba a su amiga y mentora las pretensiones amorosas del joven Miguelito.
- … y está coladito por la niña de los Betoret. Espero y deseo que le salga bien su empeño porque es un chico bien majo, uno de los mejores.
- Sí es majo el chaval, pero no estoy tan segura de que sus aspiraciones se cumplan. Como conozco bien a los Betoret te adelanto que no van a ver esa unión con buenos ojos. Un maestro les va a parecer poca cosa para su niña.
- Ya estamos con aquello de que pasas más hambre que un maestro de escuela. ¡Eso era en el siglo pasado! – exclama Beatriz un tanto molesta. Ella también es maestra.
- No es por los dineros, sino porque si Maribel se casara con Miguel tendría que irse adónde destinaran a su marido y eso, casi seguro, no entra en los planes de los Betoret.

(*) La plantà es el acto de erigir las fallas. La ofrena es el ofrecimiento de ramos de flores a la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia. La nit de la cremà es la noche (del 19 de marzo) en la que se queman las fallas.