"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 28 de noviembre de 2014

1.11. Se busca delegada para la Sección Femenina


  Lo que le pueda pasar al Caudillo de las Españas, en el supuesto de que los Aliados ganen la guerra, le trae sin cuidado a José Vicente Gimeno, a quien han bastado apenas unas pocas semanas para hacerse con las riendas del funcionamiento de la jefatura local. Y piensa que hasta ha sido demasiado tiempo para las poquitas actividades que se llevan a cabo. La verdad es que Rodrigo, el anterior jefe, la tenía totalmente abandonada. En cuanto al ideario falangista se ha leído unos folletos y ha ojeado los libros que encontró en la jefatura. Enseguida descubre que la gente, incluidos los escasos afiliados locales al partido, está absolutamente en ayunas de casi todo lo referente a la doctrina falangista. Apenas si han oído hablar de los veintisiete puntos, síntesis del ideario falangista, y nadie ha leído textos de José Antonio Primo de Rivera. Solo conocen los símbolos externos y algunos gritos y consignas, ni siquiera se saben la letra del Cara al sol, el himno falangista. Conocen más de la Falange los niños de las escuelas que los que tienen carné del partido. Llega a la conclusión de que si habla con aplomo, y dando la impresión de creer a pies juntillas lo que dice, les podrá contar a sus afiliados cualquier historia. Por otra parte, le ha parecido notar pequeños cambios en la forma en qué la gente le trata desde que es jefe, le da la impresión de que ahora le hablan con más respeto y le escuchan más atentamente. Hasta las jóvenes le miran con ojitos más encandilados que antes.

   Una de las primeras tareas que los de la Jefatura Provincial han encargado a Gimeno es que debe de revitalizar las inexistentes actividades de las delegaciones locales, especialmente las referidas a los jóvenes: el Frente de Juventudes y la Sección Femenina. De la primera ni siquiera hay delegado, tendrá que nombrar uno. De la segunda si hay delegada, una tal Camila Tena. Al parecer fue muy eficaz en su día, pero desde que se casó, hace unos meses, la actividad de la delegación ha caído en picado. Siguiendo la sugerencia de Benjamín Arbós va a visitarla.
- Tenía ganas de conocerte, Camila. Me han contado maravillas de ti y de tu ingente labor al frente de la delegación – Gimeno descubrió hace tiempo que un poco de coba mejora espectacularmente las relaciones humanas.
- Gracias, camarada. Es verdad que trabajé mucho, tanto en la Sección Femenina como en el Auxilio Social, pero eso fue cuando era soltera, desde que me casé, nobleza obliga, reconozco que me ocupo bastante menos. Soy consciente de que tendría que dedicarle más tiempo, pero el matrimonio impone unos deberes que no lo hacen posible.
- Lo comprendo, Camila, pero dada tu valía y preparación estoy convencido de que podrías hacer un hueco en tus muchas obligaciones para dedicarlo a la delegación.
   Camila no está ya por la labor. Es verdad que tiene más trabajo en casa, pero el motivo fundamental no es ese, estaba muy unida a Castaño, el jefe local durante la guerra, y cuando éste se marchó decidió que su tiempo en la política había pasado. Ahora a lo que aspira es a ser una buena esposa y una mejor madre, si el Señor le concede el regalo de la maternidad.
- Créeme que lo siento, camarada, pero es una decisión que no tiene vuelta atrás. Tengo otras obligaciones que, como comprenderás, son antes que cualesquiera otras. Me gustaría ayudarte, pero la verdad es que no puedo.
- Bueno, no quiero forzarte. En todo caso, agradezco tu sinceridad. Y ya que dices que te gustaría ayudarme, te tomo la palabra. Como todavía no conozco a mucha gente, me serías de gran ayuda si pudieras sugerirme un nombre para sucederte.
- Eduvigis Saura – dada la rapidez de la respuesta da la impresión de que Camila la tenía preparada -. Una de las maestras. Es buena camarada. Está soltera, con lo que tiempo no le falta, y tiene carácter. Creo que lo haría estupendamente. Mucho mejor que yo. ¿La conoces?
- La verdad es que no. 
- Para demostrar mi voluntad de ayudarte, si quieres, hablaré con ella.

   Para Camila es una sorpresa que Eduvigis no acepte la propuesta, su excusa es que está metida de lleno en el desarrollo de la Acción Católica y no tiene tiempo para dedicarlo a otra actividad. Camila vuelve la vista a otras mujeres que pudiesen dirigir la Sección Femenina. No hay tantas, realmente le sobran dedos en una mano para contar aquéllas que podrían servir. De pronto se le iluminan los ojos. ¡Cómo no se le ocurrió antes! Lolita Sales podría hacerlo estupendamente, siempre y cuando consiga convencerla. Sin pensarlo dos veces envía a Brígida, la muchachita que tienen de criada, a decirle a la señorita Sales que, cuando le sea posible, se pase por casa.
- Que bien te veo, Camila. Siempre oí decir a mamá que el cambio de estado embellece a las mujeres. En tu caso, desde luego, es verdad.
- Adulona, que eres una adulona. La que estás preciosa eres tú. Te has convertido en toda una mujer.
   Tras unos minutos echándose flores y charlando de generalidades, Camila entra en materia:
- Quería hablar contigo para proponerte que seas mi sucesora en la Sección Femenina. Espera, espera antes de decir nada, déjame que te explique. Voy a hablarte desde el cariño que sabes que te tengo, pero con toda franqueza. ¿Qué estás haciendo, a qué dedicas la mayor parte de tu tiempo? Llevar adelante la tienda, que eso lo haces con el meñique y, que yo sepa, poco más. Haces muy poca vida social, casi no se te ve. Estoy convencida de que te aburres un montón. ¿Es eso lo qué quieres hacer en los próximos años? No me interrumpas, por favor, déjame terminar. Tú vales mucho y es un pecado que dejes pasar los mejores años de tu vida sin emplear los muchos dones que el Señor te ha concedido, eres amable, simpática, culta, tienes don de gentes… ¿Y qué haces con todas esas cualidades? Nada, no haces nada. Si aceptaras la delegación podrías hacer mucho bien, podrías ayudar a otras chicas y enseñarles algunas de las muchas cosas que sabes. Estoy convencida de que eso te ayudaría a ser más feliz. Compartir, y te lo digo por experiencia propia, es una de las vivencias que más llenan a una persona. Ayudarías a las demás y te ayudarías a ti misma.
- Camila, por un lado, eres dura conmigo y por otro me llenas de elogios – a Lolita no le ha gustado alguna de las cosas que su amiga ha dicho -. Por mucho que me valores no veo en qué o cómo podría ayudar. Además tú sabes, mejor que nadie, que desde que acabó la guerra me desligué de la Falange.
- Sí, pero sigues siendo afiliada. Al menos yo no he visto tu baja.
- Puedes considerarme de baja desde este mismo momento.
- No es eso, Lolita, no es eso – Camila ve que ha tomado un derrotero equivocado y trata de reconducir su argumentación -. ¿Quieres que te diga la verdad? y no me atrevería a repetirlo fuera de esta salita. Me importa más lo que sea de tu vida, me interesa más tu felicidad que lo que pueda pasar con la Sección Femenina. Si tú no la diriges se lo encargarán a otra persona, de acuerdo. Pero no se trata de eso. Lo que intento es hacerte ver que el tipo de vida que llevas no conduce a ninguna parte. Podrás decirme que soy dura, pero no creo que seas muy feliz haciendo tan poco. Fíjate, te digo más, si me dijeras que no porque estuvieses realizando cualquier otra actividad, entendería tu negativa. No la entiendo desde el momento que no haces nada con tu mucho tiempo libre.
- Camila, agradezco de corazón tus buenas intenciones, pero no me veo en el papel de guía y formadora de las calcetineras del pueblo. Para eso ya están las maestras. ¿Por qué no le haces la propuesta a doña Eduvigis? A buen seguro que te dirá que sí.
- Edu es una estupenda maestra, pero demasiado seca y arisca para el cargo. He pensado en muchas mujeres y, te lo digo una vez más, eres la mejor y, si me apuras, la única. Mira, vamos a hacer una cosa. No tomes ahora una decisión. Consúltalo con la almohada y, si te parece oportuno, coméntalo con tu madre. Dentro de unos días volvemos a hablarlo. 
   Lo que Lolita no se ha atrevido a contar a Camila es que tiene otro motivo para no aceptar el puesto: si dice que sí tendrá como jefe, al menos en el plano político, al estreñido de Gimeno. Y hasta ahí no llega su patriotismo.