"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 3 de junio de 2016

32. Próxima estación: Delicias



   Una vez localizados los domicilios de varios de los trabajadores del Museo de América que tenían acceso a las cámaras de seguridad y entre los que, de acuerdo con la hipótesis del excomisario, debe de estar el cómplice que las desbarató, los jubilados se reúnen en casa de Grandal para establecer las líneas de actuación en los próximos días. El jefe del grupo insiste en que lo hay que buscar es aquella o aquellas personas que están viviendo por encima de las posibilidades de un empleado corriente. Buscad la guita es la frase que repite Grandal.
- Yo tengo otra duda sobre lo de gastarse la guita, Jacinto. Por cierto, hacía la tira de tiempo que no escuchaba ese palabro – dice Ponte -. Bueno, a lo que iba. Podría ocurrir que el dinero no se lo gaste el tipo al que compraron los atracadores o sea, el cómplice. Podría ser que quien maneje la pasta ni siquiera sea alguien de su familia directa, su mujer, sus hijos o sus padres. Podría tratarse de un primo, de un cuñado, hasta de un amigo.
- Esa duda está muy bien traída, Manolo – Grandal está aprendiendo que estos ayudantes que tiene ahora no son como los de antes que se limitarían a decir a sus órdenes y punto final. A estos de vez en cuando hay que pasarles la mano por el lomo y reírles las ocurrencias -. Por tanto, atentos al parche: no solo hay que investigar a los objetivos y a su familia próxima, sino también a lo que podríamos llamar como segundo anillo familiar y, por supuesto, a los amigos más cercanos.
- Oye, Jacinto, danos algunas instrucciones sobre cómo llevar la investigación. Me refiero a qué cosas hacer para obtener información sobre los objetivos – pide Ballarín.
- Se trata de ir acumulando datos sobre cuál es el nivel de vida del sospechoso, si vive por encima de sus posibilidades, si gasta en lujos y caprichos, si es el que siempre paga las copas cuando sale con los amigos, etcétera. Al mismo tiempo ir preguntando, como al desgaire y de forma indirecta para que no levante sospechas, a la gente del barrio sobre el fulano en cuestión y su familia. Es todo un arte lo de preguntar sin parecer que se pregunta que no es fácil enseñar y que iréis aprendiendo con el tiempo. De momento, conformaros con no cometer demasiados errores y, eso sí, en cuanto notéis que alguien se pone en guardia con vuestras preguntas pasad inmediatamente a otro tema. 
- No va a ser fácil – comenta Ponte.
- Nadie dice que lo sea, pero ¿quién fue aquel que dijo que una gran marcha comienza con un solo paso? Ah, otro dato importante: el mejor sitio para preguntar son los bares, tabernas, cafeterías, etcétera. No sé si sabéis que nuestro país ostenta el record mundial en porcentaje de bares por número de habitantes. Este es un pueblo que pasa buena parte de su tiempo tapeando, tomando cañas o cafelitos. Y en la barra de un bar la gente suele hablar con una naturalidad y falta de prejuicios como en ninguna otra parte. O sea, que tendremos que tomar muchas birras – remata Grandal.
- Otra cosa a resolver es quienes forman las parejas – apunta Ballarín.
- Por mí nos emparejaremos como queráis – ofrece Grandal.
   Un incómodo silencio se adueña del saloncito. Ocurre que en el fondo  ninguno de los otros tres quiere ir de pareja con Álvarez, pero nadie se atreve a decirlo, hasta que Ballarín rompe el impasse:
- Yo no tengo ningún problema para emparejarme con cualquiera de vosotros, pero a raíz de la investigación sobre aquella familia gitana que nos mandó buscar Jacinto, comprobé que Manolo y yo formamos un buen equipo. Nos llevamos bien y conseguimos hablar con uno de los patriarcas que nos indicó donde encontrar a los García Reyes. Por eso, y  a reserva de otras opiniones, creo que una pareja podría ser la de Manolo conmigo.
   Ponte se ve en la obligación de respaldar a Ballarín y al tiempo dejar patente que tampoco él tiene problema alguno en emparejarse con cualquiera de los demás. Por asentimiento se acepta la propuesta de Ballarín, aunque Grandal matiza que el emparejamiento adoptado no debe ser óbice para que, en función de las circunstancias, las parejas cambien de composición.
- Otra cosa, Jacinto – dice Ponte -. Amadeo acaba de citar a los García Reyes y es algo que tenemos pendiente. El Tío Ginés el Rubio dijo que los Reyes seguramente están ahora por la provincia de Castellón en la campaña naranjera. ¿Qué hacemos al respecto?
- Por ahora, la caja común solo da para birras y poco más – dice Grandal, sin que quede claro si habla en serio o en broma -. No podemos permitirnos desplazamientos más allá del entorno de Madrid. Por consiguiente, lo de la localización de los García Reyes queda aplazada hasta nueva orden, como decimos en el Cuerpo.
- ¿Y cuándo empezamos a investigar la vida y milagros de los objetivos? – pregunta Álvarez.
- A partir de ya. Cada pareja deberá ponerse de acuerdo y elaborar un calendario de trabajo, cronograma le llamamos en el Cuerpo. Otra cosa que se me olvidaba: es mejor ir dos que uno, es más fácil pasar desapercibidas dos personas que van charlando, pero si en algún momento hay uno de la pareja que, por lo que sea, no puede acudir, ello no debe ser obstáculo para que el otro siga la investigación.
   La siguiente cuestión que el grupo se plantea es repartirse los objetivos a investigar. El criterio que siguen es que, salvo Ballarín en el caso del sombrero tirolés como humorísticamente lo han bautizado, cada pareja investigará a los empleados asignados para localizar donde viven, si es que no lo han hecho ya. Asimismo, quedan de acuerdo que la siguiente reunión la tendrán el próximo martes en la que harán balance de los resultados obtenidos.
   Ponte y Ballarín han acordado comenzar sus investigaciones al día siguiente, jueves y continuarlas el viernes. El sábado y domingo lo tendrán de asueto. Ballarín tiene un chalé en Villaviciosa de Odón en el que suele pasar los fines de semana y al que también acuden sus hijos y nietos, por tanto tendrán que aprovechar los días hábiles que les quedan. En cuanto a Grandal y Álvarez acuerdan que van a comenzar la vigilancia de uno de los sospechosos que tienen adjudicados esa misma tarde.
   Como habían quedado, después de almorzar Álvarez y Grandal se dirigen hacia el madrileño distrito de Arganzuela en que está ubicada la calle Ferrocarril donde vive el empleado del museo cuyo seguimiento lo hizo Álvarez. Cogen el metro en la estación de Argüelles y toman la línea 3. Durante el viaje, Álvarez que, en ocasiones peca de redicho, le cuenta a su compañero de partida que la calle que van a recorrer es un ejemplo de cómo el ferrocarril puede cambiar la fisonomía de una población. Durante muchos años por dicha calle discurrió el tendido férreo que se dirigía desde la Estación del Norte hasta la de Atocha, las dos estaciones de ferrocarril más importantes de Madrid hasta que se construyó la de Chamartín. El tendido del ferrocarril partía la calle en dos y hasta marcaba uno de los límites de la ciudad. En la actualidad, sigue contando Álvarez, bajo la calzada discurre una doble vía electrificada que une las estaciones de metro de Príncipe Pío con Méndez Álvaro, y en la superficie lo que era una especie de desfiladero por donde transitaban los trenes ahora es una calzada de cinco carriles para automóviles.
- Pues yo – dice Grandal un tanto harto de las explicaciones de arqueología ferroviaria de su compañero – de la calle Ferrocarril no puedo contarte nada, pero sí de esta línea de metro. Allá por los años sesenta y tantos vivía en una pensión por Cuatro Caminos y trabajaba en Legazpi. Todas las mañanas cogía la línea 10 hasta Sol y allí cambiaba a la línea 3. Y para memorizar las estaciones que venían después de Sol me inventé una frase para recordarlas, decía así: los Lavapiés de los Embajadores de Palos causan las Delicias de Legazpi.
- ¿Y sin eso no te acordabas? – pregunta, un tanto burlón, Álvarez.
   La megafonía del metro anuncia: próxima estación, Delicias.
   Fin de trayecto, se dice Grandal, puesto que Delicias es la estación más cercana a la calle Ferrocarril.