"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 10 de julio de 2020

Libro I. Episodio 48. ¡Así habla un Carreño!


   Ha comenzado 1892, año en el que la quinta de Julio Carreño debería ser licenciada. A medida que se acerca la fecha del final de la mili los bulos, chismes y rumores de la Voz de Capitanía se disparan. Un día se cuenta que es inminente el licenciamiento y al siguiente que se va a posponer por tiempo indefinido. Cada vez que surge un rumor Julio pregunta a su amigo Chimo, que es de los que suele estar bien informado.

   -No hagas caso de los chismes, Carreño. Lo más probable es que nos licencien a fines de abril o primeros de mayo, cuando cumplamos los tres años de mili. Al menos, es lo que han hecho

con las últimas quintas.

   -Pero ayer mismo me dijo Salinas que uno de ingenieros sabía de buena fuente que, como en Cuba siguen los problemas con los insurgentes, se va a demorar la licencia de nuestro reemplazo para tener más tropas acantonadas por si hicieran falta.

   -Ni caso, es un bulo, lo de la demora, no lo de los insurgentes. Ah, tengo que darte una noticia: he decidido no volver a Morella, me quedo en Palma.

   -¿Y qué vas a hacer aquí sin conocer a nadie?

   -Continuar trabajando para Carbonero y a medio o largo plazo abrir una tienda de venta de suvenires. No puedes ni imaginarte el chollo que es la venta de recuerdos típicos españoles. Cosas que valen unos reales las vendes a duro y te las quitan de la mano. Con un poco de suerte creo que voy a hacer fortuna con los toreros, las gitanas y las castañuelas que compran los turistas. Y un consejo de buen amigo: si quieres hacer dinero, trabaja por tu cuenta; si trabajas para otro nunca harás fortuna.

   En febrero de ese año, su madre le escribe a Julio contándole que, en la parroquia del pueblo de Consuelo, así como en la de Luis Campos en Plasencia, se han leído las amonestaciones del próximo enlace de ambos que se llevará a cabo en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Malpartida en marzo. Al leer la noticia, el mañego siente como un pinchazo en lo más hondo. Le sigue doliendo todo lo referente a su exnovia, la ha querido mucho…, pero al darse cuenta de que ha usado el verbo en pasado piensa que la herida, que todavía sangra, terminará curándose con el paso del tiempo. Consuelo Manzano comienza a ser una historia del ayer.

   En Plasencia, doña Pilar anda muy atareada, porque además de su pluriempleo está planeando lo que podría hacer su hijo en cuanto vuelva de la mili. Piensa que lo primero que tendría que hacer es sentar la cabeza, buscarse una buena chica, casarse y abrir un comercio. Así se lo cuenta a la depositaria habitual de sus confidencias, su amiga Etelvina, cuya respuesta no es la que esperaba la aragonesa.

   -Y suponiendo que encuentre esa buena chica y que se casen, ¿de qué van a vivir?

   -Tengo buenos ahorros de mi trabajo con el tío Dimas y Julio creo que también se vendrá de Palma con algunas pesetillas.

   -¿Y cuánto le van durar, unas semanas, unos meses… y luego qué?

   -Hija, parece que no quieras que el chico siente cabeza –se queja la aragonesa.

   -No es eso, Pilar. Sabes que si hay una persona que desea más que nadie ver bien casado a tu hijo soy yo, pero has de ser realista y creo que lo primero en que debería pensar Julio es en buscarse un trabajo con el que poder llenar el puchero todos los días.

   -Ya sabes que estamos pensando montar un comercio y si lo hace podrá ganarse la vida.

   -Me has hablado mil veces de lo del comercio, pero todavía no he oído de qué será. Hazme caso, lo primero es buscar un empleo al chico. A poco que gane, y con lo que tú le sacas al Bronchales, podríais vivir con desahogo, y mientras buscar esa buena chica para casarse y determinar la clase de negocio que podría abrir.

   Etelvina acaba convenciendo a su amiga y la aragonesa se pone a ello: buscar un trabajo para su hijo. Los muchos favores hechos por su relación con el Bronchales le ponen en bandeja la solución. Ha hecho correr la voz de que busca un empleo para su chico cuando vuelva de la mili. En unos días le llega una respuesta por vía de quien menos podía esperar, Luis Campos. El vaquero, recién casado por cierto, le indica que el tío Elías el Bisojo quiere hablar con ella, que cuando pueda que se pase a verle por su tienda. La maestra se planta presta en la droguería del tío Elías que la recibe encantado y va directo al grano.

   -Doña Pilar, me han dicho que busca un empleo pa su hijo, el que está en la mili. No siga buscando, ya lo ha encontrao. Le dije que era un hombre agradecido y que se lo demostraría. ¿Cuándo licencian al chico?

   -Señor Elías, no sabe cuánto se lo agradezco. Todavía desconoce cuándo le darán la licencia indefinida, pero se lo llevaron el 23 de abril del 89. Por lo tanto, pronto cumplirá tres años. ¿Y para qué sería el trabajo?

   El Bisojo le cuenta que ha decidido volver a vender sus productos de droguería por la provincia. Comprará un caballo o un mulo -el carro ya lo tiene- y enviará a Julio a vender por los pueblos. No le dará un sueldo muy alto, pero sí una prima adicional en función de las ventas, con lo que si se espabila y es buen vendedor podrá ganarse bien la vida.

   -Lo malo es que Julio no sabe nada de droguería.

   -Pero usté me contó que trabajaba en una tienda de bisutería. Si sabe vender esa quincalla que no sirve pa na, mejor venderá productos que sí son necesarios. En cuanto vuelva que se pase por aquí y hablaremos. Con que salga la mitad de espabilao que usted, conmigo podrá labrarse un porvenir, se lo aseguro.

   El 30 de abril del año del Señor de 1892, el mañego es llamado al Regimiento Mallorca, 13, donde el comandante mayor expide un certificado en el que se puede leer que el cabo segundo, Julio Carreño Lahoz, marcha al pueblo de su naturaleza en uso de licencia indefinida, pasando a la reserva activa y quedando adscrito al Regimiento Covadonga, nº 40, de guarnición en Leganés (Madrid). Han pasado tres años desde su reclutamiento y Julio volverá a casa con la licencia indefinida con validez hasta su pase a la reserva. En el cuartel del Carmen ha preguntado por Agustín García, pero le dicen que su paisano fue licenciado el día anterior y ya no está en el cuartel.

   Julio se despide de la gente de la Secretaría de Justicia de la que ahora es el veterano, pues Beltrán y Medrano se licenciaron hace tiempo, y luego de todos los amigos y conocidos. El brigada Carbonero, como detalle de despedida, le regala un libro sobre cómo vender lo invendible, así reza el título. Con quien se da el abrazo más sentido es con Chimo Puig. El morellano, que como le contó ha decidido quedarse en la isla, está muy ilusionado con su trabajo de venta de artículos de bisutería y de suvenires a los turistas, y está convencido de que tiene futuro en la isla.

   La travesía Palma-Valencia se le pasa a Julio en un suspiro. El viaje en tren hasta Madrid se le hace más pesado, pero en cuanto en la estación de Delicias coge el convoy con destino a Cáceres le da la impresión de que la locomotora más que correr vuela de lo rápida que marcha. En cuanto pasan la estación de Talavera de la Reina, empieza a oír hablar con el inconfundible deje de su tierra y palabras en castúo que casi había olvidado. Luego llega Oropesa de Toledo y después Navalmoral de la Mata, casi está en casa. Plasencia todavía no tiene estación de ferrocarril. Se está construyendo el tramo de vía Plasencia-Hervás, una línea que pretende unir la ciudad del Jerte con la ciudad leonesa de Astorga, y que se espera que esté operativa a mediados del próximo año, por lo que Julio ha de bajarse en la estación ferroviaria de Monfragüe, también conocida como Plasencia-Empalme.

   Antes de que el tren se detenga, Julio ya tiene medio cuerpo fuera de la ventanilla oteando el andén para ver quien ha ido a esperarle. De pronto, ve la figura menuda y fibrosa de su madre, pero no hay nadie más… ¿A quién esperabas, Julio, acaso a Consuelo?, siempre serás un ingenuo se contesta. Bueno, pero a pesar de todo soy un hombre afortunado, se dice, me espera la mejor madre del mundo. Entonces ve a alguien que se ha acercado a doña Pilar, es un hombre, lo reconoce, es Argimiro, el marido de Carolina…, piensa que quizá haya venido con el carro para llevarle a Plasencia. Es Argimiro quien se acerca a la puerta del vagón para ayudarle a bajar el equipaje, entre el que sigue estando la maleta de madera que encargó su madre. El hombre le da un fuerte abrazo al tiempo que le saluda.

   -Chacho, al fin estás en casa. Se acabó lo de a sus órdenes, mi sargento.

   Doña Pilar le estrecha entre sus brazos con los ojos anegados de lágrimas y con voz transida por la emoción le susurra:

   -Julio, hijo, ya estás entre nosotros. Pero que delgadico te has quedado, si solo eres piel y huesos. Argimiro ha tenido el detalle de traerme en su carro para que no viniese andando. También quería venir Etelvina, pero una mujer del barrio de Los Majuelos se ha puesto de parto y ha tenido que ir a atenderla.

   -No te preocupes por mi delgadez, madre. En cuanto me ponga a jalar tus guisos me pondré hecho un toro en unas semanas. Y gracias por venir a recibirme. Eres la única persona del mundo a la que tenía unas ganas locas de darle un fortísimo abrazo. Y bueno, estoy en mi tierra, ahora a empezar de nuevo.

   Doña Pilar aprovecha el pie que le ha dado su hijo para referirle que, si quiere, ya tiene trabajo. Y le cuenta, sin entrar en detalles, la oferta que le ha hecho el tío Elías el Bisojo.

   -Pero yo no sé nada de droguería, madre.

   -Es lo que le dije, pero me contestó que si has sido capaz de vender la inútil quincalla de la bisutería mejor podrás vender artículos que son necesarios.

   En ese momento, Julio cree escuchar al brigada Carbonero y uno de sus consejos: cuando se domina la técnica de la venta da lo mismo lo que vendas, sea bisutería, zapatos o longanizas. Si Carbonero tiene razón, que creo que la tiene, también podré vender artículos de droguería, se dice.

   -¿Sabes qué, madre? Creo que si nos ponemos de acuerdo con las condiciones voy a aceptar el empleo del tío Elías.

   -¡Así habla un Carreño, hijo! 

 

   FIN del Libro I, Un mañego enamorado, de la novela Los Carreño.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que se inicia el Libro II titulado Julia, de la novela Los Carreño, 
con la publicación del episodio 49. Tú prometes, chico