"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

domingo, 12 de agosto de 2018

*** En verano hay gente que se cree inmortal, como algunos viandantes


 
   En general los españoles, sobre todo los de avanzada edad como el que esto escribe, no sacamos muy buena nota en cuanto a nuestro comportamiento relativo a la convivencia pública. Dicho claro y directo: nuestro civismo es, en muchas ocasiones, manifiestamente mejorable y eso se ve palmariamente en el cumplimiento de las normas viarias. Sin ir más lejos lo he observado en mi propia familia. Las generaciones, como la mía, de los que fuimos niños antes, durante y después de la infausta Guerra Civil del 36-39 solemos cruzar las calles por donde nos parece sin pararnos a pensar que para eso están los pasos de peatones. Me da cierta vergüenza contarlo, pero es la verdad. En cambio las generaciones posteriores, como la de mis hijos utilizan casi siempre los pasos cebra. Y mis nietos van más allá, no solo se atienen a la normas de circulación peatonal sino que me regañan cuando trato de cruzar una calle por donde no debo. Digamos que en eso las nuevas generaciones son mucho mejor que las antiguas. Y como hay más españoles nuevos que viejos supongo que el cumplimiento de las normas peatonales ha mejorado mucho con lo que contradigo la primera opinión de este post. ¡Qué sería la vida sin contradicciones!
   Todo eso es aplicable durante casi todo el año con una excepción: la época veraniega. Llevo muchos veranos observando a algunos viandantes que nos visitan en el periodo estival y me he dado cuenta de que gente que seguramente son unos perfectos cumplidores de las normas viarias en sus respectivas ciudades cuando llegan a una localidad veraniega como Torrenostra dejan de serlo. Ese grupo de irresponsables no respetan las señales de tráfico o las respetan poco, por ejemplo: los semáforos en ámbar se los saltan alegremente y hasta se atreven a cruzar la calle estando en rojo con el subsiguiente peligro de que un conductor acelerado se los lleve por delante. Otros cruzan las calles sin mirar a izquierda ni derecha y si un automovilista les increpa por ello suelen contestar con malos modos como si la razón fuera de ellos. Los hay, como he dicho, que no utilizan los pasos de peatones y cruzan por donde les apetece. Y hasta están los que a veces andan por los viales y no por las aceras como deberían. Todos ellos ponen su vida en peligro y la de otra mucha gente.
   ¿Por qué lo hacen? Ya conocen mi tesis: esos desinhibidos y descontrolados viandantes deben de formar parte de los que en verano se creen inmortales.