"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 2 de agosto de 2016

49. ¿Los gitanos votan?



   Después de recibir la información del Seprona de que en dos pueblos próximos hay algunas familias gitanas trabajando en la recolección de la naranja, Chelo, Grandal y Ponte, que están de visita en Peñíscola, tras almorzar toman la A-7 en dirección sur. Salen de la autopista por Oropesa del Mar para dejar a Chelo en Marina d´Or, urbanización que quiere conocer. Quedan citados en el Hotel Balneario Marina D´Or-5, que es uno de los lugares que le ha recomendado a Chelo una amiga que tiene un apartamento en la llamada Ciudad de Vacaciones.
   Tras dejar a Chelo, Grandal y Ponte toman la carretera 340, la nacional más larga de España pues va desde Cádiz a Barcelona siguiendo el litoral mediterráneo, para dirigirse al cuartel de la Guardia Civil de Torreblanca donde esperan que el comandante de puesto les pueda informar donde encontrar a gitanos que puedan darles noticias sobre los García Reyes. El sargento del puesto pone un número a su disposición para que les guie por los caminos rurales del municipio hacia los campos donde se está recolectando naranja, pero duda que encuentren a alguien.
- Hoy, con lo de las elecciones y el hecho de que sea domingo, no creo que encuentren a nadie trabajando, pero supongo que por probar no pierden nada.
   La predicción del suboficial se cumple. En los huertos de naranjos solo encuentran pilas desordenadas de cajas y capazos esparcidos aquí y allá como muestra de que la recolección está en marcha, pero ni un solo trabajador. El guardia que hace de guía les hace un somero plano de los caminos que tendrán que recorrer por la zona de la Ribera de Cabanes ya que él no puede acompañarles más. Tendrán que volver a coger la 340 y salir por donde encuentren un indicador que ponga Torrelasal, un pequeño núcleo de casas a orillas del mar, mucho antes de llegar a Oropesa. Van pasando naranjales con el mismo panorama que en Torreblanca, encuentran varias fincas con huellas de que la recolección está en pleno apogeo, pero sin ningún bracero. Parece que la gente, como buenos ciudadanos, está cumpliendo con sus deberes electorales. Hasta que ya cerca del mar se topan con un grupo de trabajadores que están apilando cajas de naranjas a la vera del polvoriento vial. Algunos de sus rasgos y hasta su manera de vestir les delatan, son gitanos. Mientras Grandal trata de aparcar el coche en el estrecho arcén que queda a la vera del camino, Ponte se acerca parsimonioso al grupo de calés que en principio no le prestan demasiada atención.
- A las buenas tardes – saluda Ponte.
   Unos murmullos ininteligibles constituyen toda la respuesta que recibe, pero cuando se acerca más he ahí que de pronto una voz rotunda exclama:
- ¡La hostia, pero si es don Manué!
   Ponte se acerca al hombre todavía joven que ha pronunciado su nombre.
- ¿Me conoce?
- ¿Qué si le conosco? Claro como el agua clara, don Manué. No m´acuerdo de su apellio porque entonces yo era un mosito, pero usté era el mandamás de las obras de la lus en Móstoles hase la tira de años. Y que fue usté, por medio del Tío Josefo, quien nos dio curro a más de media parentela.
   Cuando la pareja de jubilados estaba a punto de entregar la cuchara, he ahí que la diosa Fortuna les acaba de hacer un guiño. Han encontrado a alguien que no solo se acuerda de Ponte, sino que acaba de citar al patriarca de los García Reyes. Ponte ni siquiera espera que llegue Grandal y se lanza a recordar con el gitano aquellos tiempos en que gracias a la actuación de la familia García Reyes y sus amigos acabaron con los robos de los cables de cobre en la electrificación de las nuevas urbanizaciones de Móstoles.
- Por cierto, el Tío Josefo ¿también está por aquí? – pregunta Ponte sin poder evitar que un cierto trémolo de ansiedad impregne su voz.
- Quia, estuvo hasta hase unos dies días. Tuvo que irse con Curro, su hijo mayor, y toda su tropa. El churumbel más chico del Curro, Frasquito es su grasia, cogió un catarro que aluego se complicó en neumonía y el crío se puso chungo de verdá.
- Entonces, ¿han vuelto a Salamanca?
- Quia, ya no paran allí. Ahora están en los Madriles que es adónde se han vuelto. Allí están los mejores hospitales y eso al churumbel del Curro le vendrá como agua de mayo.
   A todo eso, Grandal ya se ha integrado en el grupo después de que Ponte le presente como amigo y compañero suyo de Hidrola y les cuente que realmente se han parado para preguntarles por dónde se va al Instituto de Acuicultura de Torre de la Sal, centro que querían visitar.
- Pues iban bien encaminaos, pero no sigan. Hoy es domingo y el sentro está serrao. Solo debe estar el personal de mantenimiento.
- ¿Qué hacemos con de lo del coche? – interroga Ponte a Grandal en clara referencia a que si les preguntan si saben algo de lo del furgón blindado.
- ¿El coche? Lo mejor que podemos hacer es cogerlo e irnos a Marina d´Or a por la Chelo – El mensaje es explícito, Grandal no cree oportuno preguntarles sobre el asunto del robo del tesoro. En cambio, hace otra pregunta a Bartolillo, que así se llama el gitano que ha reconocido a Ponte.
- ¿Y desde cuándo están en lo de la naranja?
- Vinimos a prinsipios de noviembre.
   Ponte que ha cazado al vuelo la intencionalidad de Grandal al plantear la pregunta, formula otra:
- ¿Y el Tío Josefo y los suyos también se vinieron a principios de noviembre?
- Quia, llegaron algo más tarde. Casi un mes endespués.
- ¿Ya han votado ustedes? – pregunta Ponte por decir algo. La mirada que le echa Grandal es reveladora: esa pregunta sobraba.
   Los gitanos se quedan mirando a Ponte con una mezcla de perplejidad, ironía y hasta un cierto desdén. Bartolillo es quien le contesta:
- Nosotros no nos metemos en política, don Manué. Eso queda pa los payos. Porque gane quien gane las elecsiones, si se pierde algún guantaso de los picoletos nos lo van a endiñar a nosotros. Mire usté, a mi abuelo Bartolo, por él me pusieron el nombre, cuando la guerra le quisieron vestir de caqui, primero los rojos y endespués los de Franco. Se escapó las dos veses. Cuando le preguntaban porque huía siempre contestaba lo mismo: ¿y qué me se ha perdio a mí en este fregao? Quien la haya liao que la deslíe, que yo no he sio. Pues nosotros, lo mismo.
- Su abuelo tenía más razón que un santo. Yo hubiera hecho igual – asegura el excomisario.
   Grandal reparte entre los varones la cajetilla de Ducados negros que siempre lleva encima, aunque dejo de fumar hace ya unos cuantos años. Después se despiden de la tropa de calés deseándoles una buena campaña recolectora. En cuanto se meten en el coche, caminito de Marina d´Or, Ponte quiere reafirmar su intuición sobre la intención del excomisario al preguntar cuando llegaron los García Reyes a la zona. Grandal contesta afirmativamente:
- Esa era la idea. Si el Tío Josefo y su gente hubiesen estado aquí cuando se produjo el robo del tesoro habría menos posibilidades de que supieran algo sobre si unos tocayos tuvieron algo que ver con el furgón de marras, pero el hecho de que por aquellas fechas estuvieran en Madrid aumenta las probabilidades de que puedan saber algo.
   Ponte mueve la cabeza en señal de asentimiento y sin que venga mucho a cuento, quizá por influencia del día en que están, pregunta:
- Jacinto, ¿tú sabes si los gitanos votan?
- ¿A qué coño viene esa pregunta? – se extraña Grandal.
- Pues la verdad es que no lo sé, curiosidad seguramente. Quizá sea porque hoy son las elecciones y los únicos que estaban trabajando eran esos gitanos, claro que han podido votar por la mañana, pero lo dudo. Y además porque cuando yo votaba jamás vi a un calé en el colegio electoral.
- Eso es porque votas en el distrito de Chamberí, si vivieras en Fuencarral, Moratalaz, Vallecas, Vicálvaro… En fin, en los distritos en los que vive más gente de esa etnia es posible que te los encontraras votando. Aunque supongo que los gitanos, como todos los grupos de excluidos sociales, son poco dados a votar. Y los pocos que lo hacen, hasta donde yo sé, no tienen una intención de voto definida, igual votan, al PSOE, que al PP, que a Izquierda Unida. Vete tú a saber.
- ¿Y es posible que también voten a los nuevos partidos? Me refiero a Podemos y a Ciudadanos.
- Manolo, para ser un desencantado de la política preguntas demasiado sobre ella. ¿A ti que más te da que los gitanos voten o no?
- Me has pillado, pero no me negarás que sería una pasada saber si los gitanos votan y a quien.