Después de recibir la
información del Seprona de que en dos pueblos próximos hay algunas familias
gitanas trabajando en la recolección de la naranja, Chelo, Grandal y Ponte, que
están de visita en Peñíscola, tras almorzar toman la A-7 en dirección sur.
Salen de la autopista por Oropesa del Mar para dejar a Chelo en Marina d´Or,
urbanización que quiere conocer. Quedan citados en el Hotel Balneario Marina
D´Or-5, que es uno de los lugares que le ha recomendado a Chelo una amiga que
tiene un apartamento en la llamada Ciudad de Vacaciones.
Tras dejar a Chelo, Grandal y
Ponte toman la carretera 340, la nacional más larga de España pues va desde
Cádiz a Barcelona siguiendo el litoral mediterráneo, para dirigirse al cuartel
de la Guardia Civil de Torreblanca donde esperan que el comandante de puesto
les pueda informar donde encontrar a gitanos que puedan darles noticias sobre
los García Reyes. El sargento del puesto pone un número a su disposición para
que les guie por los caminos rurales del municipio hacia los campos donde se
está recolectando naranja, pero duda que encuentren a alguien.
- Hoy, con lo de las elecciones y el hecho de que sea domingo, no creo
que encuentren a nadie trabajando, pero supongo que por probar no pierden nada.
La predicción del suboficial
se cumple. En los huertos de naranjos solo encuentran pilas desordenadas de
cajas y capazos esparcidos aquí y allá como muestra de que la recolección está
en marcha, pero ni un solo trabajador. El guardia que hace de guía les hace un
somero plano de los caminos que tendrán que recorrer por la zona de la Ribera de
Cabanes ya que él no puede acompañarles más. Tendrán que volver a coger la 340
y salir por donde encuentren un indicador que ponga Torrelasal, un pequeño
núcleo de casas a orillas del mar, mucho antes de llegar a Oropesa. Van pasando
naranjales con el mismo panorama que en Torreblanca, encuentran varias fincas
con huellas de que la recolección está en pleno apogeo, pero sin ningún
bracero. Parece que la gente, como buenos ciudadanos, está cumpliendo con sus
deberes electorales. Hasta que ya cerca del mar se topan con un grupo de
trabajadores que están apilando cajas de naranjas a la vera del polvoriento
vial. Algunos de sus rasgos y hasta su manera de vestir les delatan, son
gitanos. Mientras Grandal trata de aparcar el coche en el estrecho arcén que
queda a la vera del camino, Ponte se acerca parsimonioso al grupo de calés que en
principio no le prestan demasiada atención.
- A las buenas tardes – saluda Ponte.
Unos murmullos ininteligibles
constituyen toda la respuesta que recibe, pero cuando se acerca más he ahí que
de pronto una voz rotunda exclama:
- ¡La hostia, pero si es don Manué!
Ponte se acerca al hombre
todavía joven que ha pronunciado su nombre.
- ¿Me conoce?
- ¿Qué si le conosco? Claro como el agua clara, don Manué. No m´acuerdo
de su apellio porque entonces yo era un mosito, pero usté era el mandamás de
las obras de la lus en Móstoles hase la tira de años. Y que fue usté, por medio
del Tío Josefo, quien nos dio curro a más de media parentela.
Cuando la pareja de jubilados
estaba a punto de entregar la cuchara, he ahí que la diosa Fortuna les acaba de
hacer un guiño. Han encontrado a alguien que no solo se acuerda de Ponte, sino
que acaba de citar al patriarca de los García Reyes. Ponte ni siquiera espera
que llegue Grandal y se lanza a recordar con el gitano aquellos tiempos en que
gracias a la actuación de la familia García Reyes y sus amigos acabaron con los
robos de los cables de cobre en la electrificación de las nuevas urbanizaciones
de Móstoles.
- Por cierto, el Tío Josefo ¿también está por aquí? – pregunta Ponte
sin poder evitar que un cierto trémolo de ansiedad impregne su voz.
- Quia, estuvo hasta hase unos dies días. Tuvo que irse con Curro, su
hijo mayor, y toda su tropa. El churumbel más chico del Curro, Frasquito es su
grasia, cogió un catarro que aluego se complicó en neumonía y el crío se puso
chungo de verdá.
- Entonces, ¿han vuelto a Salamanca?
- Quia, ya no paran allí. Ahora están en los Madriles que es adónde se
han vuelto. Allí están los mejores hospitales y eso al churumbel del Curro le
vendrá como agua de mayo.
A todo eso, Grandal ya se ha
integrado en el grupo después de que Ponte le presente como amigo y compañero
suyo de Hidrola y les cuente que realmente se han parado para preguntarles por
dónde se va al Instituto de Acuicultura de Torre de la Sal, centro que querían
visitar.
- Pues iban bien encaminaos, pero no sigan. Hoy es domingo y el sentro
está serrao. Solo debe estar el personal de mantenimiento.
- ¿Qué hacemos con de lo del coche? – interroga Ponte a Grandal en
clara referencia a que si les preguntan si saben algo de lo del furgón
blindado.
- ¿El coche? Lo mejor que podemos hacer es cogerlo e irnos a Marina
d´Or a por la Chelo – El mensaje es explícito, Grandal no cree oportuno
preguntarles sobre el asunto del robo del tesoro. En cambio, hace otra pregunta
a Bartolillo, que así se llama el gitano que ha reconocido a Ponte.
- ¿Y desde cuándo están en lo de la naranja?
- Vinimos a prinsipios de noviembre.
Ponte que ha cazado al vuelo
la intencionalidad de Grandal al plantear la pregunta, formula otra:
- ¿Y el Tío Josefo y los suyos también se vinieron a principios de
noviembre?
- Quia, llegaron algo más tarde. Casi un mes endespués.
- ¿Ya han votado ustedes? – pregunta Ponte por decir algo. La mirada
que le echa Grandal es reveladora: esa pregunta sobraba.
Los gitanos se quedan mirando
a Ponte con una mezcla de perplejidad, ironía y hasta un cierto desdén.
Bartolillo es quien le contesta:
- Nosotros no nos metemos en política, don Manué. Eso queda pa los
payos. Porque gane quien gane las elecsiones, si se pierde algún guantaso de
los picoletos nos lo van a endiñar a nosotros. Mire usté, a mi abuelo Bartolo,
por él me pusieron el nombre, cuando la guerra le quisieron vestir de caqui,
primero los rojos y endespués los de Franco. Se escapó las dos veses. Cuando le
preguntaban porque huía siempre contestaba lo mismo: ¿y qué me se ha perdio a
mí en este fregao? Quien la haya liao que la deslíe, que yo no he sio. Pues
nosotros, lo mismo.
- Su abuelo tenía más razón que un santo. Yo hubiera hecho igual –
asegura el excomisario.
Grandal reparte entre los varones la cajetilla de Ducados negros que
siempre lleva encima, aunque dejo de fumar hace ya unos cuantos años. Después
se despiden de la tropa de calés deseándoles una buena campaña recolectora. En
cuanto se meten en el coche, caminito de Marina d´Or, Ponte quiere reafirmar su
intuición sobre la intención del excomisario al preguntar cuando llegaron los
García Reyes a la zona. Grandal contesta afirmativamente:
- Esa era la idea. Si el Tío Josefo y su gente hubiesen estado aquí
cuando se produjo el robo del tesoro habría menos posibilidades de que supieran
algo sobre si unos tocayos tuvieron algo que ver con el furgón de marras, pero
el hecho de que por aquellas fechas estuvieran en Madrid aumenta las
probabilidades de que puedan saber algo.
Ponte mueve la cabeza en señal
de asentimiento y sin que venga mucho a cuento, quizá por influencia del día en
que están, pregunta:
- Jacinto, ¿tú sabes si los gitanos votan?
- ¿A qué coño viene esa pregunta? – se extraña Grandal.
- Pues la verdad es que no lo sé, curiosidad seguramente. Quizá sea
porque hoy son las elecciones y los únicos que estaban trabajando eran esos
gitanos, claro que han podido votar por la mañana, pero lo dudo. Y además porque
cuando yo votaba jamás vi a un calé en el colegio electoral.
- Eso es porque votas en el distrito de Chamberí, si vivieras en
Fuencarral, Moratalaz, Vallecas, Vicálvaro… En fin, en los distritos en los que
vive más gente de esa etnia es posible que te los encontraras votando. Aunque
supongo que los gitanos, como todos los grupos de excluidos sociales, son poco
dados a votar. Y los pocos que lo hacen, hasta donde yo sé, no tienen una
intención de voto definida, igual votan, al PSOE, que al PP, que a Izquierda
Unida. Vete tú a saber.
- ¿Y es posible que también voten a los nuevos partidos? Me refiero a
Podemos y a Ciudadanos.
- Manolo, para ser un desencantado de la política preguntas demasiado
sobre ella. ¿A ti que más te da que los gitanos voten o no?
- Me has pillado, pero no me negarás que sería una pasada saber si los
gitanos votan y a quien.