"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 4 de noviembre de 2022

Libro III. Episodio 169. Julio se lía la manta a la cabeza

   Julio quiere saber el porqué del crecimiento económico español y pregunta al doctor Lavilla.

   -Paradójicamente, en parte se debe a una mayor intervención del estado a través de organismos como el nuevo Consejo de Economía Nacional sin cuyo permiso no se puede instalar ninguna industria nueva; órgano que también se encarga de la fijación de aranceles y la negociación de convenios comerciales. Todo ello ha contribuido a un incremento notable de la prosperidad y el crecimiento de los puestos de trabajo. Basta un dato: el parque automovilístico se ha duplicado en los últimos años.

  -Lo que cuenta don Enrique, y que avalo, es la cara de la moneda; el envés es otro cantar -puntualiza don Romualdo-. Esa política intervencionista está favoreciendo a las regiones más industrializadas lo que genera que se estén produciendo notables migraciones interiores. Hay regiones como la nuestra, Galicia, Aragón, las dos Castillas y Andalucía que se están despoblando en favor de Cataluña, Las Vascongadas y Madrid, y eso, a largo plazo, me temo que no será bueno. También es cierto que ha crecido la renta nacional y la producción industrial, pero también lo es que ha empeorado drásticamente la situación de la Hacienda pública.

   -Y, si me lo permiten, se olvidan ustedes de algo –apunta don Eduardo-. Se han acabado las huelgas y hay orden y paz. Y eso lo ha conseguido Primo porque trata con mano dura a los revolucionarios.

   -No hay conflictos laborales porque se ha ido ganando al obrerismo más moderado con medidas como las viviendas de protección oficial, el retiro obrero, la protección de familias numerosas y del trabajo de mujeres en temas de maternidad –puntualiza don Romualdo.

   Todo ese cúmulo de noticias positivas son las que llevan a Julio a liarse la manta a la cabeza, como suele decirse, y pedirle un nuevo préstamo a Adelina la Bronchales. En principio, la usurera se niega a concedérselo hasta que no salde el que tiene contraído con ella. Julio la convence recordándole que, hasta el presente, no se ha demorado ni un día en pagarle los intereses y devolver el porcentaje acordado del principal. Con alguna reticencia, que se traduce en que le carga el interés un punto más, Adelina termina por otorgarle el segundo préstamo. Julio ya está en disposición de comprar acciones de la empresa alemana Bergwerk Spanisch.

   Al volver a casa, encuentra a su esposa e hijos comentando la carta semanal de Álvaro que acaba de llegar. Lo más importante que cuenta es que ya han salido las notas del primer trimestre y lo ha superado.

   -Fíjate, marido, ha sacado en matemáticas 9,8 y en física 9,6. En las asignaturas accesorias también ha estado bien, en ordenanzas tiene un 4 y en inglés un 4,2. Y precisa que esas materias se califican sobre cinco, por lo que globalmente tiene unas notas magníficas.

   El año va discurriendo y, antes de que comience el verano, el 31 de mayo llega Álvaro, convertido en un flamante aspirante de primer curso. Le han dado licencia hasta el 14 de junio, ya que al día siguiente debe embarcar en el crucero protegido Cataluña al objeto de hacer el reglamentario viaje de prácticas. Es recibido entre parabienes y cariñosos abrazos y más cuando cuenta como le ha ido la segunda parte del curso.

   -He sacado buenas notas, papás. En las dos asignaturas principales tengo un 10 en química y un 6,8 en mecánica racional y aplicada. En las accesorias las notas no son tan buenas: en tecnicismo naval un 2,2; en inglés un 4,8; en ejercicios militares me han calificado como bueno y en ejercicios marineros tengo un suficiente. Y algo a lo que la Escuela le da mucha importancia, en conducta tengo un 9,3. Globalmente conservo el mismo número de promoción que obtuve en el examen de ingreso, el octavo.

   -Que bien, hijo. Y ese buque en el que vas a embarcar, ¿qué clase de barco es? –quiere saber Julio.

   -El Cataluña, es un crucero acorazado. Se construyó en los astilleros de Cartagena y fue botado en 1900. Ya es muy viejino, cualquier año de estos igual lo desguazan.

   -Y esas prácticas que tienes que hacer, ¿serán igual que las anteriores? –pregunta Julia.

   -No lo creo. En los destructores y torpederos con los que hacíamos prácticas en la Escuela levábamos anclas a primera hora y antes del ocaso ya estábamos amarrados en puerto. Con el Cataluña no sé qué derrota vamos a seguir, pero supongo que saldremos a mar abierto, quizá costeemos hasta Barcelona si viramos hacia levante, o hasta Bilbao si lo hacemos hacia poniente. 

   -Oye –pregunta Julián-, ¿y por qué se llama crucero acorazado? 

   -Se denomina así porque es un buque con una cubierta blindada que se curva por los lados protegiendo los costados del navío, y que tiene mamparos transversales de un espesor de siete milímetros que se unen al cinturón, formando así un cajón blindado que contiene los elementos vitales del buque. La principal finalidad del blindaje es proteger al buque del ataque de torpedos e impactos de cañón. Sus calderas están alimentadas por carbón, y es relativamente rápido, capaz de detener en caso de guerra el tráfico mercante enemigo y de proteger las rutas de ultramar.

   -Tiene guasa lo de proteger las rutas de ultramar, ¡a buenas horas mangas verdes! –ironiza Julio.

   El 14 de junio, Álvaro marcha a Cádiz en cuyo puerto embarca en el crucero Cataluña, junto al resto de sus compañeros de curso, para realizar el viaje de prácticas correspondiente al primer curso de la Escuela Naval. El buque, tras dejar atrás el golfo de Cádiz, se adentra en el Atlántico rumbo norte, navegando a unas 100 millas náuticas del litoral portugués. A la altura aproximada del paralelo 38 norte -como Álvaro contó después a su familia-, el profesor de guardia les comentó:

   -Caballeros, si navegáramos más cerca de la costa, a estribor podrían contemplar la bella ciudad de Lisboa.

   Y el mismo profesor, poco después de sobrepasar la desembocadura del río Miño, les informó sobre un rumor.

   -Estamos a la altura de la comarca del Morrazo, situada en la orilla meridional de la ría de Pontevedra. Desde hace tiempo se rumorea por los pasillos del Ministerio de Marina que existe el proyecto de construir una nueva Escuela Naval Militar por estos parajes. Al parecer, las localidades que tienen más probabilidades de que les toque el gordo son Cangas de Morrazo, Bueu y Marín. Lo que no se sabe todavía es cuál va a ser.

   Toda esa información la va anotando Álvaro en un cuaderno para luego contársela a la familia en sus cartas. Una de sus primeras anotaciones ha sido que no duermen en catres sino en coys, que es una pieza de tejido de malla en forma de rectángulo que, colgado de sus extremos, sirve de cama a bordo. Guarda en la memoria, para también contarlo, que una noche hubo una especie de torneo en el que cada aspirante debía contar un chiste, cantar, recitar una poesía o hacer alguna gracieta. Él, como no sabe cantar ni es muy gracioso contando chistes, optó por recitar un fragmento de la Canción del pirata de Espronceda; la que comienza diciendo: Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela…También ha anotado para contarlo, pues sabe que a su madre le va a gustar mucho, que al ocaso el oficial de guardia hace una llamada: ¡Atención dotación, oración! Y a continuación todos rezan: Tú, que dispones de viento y mar, haces la calma y la tempestad. ¡Ten de nosotros, Señor, piedad! ¡Piedad, Señor. Señor, piedad! Tras la oración se dan las buenas noches del más moderno al más antiguo.

   El navío deja atrás las Rías Bajas y al llegar a las Altas un rumor vuela entre la tripulación: van a fondear en el puerto de Ferrol, que junto con Cádiz y Cartagena forman los tres Departamentos marítimos en que está organizada en la península la Marina española. La ciudad cuenta además con un importante arsenal y varias escuelas de especialidades náuticas, así como el Tercio Norte de Infantería de Marina.

   Al día siguiente de la arribada a Ferrol, por la mañana llevan a los aspirantes a visitar el arsenal y los astilleros y por la tarde quedan francos de ría. El programa oficial aconseja visitar el Museo Naval o la Sociedade Galega de Historia Natural, pero la mayoría de los alumnos, y entre ellos Álvaro, optan por darse un garbeo por el barrio de La Magdalena que es la zona comercial y de ocio de la ciudad. Y, una tras otra, recorren sus calles principales: Real, Magdalena, Igrexa, Dolores, Galiano y María. Entran y salen de los bares e intentan ligar a alguna rapaza con escaso éxito. Al finalizar la tarde, Álvaro, que nunca fue un gran bebedor, está hasta arriba de tazas de ribeiro y albariño. Y no se ha ligado a ninguna moza. A una a la que se le acercó, se lo quitó de encima espetándole:

   -¿Es parvo ou qué?

   Al día siguiente, el Cataluña suelta amarras y, al pasar por el estrechamiento de la bocana de la ría, la tripulación puede contemplar los castillos de San Felipe y A Palma, uno en cada orilla. A principios de la tarde el buque dobla el cabo Ortegal, la segunda punta más al norte de la península Ibérica. A su altura, apuntando al faro que lo señala, un marinero de la dotación, y que es natural de la zona, le comenta a Álvaro que esa cornisa gallega está festoneada por acantilados de rocas negras y afiladas como los llamados Aguillóns, tres peñascos donde muchos pescadores de percebes -los llamados percebeiros- se dejan la piel para conseguir el rico marisco.

   Doblado Ortegal, el navío vira avante en dirección este y cuando sobrepasa el cabo de Estaca de Bares -el punto más septentrional de la costa norte española- entra en las gélidas aguas del Cantábrico. Dejan atrás la costa del Principado de Asturias, luego el litoral santanderino y finalmente arriban a las costas de las provincias Vascongadas. Los que no la conocen están ansiosos por visitar la ciudad de Bilbao que es la ciudad más cosmopolita de la costa norte y donde Álvaro piensa comprarle una chapela a su padre.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, La segunda generación, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 170. San Martín Caballero, a ti me encomiendo