"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 26 de febrero de 2021

Libro II. Episodio 81. Una conspiración de andar por casa

 

   Pilar está tremendamente disgustada, las dos personas que le son más queridas están enemistadas y no parece haber forma de que se reconcilien. Para ella se ha convertido en una obsesión lograr que ese antagonismo termine. Ha conversado por separado con ambos tratando de hacerles entrar en razón, solo Julia está predispuesta a la paz, su hijo no y es tajante.

   -No haré las paces mientras esa mocosa me siga robando clientes.

   La concisa razón que esgrime Julio le abre un portillo de esperanza, pues sabe que el primer paso para solucionar un problema es hallar sus raíces y su hijo acaba de decirle cuales son. Si el motivo de su inquina es meramente profesional, por ahí es por donde debe buscar la solución. Se estruja las meninges para encontrar una forma de que la competencia entre los negocios de ambos desaparezca o al menos se atempere. Tras mucho meditar encuentra un posible arreglo: la especialización. La idea básica es que cada tienda, en lugar de vender todo el amplio espectro de artículos de droguería, se especialice en determinados segmentos y deje el resto para la otra. Lo complicado es cómo articular ese quid pro quo. No encuentra la respuesta hasta que una conversación escuchada al desgaire en el mercado en que hace la compra le da una pista.

   -… pues en vez de polvos de arroz, irás mejor maquillada si vas a la droguería del Bisojo y le pides a la encargada que te recomiende una buena crema para la cara, así lograrás un maquillaje adecuado y que te puede favorecer mucho más.

   -¿Quién es la encargada?

   -Se llama Julia, y de maquillaje sabe lo que no está en los escritos.

   A partir de ahí, Pilar desarrolla su plan. Que ambas droguerías, en vez de hacerse una competencia despiadada, lleguen al acuerdo de no enfrentarse, de no tirar los precios, de respetar las temporadas de rebajas y, sobre todo, de que se especialicen en determinados productos en lugar de vender el amplio espectro que almacenan. Puesto que Julio, desde los tiempos en que alijaba medicinas a Portugal, se ha especializado en productos paramedicinales, que sea solo él quien los venda. A su vez, Julia que, con su francés elemental y su savoir faire, se lleva la palma en la venta de artículos pour la femme sea la única que los ofrezca. La facturación de ambos contingentes es similar, lo que comporta que lo que dejen de ganar por no vender los artículos que en exclusiva tiene el otro, lo recuperen por los que únicamente vendan ellos. No es que sea una solución perfecta, pero es la mejor que se le ocurre. Al llegar aquí se apercibe de otro problema: su hijo decide por sí mismo, pero Julia debe contar con el visto bueno de su patrón. Duda entre si hablar con el Bisojo o con Julia, al final opa por la joven y decide contárselo todo; tiene plena confianza en su madurez, su sentido común y en el hecho de que ha mostrado estar dispuesta a reconciliarse con su hijo.

   -Julia, sabes que para mí es un auténtico suplicio el hecho de que las dos personas que más quiero en el mundo estéis enemistadas. Para intentar solucionarlo he pensado un plan que no sé qué te parecerá. Como confío plenamente en tu sensatez y discreción eres la primera persona a quien se lo cuento. Verás… -Y la maestra le cuenta a su pupila el plan que ha urdido-. Y bien, ¿qué te parece?, ¿puedo contar con tu anuencia?

   Julia se da un tiempo para analizar lo que acaba de explicarle su mentora.

   -No me parece mal, doña Pilar pero será complicado llevarlo a cabo. No sabemos qué opinará Julio y, por otra parte, temo que el señor Elías se va a negar en redondo. El enfrentamiento con su hijo lo ha convertido en un problema personal.

   -Ya contaba con el escollo de tu patrón, por eso te pido que antes de dar el siguiente paso hables con él y le cuentes el plan, pero como si fuese idea tuya. Dado que te suele hacer caso es la única oportunidad que tenemos para que lo acepte. Lo dejo en tus manos y te ruego que hagas todo lo posible para convencerle.

   Julia piensa como presentar el plan al señor Elías para persuadirle de que es una buena idea. Las ventas han mejorado, pero no han recuperado los índices de cuando el Bisojo tenía la única droguería de la ciudad. Ahora siempre están a expensas de que Julio introduzca novedades en la explotación de su tienda que les fuerce a realizar nuevas y gravosas inversiones. Por eso Julia cambia el objetivo del plan de Pilar, en vez de ser un medio para el entendimiento entre Julio y ella, lo presenta como el instrumento para evitar futuros y peligrosos choques con la competencia y que, al mismo tiempo, servirá para dar estabilidad al negocio.

   -… y eso es lo que he ideado, señor Elías. Carreño sigue siendo un peligro para nosotros pues cuenta con un inversor que nosotros no tenemos. Sé por doña Pilar que el tío Bronchales le tiene prometido que puede contar con cualquier cantidad que necesite para ampliar su negocio. Y si decide ampliarlo, hacer más campañas de rebajas o tirar los precios no vamos a poder competir con él.

   -Te agradezco una vez más el interés que demuestras, algo que solo hace una persona leal y comprometida como tú. Sabes que todas tus propuestas las he hecho mías, pero este plan no me convence. Durante más de treinta años he sido el único droguero de la ciudad, en cambio el judas del Carreño no es más que un advenedizo. Si alguien tendría que dar el brazo a torcer debería ser él.

   -No hablo de cerrar ni una tienda ni la otra, hablo de convivir en paz, de no estar permanentemente con la angustia de lo qué vaya a pasar la próxima temporada. Mire, señor Elías, en el fondo el plan no es más que un cortafuego con el que evitar posibles incendios que quizá no podamos apagar.

   Lo que no ha conseguido Julia con sus razonamientos, sorprendentemente lo consigue con la metáfora del cortafuego. Al final, el Bisojo da su visto bueno para que negocie con Carreño, pero reservándose la última palabra. A la chinata le falta tiempo para contarle a su mentora el éxito de su embajada. Ahora Pilar deberá buscar un pretexto para reunir a ambos en un campo que sea neutral y en el que Julio se vea obligado a comportarse cortésmente. Cuando le cuenta a Etelvina el plan ideado, su vieja amiga le brinda una posible solución para la reunión.

   -Si buscas un campo neutral te ofrezco mi casa.

   -¿Pero y con qué motivo los reunimos allí?

   -Podemos inventar cualquier excusa…, por ejemplo, decir que es mi cumpleaños y con ese motivo puedo invitaros a los tres a comer o a merendar, lo que te parezca mejor.

   Pilar acepta pero con reparos.

   -Podría servir, pero sería mejor organizar una cena. A mediodía no tienen mucho tiempo libre y a la hora de merendar están en la tienda. Quizá una cena…, aunque como deberían tener tiempo para una sobremesa larga tampoco es el momento más adecuado.

   -Mi querida Pilar, a veces eres un saco de contradicciones. Has sido capaz de urdir un plan tan complejo y ahora te ahogas en un vaso de agua para encontrar el momento adecuado. Organicemos la comida un domingo, día en que ambos tienen todo el tiempo del mundo y así la sobremesa puede alargarse lo que haga falta.

   Ahora le resta a Pilar la empresa, que no es pequeña, de convencer a su hijo de que asista al falso cumpleaños de Etelvina; con Julia sabe que cuenta.

   -Etel, dame alguna idea para convencer al cabezota de mi hijo de que asista a la comida que estamos tramando.

   -Así a bote pronto no se me ocurre ninguna, pero con la imaginación que tienes a buen seguro que encontrarás como hacerlo. Ah, una cuestión que debes plantearte es si le dices a tu hijo que también estará Julia o se lo ocultas.

   -Mira me acabas de dar la solución. Lo que haremos es que a Julio le invitarás tú, te conoce desde crío y te tiene cariño. Y si te pregunta quienes más asistirán, dile la verdad, que también nos has invitado a Julia y a mí. Como además de tenerte cariño te respeta, no se atreverá a negarse.

   Como Pilar había pronosticado, su hijo no es capaz de negarse a la invitación de Etelvina aunque, cuando la comadrona le cuenta quienes serán los demás invitados, tuerce el gesto al oír el nombre de Julia. El día de la casera conspiración, Pilar insta a Julia que se acicale todo lo posible, que luzca sus mejores galas y que huela como las mismas rosas. Que se presente, más que como una competidora, como lo que es: una jovencita encantadora por quien suspiran un buen puñado de mozos. Y le aconseja que no lleve el peso de la conversación, que le dé carrete a Julio, y que no pierda los nervios diga lo que diga su hijo. El objetivo es convencerle y para ello hace falta tacto, saber escuchar y una buena dosis de paciencia.

   Etelvina, con la ayuda oculta de Pilar, se ha esmerado. Ha preparado una mesa modesta, pero en la que no falta detalle. En cuanto llegan los invitados, los lleva al saloncito, les ofrece un aperitivo para que vayan haciendo boca y luego se va.

   -Pilar, ¿me ayudas a terminar el primer plato, por favor?

   Ambos rivales quedan solos, pero siguen sin hablarse. Julio continúa mirando a la chinata con cara de pocos amigos. La joven mantiene el tipo y, como le aconsejó su maestra, trata de mostrarse paciente y dispuesta a escuchar.

   -Julio, por favor, tú que eres hombre de mundo, ¿qué vino será mejor para acompañar esta fuente de embutidos, el clarete del Burgo de Osma o el rioja?

   Lo de hombre de mundo ha complacido a Julio, aunque continúa sin desarrugar el ceño.

   -El clarete.

   -Y para acompañar las gambas, ¿cuál sería más indicado, el rueda o el pitarra?

   -Donde esté un rueda que se quite el pitarra.

   -Es fascinante, ¿dónde aprendiste tanto de vinos?

   Sin pensarlo, Julio se lanza a explicar todo lo que sabe de enología y las diferencias entre blancos y tintos, rosados y claretes, secos y dulces. Y poco a poco, explicación a explicación, su ceño comienza a desaparecer. Enfrascados en animada charla los encuentran Pilar y Etelvina que se miran y sonríen, su conspiración de andar por casa parece haber comenzado con buen pie.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 82. Llegar a un quid pro quo

viernes, 19 de febrero de 2021

Libro II. Episodio 80. Gaudeamus igitur

 

   En 1902 la vida de Julio Carreño empieza a experimentar algunos cambios respecto a años anteriores, aunque en los negocios está teniendo dos hándicaps importantes: uno es que la tienda del Bisojo, bajo la dirección de la mocosa de Julia, pues así la tilda, le sigue quitando clientes; el otro es que no se ha atrevido a rehacer la red de contrabando que tejió con el Hurón, que sigue en prisión. En consecuencia, sus ingresos han disminuido, aunque aún continúa ganando más que suficiente para llevar una vida aburguesada. Sigue acudiendo casi diariamente al casino y alguna que otra noche, y sobre todo los fines de semana, se suma a alguna de las partidas de cartas que allí se juegan en las que a veces las apuestas alcanzan cifras importantes. Lleva camino de volver a los tiempos en que se dejaba la mayor parte de las ganancias de los alijos en los mugrientos garitos a ambos lados de la Raya. Algunos de sus amigos ya le califican de ludópata, todavía no lo es pero lleva camino. En cuanto a su vida sentimental, sigue soltero y sin compromiso y no da la impresión de querer cambiar de estado pues prosigue con sus aventuras con mujeres casadas. No es que sea un casanova ni que dedique demasiado tiempo a correr tras las faldas, pero al tener una mayoría de clientes femeninos cuenta con mayores probabilidades de entablar relaciones con facilidad, ya que se ha convertido en todo un experto en dar palique a las compradoras, da igual que sean jóvenes o viejas, solteras que casadas, guapas o feas; para todas tiene una palabra amable, un detalle galante. El resultado no podía ser otro: las mujeres se lo rifan y, naturalmente, las solteras son las que le ponen mejor cara pues dentro del comercio placentino ha pasado a ser uno de los solteros más codiciados. A las mozas en edad de merecer las galantea sin pasarse, pero siempre termina decantándose por las casadas porque como explica a Pascual López, uno de sus contados amigos, tiene razones para ello.

   -¿Qué por qué prefiero las casadas? El motivo es simple, ¿conoces alguna soltera cuya meta en la vida no sea casarse? Si te lías con una de ellas, y te la llevas al huerto, corres el peligro de que si tienes un descuido tengas que casarte de prisa y corriendo. Y a lo peor no es la mujer ideal con la que todos hemos soñado alguna vez. En cambio, con las casadas ese peligro no existe.

   -Pero algún día habrás de casarte, ¿o es que no piensas tener hijos?

   -Para serte sincero lo de tener hijos es algo que no me he planteado, lo de casarme sí, pero antes pienso divertirme todo lo que pueda mientras sea joven. Gaudeamus igitur, iuvenes dun sumus, dice una canción que entonan los universitarios, y que procuro poner en práctica siempre que puedo.

   -Bueno, no tan joven, ya estás en la treintena y a esa edad la mayoría, por no decir todos, nos hemos casado y hasta somos padres.

   -Sí, pero tú, y los que son como tú, todas las noches os acostáis con la misma hembra, en cambio yo renuevo de pareja siempre que tengo ocasión.

   En cuanto a Julia Manzano, sigue introduciendo cambios en la tienda del Bisojo con lo que al final del año fiscal las cifras son cada vez más jugosas. El patrón la ha puesto en el mostrador y la ha nombrado encargada y, pese al poco tiempo que lleva despachando, se está convirtiendo en una consumada vendedora. Buena prueba es que se ha hecho con gran parte de la clientela femenina que frecuentaba la tienda de Julio. El tío Elías está que no cabe en sí de gozo. Su joven encargada le está dando en las narices al judas de Carreño, pagándole con su misma moneda. Como les cuenta a sus amigos:

   -Es que tendríais que verla, que remango, que modales y que labia tiene. Los clientes, sobre todo si son mujeres, entran por un artículo e igual salen con varios. Es una auténtica joya, no creo que, a pesar de lo jovencita que es, haya en la ciudad una vendedora como ella.

   -Pues si la muchacha vale tanto como dices, ten cuidao no te la vayan a birlar que dependientes hay muchos, pero buenos no tantos.

   -Ya lo han intentao. El último ha sido Galiana, el de la ferretería. Le prometió el oro y el moro, pero Julia le dijo que nanay. Y es que además de ser una joya, me es leal.

   En el plano emocional, también la joven chinata está viviendo sus mejores momentos desde que se hizo moza. Sus veinte años la han convertido en una mujer de la que es difícil olvidarse. No tanto por su rostro, agraciado sin ser una belleza, ni por su tipo, puesto que es más bien angulosa y sin redondeces exageradas que tanto gustan a algunos hombres. Si destaca sobre las demás es por su simpatía, su inteligencia y su saber estar. Todo ello hace que, en el ámbito de la naciente clase media de la ciudad, sea una de las solteras con más moscones a su alrededor a los que trata amablemente, pero a los que les para los pies de manera tajante cuando alguno pretende tener una relación más formal. Risas, charlas, paseos e incluso bailes, pero nada de cortejos en serio. Continúa viviendo con doña Pilar a quien a veces le cuenta alguna de las proposiciones que los mozos más lanzados le hacen. La maestra sigue aconsejándola que se lo piense detenidamente antes de entregar su corazón, algo que la joven parece seguir al pie de la letra.

   -Hoy tengo novedades, doña Pilar. Paquito, el de la pastelería Ruano, me ha pedido relaciones.

   -¿Y qué le has contestado?

   -Le he dicho que me lo pensaré.

   -¿Pero sientes algo por él?  

   -Nada, solo que me hace reír.

   -Si solo te hace reír y no sientes nada más no has hecho bien dándole falsas esperanzas. Es más correcto que le digas la verdad, que te hace gracia, pero que no espere nada más.

   La muchacha queda pensativa, no le ha gustado demasiado la respuesta de su mentora por lo que decide cambiar de conversación.

   -¿Qué le parecen estos polvos para la cara?, ¿cree que me favorecen?

   -Me favorecerían más a mí, pero a ti con tu cutis y tus años lo que más te favorece es llevar la cara bien lavada con agua y jabón. Con esa cara y ese tipo no necesitas ninguno de los potingues que vendes en tu sección pour la femme.

   -Doña Pilar, eso no se lo aconseje a mis clientas que me arruina el negocio y también el de su hijo –responde con una sonrisa pícara.

   -Hablando de Julio, ¿habéis hecho las paces?

   -Por mi parte las hubiéramos hecho hace mucho, pero su hijo se ha subido al guindo y de ahí no hay quien le baje.

   -¿Se muestra grosero y descortés contigo?

   -No, pero me echa unas miradas como si fuera su peor enemigo, eso cuando me mira que lo habitual es que me ignore, como si yo no existiera. Y crea que lo siento de verdad, porque es su hijo y porque siempre se portó bien conmigo. A mí me encantaría que me tratara de otro modo, me gustaría hablar con él del negocio y de cómo podríamos mejorarlo, pero no hay manera.

   -Se le terminará pasando. No hay enfado que cien años dure.

     Lo que cuenta la joven es la verdad. Julio lleva fatal que una mocosa, que acaba de cumplir veinte años, se le haya subido a las barbas en el terreno profesional. El mañego sigue siendo el número uno de la ciudad en cuanto a venta global de productos de droguería, pero cada día que pasa la mocosa se le está acercando más. Y eso es algo que su orgullo no soporta de ninguna manera. Por si faltara algo, hasta le molesta el hecho de que sus amigos le comenten que su directa competidora se haya transformada en un bombón que lleva de cabeza a más de uno.

   -La verdad es que no sé qué le ven. Para mi gusto es demasiado delgada, tiene el pelo de un color indefinido, la nariz demasiado fina, los ojos más bien chicos, la barbilla excesivamente pronunciada y encima tiene pecas –comenta Julio a sus amigos.

   -Pues para no gustarte te la conoces al dedillo. ¿De cuántos de tus amoríos podrías decir lo mismo?

   -Admito que haya patanes que les parezca que es una beldad, pero a mí no me da ni frío ni calor, me parece una de tantas.

   -Pues para ser una de tantas no veas la de tíos que andan tras ella. Y, según dicen, les da cuerda, pero les para los pies en cuanto alguno pretende ir más lejos –insiste un amigo.

   -A mí dame carne donde uno pueda agarrarse y no palitroques como esa mocosa.

   -Hombre, que también tiene téticas y un buen culete.

   -Tú es que eres de los que si a los carabineros les pusieran falda también te gustarían.

   La mala relación entre la chinata y el mañego es la causa de que Julio visite con menos frecuencia a su madre puesto que Julia continúa viviendo en su casa. Procura ir a horas que no encontrará a la mocosa. Y cuando se tropiezan es habitual que el joven droguero le lance alguna puya irónica e incluso hiriente. Algo que Julia lleva mal, porque sigue admirándole desde que le dio clases de contabilidad.

   -¿Qué tal, mademoiselle?, me han dicho que te has convertido en toda una experta vendiendo productos nacionales haciéndolos pasar por franchutes.

   -Quien te haya dicho eso, miente. No engaño a nadie. Lo que hago es decirles que tal o cual artículo es parecido a uno francés, pero nunca hago pasar gato por liebre.

   -¿También es mentira que a algunas clientas en vez de señoras las llamas madames?

   -¿Y qué de malo hay en ello?

   -Tienes más picardía que un gitano y más mañas que un chalán.

   -Y tú tienes la delicadeza de un adoquín.

   Que Julia conteste en el mismo tono conque Julio la interpela es una novedad. Al principio, la muchacha se limitaba a callarse ante las invectivas del mañego, pero se cansó de tener que soportar las diatribas de Julio y ahora le paga con la misma moneda. Sus enfrentamientos a veces son tan agrios que doña Pilar ha de intervenir para que los roces no pasen de ahí. Que las dos personas a quienes más quiere se lleven rematadamente mal es un calvario para la maestra que no sabe cómo pacificar su enemistad. Ha hablado por separado con ambos, Julia está predispuesta a la reconciliación, pero su hijo no tiene ninguna intención de enterrar el hacha de guerra, no mientras la chinata le siga robando clientes.

   -¡Jesús, qué calvario!  ¿Cuánto acabará? –se pregunta Pilar.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 81. Una conspiración de andar por casa

viernes, 12 de febrero de 2021

Libro II. Episodio 79. Matrimonio y mortaja del cielo bajan


   Han llegado las Navidades de 1891 y Julia se ha ido unos días a Malpartida a pasar las fiestas con su familia. Con lo que ha ahorrado ha comprado regalos para todos, que la reciben como si fuera una heroína. Es la primera mujer de los Manzano-Barrado que trabaja fuera del seno familiar. Una vez comenzado el nuevo año, Julia regresa a Plasencia ya que para la festividad de los Reyes Magos se incrementa el trabajo en la tienda, dado que la tradición marca que ese día los niños reciban toda suerte de regalos y, por extensión, también los adultos.

   Para el comercio del Bisojo todo son buenas noticias desde que Julia lo dirige. La operación de venta de la mercancía excedente está yendo a un ritmo superior al previsto. El comerciante de Zarza la Mayor, que se encarga de exportarla a Portugal, ha demostrado ser muy eficaz. La joven también ha conseguido que una industria química, radicada en Flix, se quede con la mayoría de productos que habían caducado, no van a percibir mucho dinero, pero es un ingreso con el que no contaban. Y ha renegociado la compra de nuevos artículos de forma que los pagos se hagan a noventa días, con lo que el ahogo financiero que tenían se ha atenuado. El tío Elías está que no se lo acaba de creer, ¡lo que está logrando su nueva empleada! Cuando se lo cuenta a alguno de sus escasos amigos siempre termina con el mismo remoquete:

   -Y eso que aún no ha cumplido los veinte años, ¿qué hará cuando tenga unos cuantos más? Es una joya esa muchacha.

   A pesar de los muchos avances en la marcha de la vieja droguería, la “joya” es consciente de que resta mucha tela por cortar. Ha conseguido tapar muchos agujeros, pero el barco sigue teniendo vías de agua que lastran su navegación. Es lo que refiere a su maestra.

   -Ya no sé cómo mejorar la situación, doña Pilar. Hemos logrado que las ventas repunten, pero los beneficios siguen siendo escasos. Después de cubrir todos los gastos, lo que le queda al señor Elías es una miseria. Y lo que es peor, no se me ocurren nuevas ideas.

   -Pues cuando no se sabe innovar siempre queda un remedio: copiar.

   -¿Copiar qué, a quién?

   -¿Cuántas droguerías hay en la ciudad? –es la repuesta de Pilar.

   Julia pronto encuentra sentido al sutil interrogante de su mentora. A quien tiene que copiar es a Julio, emular las mejoras que el mañego ha implantado en su tienda y que tan bien le funcionan. Como sabe que una de las causas de que Julio venda mucho más que ellos es la sección de artículos femeninos, le plantea al Bisojo crear una sección similar.

   -¿Y eso supondrá gastos adicionales? –quiere saber el viejo droguero, siempre preocupado de que los gastos no se disparen.

   -Quizá alguno, pero de escasa cuantía. Creo que bastará remodelar un pequeño sector de las estanterías en el que reuniremos todos los artículos femeninos y le pondremos un rótulo que haga alusión a la mujer, y además en francés para que parezca más chic.

   -Pero, hija, ¿quién entiende francés entre nuestras clientas?

   -No importa, pero hasta las analfabetas saben que el rímel, los coloretes, las cremas o los perfumes más famosos son franceses. Y aunque los artículos que vendemos son casi todos nacionales siempre podremos decir que son imitación o parecidos a sus homólogos franceses.

   -Bueno, por probar poco perdemos.

   Las primeras semanas de la puesta en funcionamiento de la sección, a la que Julia ha puesto el pomposo nombre Pour la femme, pasan sin pena ni gloria para la clientela, hasta que una tarde entra en la tienda una de las damas de la alta burguesía local. Julia, que sabe quién es, la atiende personalmente, desempolva sus limitados conocimientos de francés y publicita la sección como si todos los artículos procedieran del país galo.

   -Pero aquí pone que el perfume está fabricado en Barcelona –le replica la cliente.

   -Sí, doña Leonor, pero es una copia exacta del original francés y mire si es bueno que lo usan actrices tan famosas como las hermanas Lamadrid o Elisa Mendoza, y hasta la cupletista Pilar Cohen, la que canta la Pulga en el Apolo.

   Se lo creyera o no, pero la cliente se llevó el perfume y, al parecer, la información ha

empezado a correr entre la clientela adinerada de la ciudad que pronto comienza a entrar, cada vez en mayor número, en la droguería del Bisojo. A esas clientas, de marcado poder adquisitivo, las atiende siempre Julia que se deshace en alabanzas sobre su savoir faire y lo chic de sus atuendos. Como en el comercio, al igual que en la física, cuando algo sube su opuesto baja, las ventas de artículos femeninos de la droguería de Julio caen en picado. No es lo mismo la parca palabrería de Antonina, la dependienta de la tienda del mañego, que escuchar a Julia diciendo a sus clientas vous êtes très chic.

   Julio acusa inmediatamente el golpe y se queja de lo que considera que es competencia desleal, pues su rival ha copiado casi literalmente lo que él impuso como una novedad en su día. Puesto que conoce bien las virtudes y limitaciones del Bisojo, no se le oculta que no ha podido ser el autor de la copia, ha de ser alguien con una mentalidad moderna y un conocimiento más profundo del mundo femenino y todo apunta a un nombre: Julia Manzano.

De lo que se queja a su madre.

   -Tu alumna predilecta no sabe lo que es la deontología profesional. Copia igual que los malos estudiantes. No sé qué le has enseñado, pero a tener pundonor desde luego no.

   -¡Cómo vienes hoy, hijo! ¿Qué mosca te ha picado?

   -Pues que tu pupila no tiene vergüenza. Me ha copiado la sección de artículos para la mujer y me está haciendo la santísima. Las ventas han disminuido un montón.

   -Lo siento, hijo, pero supongo que en el comercio no hay maneras exclusivas de vender. Y si te ha copiado deberías estar orgulloso, pues quiere decir que la tuya era una buena idea.

   -Es increíble, madre, que todo lo que hace la Julita de marras te parezca bien. Pero lo que está haciendo es, ni más ni menos, que competencia desleal.

   -No estoy de acuerdo, hijo. Si mal no recuerdo la competencia desleal se refiere al comportamiento de cualquier empresario o profesional que resulte contrario a las exigencias de la buena fe.

   -Perdona, pero te has quedado corta. También es competencia desleal cuando una acción no se ajusta a las prácticas que se consideran honestas en el mercado o que busca distorsionar el comportamiento del cliente. Y eso es lo que hace tu alumna, con más maña que vergüenza. Les cuenta a las clientas que sus artículos o son franceses o imitaciones de ellos y encima se lo dice chapurreando en francés.

   -La solución es fácil: haz tú lo mismo. Vende esos productos hablando francés, algo debes de acordarte del bachillerato.

   -Esa sección la lleva Antonina y a estas alturas no me voy a poner a enseñarle cuatro bobadas en franchute.

   -Entonces no te quejes, Julia hace lo que cree que es mejor para los intereses de quien le da a ganar el pan. Y no veo la falta de deontología por ninguna parte.

   -Esa chiquilla te ha comido la chinostra. Todo lo que hace te parece de perlas, aunque le haga la santísima a tu hijo. Me decepcionas, madre, y mucho –afirma Julio muy enfadado con su madre.

    La maestra se amohína, las últimas palabras de su hijo la han herido, aunque reconoce que hay mucho de verdad en lo que ha dicho. Le ha tomado tal cariño a Julia que casi la considera una hija y nada de lo que hace le parece mal.

   Julio, que sigue cabreado con la competencia que le hace la tienda del Bisojo, a la que la gente comienza a llamar la droguería de Julia, opta por olvidarse de ello y la mejor manera que conoce de ignorar los problemas profesionales es meterse en la cama con su última aventura: Aurora, casada con un terrateniente casi septuagenario que le lleva a su mujer más de treinta años. La conoció como clienta de su tienda y enseguida intuyó que podía ser una presa fácil, y así fue. Aurora, a quien su esposo tiene muy desatendida, comenzó haciendo oídos a los medidos requiebros del joven droguero y terminó metiéndolo en su cama. Julio no se hace demasiadas ilusiones, sabe que la relación se basa en el sexo y que más pronto que tarde uno de los dos, o ambos, se cansará y la historia acabará. Lo peor es si el cornudo del marido se entera, porque entonces el final puede tener un tinte más problemático.

   A la que le están saliendo pretendientes como hongos es a Julia. El hecho de que sea la única mujer de la ciudad encargada de un comercio siendo tan joven y que sea tan atractiva como simpática, han hecho subir mucho sus acciones en la bolsa de las mozas en edad de merecer. Pero quizá el aspecto que más encandila al mocerío masculino es que les pone buena cara a todos, aunque hasta el momento no se ha inclinado por ninguno. Y es que sigue al pie de la letra los consejos de su mentora.

   -Ten en cuenta, Julia, que el matrimonio es para toda la vida. Por tanto, has de elegir con sumo cuidado al hombre que te llevará al altar.

   -A mí me gustaría casarme enamorada.

   -Eso es fundamental para ser feliz. Si no lo estás, el matrimonio acaba convirtiéndose en una pesada carga, pero también has de tener en cuenta que un matrimonio de amigos suele durar más que uno de amantes. Lo que quiero decir es que además del amor debes buscar más cosas en el hombre que elijas: que tengáis aficiones e intereses comunes, que seáis capaces de dialogar o de estar callados sin que ello os amohíne y que también te guste físicamente. Las noches pueden hacerse muy largas si tienes a tu lado a un hombre que no te dice nada.

   -Que difícil lo pone, doña Pilar. ¿Dónde voy a encontrar tal joya de hombre? –pregunta, medio en serio medio en broma, Julia.

   -Eso es difícil y quizá sea la causa de que haya tantas o más parejas infelices que felices.

   -¿Y cómo sabré que he encontrado al hombre que me hará feliz?

   -No lo busques, el día menos pensado alguien hará que tu corazón lata más aprisa y tu mente se llenará de mariposas, te habrás enamorado. Y en última instancia recuerda lo que dice el dicho popular: matrimonio y mortaja del cielo bajan.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 80. Gaudeamus igitur

viernes, 5 de febrero de 2021

Libro II. Episodio 78. ¿Qué me he perdido?

   Julio está al día de la evolución de las ventas del Bisojo y sabe que, si continúan bajando al ritmo que lo están haciendo, su competidor no podrá aguantar mucho más de un año. Es lo que le cuenta a su madre.

   -Como sigan así, es muy posible que en poco tiempo tu ahijada se pueda quedar sin trabajo. Todo el esfuerzo que hiciste para encontrarle un empleo se va a ir al garete. Si te digo la verdad, me da un poco de pena. Eché muchas horas en esa tienda y le tenía apego, y al viejo le tengo que agradecer lo mucho que me enseñó sobre el negocio pese a nuestros desencuentros, pero la realidad es la que es, y al ritmo de pérdidas que lleva tiene los días contados.

   -Yo no enterraría tan alegremente a tu competidor. Julia es una luchadora nata y si algo puede hacerse para que esa tienda renazca, estoy convencida de que es la persona idónea.

   -¿Una salvadora de dieciocho años? –se burla Julio.

   -De diecinueve. Y a propósito, como no lo celebramos en su día voy a organizar una fiesta en casa para festejarlos. Por supuesto, estás invitado.

   -Gracias, madre, ¿pero qué pinto en una fiesta de adolescentes?

   -No tan adolescentes. ¿Cuánto hace que no ves a Julia?

   La jovencita a la que aludía Pilar, tras terminar de poner en orden las cuentas y el inventario de la droguería, tiene una larga conversación con su patrón. Le cuenta el resultado de su trabajo y le plantea que, con los ingresos que la tienda está generando, el negocio no podrá subsistir mucho tiempo. Necesita que le inyecten capital extra y si no cambia la tendencia de las ventas su dueño acabará por descapitalizarse.

   -¿Y qué se puede hacer? –pregunta, preocupado, el Bisojo.

   -Muchas cosas, menos cruzarse de brazos. Respecto a las existencias, lo primero es saldar los géneros que tenemos en exceso. Hay una cifra importante de dinero inmovilizado que no produce nada y que al ritmo actual de ventas se tardará años en amortizar. Tenemos que vender esos productos con ofertas de tres por dos o rebajándolos aunque sea tirando los precios. En cuanto a los productos caducados hemos de ver cómo les podemos sacar algún provecho y si no fuera posible tendremos que tirarlos, están ocupando un espacio que necesitaremos para las nuevas compras. También podríamos publicitar aquellos artículos de los que no había constancia de su existencia. En definitiva, aumentar los ingresos y reducir los gastos. Y llegado aquí, tengo el deber de ser leal con usted, aunque no sea la persona más indicada para lo que voy a proponerle. Una forma de reducir gastos es eliminar empleados, no puede permitirse tener dos. Y como soy la última en llegar, y no tengo experiencia alguna en el mostrador, debería despedirme.

   -¿Pero cómo voy a despedirte, criatura, si hace menos de dos meses que te contraté?

   -Porque no puede permitirse pagarme lo que me paga. Y con las ventas actuales tiene suficiente con Lupe. No crea que no me duele decir esto, porque el empleo que me ha ofrecido es lo más bonito que me ha pasado, pero precisamente por haberse portado tan generosamente conmigo debo ser leal con usted y tengo que decirle la verdad, aunque me duela.

   -Si solo puedo pagar a una empleada despediré a Lupe y me quedaré contigo.

   -No puedo admitirlo, señor Elías, y usted no puede permitirse semejante cambio. No sé vender, no sé cómo tratar a los clientes y no tengo suficiente conocimiento de las existencias como para aconsejar a un cliente sí duda entre dos productos. De quedarse con una debe de ser Lupe, sin dudarlo. Lo que puedo hacer por usted es seguir llevándole las cuentas cobrando la mitad de lo que ahora me paga o menos si fuera necesario.

   El tío Elías no sabe qué pensar. En sus muchos años en el mundo del comercio jamás se había tropezado con una persona como Julia. Que sea tan sincera, desinteresada e inteligente son virtudes difíciles de encontrar en la misma persona, y más con tan pocos años. Por eso, no está dispuesto a que se vaya.

   -No acepto perderte, Julia, de ninguna manera. Voy a seguir contigo y con Lupe. Al menos, mientras pueda aguantar. Lo que tienes que hacer es pensar cómo podemos salir de este embrollo.

   Dos semanas después Julia vuelve a reunirse con el Bisojo. Tiene propuestas que hacerle.

   -Creo que tengo la solución para poder vender rápidamente los productos de los que tenemos un gran surtido y que nos costará años sacárnoslos de encima. Uno de los chicos que estudiaba el bachillerato conmigo es de Zarza la Mayor, que tiene paso fronterizo con Portugal, y que se encuentra a unos cuatro kilómetros del pueblo portugués de Salvaterra do Extremo…

   -Sé dónde está Zarza –la interrumpe el Bisojo.

   -Pues bien, el padre del chico al que aludía tiene una tienda de ultramarinos en Zarza y a veces algún mayorista le lleva mercancía para venderla en Portugal, aprovechando que Zarza cuenta con aduana.

   -¿Me estás hablando de vender de contrabando nuestros productos? –pregunta, receloso, el Bisojo.

   -No, hablo de una operación totalmente legal. Los impuestos aduaneros que se pagan en los pasos fronterizos deberían ser iguales en todos ellos, pero al parecer no es así. No pagas lo mismo en un puesto muy transitado, como el de Fuentes de Oñoro-Vilar Formoso o el de Badajoz-Elvas, que en un puesto de escaso tráfico comercial como es el de Zarza. Las tasas aduaneras son menores, con lo cual exportar una mercancía por Zarza resulta menos gravoso. Podría pensarse que si es así, ¿por qué no se utiliza más? La respuesta es que lo que se gana en tasas se pierde en el transporte hasta puestos distantes y mal comunicados. Pero nosotros tenemos la ventaja de que estamos relativamente cerca. Mi compañero me dice que, por una módica cantidad, su padre podría encargarse de vender nuestros artículos a un comerciante de Salvaterra do Extremo, ya en territorio portugués, con quien mantiene relaciones comerciales. Es posible que nuestro margen de beneficio sea pequeño, pero si hacemos la operación mataremos dos pájaros de un tiro: nos desharemos de unas existencias que habría que saldar o mantenerlas almacenadas durante años, y haremos caja en un momento en que nuestra liquidez corre peligro. ¿Qué le parece?

   -Que lo de matar dos pájaros de un tiro me parece cojonudo.

   En una pequeña ciudad como Plasencia, todo termina siendo de dominio público y más si se trata de un hecho que afecta a un sector profesional concreto. Por eso, Julio ha sido de los primeros en enterarse de la operación que su directo competidor está realizando con la venta de productos a través del paso fronterizo de Zarza-Salvaterra. El mañego supone al principio que ha sido una hábil jugada del que fuera su mentor, hasta que su madre le cuenta la verdad.

   -No ha sido idea del Bisojo, sino de Julia.

   -No es posible. Eso no puede ocurrírsele a una muchacha de diecinueve años. Alguien ha tenido que soplárselo.

   -Hablando de años, te recuerdo que el domingo celebraremos la fiesta del cumpleaños de Julia, aunque sea a toro pasado. Espero que vengas. Y respecto al plan de la venta a Portugal, tienes que saber la verdad –y le explica lo del chico de Zarza que le contó a Julia lo que hacía su padre aprovechando la laxitud del puesto fronterizo.

   -De todas formas, el mero hecho de haber sabido relacionar lo que le contaron de Zarza con el negocio tiene un mérito extraordinario –reconoce Julio.

   -Vale mucho esa muchacha. Ha sido la mejor de todos los alumnos que he tenido. Y ándate con cuidado que terminará haciéndote la competencia –afirma Pilar entre bromas y veras.

   -Bueno, madre, una golondrina no hace verano. Hasta donde yo sé, sus ventas siguen siendo pésimas. Veremos cómo sale del atolladero esa maravillosa alumna tuya.

   Llega el domingo y Julio, que se ha hecho hombre de costumbres, sigue con su rutina habitual de los festivos. Por la mañana desayuna chocolate con churros, va a misa de doce, luego queda para tomar el aperitivo con algunos amigos, con los que después almuerza en el restorán de moda. Por la tarde su plan también es el acostumbrado: echarse la siesta y luego acudir al casino a jugar unas partidas de monte, con dinero por medio. Ahora que nada en la abundancia ha vuelto a retomar su vieja querencia por el juego y cada vez con mayores apuestas. Si pierde, volverá a casa. Si gana, posiblemente termine la jornada en alguna de las casas de lenocinio de las que tan bien surtida está la ciudad. Al despertar de la siesta recuerda algo: su madre da una fiesta por el cumpleaños de su pupila y le ha invitado. Duda en sí acudir, aquello estará lleno de muchachitas con acné y calcetines cortos, se dice. Pero puede más su curiosidad y decide asistir. 

   Cuando Julio llega a la casa, la fiesta está en la fase en que la cumpleañera desenvuelve los regalos que la mayoría de asistentes le han hecho. El mañego maldice por no haberse acordado de que debería haber traído algo. Aprovechando que nadie se ha apercibido aún de su presencia, da media vuelta y se dirige a la Plaza Mayor donde sabe que unos gitanos tienen un puesto de flores. Va a comprar el ramo más aparatoso, cuando se le ocurre algo.

   -Quiero un ramo de diecinueve rosas.

   -¿Blancas, rojas o rosadas?

   -Son para una jovencita de diecinueve años.

   -Entonces, blancas.

   Cuando Julio llega a la casa, la fiesta se ha transformado en baile. Julia está acalorada y con las mejillas encendidas, pues al ser la homenajeada ha bailado sin parar. Cuando Julio le da el ramo que acompaña con una frase galante, más por cortesía que porque lo sienta, los ojos de la joven brillan y una media sonrisa ilumina su rostro dotándolo de un brillo especial. Julio la mira asombrado, como si la viera por primera vez. ¿Qué se ha hecho de aquella chiquilla a la que le dio algunas lecciones de contabilidad? Porque la que tiene delante no es ninguna chiquilla. Es toda una mujer, joven, pero mujer. Y es…, no sabe que calificativo emplear para definirla, pero sí percibe que tiene algo que la hace diferente y… deseable.

   -¿Qué me he perdido? -se pregunta un tanto perplejo.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 79. Matrimonio y mortaja del cielo bajan