"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 18 de junio de 2021

Libro II. Episodio 97. Si no eres casto, se cauto


   Como hace diariamente, Julia se dirige a la tienda con la tranquilidad de que doña Pilar haya cogido de su mano el embarazoso asunto de la declaración de Julio. En cuanto entra, su compañera Lupe le entrega un sobrecito.

   -Buenos días, Julina. Esto llegó ayer a última hora. Lo trajo un muchacho y dijo que no esperaba respuesta.

   Julia toma el sobre cerrado en el que se lee: A la atención de la Srta. Julia Manzano, y una línea más abajo: Personal. En cuanto reconoce la letra da un respingo, es de Julio. La joven se mete en la trastienda y, nerviosa, rasga el sobre. Dentro hay una nota del tamaño de una cuartilla. Con una mezcla de curiosidad y desasosiego la lee.

   Amada Julia: Olvídate del plazo que tan absurdamente te di, y te pido perdón por ello. Creo que me precipité. Todo cuanto te dije, y hablaba con el corazón en la mano, lo mantengo, pero tras pensarlo mucho he llegado a la conclusión de que en el amor las prisas no son buenas compañeras. Por eso creo que no debe haber plazos para tu respuesta, pues estamos hablando de sentimientos, no de letras de cambio. Tómate todo el tiempo que necesites, sea una semana, un mes o un año. Y, de antemano, te prometo que entenderé y aceptaré la respuesta que me des, sea cual fuere. Mientras, no volveré a importunarte.

   Tu amigo del alma y que aspira a ser algo más,

    Julio

   El contenido de la nota le produce asombro, sorpresa y hasta un punto de decepción. Tras releerla un par de veces, cree intuir entre líneas como si Julio hubiese tirado la toalla, incluso antes de comenzar la pelea. El texto tiene un cierto aire de derrota, de abandono, de fracaso, sensaciones que no cuadran en absoluto con la personalidad del mañego que es un luchador nato. Algo le ha pasado a Julio, se dice la joven, si no fuera porque es su letra diría que esto lo ha escrito otra persona. Como no tiene más datos en que apoyarse, guarda la nota y se dice que a mediodía la comentará con doña Pilar. En cuanto Julia entra en casa, y antes de que pueda decir nada, la maestra le interpela.

   -Cuando he llegado me he encontrado con esta nota de Julio –dice Pilar mostrando una nota de factura similar a la que ha recibido Julia.

   Por toda respuesta, la joven echa mano al bolso y saca la nota recibida.

   -Y a mí me mandó anoche esta, pero no me la han dado hasta esta mañana. ¿Quiere leerla?

   Pilar coge la nota que le tiende Julia al tiempo que le da la suya.

   -Puedes leerla.

   La joven lee la nota que Julio ha enviado a Pilar.

   Madre: No te lo había contado porque creí que primero debía decírselo a la afectada, pero hace tres días me declaré a Julia. Me he ido enamorando de ella poco a poco sin enterarme, hasta que hace unas semanas descubrí que era la mujer de mi vida, la media naranja perfecta que tanta falta me hacía. Estoy hablando de una relación honesta y sincera, como tú querías: formal, sin mentiras ni medias verdades, para convertirla en mi esposa ante Dios y ante los hombres. Cometí el error de darle tres días de plazo para que me contestara, error que ya he subsanado. Como posiblemente le resultará embarazoso verme y tratarme como si no hubiese pasado nada, voy a estar una temporada sin ir por casa, sin que ello suponga que os olvido. Os voy a echar mucho de menos, pero creo que es lo mejor que puedo hacer hasta que Julia tenga una respuesta decidida, sea cual fuere.

   Tu hijo que te quiere con toda su alma y que nunca podrá pagarte cuanto has hecho.

   Julio

   La joven queda pensativa tras leer la nota. Rezuma el mismo aire de tristeza y frustración que la suya, pero sigue sin saber a qué se debe el cambio.

   -Entonces, Pilar, ¿no ha hablado con Julio?

   -No he podido, anoche ya viste que no vino a cenar y todo lo que sé de él es la nota que acabas de leer. Que, por cierto, no es de su estilo, como si la hubiese escrito en un momento de bajón.

   -¡Qué curioso!, eso mismo he pensado cuando he leído la nota que me mandó. Es como si la hubiese escrito otra persona.

      Será por lo que lo se dice de la intuición femenina, pero el instinto de ambas mujeres no las engaña. En sus notas, Julio no ha contado toda la verdad, ni mucho menos. Sus motivos para estar una temporada desaparecido no son los que cuenta, son bastante más prosaicos y, sobre todo, más vergonzosos. Desde hace algo más de una semana, el mañego ha estado experimentando dolor al orinar, escozor en la uretra y tiene los testículos algo inflamados. Al principio no le dio mayor importancia hasta que hace dos días se encontró con la desagradable sorpresa de que el pene supuraba una secreción mucosa y purulenta que le dio muy mala espina. Pese a sus muchas aventuras, nunca ha sufrido enfermedades de transmisión sexual porque siempre ha tenido presente lo que les repetía el páter castrense que tuvo en la mili: si no eres casto, se cauto. Pero ahora los indicios parecen evidentes, algo tiene en sus partes pudendas y no son ladillas, parásitos que sí tuvo en una ocasión.

   Julio se dice que ha de visitar a un médico y mejor si es experto en enfermedades venéreas. Su primera intención es acudir al doctor Lavilla que tiene fama de ser muy bueno diagnosticando, pero inmediatamente la descarta. Es una mala idea acudir con semejante dolencia, aunque todavía no sepa lo que tiene, a la consulta de quien pudo llegar a ser su suegro. Piensa en otros galenos, pero se dice que como le vean entrar en la consulta de cualquier médico de la ciudad antes de una hora ya estará circulando la especie de que Carreño el droguero algo tiene, ha estado en la consulta del doctor equis. No debe hacerlo si es lo que sospecha, pues no es lo mismo que tener una gripe o una indigestión, es algo más humillante. Irá a ver a un médico de Cáceres.

   En todo ese proceso, el mañego no ha cesado un solo segundo de pensar en lo que su posible dolencia puede suponer para la respuesta que está esperando de Julia. Se ha dado cuenta que ha pecado de prepotente al darle a la joven un plazo para que responda a su declaración y más en las condiciones en que se encuentra. Claro que, cuando se declaró, no habían comenzado las manifestaciones más patentes de su posible enfermedad. Ahora la situación ha cambiado drásticamente y no está en condiciones de imponer nada. No cuenta con los conocimientos necesarios para saber hasta que punto la más que posible infección que tiene puede transmitirse por medio del simple contacto, por lo que lo más prudente es poner tierra por medio y estar una temporada sin relacionarse con sus seres queridos. Tras pensarlo detenidamente, decide que lo más adecuado es escribir sendas notas a las dos mujeres de su vida contándoles una excusa que parezca creíble sobre su inmediata ausencia.

   Otra cuestión que se plantea sobre su dolencia es cuál de sus últimas amantes ha debido ser la transmisora. En quien primero piensa es en Aurora, que fue su última aventura, pero hace meses que no la frecuenta. Lo más probable es que sea alguna de las pupilas de la señorita Vero o de algún otro burdel de la ciudad. Bueno, se dice, y qué importa quién me lo ha pegado, el hecho es que tengo algo y debo curármelo antes de que se me caiga la polla a cachos. Tras indagar discretamente que médicos de la capital son especialistas en enfermedades de origen sexual, resulta que solo hay uno, un tal doctor Cobos. No se lo piensa dos veces y coge el tren para Cáceres. Antes de partir ha escrito sendas notas a su madre y a Julia dándoles explicaciones del porqué de su ausencia en los próximos días. Todavía desconoce la posible cuarentena que puede recomendarle el especialista.

   Cuando ve la consulta del doctor Cobos se le cae el alma a los pies. Es cochambrosa, con unos muebles pintados de blanco del año de Maricastaña y unas revistas médicas en la salita de espera que debieron editarse poco después del invento de Gutenberg. No hay enfermera que atienda las visitas, lo hace la que es la propia esposa del médico y no le ha preguntado por sus dolencias ni siquiera por su nombre. Solo le ha dicho que se siente, que el doctor le recibirá en cuanto acabe con el paciente al que está atendiendo.

   -Puede pasar –le indica la mujer.

   El médico, viejo, calvo y con gafas, está sentado tras una mesa llena de cachivaches y papeles.

   -Usted dirá, joven.

   Julio le da una detallada explicación de los síntomas que tiene.

   -Bien. Bájese los pantalones y los calzones y levante los faldones de la camisa. No, no es necesario que se descalce…

   Tras ponerse unos guantes de goma, el galeno se acerca a Julio y le coge con tiento el pene, luego sopesa el escroto, después descapulla el miembro y aprieta suavemente el glande lo que le hace dar un grito de dolor.

   -Puede vestirse –dice el doctor mientras se quita los guantes-. Amigo mío, tiene usted una hermosa blenorragia.

   -¿Una qué?

   -Una gonorrea, unas purgaciones, como prefiera llamarla –De todos los sinónimos que ha utilizado el médico el que más le suena a Julio es el de purgaciones.

   -¿Y eso es grave, doctor? –pregunta un preocupado Julio.

   -Depende. De momento, le dolerá al orinar, seguirá teniendo secreción uretral e inflamación testicular. En principio, no debería pasar de ahí porque la hemos cogido a tiempo. En caso de no tratarse corre el riesgo de quedarse estéril.

   -¿Estéril?, ¿quiere decir que no podré tener hijos? –inquiere Julio cada vez más atemorizado.

   -Es una posibilidad en el caso de no curarse, pero eso no va a ocurrir, para eso se ha puesto en mis manos. ¿Está usted casado?

   -No.

   -Eso facilita las cosas. Mientras dure el tratamiento, entre uno y tres meses dependiendo de la evolución de la infección, se abstendrá de mantener relaciones sexuales sean vaginales, anales o bucales. La mayoría de mis respetables colegas tratan la blenorragia con nitrato de plata, yo soy el único de la región que utilizo el protargol, un preparado elaborado por el laboratorio alemán Bayer y cuyos resultados son espectaculares. Quédese tranquilo, se pondrá bien, pero recuerde: sea casto hasta su completa curación.

 

 PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 98. ¿Qué tramará madre?