Además
del alcalde y del jefe de falange, otro de los que figuraba en la lista de los
maquis como posible objetivo era el cura, pero a mosén Bautista no parece que la
noticia le haya afectado ni poco ni mucho, está demasiado ocupado en otros menesteres
más propios de su ministerio. El párroco se está revelando como hombre de
acción y con una notable capacidad para allegar fondos destinados a sufragar
sus muy diversos proyectos. Ya consiguió que Senillar saliera de los últimos
puestos en la relación de donantes para la construcción del seminario diocesano
y ahora está en plena campaña para reponer el mobiliario del templo parroquial,
que ciertamente está muy deteriorado. Piensa encargar unos bancos preciosos al
mejor taller de ebanistería de la región y también unos confesonarios nuevos.
La factura va a ser elevada. Como las colectas que se efectúan en las misas no
dan para gastos tan cuantiosos, el sacerdote ha puesto en marcha una serie de
iniciativas destinadas a la recaudación de fondos. Con ese motivo se ha reunido
con los presidentes de las cofradías, con los que ha constituido una denominada
Junta de Acción Parroquial para coordinar todas las actividades relativas a las
donaciones eclesiales y que, al mismo tiempo, ejercerá de órgano de control.
El párroco explica a los presidentes de las
cofradías y de Acción Católica algunos de sus proyectos para allegar fondos con
los que sufragar las distintas obras planeadas:
- He elaborado una lista con las diferentes
actuaciones que deberemos emprender para recabar fondos con la meta de dotar a
nuestra iglesia de un mobiliario de categoría. En una primera etapa, el
objetivo a cubrir será cambiar los bancos, que los que hay se caen de puro
viejos, y los confesonarios que deben de ser de cuando el Concilio de Trento.
Con la colaboración de todos, vamos a conseguir que la gente se rasque el
bolsillo porque ayudar a la obra de Dios supone otra forma de ganarse el cielo.
- Mucho tendremos que insistir, mosén Batiste,
- apunta una de las asistentes – porque no puede imaginarse que roñosa es la
gente para las cosas de la Iglesia. No sueltan una peseta ni dándoles con un
mazo.
- No te preocupes, Concha, les vamos a dar
duro hasta que sus conciencias se ablanden. Organizaremos tómbolas, rifas,
loterías y cuantas actividades se nos ocurran.
- Perdone que se lo diga, mosén Batiste, pero
todas esas cosas ya las organizamos antes y la verdad es que no conseguimos demasiado
– precisa otra feligresa.
- Ya lo sé, Sole, pero debemos volver a
intentarlo.
- Y lo intentaremos, pero como ha dicho Concha
con las rifas y todo lo demás solo sacaremos cuatro perras – insiste la llamada
Sole.
- ¡Qué poca fe tenéis en vuestro párroco!
¿Creéis que no sé de qué pie cojean mis feligreses? Digamos que todo lo
anterior será para hacer boca, algo así como el aperitivo. El verdadero plato
fuerte estará constituido por las colectas individuales que vamos a comenzar a
partir de la próxima semana.
- ¿Y en qué van a consistir?
- Estoy terminando un estudio de todos los
vecinos del pueblo y de sus posibilidades económicas. Cuando lo acabe voy a
tener reuniones con todos vosotros y en ese momento os explicaré lo que
tendréis que llevar a cabo. O mucho me equivoco o este nuevo procedimiento
puede dar unos resultados colosales.
La
estrategia que ha planeado el párroco es tan sencilla como maquiavélica. La
anuncia en el sermón de la misa mayor del domingo. Enviará a todos los vecinos,
que no formen parte del listado de pobres de solemnidad del pueblo, un sobre en
el que cada familia depositará la cantidad que estime oportuna. En los sobres
no aparecerán nombres ni ninguna clase de distintivo por lo que el anonimato
estará garantizado. Los sobres serán recogidos por un grupo de feligresas que
le ayudarán en la colecta. Además, se constituirá una comisión integrada por
relevantes personalidades locales para que se encargue de fiscalizar los
ingresos, así como los gastos derivados de las mejoras que se van a acometer en
la Casa del Señor. Bajo cuerda, el cura hace circular el rumor de que la confidencialidad
no va a ser tal porque las integrantes de la Junta de Acción Parroquial,
encargadas de la recogida de los sobres, tienen instrucciones de entregarlos en
un determinado orden, gracias al cual el párroco sabrá en todo momento qué
cantidad ha dado cualquier vecino. Hay familias que ni se molestan en devolver
su correspondiente sobre, pero la mayor parte sí aportan su óbolo y además se
ven en la tesitura de que éste sea generoso porque no quieren que su nombre
circule por los mentideros locales como ejemplo de cicatería. La estrategia
funciona y al final la cantidad resultante cubre más que suficiente los costes
de los confesonarios y los bancos. Lo que no llega a constituirse nunca es la
comisión encargada de fiscalizar ingresos y gastos. El párroco es el único que
maneja los fondos obtenidos y lo hace a su aire.
La
campaña de la colecta para el mobiliario del templo parroquial genera algún
efecto inesperado. A Gimeno le ha llegado el rumor de que mosén Bautista se
acaba de comprar una gran masía con muchas hectáreas de terreno en Adzaneta, su
pueblo natal. Los curiosos se preguntan de dónde habrá podido sacar el cura
tanto dinero como dicen que ha costado. Los malpensados apuntan a que los
fondos obtenidos en la colecta para renovar el mobiliario han dado para eso y
para más. A ese acervo de informaciones en principio Gimeno apenas les da
crédito. Rumores como ese hay docenas que circulan por el pueblo. En cualquier
caso, la experiencia por un lado y su esposa por otro le han enseñado que
cuando por los mentideros corre un chisme que atañe a uno de los poderes
locales lo más prudente es verificar su grado de autenticidad. Conoce a quién
recurrir para ello: Gonzalo Arbós que es presidente de la rama masculina de la
Acción Católica. Sabe que es un meapilas convencido, pero que como integrante
del clan de los Arbós sabrá valorar el impacto que puede tener la información
en caso de confirmarse. Gonzalo dice no saber nada. Gimeno sospecha que no ha
querido franquearse con él. Todo ello se lo cuenta a su esposa.
- ¿El rumor sobre el mosén tiene algún viso
de verosimilitud o es lo clásico de calumnia que algo queda? – quiere saber
Lola.
- Para no faltar a la verdad, cariño, no lo
sé. Lo único seguro es que los fondos recaudados para el mobiliario de la iglesia
no los ha fiscalizado nadie.
- ¿Estás seguro?
- Y tanto. Yo era uno de los que tenía que
integrar la comisión controladora, pero hasta el día de la fecha nadie nos ha
convocado.
- Sería un escándalo que mosén Batiste se
hubiese apropiado de parte del dinero. Creo, José Vicente, que deberías de
investigar ese rumor para ver si solo es una habladuría o hay algo más.
- ¿Y para qué quieres que lo investigue? Al
fin y al cabo el dinero se lo ha trabajado el reverendo.
- ¿No te das cuenta de qué si descubrieras
que el párroco ha desviado parte de los fondos de una colecta pública para sus
intereses privados tendrías un arma formidable contra él? Siempre es
aconsejable conocer los secretillos inconfesables de la gente. Nunca sabes
cuando los vas a necesitar.
- ¡Lola, qué peligro tienes!
Gimeno hace unas discretas averiguaciones y se entera de que el
sacerdote ha pagado la compra en metálico. Otro dato que parece confirmar la
hipótesis de una posible malversación de los fondos parroquiales. Las sospechas
sobre el mal uso del dinero de la colecta se convierten en indicios más sólidos
cuando por medio de Severino Borrás, que lleva la contabilidad de la parroquia,
se entera de que la cantidad sobrante de la adquisición del mobiliario debería
de figurar en la cuenta parroquial y no consta. Se lo cuenta a su mujer y le
pregunta:
- Y ahora, ¿qué hacemos?
- Por el momento, nada. Esperar, y ya llegará
el día en que esa información sobre la actuación non sancta del reverendo nos
reporte sus buenos dividendos.
- Bueno, pues ya tenemos otro gato en el
talego - sentencia José Vicente.
- Sí, y en este caso con sotana –remacha
Lola.