"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 29 de septiembre de 2015

8.2. Otro gato en el talego



   Además del alcalde y del jefe de falange, otro de los que figuraba en la lista de los maquis como posible objetivo era el cura, pero a mosén Bautista no parece que la noticia le haya afectado ni poco ni mucho, está demasiado ocupado en otros menesteres más propios de su ministerio. El párroco se está revelando como hombre de acción y con una notable capacidad para allegar fondos destinados a sufragar sus muy diversos proyectos. Ya consiguió que Senillar saliera de los últimos puestos en la relación de donantes para la construcción del seminario diocesano y ahora está en plena campaña para reponer el mobiliario del templo parroquial, que ciertamente está muy deteriorado. Piensa encargar unos bancos preciosos al mejor taller de ebanistería de la región y también unos confesonarios nuevos. La factura va a ser elevada. Como las colectas que se efectúan en las misas no dan para gastos tan cuantiosos, el sacerdote ha puesto en marcha una serie de iniciativas destinadas a la recaudación de fondos. Con ese motivo se ha reunido con los presidentes de las cofradías, con los que ha constituido una denominada Junta de Acción Parroquial para coordinar todas las actividades relativas a las donaciones eclesiales y que, al mismo tiempo, ejercerá de órgano de control.
      El párroco explica a los presidentes de las cofradías y de Acción Católica algunos de sus proyectos para allegar fondos con los que sufragar las distintas obras planeadas:
- He elaborado una lista con las diferentes actuaciones que deberemos emprender para recabar fondos con la meta de dotar a nuestra iglesia de un mobiliario de categoría. En una primera etapa, el objetivo a cubrir será cambiar los bancos, que los que hay se caen de puro viejos, y los confesonarios que deben de ser de cuando el Concilio de Trento. Con la colaboración de todos, vamos a conseguir que la gente se rasque el bolsillo porque ayudar a la obra de Dios supone otra forma de ganarse el cielo.
- Mucho tendremos que insistir, mosén Batiste, - apunta una de las asistentes – porque no puede imaginarse que roñosa es la gente para las cosas de la Iglesia. No sueltan una peseta ni dándoles con un mazo.
- No te preocupes, Concha, les vamos a dar duro hasta que sus conciencias se ablanden. Organizaremos tómbolas, rifas, loterías y cuantas actividades se nos ocurran.
- Perdone que se lo diga, mosén Batiste, pero todas esas cosas ya las organizamos antes y la verdad es que no conseguimos demasiado – precisa otra feligresa.
- Ya lo sé, Sole, pero debemos volver a intentarlo.
- Y lo intentaremos, pero como ha dicho Concha con las rifas y todo lo demás solo sacaremos cuatro perras – insiste la llamada Sole.
- ¡Qué poca fe tenéis en vuestro párroco! ¿Creéis que no sé de qué pie cojean mis feligreses? Digamos que todo lo anterior será para hacer boca, algo así como el aperitivo. El verdadero plato fuerte estará constituido por las colectas individuales que vamos a comenzar a partir de la próxima semana.
- ¿Y en qué van a consistir?
- Estoy terminando un estudio de todos los vecinos del pueblo y de sus posibilidades económicas. Cuando lo acabe voy a tener reuniones con todos vosotros y en ese momento os explicaré lo que tendréis que llevar a cabo. O mucho me equivoco o este nuevo procedimiento puede dar unos resultados colosales.
   La estrategia que ha planeado el párroco es tan sencilla como maquiavélica. La anuncia en el sermón de la misa mayor del domingo. Enviará a todos los vecinos, que no formen parte del listado de pobres de solemnidad del pueblo, un sobre en el que cada familia depositará la cantidad que estime oportuna. En los sobres no aparecerán nombres ni ninguna clase de distintivo por lo que el anonimato estará garantizado. Los sobres serán recogidos por un grupo de feligresas que le ayudarán en la colecta. Además, se constituirá una comisión integrada por relevantes personalidades locales para que se encargue de fiscalizar los ingresos, así como los gastos derivados de las mejoras que se van a acometer en la Casa del Señor. Bajo cuerda, el cura hace circular el rumor de que la confidencialidad no va a ser tal porque las integrantes de la Junta de Acción Parroquial, encargadas de la recogida de los sobres, tienen instrucciones de entregarlos en un determinado orden, gracias al cual el párroco sabrá en todo momento qué cantidad ha dado cualquier vecino. Hay familias que ni se molestan en devolver su correspondiente sobre, pero la mayor parte sí aportan su óbolo y además se ven en la tesitura de que éste sea generoso porque no quieren que su nombre circule por los mentideros locales como ejemplo de cicatería. La estrategia funciona y al final la cantidad resultante cubre más que suficiente los costes de los confesonarios y los bancos. Lo que no llega a constituirse nunca es la comisión encargada de fiscalizar ingresos y gastos. El párroco es el único que maneja los fondos obtenidos y lo hace a su aire.  
   La campaña de la colecta para el mobiliario del templo parroquial genera algún efecto inesperado. A Gimeno le ha llegado el rumor de que mosén Bautista se acaba de comprar una gran masía con muchas hectáreas de terreno en Adzaneta, su pueblo natal. Los curiosos se preguntan de dónde habrá podido sacar el cura tanto dinero como dicen que ha costado. Los malpensados apuntan a que los fondos obtenidos en la colecta para renovar el mobiliario han dado para eso y para más. A ese acervo de informaciones en principio Gimeno apenas les da crédito. Rumores como ese hay docenas que circulan por el pueblo. En cualquier caso, la experiencia por un lado y su esposa por otro le han enseñado que cuando por los mentideros corre un chisme que atañe a uno de los poderes locales lo más prudente es verificar su grado de autenticidad. Conoce a quién recurrir para ello: Gonzalo Arbós que es presidente de la rama masculina de la Acción Católica. Sabe que es un meapilas convencido, pero que como integrante del clan de los Arbós sabrá valorar el impacto que puede tener la información en caso de confirmarse. Gonzalo dice no saber nada. Gimeno sospecha que no ha querido franquearse con él. Todo ello se lo cuenta a su esposa.
- ¿El rumor sobre el mosén tiene algún viso de verosimilitud o es lo clásico de calumnia que algo queda? – quiere saber Lola.
- Para no faltar a la verdad, cariño, no lo sé. Lo único seguro es que los fondos recaudados para el mobiliario de la iglesia no los ha fiscalizado nadie.
- ¿Estás seguro?
- Y tanto. Yo era uno de los que tenía que integrar la comisión controladora, pero hasta el día de la fecha nadie nos ha convocado.
- Sería un escándalo que mosén Batiste se hubiese apropiado de parte del dinero. Creo, José Vicente, que deberías de investigar ese rumor para ver si solo es una habladuría o hay algo más.
- ¿Y para qué quieres que lo investigue? Al fin y al cabo el dinero se lo ha trabajado el reverendo.
- ¿No te das cuenta de qué si descubrieras que el párroco ha desviado parte de los fondos de una colecta pública para sus intereses privados tendrías un arma formidable contra él? Siempre es aconsejable conocer los secretillos inconfesables de la gente. Nunca sabes cuando los vas a necesitar.
- ¡Lola, qué peligro tienes!
   Gimeno hace unas discretas averiguaciones y se entera de que el sacerdote ha pagado la compra en metálico. Otro dato que parece confirmar la hipótesis de una posible malversación de los fondos parroquiales. Las sospechas sobre el mal uso del dinero de la colecta se convierten en indicios más sólidos cuando por medio de Severino Borrás, que lleva la contabilidad de la parroquia, se entera de que la cantidad sobrante de la adquisición del mobiliario debería de figurar en la cuenta parroquial y no consta. Se lo cuenta a su mujer y le pregunta:
- Y ahora, ¿qué hacemos?
- Por el momento, nada. Esperar, y ya llegará el día en que esa información sobre la actuación non sancta del reverendo nos reporte sus buenos dividendos.
- Bueno, pues ya tenemos otro gato en el talego - sentencia José Vicente.
- Sí, y en este caso con sotana –remacha Lola.