"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 20 de mayo de 2022

Libro III. Episodio 145. El telegrama

 

   A principios de febrero del 21, llega un día Julio al casino y encuentra a sus contertulios discutiendo sobre un problema existente en Barcelona en forma de un rosario de huelgas, como explica don Romualdo.

   -La prensa dice que la primera huelga se ha iniciado en la empresa eléctrica Riegos y Fuerzas del Ebro perteneciente a una compañía extranjera conocida como La Canadiense. Comenzó el cinco de este mes en Barcelona y de momento ha paralizado la ciudad, así como a buena parte de la industria porque se han sumado los obreros del agua, gas, electricidad y transporte.

   -¿Y qué piden? –pregunta don Mauricio.

   -Según La Vanguardia, la huelga se ha originado en solidaridad con varios despedidos del personal de La Canadiense, pero parece que eso es una cortina de humo. Algunos comentaristas especulan que la huelga es realmente una prueba de fuerza del movimiento obrero encabezado por la Confederación Nacional del Trabajo. Y además, se están produciendo boicots y actos de insumisión civil –explica el magistrado.

   -Afortunadamente, Cataluña queda muy lejos y los efectos de la huelga no van a afectarnos –opina el abogado.

   -Perdone que le contradiga, don Mauricio, pero no es así. Mis proveedores catalanes están facturándome la mitad o menos de lo que lo hacían hace unas semanas porque muchos productos han dejado de fabricarse debido a la huelga – se queja Galiana el ferretero.

   Transcurre febrero y, por lo que Carreño lee en los diarios, la huelga de La Canadiense no tiene visos de terminar. Hay que llegar a mediados de marzo para que el gobierno mueva ficha y representantes gubernativos se reúnan con el comité de huelga y la empresa, llegando a una serie de acuerdos: terminar el conflicto, liberar a todos los presos que no estuviesen sometidos a proceso, readmitir sin represalias a todos los huelguistas, y realizar un aumento general y proporcional de los salarios. A ello se suma la mayor conquista obrera: jornada máxima de ocho horas y, como guinda, el pago de la mitad del mes y medio que ha durado la huelga. El paro termina con la promulgación en abril de la jornada de ocho horas, lo que convierte a España en el primer país del mundo en establecerla por ley.

   -¡A dónde vamos a llegar, solo ocho horas de trabajo!, ¿qué voy a hacer con mis gañanes y mis porquerizos? –Quien lanza la retórica pregunta es don Eduardo, el único terrateniente de la tertulia. Nadie responde.

   No es el único hecho reseñable que ocurre en marzo. El doctor Lavilla informa a sus contertulios que, por iniciativa de Lenin, se acaba de fundar en Moscú el Komitern, organización internacional que agrupará a los partidos comunistas de todos los países.

   -¿Y qué es lo que pretenden esos comunistas, que nos carguemos a nuestros reyes cómo ellos hicieron con los zares? –interpela el abogado.

   -¡Joder con los comunistas, van a terminar quitándonos hasta lo que es nuestro! –exclama don Eduardo.

   Aunque la noticia internacional más impactante es la que cuenta don Romualdo, que se ha convertido en el experto de la tertulia sobre Estados Unidos.

   -¡Esto es la bomba!, escuchen –y con voz impostada, al fin y al cabo es juez, lee la noticia-. En Estados Unidos se acaba de conceder el derecho al voto a las mujeres. El Congreso ha aprobado la Decimonovena Enmienda a la Constitución, que estipula que ni los estados ni el gobierno federal pueden denegarle a un ciudadano el derecho de voto a causa de su sexo.

   -A ver, señoría –don Mauricio le da a veces ese tratamiento al juez-, explíqueme un dato de la noticia que no entiendo. ¿Qué es eso de que los estados pueden denegarle a un ciudadano el derecho de voto a causa de su sexo?, ¿A qué estados se refiere?

   El juez piensa en que facultad de Derecho habrá estudiado el abogado para no saber algo tan elemental como es el sistema federal de Norteamérica, pero antes de que pueda responder es don Eduardo quien le plantea otra pregunta.

   -Perdone, don Romualdo, lo que acaba de leernos, ¿quiere decir que las mujeres podrán votar?

   -En efecto, es lo que acaba de aprobar el Congreso estadounidense.

   -¡La rehostia, adónde vamos a llegar, las mujeres votando! ¡Esto es el acabose! Espero no vivir lo suficiente para ver que eso pueda pasar en nuestra patria.

   Tras el exabrupto del terrateniente, es el comandante Liaño quien toma la palabra. Su semblante muestra preocupación.

   -Pues yo tengo información sobre noticias bastante menos pintorescas que la que nos acaba de ofrecer don Romualdo. Me refiero a lo que ya es una guerra abierta en nuestro Protectorado de África. Desde la firma del Tratado de Fez ha ido creciendo exponencialmente la resistencia de las poblaciones rifeñas contra la presencia española y el conflicto pinta cada vez peor. Este mes nuestro ejército ha consolidado puntos estratégicos en el Rif, pero no puede decirse que haya sofocado el conflicto. Mucho me temo que los moros seguirán dándonos disgustos -La pesimista información del militar apenas causa impacto entre los contertulios, tienen la misma sensación de hartazgo de todo lo que se refiere a la guerra contra los moros que el resto de españoles.

   Los Carreño vuelven de Pinkety y comienzan los preparativos para el curso escolar 1920-1921. Aunque Julián sigue emperrado de que no quiere estudiar, los padres han decidido que curse el bachillerato y en septiembre, junto con

Álvaro y Pilar, se lo llevan a Cáceres.

   Cinco días después los Carreño reciben un telegrama: Julián desaparecido. Punto. Avisada Guardia Civil. Punto. Director residencia. El telegrama provoca un verdadero seísmo en la familia Carreño.

   -Ya te lo dije, si Julián no quería estudiar lo mejor era dejarlo en el colegio del pueblo hasta que cumpliera los doce, y luego ya veríamos lo que hacíamos con él –reprocha Julio, muy enfadado, a su mujer; ésta, que no ha perdido los nervios, trata de ser práctica.

   -Este no es momento de reproches, de eso hablaremos más tarde. Lo que hay que hacer es irse inmediatamente a Cáceres para averiguar qué ha pasado y sobre todo buscar a nuestro hijo, ¡qué Dios sabe, dónde puede estar! ¿Vas tú o voy yo?

   -Esto es cosa de hombres. Prepárame un maletín con lo imprescindible que ahora mismo cojo la camioneta y me voy a Cáceres. Y mientras… -a Julio se le acaba de ocurrir algo-. Llama a Paca y dile que vaya al cuartel de la Guardia Civil, que pregunte por el teniente Conde y le explique…; no, déjalo, voy a ir yo. Tú prepara mis cosas que ahora vuelvo.

   Julio se dirige al cuartel de la Benemérita y pregunta al guardia de puertas por el teniente jefe de línea de Plasencia. Llevado ante el oficial, y antes de que pueda hablar, este le suelta a bocajarro:

   -Usted es Carreño, el de la droguería, ¿verdad?, y viene a preguntar por su hijo Julián,

   -¿Cómo lo sabe? –Julio se asombra de que el guardia civil sepa el motivo de su presencia en el cuartel.

   -Porque acabo de recibir un telegrama de la comandancia de Cáceres en el que se me informa que un chiquillo, que dice llamarse Julián Carreño Manzano, ha sido encontrado por la pareja que estaba de servicio en la carretera de Casar de Cáceres, a casi ocho kilómetros de la ciudad. El chico está bien, no se preocupe. Si no hubiese venido iba a mandarle un número para que le informara.

   Julio muestra su gratitud al teniente y se vuelve a casa mucho más tranquilo. ¡Diantres de chiquillo!, dijo que si lo enviábamos a Cáceres se iba a escapar y lo ha hecho. Desde luego redaños no le faltan, se nota que es un Carreño, se dice con cierto orgullo.

   -Julia, no te preocupes. Han encontrado a Julián y está bien, iba por el arcén de la carretera de Cáceres a Plasencia. De todos modos, ahora mismo me marcho a ver qué ha pasado y por qué coño se ha escapado.

   La explicación que da el muchacho a su padre es simple: ha huido porque no le gusta estar encerrado en la residencia y además no quiere estudiar, ya lo había dicho. Julio trata por todos los medios que el muchacho comprenda que si está allí no es un castigo, que tanto su madre como él lo hacen pensando en su futuro. Y que es lo mejor para él, que debe seguir los pasos de sus hermanos mayores. El chico apenas argumenta, solo repite que si se queda volverá a escaparse. Julio habla con el director de la residencia, al que todavía no se le ha quitado el susto de haber perdido a un interno, y le pide su opinión.

   -Señor Carreño, en los años que llevo de director no me había ocurrido un suceso tan lamentable como el protagonizado por su hijo. Y sepa que los guardias que lo encontraron me han contado que les ha dicho que la siguiente vez que se escape no lo hará por una carretera nacional para que los civiles no puedan pillarle. Usted verá qué hacemos con él.

   El pobre padre no sabe qué hacer, tiene que ser Álvaro, que le acompaña, quien le dé la solución.

   -Papá, Pilar y yo hemos intentado repetidamente hacer comprender a Julián lo bueno que puede ser para él que estudie, pero se cierra en banda y se niega siquiera a escucharnos. Y aunque tanto Pilar como yo hemos procurado no perderlo de vista, en cuanto ha tenido la primera oportunidad se ha escapado.

   -¿Y tú qué harías, hijo?, porque estoy hecho un verdadero lío.

   -Si lo dejas aquí volverá a huir, por lo que Pilar y yo creemos que lo mejor es que te lo lleves a casa.

   -¡Pero en Plasencia solo puede cursar el primer ciclo del bachillerato! –se lamenta Julio. Álvaro por toda respuesta se encoge de hombros, lo que tenía que decir ya lo ha dicho.

   Julio se vuelve a casa. En la cabina de la camioneta lleva un acompañante, Julián Carreño que, aunque serio, muestra un aire triunfante, se ha salido con la suya. Julio piensa que carácter no le falta al chiquillo. Durante el viaje lo que no ha conseguido de su primogénito, que se pronuncie sobre qué le gustaría ser de mayor, el tercero de sus hijos le cuenta con toda naturalidad lo qué quiere ser en el futuro.

   -Papá, ¿cuándo sea mayor podré ayudaros a mamá y a ti en la tienda?

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 146. Moros, marroquíes, rifeños…