"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 28 de noviembre de 2014

1.11. Se busca delegada para la Sección Femenina


  Lo que le pueda pasar al Caudillo de las Españas, en el supuesto de que los Aliados ganen la guerra, le trae sin cuidado a José Vicente Gimeno, a quien han bastado apenas unas pocas semanas para hacerse con las riendas del funcionamiento de la jefatura local. Y piensa que hasta ha sido demasiado tiempo para las poquitas actividades que se llevan a cabo. La verdad es que Rodrigo, el anterior jefe, la tenía totalmente abandonada. En cuanto al ideario falangista se ha leído unos folletos y ha ojeado los libros que encontró en la jefatura. Enseguida descubre que la gente, incluidos los escasos afiliados locales al partido, está absolutamente en ayunas de casi todo lo referente a la doctrina falangista. Apenas si han oído hablar de los veintisiete puntos, síntesis del ideario falangista, y nadie ha leído textos de José Antonio Primo de Rivera. Solo conocen los símbolos externos y algunos gritos y consignas, ni siquiera se saben la letra del Cara al sol, el himno falangista. Conocen más de la Falange los niños de las escuelas que los que tienen carné del partido. Llega a la conclusión de que si habla con aplomo, y dando la impresión de creer a pies juntillas lo que dice, les podrá contar a sus afiliados cualquier historia. Por otra parte, le ha parecido notar pequeños cambios en la forma en qué la gente le trata desde que es jefe, le da la impresión de que ahora le hablan con más respeto y le escuchan más atentamente. Hasta las jóvenes le miran con ojitos más encandilados que antes.

   Una de las primeras tareas que los de la Jefatura Provincial han encargado a Gimeno es que debe de revitalizar las inexistentes actividades de las delegaciones locales, especialmente las referidas a los jóvenes: el Frente de Juventudes y la Sección Femenina. De la primera ni siquiera hay delegado, tendrá que nombrar uno. De la segunda si hay delegada, una tal Camila Tena. Al parecer fue muy eficaz en su día, pero desde que se casó, hace unos meses, la actividad de la delegación ha caído en picado. Siguiendo la sugerencia de Benjamín Arbós va a visitarla.
- Tenía ganas de conocerte, Camila. Me han contado maravillas de ti y de tu ingente labor al frente de la delegación – Gimeno descubrió hace tiempo que un poco de coba mejora espectacularmente las relaciones humanas.
- Gracias, camarada. Es verdad que trabajé mucho, tanto en la Sección Femenina como en el Auxilio Social, pero eso fue cuando era soltera, desde que me casé, nobleza obliga, reconozco que me ocupo bastante menos. Soy consciente de que tendría que dedicarle más tiempo, pero el matrimonio impone unos deberes que no lo hacen posible.
- Lo comprendo, Camila, pero dada tu valía y preparación estoy convencido de que podrías hacer un hueco en tus muchas obligaciones para dedicarlo a la delegación.
   Camila no está ya por la labor. Es verdad que tiene más trabajo en casa, pero el motivo fundamental no es ese, estaba muy unida a Castaño, el jefe local durante la guerra, y cuando éste se marchó decidió que su tiempo en la política había pasado. Ahora a lo que aspira es a ser una buena esposa y una mejor madre, si el Señor le concede el regalo de la maternidad.
- Créeme que lo siento, camarada, pero es una decisión que no tiene vuelta atrás. Tengo otras obligaciones que, como comprenderás, son antes que cualesquiera otras. Me gustaría ayudarte, pero la verdad es que no puedo.
- Bueno, no quiero forzarte. En todo caso, agradezco tu sinceridad. Y ya que dices que te gustaría ayudarme, te tomo la palabra. Como todavía no conozco a mucha gente, me serías de gran ayuda si pudieras sugerirme un nombre para sucederte.
- Eduvigis Saura – dada la rapidez de la respuesta da la impresión de que Camila la tenía preparada -. Una de las maestras. Es buena camarada. Está soltera, con lo que tiempo no le falta, y tiene carácter. Creo que lo haría estupendamente. Mucho mejor que yo. ¿La conoces?
- La verdad es que no. 
- Para demostrar mi voluntad de ayudarte, si quieres, hablaré con ella.

   Para Camila es una sorpresa que Eduvigis no acepte la propuesta, su excusa es que está metida de lleno en el desarrollo de la Acción Católica y no tiene tiempo para dedicarlo a otra actividad. Camila vuelve la vista a otras mujeres que pudiesen dirigir la Sección Femenina. No hay tantas, realmente le sobran dedos en una mano para contar aquéllas que podrían servir. De pronto se le iluminan los ojos. ¡Cómo no se le ocurrió antes! Lolita Sales podría hacerlo estupendamente, siempre y cuando consiga convencerla. Sin pensarlo dos veces envía a Brígida, la muchachita que tienen de criada, a decirle a la señorita Sales que, cuando le sea posible, se pase por casa.
- Que bien te veo, Camila. Siempre oí decir a mamá que el cambio de estado embellece a las mujeres. En tu caso, desde luego, es verdad.
- Adulona, que eres una adulona. La que estás preciosa eres tú. Te has convertido en toda una mujer.
   Tras unos minutos echándose flores y charlando de generalidades, Camila entra en materia:
- Quería hablar contigo para proponerte que seas mi sucesora en la Sección Femenina. Espera, espera antes de decir nada, déjame que te explique. Voy a hablarte desde el cariño que sabes que te tengo, pero con toda franqueza. ¿Qué estás haciendo, a qué dedicas la mayor parte de tu tiempo? Llevar adelante la tienda, que eso lo haces con el meñique y, que yo sepa, poco más. Haces muy poca vida social, casi no se te ve. Estoy convencida de que te aburres un montón. ¿Es eso lo qué quieres hacer en los próximos años? No me interrumpas, por favor, déjame terminar. Tú vales mucho y es un pecado que dejes pasar los mejores años de tu vida sin emplear los muchos dones que el Señor te ha concedido, eres amable, simpática, culta, tienes don de gentes… ¿Y qué haces con todas esas cualidades? Nada, no haces nada. Si aceptaras la delegación podrías hacer mucho bien, podrías ayudar a otras chicas y enseñarles algunas de las muchas cosas que sabes. Estoy convencida de que eso te ayudaría a ser más feliz. Compartir, y te lo digo por experiencia propia, es una de las vivencias que más llenan a una persona. Ayudarías a las demás y te ayudarías a ti misma.
- Camila, por un lado, eres dura conmigo y por otro me llenas de elogios – a Lolita no le ha gustado alguna de las cosas que su amiga ha dicho -. Por mucho que me valores no veo en qué o cómo podría ayudar. Además tú sabes, mejor que nadie, que desde que acabó la guerra me desligué de la Falange.
- Sí, pero sigues siendo afiliada. Al menos yo no he visto tu baja.
- Puedes considerarme de baja desde este mismo momento.
- No es eso, Lolita, no es eso – Camila ve que ha tomado un derrotero equivocado y trata de reconducir su argumentación -. ¿Quieres que te diga la verdad? y no me atrevería a repetirlo fuera de esta salita. Me importa más lo que sea de tu vida, me interesa más tu felicidad que lo que pueda pasar con la Sección Femenina. Si tú no la diriges se lo encargarán a otra persona, de acuerdo. Pero no se trata de eso. Lo que intento es hacerte ver que el tipo de vida que llevas no conduce a ninguna parte. Podrás decirme que soy dura, pero no creo que seas muy feliz haciendo tan poco. Fíjate, te digo más, si me dijeras que no porque estuvieses realizando cualquier otra actividad, entendería tu negativa. No la entiendo desde el momento que no haces nada con tu mucho tiempo libre.
- Camila, agradezco de corazón tus buenas intenciones, pero no me veo en el papel de guía y formadora de las calcetineras del pueblo. Para eso ya están las maestras. ¿Por qué no le haces la propuesta a doña Eduvigis? A buen seguro que te dirá que sí.
- Edu es una estupenda maestra, pero demasiado seca y arisca para el cargo. He pensado en muchas mujeres y, te lo digo una vez más, eres la mejor y, si me apuras, la única. Mira, vamos a hacer una cosa. No tomes ahora una decisión. Consúltalo con la almohada y, si te parece oportuno, coméntalo con tu madre. Dentro de unos días volvemos a hablarlo. 
   Lo que Lolita no se ha atrevido a contar a Camila es que tiene otro motivo para no aceptar el puesto: si dice que sí tendrá como jefe, al menos en el plano político, al estreñido de Gimeno. Y hasta ahí no llega su patriotismo.

martes, 25 de noviembre de 2014

1.10. Un filón inesperado



   Los dos factores de la RENFE que asisten a la tertulia de El Porvenir no han contado todo lo que saben sobre el estraperlo y no lo han hecho porque ni pueden ni quieren. Se ganan sus buenos duros haciendo la vista gorda al facturar vagones que en el manifiesto de  carga solo llevan algarrobas o boniatos, y mirar a otro lado cuando se meten de matute otras mercancías que luego se venderán a precios astronómicos en la ciudad. Esos estraperlistas son los que se están haciendo de oro. Las mujeres que viajan con un par de cestas se limitan a ganar su jornal y poco más.

   La combinación de la hambruna, el estraperlo y la asfixiante política intervencionista que atenaza al país es la principal causa de un sorprendente cambio en muchas comarcas agrarias: los tradicionalmente empobrecidos agricultores se están enriqueciendo. Todo producto que pueda convertirse en comestible alcanza precios inimaginables en el mercado negro. Senillar no es zona cerealista y tiene una producción oleícola bastante limitada por lo que no puede competir en el mercado de los dos productos preferidos por el estraperlo: la harina de trigo y el aceite de oliva. Pero el pueblo ha encontrado un filón inesperado en un cultivo tan modesto como el del boniato o batata. De antaño ese tubérculo, que ya se cultivaba en la marjalería en pequeñas plantaciones, se consumía en el pueblo de muy variadas maneras: crudo, asado, hervido y para fabricar la confitura de uno de los postres más típicos de Senillar, el dulce de boniato. Ahora se facturan vagones, con miles de toneladas, cuyo destino es paliar el hambre en las grandes urbes. El boniato se ha convertido en uno de tantos sucedáneos del pan y dado que es muy barato su comercialización ha experimentado un espectacular incremento. El fenómeno está produciendo un río de dinero para los modestos labriegos locales, nunca ganaron tantos duros ni siquiera en las mejores campañas naranjeras de antaño llegaron a tener tantos ingresos.
   De alguna forma, ese imprevisto alud de dinero ha dado un vuelco espectacular a la valoración de los estamentos que conformaban la pirámide social y económica del pueblo cuya composición era simple. En la cúspide estaba la docena escasa de las familias ricas de cuna y los contados titulados superiores destinados en la localidad. Después los dueños de los modestos negocios locales: panaderías, ultramarinos, carnicerías y demás tiendas del más variado pelaje. Luego los funcionarios por aquello del sueldo seguro. Tras ellos la gente de los oficios: albañiles, carpinteros, herreros, hojalateros… Casi en la base de la pirámide los propietarios de los minifundios agrícolas que formaban el grueso de la población, y en la cola aquéllos que se tenían que emplear de braceros. Ahora, los labriegos se han convertido en los nuevos ricos del pueblo, pese a que continúan teniendo algún que otro problema. Uno de ellos es que sigue manteniéndose la ancestral costumbre de que los comerciantes apalabren las cosechas a los campesinos y se las paguen cuando cobran de los mayoristas. Esa arcaica modalidad comercial, en la que la palabra y la buena fama personal son las que cuentan, origina que en alguna ocasión los agricultores vendan sus cosechas, pero no lleguen a cobrarlas porque el comerciante de turno se ha arruinado o ha desaparecido dejando tras sí una legión de impagados.

   De la inusitada actividad comercial que registra el pueblo y de cómo corre alegremente el dinero pueden dar fe los establecimientos comerciales de Senillar. Hasta la modesta tienda de modas de la madre de Lolita se beneficia de esa inesperada época de vacas gordas. Nunca había vendido tantos modelitos y, especialmente, tanta lencería. Un día, que estaba atendiendo a un par de jovencitas que dudaban ante los sujetadores que Lolita había puesto encima del mostrador, entró Gimeno. Fue verle y una sonrisa pícara cruzó el agraciado rostro de la joven encargada. Vamos a ver cómo reacciona este mequetrefe, se dice:
- Señor Gimeno, si espera un momento enseguida le atiendo. Aunque viene usted al pelo, ¿nos podría hacer un favor?
- Faltaría más.
- Verá, es que aquí – señalando a las dos muchachas – no acaban de decidirse entre estos dos modelos de suje. Usted que es hombre de mundo sabrá que las mujeres compramos la ropa interior pensando más en los varones que en nosotras mismas. Entonces, desde un punto de vista masculino, ¿usted por cuál se decidiría?, ¿por este que recoge el pecho y lo levanta? o ¿por este otro que al contrario no es tan provocativo?
   Gimeno mira fijamente los sujetadores, de blonda y encajes, que Lolita exhibe y no se le escapan las miradas entre curiosas y un tanto burlonas de las dos compradoras. Tres pares de oídos curiosos aguardan la respuesta del interpelado; ésta no deja de sorprenderles pues es más propia de un adolescente, incómodo ante una pregunta atrevida, que de un hombre hecho y derecho:
- Entiendo menos de sujes que de corbatas. Ya vendré en otro momento – y salió disparado de la tienda. Por unas décimas de segundo no llegó a escuchar la carcajada de las dos clientas ni pudo ver la maliciosa sonrisa que floreció en el rostro de Lolita.

   De los efectos que produce el filón del boniato está dando más datos Martín Esteller que, haciendo honor a su profesión de barbero, está al día de la mayoría de chismes que circulan por el pueblo:
- … y cualquier muerto de hambre que tenga un par de marjales o un huerto, del que antes solo malvivía, ahora se está forrando. Apalean tantos duros que no saben qué hacer con ellos.
- Quién lo iba a decir – se lamenta Bonet -, antes los pobres eran ellos y ahora lo somos nosotros.
- Hombre, pobres, lo que se dice pobres, tampoco – le corrige Clavé.
- En términos absolutos, posiblemente no, pero desde un punto de vista relativo creo que tiene razón Bonet – interviene Lastra -. Todos los que tienen ingresos fijos seguro que a fin de año van a ganar menos que cualquiera que tenga algo que vender de estraperlo. Yo lo estoy viendo en mi trabajo. Antes cuando un labriego pedía que fuera a ver uno de sus animales era porque estaba muriéndose, ahora en cuanto un mulo da un mal paso ya está el dueño llamándome para que le haga una revisión a fondo.
- Lo mismo puedo contar yo, pero de las instalaciones – apunta el encargado de la luz, que es otro de la partida. Piñana explica a sus compañeros como una de las primeras inversiones que hacen los nuevos ricos locales es echar abajo sus modestas viviendas y sobre el mismo angosto solar construir su nueva casa. Suelen ser oscuros y estrechos edificios de dos o tres alturas, pero de los que generalmente solo se remata la planta baja, las restantes quedan para cuando el calcetín vuelva a engordar. Se gana sus buenos duros montando las instalaciones eléctricas de las nuevas construcciones.
- Si el dinero se mueve siempre hay la posibilidad de que algo te toque – filosofa Ballesta.
- No a todos – asevera rotundo Clavé que, como telegrafista, no tiene fácil lo de conseguir otros ingresos.
- Cambiando de tema: ¿qué sabéis de la División Azul? – pregunta Lastra a quien lo del estraperlo ya le aburre.
- Parece que los han destinado al frente Norte.
- ¿Y eso adónde para?, porque con lo grande que es Rusia… - interroga uno de los contertulios cuyos conocimientos geográficos son justitos.
   Tras un breve repaso a la situación bélica, en la que los alemanes siguen arrasando desde el inicio de la guerra, terminan hablando de fútbol. Bonet, que es muy futbolero, sostiene que este año volverá a ganar la liga el Atlético de Aviación que ya lleva dos años seguidos proclamándose campeón.    

   Al deshacerse la tertulia, Bonet piensa que, cuando hablaron de la guerra, le hubiese gustado comentar con sus contertulios las informaciones de la contienda bélica que escucha en su radio, pero se ha contenido. Sintonizar determinadas emisoras como la clandestina Radio España Independiente, más conocida como la Pirenaica, está rigurosamente prohibido puesto que es una vía de información y propaganda del proscrito partido comunista y las condenas por saltarse la prohibición pueden ser muy duras. No es cuestión de andarse con bromas. En la soledad de su minúscula salita de estar es cuando más echa de menos a sus antiguos compañeros de tertulia. Ha estado sondeando, con mucho tiento, a algún que otro conocido para que le acompañe en las audiciones radiofónicas nocturnas, pero no ha encontrado contestación. O no se han enterado de a qué les invitaba o se han enterado demasiado bien y le han dado la callada por respuesta. Hasta que quién menos imaginaba acepta encantado la velada invitación: su compañero de trabajo, Alfredo Ballesta. Resulta que también es un represaliado político, aunque lo oculta celosamente.
   La primera noticia de la que se enteran, y que no trae ningún periódico, es que en enero se firmó en Washington, por varios importantes países, una declaración de las Naciones Unidas para garantizar la libertad y preservar los derechos humanos y de la justicia; fuera del acuerdo quedan las llamadas potencias del Eje y los estados afines y entre ellos se cita a España.
- Y eso de que dejen fuera a España, ¿tú crees que repercutirá en el gobierno?
- Cualquiera sabe, pero una cosa sí tengo clara, si por casualidad los aliados ganan la guerra, Franco las va a pasar más putas que San Amaro. 
- ¿Franco o el resto de los españoles?

viernes, 21 de noviembre de 2014

1.9. Estraperlo y estraperlistas



   Lo que el comerciante Paco Vives quería del encargado de la luz, y por eso le regaló una garrafa de aceite, era que se “distrajera” varios días a la semana y que en vez de cortar la corriente a medianoche lo hiciera a la hora que previamente hubiesen acordado. Vives no se molestó demasiado en ser persuasivo, sabía perfectamente con quien estaba hablando: con un empleado que ganaba lo justito para que los suyos no pasasen hambre.
- Mira Piñana, la medida que te propongo sería beneficiosa para todos, tú el primero, la garrafa de aceite no ha sido más que un modesto anticipo.
- Lo lamento, Vives, pero lo que me pides no es posible, tengo órdenes precisas de la compañía y me juego el empleo si las incumplo.
- Pero vamos a ver, ¿quién coño se va a enterar, fuera del pueblo, si algunas noches cortas la luz a las doce o un par de horas más tarde?
- Paco, insisto en que comprendo tus razones y te aseguro que me encantaría poder ayudarte, pero no está en mi mano.
   La discusión es estéril: ni uno cede en sus pretensiones ni el otro en su negativa. Al final, el encargado ofrece al comerciante una salida:
- Lo que puedes hacer es hablar con mis jefes y si estos lo autorizan nada me produciría más satisfacción que poder echarte una mano retrasando la hora del apagón.
   El comerciante se marchó visiblemente irritado. Creyó más prudente no informar al electricista que la gestión que proponía ya la llevaron a cabo con resultado negativo. Algunos colegas de Vives estuvieron hablando con los directivos de la compañía eléctrica que se los quitaron de encima remitiéndolos a la Delegación Provincial de Industria, de dónde procedía la prescripción de los cortes de fluido; en la Delegación les dijeron que no hacían más que cumplir órdenes del Ministerio. Por eso los comerciantes llegaron a la conclusión de que el problema solo podía arreglarse en el ámbito local, de ahí la gestión personal de Vives.

   Tras el fracaso de la entrevista con el encargado de la luz, los comerciantes trasladaron el problema al que entonces era alcalde, Buenaventura Cucala, haciendo hincapié que los apagones les afectaban a ellos, pero de rechazo también a los agricultores. El alcalde se comprometió a efectuar las gestiones necesarias para solucionar el problema. Llamó al electricista al Ayuntamiento y le expuso la situación. El empleado repitió las mismas explicaciones que le dio a Paco Vives. Para el alcalde la solución a las restricciones se convirtió en una cuestión personal, no podía quedar mal ante unos vecinos que eran los que movían la economía local. La discusión terminó mal. Cada interlocutor se empecinó en su postura y ninguno dio su brazo a torcer. El alcalde llegó a amenazar al encargado de que su actitud le podía costar un serio disgusto y de qué no sabía con quién se jugaba los cuartos. El electricista se encogió de hombros, para él la discusión estaba cerrada. Sabía perfectamente del porqué de tanta insistencia, los comerciantes se jugaban mucho, una parte considerable de las remesas de sus productos iban a parar directamente al mercado negro. Y el estraperlo generaba ingentes cantidades de dinero.                                                                
                                                                             
   Del estraperlo, uno de los fenómenos más peculiares en la España de los años cuarenta, era de lo que hablaban con frecuencia los asiduos a la tertulia del café El Porvenir, tal como ocurre hoy. Celestino Bonet está explicando uno de los efectos del mercado negro en el ferrocarril:
- … y despachamos más del doble de billetes. Hace un par de años la mayoría de la gente solo cogía el tren para ir a Valencia, ahora únicamente el billetaje que expendemos para el correo de Barcelona supera a todo lo anterior.
- No me extraña – asevera Bosch, uno de los agricultores de la tertulia -, lo que aquí vale un litro de aceite se multiplica por cinco o por seis en Barcelona. Es un negocio redondo.
- ¿Y los estraperlistas no tienen miedo de que les pillen los de la Fiscalía de Tasas? – pregunta Sanchís, el boticario.
- Ese es un riesgo que corren. Si los cogen, les decomisan lo que llevan y les ponen una multa, pero si consiguen llegar al destino sin que les detengan, la ganancia es tan amplia que compensa el riesgo – explica Alfredo Ballesta, otro factor de RENFE y nuevo integrante de la tertulia.
- Mucho han de ganar para que les resarza la pérdida de lo que lleven y además la multa – apostilla Sanchís.
- Sufren la pérdida, pero de multas se pagan muy poquitas – puntualiza Esteban Clavé, el telegrafista -. Al principio se pagaban la mayoría, hasta que descubrieron que si eres insolvente no hay forma de que el Gobierno pueda cobrar la multa. Por eso la mayoría de los estraperlistas son mujeres y ninguna tiene nada a su nombre.
- ¿Es verdad, Celestino, lo que dice Esteban, qué la mayoría de estraperlistas son mujeres? – quiere saber Sanchís.
- Ciertos son los toros. Por cada hombre que estraperlea, hay tres o cuatro mujeres. Y si lo pensáis es lógico. ¿A ver quién es el guapo que se atreve a registrar a una mujer? Hay tías que se meten un saquito de harina o un pellejo de aceite bajo las faldas como si estuviesen preñadas y como no suelen registrarlas llegan tan panchas a la estación terminal – explica Bonet.
- Yo estoy convencido de que si no cogen a los estraperlistas es porque no quieren, con tener un piquete de guardias en las estaciones y registrar a todos los que llevan bultos sospechosos, problema resuelto – afirma otro de los tertulianos.
- Eso ya lo hacen – aclara Ballesta -, pero como los estraperlistas lo saben, sirve de poco. Los de la Fiscalía tendrían que poner guardias a lo largo de la vía en los últimos kilómetros antes de llegar a Madrid o a Barcelona.
- ¿Por qué?
- Porque a la ciudad solo llega uno de cada ocho o nueve fardos. Mucho antes de que termine el recorrido los estraperlistas van lanzando los bultos por puertas y ventanillas. A pie de vía hay conchabados que los están esperando para recogerlos. Cuando llegan a término todos están más limpios que una patena.
- ¡Coño! – exclama Lastra -. Lo que la gente es capaz de inventar.
- A mí me gustaría saber quién cojones es el culpable del jodido estraperlo, porque para los labradores es un momio, pero para los que vivimos de un sueldo es la muerte. Todo está por las nubes y los sueldos no dan para más – se lamenta Clavé, uno de los asalariados de la tertulia.
- Os diré quién es el culpable – Lastra, el veterinario, se pone sentencioso -: el Gobierno.
- ¡Qué coño va a ser el Gobierno! Quién tiene la culpa es Franco – le corrige Bonet.
- Te equivocas, Celestino. El culpable no es el Caudillo sino la mayor parte de los ministros que son nos incompetentes. Primero implantaron las cartillas de racionamiento, luego decretaron la obligatoriedad de fijar los precios de los productos básicos de acuerdo a cómo estaban antes de la guerra. ¿Cuál ha sido el resultado de unas medidas sin pies ni cabeza? Pues que comerciantes, fabricantes y mayoristas han inmovilizado muchos de los bienes de consumo más demandados y se ha producido un desabastecimiento del mercado. El resultado es el florecimiento del mercado negro, vamos, del estraperlo. Si Franco lo supiera lo arreglaría de un plumazo, pero para mí que no le cuentan ni la mitad de lo que está pasando. Si no, otro gallo nos cantara – asevera Lastra.
- ¿Y para arreglar todo eso no están la Comisaría de Abastecimientos y la Fiscalía de Tasas? – interpela Sanchís.
- Esos – el veterinario baja la voz - no arreglan nada. Ponen alguna que otra multa y decomisan unos cuantos fardos a los pequeños estraperlistas, pero a los grandes… - sigue hablando en voz tan tenue que alguno de los tertulianos es incapaz de entender lo que dice.
- Don Abelardo, no pretendo llevarle la contraria, pero los de la Fiscalía también se meten con los peces gordos - interviene Esteller, el barbero -. Sin ir más lejos, hace veinte días registraron la almazara de Betoret, la de la calle Virgen de Loreto, y le pillaron una montonera de litros de aceite que no tenía declarados. Han enprecintado, o como coño se llame, el molino y dicen que le van a poner una multa de las que levantan ampollas. 
- Hombre, Esteller, de vez en cuando tienen que justificarse y dar algún golpe, pero es mayor el ruido que las nueces. Lo que le puedan poner de multa a Betoret será una bagatela al lado de lo que ha ganado vendiendo el aceite de estraperlo y de lo que va ganar. Porque me apuesto café, copa y puro que, antes de un mes, el molino volverá a funcionar.