"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 11 de junio de 2013

1.7. Se vende, se alquila



   Al tiempo que Francisco, el contratista que ofreció a Sergio su primer trabajo, cuenta a su colega Lisardo como conoció al joven, Pascual Tormo y los periodistas que le acompañan siguen su paseo por la costa de Senillar.  Además de los edificios a medio construir, suscita igualmente su atención la profusión de carteles colgados en terrazas y ventanas con idénticos contenidos: se alquila, se vende, se alquila con opción a compra…
- Como comprobaréis, más de media playa está en venta - ironiza Tormo.
- Igual que ocurre en todas las costas - corrobora el reportero.
- Sí pero aquí ese hecho es especialmente sangrante - se lamenta Tormo -. Y lo es porque Senillar descubrió el filón del ladrillo veinte años tarde y, por tanto, la crisis inmobiliaria le alcanzó cuando apenas comenzaba su despegue. Y no es lo mismo que le llegue la sequía a un árbol desarrollado que está firmemente enraizado que a uno cuyas raíces apenas han arraigado.    
- ¿Y por qué comenzó aquí el boom de la construcción tan tarde?
- Se nota que eres periodista en lo preguntón. Es muy largo de contar. A ver si esta tarde os presento a mi primo Julián que lo cuenta como nadie y os lo explicará con todo lujo de detalles.

   El fotógrafo señala la fachada del edificio que tienen enfrente al tiempo que comenta:
- Son curiosos algunos de esos carteles hechos a mano, da la impresión como si sus propietarios no se fiasen mucho de las agencias inmobiliarias.
- En algún caso no me extrañaría nada. Muchos de ellos son de gente del pueblo y  mis paisanos se fían poco de los intermediarios. Por cierto, que bien satisfechos estaban cuando los adquirieron. Aquí, como en todo el país, hasta hace cuatro días el negocio más saneado que podías hacer era comprar un piso en plano y venderlo cuando te daban las llaves, e incluso antes. Invertir en la construcción era como ver crecer la hierba; bueno, en este caso el dinero. Senillar puede ser un ejemplo de cómo la especulación inmobiliaria y la codicia llevaron a los individuos, incluso a los más sensatos, a cometer disparates increíbles.
- ¿Podrías darnos en un par de pinceladas una imagen de cuál es el estado actual del pueblo? Lo más sintético posible, por favor.
- De forma telegráfica: Senillar, localidad costera valenciana casi en el límite con Alicante. Algo más de cinco mil habitantes con casi un quinto de extranjeros, algunos ilegales. Durante el verano la población aumenta un ochenta por ciento. Economía estacional basada en el turismo y los subsidios. Con un paro cercano al veintinueve por ciento. Se creyeron millonarios durante el boom y, hoy, se sienten deprimidos con la crisis. ¿Algo más?
- Envidiable capacidad de síntesis. Los extranjeros, ¿de dónde proceden?
- Un poco de todas partes. Los residentes son en su mayoría europeos, sobre todo ingleses, alemanes y franceses. De los que llegaron buscando trabajo y se quedaron los que más abundan son magrebíes y rumanos. Había muchos ilegales, pero cuando pararon las obras se fueron bastantes.
- Y los que quedan, ¿qué hacen?
- Ya os lo podéis imaginar, malvivir. De vez en cuando encuentran algún trabajo temporero en el que les suelen pagar un salario de hambre y, por supuesto, sin ninguna clase de contrato ni seguridad social. Pese a ello muchos prefieren quedarse porque en sus países están mucho peor.   

      Tras tomar unas notas en su moleskine, el periodista pregunta:
- Pascual, has dicho que la economía es estacional y se basa en el turismo y los subsidios, danos una explicación algo más amplia.
- Éste era un pueblo que, básicamente, vivía de la agricultura. Cuando comenzó el boom inmobiliario su economía pasó a depender del ladrillo. Al pincharse la burbuja inmobiliaria, hoy la única fuente de ingresos son los veraneantes, pero eso sólo ocurre durante la canícula. El resto del año el dinero que entra procede de los subsidios públicos: pensiones, desempleo, etcétera. La gente sobrevive gracias a las relaciones familiares, todavía sólidas, y a las pensiones de los jubilados. Sin las subvenciones, muchas familias no tendrían ni para comer. Esa es una más de las pesadillas sobrevenidas con la crisis.
- Y que nadie sabe cuándo va a terminar.
- Esa es otra. De momento, ni brotes verdes, ni se ve la luz al final del túnel, ni ninguna de esas frases hechas que tanto gustan a los políticos y que van soltando a voleo pensando que los ciudadanos son tontos.
- Ah, pero... ¿acaso no lo son?