"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 27 de noviembre de 2015

9.9. ¿Y te costará mucho hacerte a la idea?



   La discusión entre Lola y José Vicente sobre si aceptar o rechazar la oferta de dirigir la Obra Sindical de Educación y Descanso, lo que supone el traslado familiar a Valencia, se encona.
- En Valencia no conozco a nadie – reitera Lola -. Voy a aburrirme como una ostra. Tú te vas a ir al trabajo y, como te conozco, sé que vas a estar la mayor parte del día fuera de casa. Ganarás con el cambio, pero nuestra vida familiar va a perder y mucho.
- No tiene por qué ser así. Te prometo que, salvo circunstancias excepcionales, comeré todos los días contigo y con la niña y no voy a estar fuera de casa más tiempo que ahora, porque si cuentas las horas que paso en la cooperativa y las que dedico al Ayuntamiento y a la jefatura no creo que Educación y Descanso me lleve más tiempo.
   A Lola se le acaban los argumentos y su mente se esfuerza en buscar el más pequeño resquicio por el que introducir en sus réplicas un leve tinte de racionalidad.
- Ese cargo es de designación directa, ¿no es eso? Lo que quiere decir que de la misma forma que te nombran pueden cesarte, ¿te paraste a pensar qué será de nosotros si mañana o dentro de unos meses te agradecen los servicios prestados? Te puedes encontrar sin trabajo, ¿de qué vamos a vivir entonces?
- Eso está solucionado, Lola. Si acepto el cargo, iré con la excedencia de mi puesto en el bolsillo. Si un día me cesan, algo que es verdad que puede ocurrir, tengo el trabajo asegurado. Por tanto, por ahí no hay ningún problema.
- ¿Y si no te gusta el nuevo trabajo?
- Estoy seguro de que me gustará, pero admito que hasta que no lo pruebe no sabré si me va a gustar. Pero esa es una actitud muy pesimista y que no conduce a nada; mejor dicho, presupone que nadie cambiaría de trabajo ante el temor de que otro nuevo no fuese a gustarle. Me extraña mucho esa predisposición negativa que pareces tener a que cambiemos de aires para mejorar. La verdad es que no te entiendo.
- Pues es fácil de entender, solo pienso en ti – Lola intenta desesperadamente retorcer los argumentos de su marido -. A mí me da igual vivir aquí que en la ciudad y la niña es demasiado pequeña para que se dé cuenta de nada, pero quien me preocupa eres tú. Estoy de acuerdo contigo en que el hecho de que te pueda gustar más o menos el nuevo trabajo no es razón suficiente para rechazarlo a priori, pero ¿y qué puede pasar si, por las causas que fuere, no eres capaz de sacarlo adelante? Has demostrado capacidad más que sobrada para la política local, pero allí vas a jugar en otra liga mucho más dura y competitiva. Sé que eres inteligente y hábil, ¿pero quién nos asegura que en el nuevo ámbito te vas a mover con la misma facilidad que lo haces ahora?
- Me sigues sorprendiendo, Lola, pero negativamente. Dices que me consideras inteligente y hábil para la política. Bueno, pues te confesaré que yo también creo que lo soy y sé que allí adonde no llegue cuento contigo para que me ayudes a superarme. Y te diré más, conozco a varios camaradas que están dirigiendo sindicatos y la mayor parte de ellos son bastante menos competentes que yo. Por eso estoy convencido de que seré más que capaz de sacar adelante la nueva tarea.
   Lola se siente acorralada. Por momentos se nota incapaz de contrarrestar las argumentaciones de su marido. Emplea su última baza: la emotividad.
- Si he de serte totalmente sincera debo añadir que mi renuencia a irme del pueblo también tiene motivos sentimentales. Toda mi vida ha transcurrido aquí, mis raíces, mis recuerdos, mis amigas… todo eso está aquí. Y los sentimientos también cuentan.
- Por supuesto que los sentimientos cuentan. Pero oyéndote, cualquiera creería que nos vamos a las antípodas, cuando nos desplazaremos ahí al lado; vamos, apenas una hora en coche de línea. Eso supone que podrás venir a ver a tu madre o a tus amigas cuando te pete. Vienes en el autobús de media mañana y antes de cenar puedes estar en casa. Y lo contrario vale para tu madre y también para tus amigas, podrán venir a vernos siempre que quieran.
- Sí…, sé que tienes razón, pero no acabo de verme viviendo en la ciudad. Debo de haberme hecho muy pueblerina. Se me ocurre que a lo mejor podría ir adaptándome poco a poco y entonces el cambio no me resultaría tan traumático – A Lola se le acaban las réplicas.
- Y eso de ir adaptándote poco a poco, ¿qué significa?
- Pues que podrías ir y venir todos los días hasta que me hiciese a la idea del cambio.
- Lola, esa no es solución. Sabes que es igual que vaya a Valencia en tren o en el coche de línea, ambos tardan una hora. Quizá podría ir y venir en uno de los vehículos de la Obra, pero no dejaría de perder diariamente mucho tiempo en los desplazamientos y, además, daría muy mala imagen el hecho de aprovechar los recursos oficiales para fines particulares. Esa solución es un disparate y no deja de sorprenderme que la proponga alguien tan inteligente como tú.
   No hay forma de que se pongan de acuerdo. Cada uno de los argumentos de Lola, por momentos más débiles y peregrinos, es reducido a polvo por José Vicente. Cuanto más discuten más se afianza él en su decisión de aceptar el cargo. En cambio, ella más se aferra a su, aparentemente, irracional postura de no marcharse del pueblo. Esa actitud es lo que tiene desconcertado a Gimeno: él argumenta siempre sobre las bondades del nuevo puesto, ella solo habla de lo duro que le va a resultar abandonar el pueblo. Hay algo que parece que no encaja en la discusión. Las tablas las deshace la mujer cuando lanza su definitivo órdago:
- Mira, José Vicente, no tiene sentido continuar la discusión. Tú quieres irte por encima de todo y yo no me encuentro preparada para hacerlo. La única salida que veo es que aceptes la propuesta, te vayas a Valencia y vuelvas al pueblo los fines de semana. Cuando me haya hecho a la idea iremos la niña y yo.
- ¿Y te costará mucho hacerte a la idea? Una semana, un mes, un año…
- La verdad es que no lo sé.
   La noche se le hace muy larga a José Vicente, no consigue dormir, no hace más que darle vueltas al ultimátum de su mujer. No ha habido manera de moverla de su posición: no quiere irse del pueblo por nada del mundo, aunque matiza que por el momento. Pero no se engaña, intuye que ese momento puede suponer un tiempo indefinido. Creía conocer a Lola, pero acaba de constatar que no es así. Su esposa tiene meandros desconocidos que todavía no ha sido capaz de descubrir. Y la solución que aporta es un puro disparate. ¿Qué va a hacer solo en la ciudad?, ¿qué dirá la gente?, ¿dará el sueldo para mantener dos casas? Está enamorado de Lola, ¿aguantará estar sin ella la mayor parte de la semana? También está muy encariñado con la niña, ¿soportará estar tantos días sin verla? Se descorazona más al pensar que el problema no tiene una solución intermedia, no hay terceras vías. En los platillos de la balanza están su mujer y el nuevo cargo. Hay que optar por uno o por el otro. Sabe que está ante la elección más crucial de su vida: o se queda con Lola o se queda con el cargo. Imposible conjugar ambos extremos. Casi está amaneciendo cuando consigue dormirse. Al despertar ya ha tomado una decisión.

martes, 24 de noviembre de 2015

9.8. Eso no es una obra, es toda una orquesta



   Una vez superado el desconcierto por la agresiva actitud de su esposa y de su intemperante pregunta, Gimeno le explica a Lola las principales actividades que desarrolla la Obra Sindical de Educación y Descanso, obra que el Gobernador quiere que dirija.
- Te dará una idea de la importancia de Educación y Descanso los departamentos que la componen: deportes, extensión cultural, turismo social, promoción, orientación y programación, inversiones, además de poseer una red de residencias.
- ¡Virgen del Amor Hermoso, eso no es una obra, es toda una orquesta! ¿Y en cada uno de esos departamentos qué es lo que se lleva a cabo? Porque la simple enumeración no basta para hacerse una idea.
- Se hacen actuaciones muy variadas. En deportes se realizan campeonatos y concursos de todo tipo que tienen su exponente anual en las demostraciones sindicales del uno de mayo. La sección de extensión cultural agrupa coros, bandas de música, rondallas, teatro, agrupaciones folclóricas para recoger las canciones y danzas más tradicionales, etcétera. Ahí me podrías ayudar muchísimo.
- ¿Y eso es todo?
- No, mujer. También están los concursos literarios, los fotográficos, la creación de grupos de cineclub…Y el departamento de turismo social permite a los trabajadores recorrer España y hasta visitar el extranjero. Asimismo, están los hogares del productor que son centros de reuniones laborales y culturales. También las residencias de verano, sobre ellas me ha comentado Germán que podríamos veranear gratis. Imagínate que chollo.
-¿Y tú qué sabes de cosas tan dispares como deporte, concursos fotográficos o bailes folclóricos?
- Lo sabes igual que yo, poco o nada.
- ¿Y quieren que dirijas una organización de cuyas actividades no tienes ni idea? ¿Pero en qué país vivimos?
- Ten en cuenta que no es imprescindible ser un experto en las materias o actividades que lleva a cabo Educación y Descanso. Es suficiente con tener capacidad organizadora, que creo que la tengo, y ser persona de confianza del mando, y lo soy. Por tanto, sí estoy cualificado para dirigir esa organización y, si me apuras, cualquier otra.
- ¿Y ese cargo supone que tendrías que dejar la secretaría de la cooperativa?
- Por descontado. El puesto exige dedicación total. Y tendríamos que irnos a vivir a Valencia.
   Esto último era lo que Lola estaba temiendo oír.
- ¿Has pensado en lo que puede significar ese cambio? – inquiere la mujer.
- Lo he pensado, pero muy por encima. Y por supuesto, no pensaba tomar ninguna decisión sin hablarlo contigo y sin que de común acuerdo adoptemos la resolución que sea mejor para los tres.
   Tras esta última frase, se produce una pausa en el diálogo. Da la impresión de que ambos cónyuges se dan un tiempo para madurar su posición. Gimeno es consciente de que el cargo que acaban de ofrecerle, además de las múltiples posibilidades que conlleva, podría convertirse en trampolín para saltar a otros puestos más importantes. No es lo mismo estar en el núcleo dónde se cuecen todos los asuntos políticos de la provincia que en un pueblecito alejado del auténtico poder. Las posibilidades de seguir promocionando se multiplicarán estando en la capital y más con la mujer que tiene. La capacidad para el análisis y el talento estratégico de Lola unido a su habilidad para el cabildeo pueden reportarles jugosos dividendos. Piensa también en su hija: evidentemente tendrá mejores posibilidades para estudiar y relacionarse si viven en la ciudad que en el pueblo. Ahora bien, si acepta el puesto la cara negativa será que de ser el número uno del pueblo pasará a convertirse en uno más de los muchos mandos intermedios que pululan por la capital. Todos esos pensamientos le traen a la memoria una frase hecha: se trata de elegir entre ser cabeza de ratón o cola de león. A bote pronto parece que es mejor ser cabeza que cola, pero un análisis más profundo le lleva a la conclusión que en este caso no es así. En el pueblo ya alcanzó todo el poder posible, se acabaron los retos y, por tanto, también los esfuerzos para superarse. Terminará acomodándose a la situación y convirtiéndose en otro Benjamín Arbós. ¿Eso es lo que quiere? Su cabeza le dice que no. Si acepta la propuesta tendrá que plantearse nuevos retos, esforzarse, pelear, sentirse más vivo. Está convencido de que tiene dotes para llegar más arriba en el mundo político y en el profesional, pero si no los pone a prueba nunca podrá confirmar su intuición. Su análisis le inclina a aceptar la propuesta.
   Por su parte, Lola se encuentra angustiosamente turbada. Siempre pensó que le gustaría marcharse del pueblo, vivir en otros lugares, conocer nuevas gentes, tener otras amistades… y ahora que dicha posibilidad puede convertirse en real no parece que la haga muy feliz. De ahí su turbación y hasta su desconcierto porque es consciente de que su malestar ante el posible cambio no nace de la cabeza sino del hondón dónde anidan los sentimientos más profundos. Trata de ser lógica, de analizar el problema con frialdad, de olvidarse de los oscuros impulsos que le empujan a oponerse al cambio. Es consciente de que la carrera política y hasta profesional de su marido puede recibir un considerable impulso si se van a la capital, además la niña tendrá más posibilidades de todo tipo viviendo en la ciudad que en el pueblo. Entonces, ¿por qué esa desazón cuándo contempla el posible cambio? Es verdad que hay motivos objetivos para oponerse al traslado. Tendría que dejar sola a su madre que empieza a estar mayor. Tendría que dejar la tienda y duda de que su madre sea ya capaz de llevarla sola. Tendría que despedirse de sus amigas, de su pasado, de sus recuerdos; no, eso no, los recuerdos se llevan encima allá donde estés. Dejaría de ser la mujer casada con el hombre más poderoso del pueblo…. De pronto su mente echa la vista atrás y recuerda la de veces que imaginó su vida con Rafael: terminaría la carrera de ingeniero, se casarían y se irían a vivir donde él trabajara. Podía ser cualquier lugar del país o del extranjero, a miles de kilómetros del pueblo, y eso nunca le importó. Este último pensamiento le revuelve el estómago: acaba de descubrir cuál es la real causa por la que no quiere marcharse del pueblo.                                                                   
   La discusión del matrimonio es la más dura que han tenido desde que se casaron. Ha comenzado de forma suave y ha ido subiendo de tono. José Vicente ha desgranado las razones para aceptar la propuesta poniendo por delante las ventajas que reportaría para madre e hija. Lola ha contrapuesto sus argumentos sobre los inconvenientes que supondría irse en estos momentos. Es perfectamente consciente de que son muy débiles al lado de los su marido, pero no encuentra otros mejores.
- ¿Qué vas a dejar sola a tu madre? – contraataca José Vicente -. Cualquiera diría que es una anciana. Está perfectamente de salud y no tiene ningún problema para vivir sola. De hecho lo está haciendo desde que nos casamos que, por cierto, fue idea tuya. En cuanto a la tienda, estoy cansado de oírte decir que para las ganancias que da no pasaría nada si la cerrarais. Si esos son todos los motivos que tienes para que no acepte el puesto…
- Hay más – contrataca Lola -. Leito es muy pequeña y necesita tener siempre alguien que la vigile y la cuide cuando yo no estoy. Aquí, tengo a Laurita, a mamá y, si hace falta, mis amigas me echan una mano. En Valencia no tendría ninguna de esas ayudas.
- ¡Por Dios, Lola!, ¿pero qué dices? No tendrás a tu madre ni a tus amigas, pero sí a Laurita.
- Dudo mucho de que quiera irse del pueblo.
- Pues buscaremos otra muchacha. Ese no es el problema.
   La discusión se atasca y se vuelve más agria por momentos. Los pros y contras de la oferta rebotan como si el trinquete de un frontón se interpusiera entre ambos cónyuges.

viernes, 20 de noviembre de 2015

9.7. Ve al grano




   La vida de la familia Gimeno-Sales sigue su curso habitual. José Vicente continúa trabajando en la cooperativa y mangoneando en el pueblo. Lola está criando a Leito y ha vuelto a hacerse cargo de la tienda de su madre, se gana unas pesetas que siempre vienen bien y, además, tiene una estratégica atalaya desde la que otear y tomar el pulso a lo que dice la grey femenina; de ahí obtiene buena parte de las informaciones que sirven para orientar las políticas que luego aplica su marido. Una vez dominados todos sus antagonistas, desactivado en buena medida el clan Arbós y neutralizados aquellos elementos que podrían percibirse como potenciales rivales, la vida política local se ha convertido, para los Gimeno-Sales, en un oasis placentero y pacífico. A Lola dicha situación le viene de perlas, puede dedicarse de lleno a criar a su hija sin tener que preocuparse de posibles enemigos que pudiesen alterar esa idílica situación. José Vicente también disfruta de ese estado de cosas. Si hace unos años le hubiesen profetizado que llegaría a sentirse plenamente integrado en la vida y la sociedad senillense jamás lo hubiera creído. Para él su empleo en la cooperativa y su estancia en el pueblo no eran más que obligadas etapas en su camino hacia mejores logros profesionales y personales. En cambio, ahora es feliz: tiene una mujer maravillosa a quien ama apasionadamente, una niña preciosa a la que adora, es el amo del pueblo y realiza un trabajo que sigue siendo poca cosa, pero que tampoco le resta demasiado tiempo a sus otras actividades. Los Gimeno-Sales son felices.
   Un hecho, aparentemente tan distante como distinto, podría alterar ese estado idílico. En el último Consejo de Ministros, celebrado en el Palacio del Pardo, se aprobó el cese y nombramiento de titulares de varios Gobiernos Civiles, el de Valencia entre ellos. Francisco Javier Municio, gobernador en la ciudad del Turia, ha sido nombrado gobernador de Sevilla y sustituido por un nuevo poncio, Eliseo Díaz de la Torre que, al igual que su antecesor, viene del mundo del Derecho, pero en su caso no de la abogacía del estado sino de la carrera fiscal.
   Gimeno se ha despedido de Municio, quien además de ofrecérsele en su nuevo puesto le comenta que deja de él unas magníficas referencias a su sucesor. El día de la toma de posesión del nuevo gobernador, José Vicente es uno más de los mandos locales que llena el salón de actos del Gobierno Civil y que posteriormente forman una larga fila para presentar sus respetos al nuevo jefe. Ahí termina su contacto con el nuevo preboste. Tres semanas después, Gimeno recibe una llamada de su amigo Germán, que ha sido confirmado en la secretaría de la Jefatura Provincial del Movimiento.
- José Vicente, el nuevo jefe quiere verte. Es un hombre bastante reservado y no ha comentado nada sobre el motivo de la entrevista, pero me da en la nariz que piensa ofrecerte algún cargo.
- ¿Un cargo? ¿Cuál?
- No tengo ni idea, pero se están renovando la mayoría de mandos sindicales. Por ahí podrían ir los tiros.
   La noticia supone una tremenda sorpresa para Gimeno. Tiempo atrás le hubiese llenado de alegría y orgullo, por fin se habían fijado en él y su carrera política comenzaba a soltar lastre. Ahora le produce incertidumbre y un montón de dudas. Gimeno está hecho un lío, si se confirma lo que le acaba de soplar Germán, ¿cuál debería ser su respuesta? Por una parte, el hecho de promocionar en su carrera política, y posiblemente también profesional, le produce una honda satisfacción. Por otra, es consciente de que si le nombran para un cargo provincial tendrá que vivir en la capital y su vida y la de su familia experimentará un profundo cambio. ¿Qué hacer? No está nada seguro de acertar. Lo primero que se le pasa por la cabeza es comentárselo a Lola pero, tras pensarlo detenidamente, decide que será más prudente oír lo que vaya a proponerle el poncio, igual todo queda en agua de borrajas.
   Días después, Juan Ignacio Herrero, subjefe provincial del Movimiento, recibe al camarada José Vicente Gimeno. Le comunica que el nuevo jefe provincial, que tiene unas excelentes referencias suyas, quiere aprovechar sus cualidades para que dirija la Obra Sindical de Educación y Descanso. Confían en él plenamente y, aunque dan por descontado su aceptación del puesto, tienen la deferencia de darle cuarenta y ocho horas para que pueda informar a su familia antes de que se publique el nombramiento. Sale de la Jefatura Provincial pensando que, tal y como se lo ha planteado el subjefe, no le queda otra que aceptar el nombramiento. En el fondo le produce una íntima satisfacción.
   Gimeno no sabe por qué, pero es un tanto renuente a contarle a Lola la buena nueva. Tiene la corazonada de que para su mujer quizá no sea una nueva tan buena. Está casi un día entero dándole vueltas a como presentarle la noticia. Tras muchas vacilaciones se dice que no tiene sentido lo que está haciendo. La propuesta que le han hecho es magnífica. Vivirán en una gran ciudad como Valencia, donde a buen seguro Lola se sentirá como pez en el agua y Leito podrá ser escolarizada en un buen colegio, lo que le posibilitará adquirir una completa formación para dentro de unos años ingresar en la universidad. En cuanto a él tendrá la oportunidad de codearse con los demás mandos provinciales y tendrá acceso directo a la gente de la Jefatura Provincial, lo que quizá a la larga le depare la oportunidad de promocionar más en su carrera política. En todo caso, está claro que tiene que contárselo a Lola. No puede aceptar el cargo sin el apoyo de su mujer. Y lo hace, pero con la vieja y conocida táctica de la aproximación indirecta.
- Desde luego, como está cambiando Valencia. Es una ciudad que está mejorando día a día. Qué de cines, qué de teatros, cuantos centros culturales hay. Y no veas la de cafeterías, restaurantes y bares de lo más chic. No me extraña nada lo que leí hace unos días en una encuesta, decía que una de las ciudades españolas donde mejor se vive es Valencia.
- Sí, desde luego, ya no es la Valencia que pintaba Blasco Ibáñez en sus novelas. Ha mejorado mucho, aunque al lado de Madrid o Barcelona sigue teniendo un aire ciertamente provinciano. Y no digamos si la comparamos con París.
- Pero, Lola, ¿cuándo has estado tú en París? – pregunta sorprendido Gimeno.
- No he estado nunca, pero he leído mucho sobre la Ciudad de la Luz y Valencia está a mil leguas. Por poner un par de ejemplos: ¿crees que en Valencia puede haber un cabaret como el Moulin Rouge? ¿O piensas que algún día pueda existir una sala donde se haga estriptis? Ni de broma.
- Ya que tocas el tema del espectáculo, tenga una noticia formidable que darte.
   José Vicente le cuenta a Lola la propuesta de la Jefatura Provincial resaltando las facetas más interesantes y atractivas que puede conllevar el nuevo puesto, especialmente para ella y, sobre todo, para Leito. La respuesta de su mujer, como no, vuelve a sorprenderle.
- Antes de darte mi opinión sobre esa oferta explícame que es eso de Educación y Descanso.
- Es una institución encuadrada en los sindicatos verticales para aprovechar el tiempo libre de los trabajadores. Cuando se creó se llamaba Obra Nacional Alegría y Descanso y se basa en la Declaración II del Fuero del Trabajo...
- No me des una teórica, Gimeno – le interrumpe Lola con gesto agrio y tono desabrido-. Ve al grano.
   José Vicente siente un extraño frío en la espalda, desde que se casaron es la primera vez que su mujer le llama por el apellido.