Jacinto Grandal suele acceder a Torreblanca
por la entrada sur de la N-340 que empalma con la calle San Antonio o el Raval.
Para ir a la playa recorre la calle hasta el cruce con Colón a cuyo final enlaza
con Galicia que lleva a la Avenida del Mar que, a su vez, desemboca en la
carretera a Torrenostra. Durante las fiestas, al estar cortadas muchas calles,
ha de coger la calle Labrador hasta la calle Estación, desde la que llega a la
carretera de la playa. Esta mañana se ha sorprendido al ver que en la calle San
Antonio cada dos o tres metros hay un montoncito de arena, un haz de leña y
unos melones. ¿Qué demonios es esto?, se pregunta. En todas las demás calles no
ve los preparativos del Raval. Está citado con sus amigos en la terraza del bar
el Muret, pues les prometió el día anterior que les contaría su teoría sobre lo
que pasó en la habitación de Curro Salazar la tarde de la Asunción. Cuando
llega, la cuadrilla está al completo.
-Buenos
días, colegas, ¿qué estáis tomando, birras?
-Y algo más,
Pedro nos ha sorprendido trayendo una botella de clarete del Burgo de Osma que
entra sin pedir permiso –cuenta Álvarez.
-¿El Burgo
de Osma?, eso está en Soria. No sabía que era tierra de buenos vinos.
-Es la parte
más oriental y quizá la menos conocida de la Ribera del Duero, pero produce
buenos caldos. Pruébalo y verás –le ofrece Ramo llenándole un vaso.
-¿Vienes
preparado para contarnos tu teoría sobre lo que ocurrió en la habitación de
Salazar? –inquiere Ballarín.
-Por
supuesto. Anoche estuve hasta las tantas ordenando lo que hemos descubierto
–Grandal utiliza el plural en deferencia a los amigos que han arrimado el
hombro en las investigaciones sobre el misterio de la muerte del
exsindicalista-, depurando lo que no sabemos y sistematizando la estructura de
mi teoría sobre cómo fue el final del pobre Salazar.
-Pues te
escuchamos, figura. Puedes hacer el paseíllo cuando gustes y no tengas miedo de
arrimarte que estamos demasiado cascados para empitonar a nadie –dice Álvarez
echando mano de su jerga taurina.
-Así lo
haré, matador, pero antes una pregunta para Pedro que al ser oriundo del pueblo
es el más indicado para contestarla –y Grandal cuenta lo de los montones de
arena y los haces de leña que ha visto esparcidos a lo largo de la calle San
Antonio y como en el resto de viales del pueblo no los había-. ¿Para qué es
eso?
-Es por la fiesta
de las paellas –y Ramo les explica que a lo largo del Raval, como se la conoce
en el pueblo, y sus alrededores multitud de collas de amigos y familias cocinarán
hoy una paella en la calle y luego se la comerán allí mismo. El Ayuntamiento,
previa inscripción, les provee de arena sobre la que hacer el fuego, de leña,
de melones y de cerveza. La fiesta finaliza con una gran batalla de agua y está
amenizada por charangas. Pese a que lo de las paellas es un festejo relativamente
reciente, comenzó hará treinta y tantos años, se ha convertido en el evento en que
más gente participa. Hay años que se reúnen más de mil personas. Se puede decir
que uno de cada cinco torreblanquins
participa en la fiesta. Es digno de ver tantas paellas preparándose al mismo
tiempo, y acaba proponiendo…
-Si os
apetece luego podemos subir un momento y nos damos un garbeo por el Raval para
que veáis la fiesta en su propia salsa.
-Más que en
su salsa será en su paellera –dice Álvarez haciendo la gracieta de turno.
-Bueno,
dejaros de historias de paellas y vamos al grano. Jacinto, tu teoría sobre la
muerte de Salazar, please –reclama
Ballarín.
-Pues vamos
allá. Primero, unas precisiones sobre el caso Pradera que arranca con la muerte
violenta o no natural de Salazar. Hay dos subclases de muerte violenta: la de
aquella que se debe a un mecanismo suicida, homicida o accidental; es decir,
exógena al sujeto. La otra subclase es la muerte sospechosa de criminalidad,
aquella que pudiendo ser natural se presenta bajo la sospecha y la duda y que son
aquellos casos en los que, por acontecer la rápida muerte de una persona
aparentemente sana o porque las circunstancias de lugar y tiempo impiden un
diagnóstico preciso, la hacen sospechosa de criminalidad siendo en este caso
preceptivo la práctica de la autopsia. El deceso de Salazar lo podríamos incluir
en este último supuesto, muerte sospechosa de criminalidad, lo que en principio
requiere la existencia de uno o varios agentes externos -Grandal hace un parón
para tomarse el culito del clarete del Burgo de Osma que todavía queda en el
vaso.
Nadie dice nada ni hay ninguna clase de
pregunta, por lo que el excomisario continúa con su explicación.
-Decía antes
que el caso Pradera arranca con la muerte no natural de Salazar, pero sus
raíces o antecedentes hay que buscarlos en otro caso, el llamado caso ERE del
que habréis visto infinidad de informaciones en los medios, pues dado que en él
están metidos buena parte de los políticos andaluces, aparece continuamente en
los telediarios y en las portadas de la prensa. Hagamos una sinopsis sobre el
mismo… -y Grandal hace un resumen del caso ERE, también llamado EREgate o caso
del fondo de reptiles. Se trata de una red de corrupción política vinculada a
la Junta de Andalucía que gobierna el PSOE desde 1980, hace la friolera de 36
años. El origen del caso ERE estuvo en la investigación de presunta corrupción
en la empresa municipal Mercasevilla. Una compañía privada iba a abrir una
escuela de hostelería en terrenos de dicha empresa por lo que recibió una
subvención de 900.000 euros de la Junta de Andalucía. El empresario se
sorprendió cuando dos personas le exigieron la mitad de la subvención a cambio
de garantizarle posteriormente otra subvención para dar cursos de formación.
Dos exdirectores de Mercasevilla y el exdelegado provincial de empleo de la
Junta fueron condenados por este caso. A partir de la investigación en dicha
empresa municipal salieron a la luz presuntas irregularidades que se ampliaron
a otros campos como el de los falsos prejubilados y las ayudas fraudulentas a
empresas. En el 2001, la Junta de Andalucía, que entonces presidía Manuel
Chaves, inició un procedimiento para respaldar económicamente a empresas con
problemas de continuidad que se veían obligadas a presentar expedientes de
regulación de empleo. Los ERE eran para realizar prejubilaciones o despidos… La
correspondiente investigación desarrollada por la jueza Mercedes Alaya, del
Juzgado de Instrucción número 6 de Sevilla, con la colaboración de la Guardia
Civil, sostiene que existieron graves deficiencias en la gestión de las ayudas
a los ERE puesto que se concedieron prejubilaciones presuntamente fraudulentas,
pagadas a personas que nunca habían trabajado en las empresas afectadas.
Asimismo, se dieron subvenciones a empresas que no estaban presentando un ERE e
incluso a personas que no llegaron a crear ninguna empresa. También se pagaron
comisiones, muy por encima del valor de mercado, a intermediarios entre la
Junta y los trabajadores, que fueron a parar a aseguradoras, consultoras,
bufetes de abogados y sindicalistas relacionados con la Junta, entre ellos
Salazar…, y termina la explicación añadiendo…
-Todo ello,
en caso de probarse, supone un fraude de cientos de millones, aunque las cifras
varían en función de la fuente. Asimismo, la juez Alaya no descarta el pago de
sobornos a cargos políticos de la Junta por parte de los comisionistas.
-Sé lo que
es la prejubilación, pero no lo de los falsos prejubilados, ¿de qué se trata exactamente?
–pregunta Ballarín.
-Como sabes,
la prejubilación es una fórmula de finalización de contratos laborales,
utilizada por acuerdo entre las empresas, los trabajadores y, en su caso, la
Administración si participa en la financiación de estas. Es una fórmula legal ampliamente
extendida, pero su uso en este caso está cuestionado por la policía judicial
que lo investiga. Se produce el fraude al incluir, como prejubilados en los ERE
de las empresas beneficiadas del fondo, a personas que no han tenido relación
laboral con esas empresas o al sostener que lo habían hecho por unos periodos
de tiempo mayores que los reales. De las primeras 183 irregularidades
investigadas, 141 corresponden a trabajadores que cobraban una prejubilación
mayor de la que les correspondería, y 126 eran individuos infiltrados que jamás
trabajaron en esas empresas. En cuanto a las ayudas fraudulentas a empresas,
teóricamente en crisis, se realizaban de forma totalmente discrecional, sin
ningún tipo de trámite ni control gubernamental o parlamentario. Las manejaba a
su arbitrio, según la investigación de la juez Alaya, el Director General de
Empleo de la Junta, un tal Francisco Javier Guerrero actualmente en prisión
provisional.
-Como diría
un andaluz, ¡ojú, vaya tela! –exclama Álvarez.
-Desde
luego. Y para terminar, decir que la causa troncal del caso ERE acumula cerca
de 300 investigados, de los cuales 22 son exaltos cargos de la Junta de
Andalucía implicados en la llamada pieza política.
-¿Y cuánta
pasta se llevaron esos sinvergüenzas a la bolchaca? –quiere saber Ramo.
-En ese capítulo parece que nadie se pone de acuerdo, desde los que
hablan de poco más de cien millones hasta los que lo elevan a varios miles. La
única cifra que he visto recogida en la prensa es la de la partida
presupuestaria de los ERE, denominada fondo de reptiles, y que estuvo dotada
con algo más de ochocientos cincuenta millones de euros durante más de diez
años. Pues bien, esas son las raíces del caso Pradera, y en ese entramado
Salazar se movía cómo pez en el agua haciendo de comisionista, de conseguidor y
de hombre para todo. Cuando se descubrió el pastel fue uno de los primeros en
dar con sus huesos en la cárcel, pero salió al cumplirse el plazo de la prisión
provisional y huyó. Naturalmente, había un montón de gente preocupada por lo
que pudiera contar si hacía un pacto con la fiscalía y empezaba a cantar.
-Lo has dejado muy claro, el caso ERE es el antecedente del caso
Pradera –resume Ramo.
-Sus raíces, más bien –sentencia Ballarín.
PD.- Hasta el próximo viernes en que publicaré, en el capítulo 29, el
episodio 120. De Alvito a Torrenostra