La intuición de Pascual Tormo, al visitar la
muestra de “El dorado futuro de Senillar” y contemplar la maqueta de la
proyectada urbanización de la Marina, de que los planes de los constructores
podrían torcerse comienza a materializarse. Pronto arrecian las protestas de
quienes están en contra del proyecto, aunque por el momento siguen siendo una
minoría formada principalmente por gente joven, la mayoría de ellos
estudiantes, y por jubilados. El resto de los vecinos, sobre todo los que están
en edad de trabajar, cambian gustosos los marjales del humedal por un puesto de
trabajo y los mayores ingresos que reportan las incesantes construcciones. Por
ahora, los jóvenes críticos se conforman con incrementar el pegado de pasquines
y el buzoneo de folletos en los que exponen lo que ellos consideran el expolio
de una zona muy ligada al pasado del pueblo y el único humedal vivo que existe
en la comarca.
A Maximino, el pseudo presidente de AJOTSE,
se le ha ocurrido una idea que expone a Sergio, su compañero en la artificial
asociación sin asociados.
- ¿Has
visto los carteles que han puesto por el pueblo en contra de lo de la Marina?
- Es
imposible no verlos, hay uno en cada esquina.
- Como
aquí en el despacho no hacemos nada más que tocarnos los huevos, se me ha
ocurrido que podíamos dedicar parte de la jornada a pasearnos por el pueblo y
cartel que veamos, cartel que arranquemos. Haremos algo de provecho, nos
ganaremos el sueldo y le daremos un alegrón al estirado del Lavilla, además así
le demostraremos que también somos capaces de pensar.
- Sí,
no es mala idea, pero recuerda que Lavilla ha insistido en que seamos discretos
y no nos signifiquemos demasiado, mientras no sea absolutamente necesario, y
que nos vean arrancando pasquines no es un modelo de discreción precisamente.
Si te parece, antes de ponernos a ello vamos a llamarle y contárselo para que
nos dé su visto bueno.
-
¡Joder, macho!, eres de los que no vas ni a mear sin permiso de los jefes.
Ahora entiendo porque has subido tan deprisa en la empresa del Francisco, por
lameculos.
Sergio da por no oída la ofensiva expresión
de Maxi y lo que sí hace es llamar a Eliseo Lavilla. La respuesta del experto
es salomónica. Les dice que los carteles ni tocarlos, lo que tienen que hacer
es confeccionar un listado de los sitios donde suelen colocarlos y cuando lo
tengan les enviará un par de peones jóvenes, que no sean del pueblo, para que
sean ellos quienes se encarguen de arrancarlos. La contramedida resulta ser
absolutamente ineficaz, en cuanto ha desaparecido un pasquín al día siguiente
han colocado otro. Terminan por olvidarse del asunto, es una batalla que han
perdido, no deja de ser más que una pequeña pelea, pero es la primera que
pierden los magnates del ladrillo. ¿Una premonición?
El grupo que capitanea Chelo Arbós, a quien
su padre amenaza la mitad de los días con encerrarla en un internado religioso
para que no siga con su cruzada ecologista, está organizando una manifestación
en contra de la urbanización de la Marina. Piden ayuda a Pascual Tormo para que
les aconseje como hacerla. Cuando le cuentan sus planes, el profesor les echa
un jarro de agua fría:
- Creo
que el planteamiento de manifestación que estáis haciendo es erróneo. Por dos
razones básicas. Una es que no debéis manifestaros por las bravas, hay que
hacerlo por las vías legales. Otra es que nada de llevarlo todo en secreto, lo
tenéis que plantear con luz y taquígrafos. Esta es una guerra en la que la única
posibilidad que tenéis de vencer es si os ganáis a la opinión pública. Es en
esa cancha donde se va a dirimir la contienda. Os enfrentáis a un enemigo muy
poderoso, con enormes recursos y sin ninguna clase de ética, si tienen que
jugar sucio lo harán sin pestañear. Echando mano del manoseado tópico, vosotros
sois el David de esta historia, por tanto estáis obligados, dicho en frase
bíblica, a ser astutos como serpientes y sencillos como palomas.
-
Hacerlo por la vía legal, ¿qué supone? – pegunta uno de los muchachos del
grupo.
- Que
debéis solicitar al Ayuntamiento el preceptivo permiso para manifestaros.
- En
cuanto sepan para qué es la mani no nos lo darán – apunta Chelo.
- Si
la solicitud está ajustada a derecho no creo que os nieguen el permiso. Os daré
unas notas con los trámites que debéis realizar. Y aún en el supuesto de que os
prohibieran manifestaros, habríais ganado la batalla de la opinión pública. Y,
como dije, es en esa cancha donde se va a ganar o perder este enfrentamiento. Además,
en el supuesto de la negativa siempre tendréis la baza de acudir a los
tribunales.
-
También queremos pedirte otra cosa, que seas tú, junto a nosotros, quien
encabece la mani.
Pascual tuerce el gesto, la petición no
parece que le haya hecho ninguna gracia.
A la autoridad municipal la solicitud de la
manifestación no le ha sorprendido, hace días que el runrún de la misma circula
por los mentideros locales. Los dos cabezas de fila de los partidos que
sustentan al equipo de gobierno del Ayuntamiento se reúnen para tomar una
resolución al respecto.
- Yo
no sé lo que opinas tú, pero te adelanto que estoy en contra de todo cuanto se
oponga a urbanizar y construir, sea en la Marina o en la plaza del pueblo –
afirma tajante Guillem Armengol, el líder de los nacionalistas.
- Estoy
contigo al cien por cien, el problema es que, según me cuenta el secretario, la
petición se ajusta a la ley y podemos meternos en un berenjenal si les negamos
el permiso – replica Javier Blasco, alcalde y presidente del PP.
- No
creo que vayan a meternos en el trullo por negarnos – puntualiza el concejal de
urbanismo.
- No,
pero si no damos el permiso y recurren al juzgado dice el secretario que
tenemos las de perder y, claro, la concesión o no de la autorización la he de
firmar yo. O sea que el marrón también me lo comeré yo solito. ¿Sabes qué? Voy
a llamar a Arbós y que me aconseje – resuelve el alcalde.
- Te
dirá lo mismo que te he dicho yo.
- Es
que también le pediré que consulte con sus jefes de BACHSA, esa gente tiene un
montón de abogados a su servicio y serán quienes mejor nos pueden asesorar.
La llamada de Javier Blasco a José Ramón
Arbós no puede llegar en peor momento, está en plena bronca con su hija mayor.
Arbós le dice a su conmilitón que lo consultará y ya le responderá. En cuanto
cuelga el teléfono sigue con su reprimenda:
- ¿No
comprendes que eres la persona menos idónea para significarte? ¿Acaso no sabes
que, junto a mi amigo Amador, soy el representante local de BACHSA que,
precisamente, es la empresa que va a construir esa maravilla de ciudad residencial
en que se convertirá la Marina? ¿Es que quieres matarme a disgustos?
Chelo se muerde la lengua para no replicar a
su padre, sabe que da lo mismo lo que le diga, su progenitor seguirá dándole la
matraca, como así sucede.
- Al
final vas a forzarme a que te meta en un internado.
- No
pienso irme ni aunque me envíes una pareja de la Guardia Civil.
-
Chelo, no me calientes los cascos que no sabes de lo que tu padre es capaz. Y,
por supuesto, te prohíbo terminantemente que asistas a la manifestación. Si es
necesario, te encerraré en tu habitación, pero ningún Arbós irá con esa panda
de inútiles y vagos que se van a manifestar. Es mi última palabra. Y no me
rechistes.
-
Papá, eres un fósil.