Los cuatro jubilados, después de terminar su
partida de dominó y tras desollar hasta el rabo el tema de los resultados
electorales, hacen una pausa en su charla hasta que vuelve a ser Grandal quien
cambia el rumbo de la conversación.
-¿Qué planes
tenéis para el verano?
-Yo lo
pasaré donde todos los años –Ponte es el primero en responder -. En julio
estaré unos días en Cintruénigo con mi primo Julián y luego dos semanas con Clarita
y los nietos en Ribadesella, a ver si nos toca la lotería y tenemos sol muchos días
que en el norte nunca se sabe. Y en agosto en Madrid que con eso de que queda
medio desierto se pasa tan ricamente.
-Algo
parecido es lo que voy a hacer –cuenta Ballarín -. En julio, en Jaca, en la
casita de montaña que me deja mi cuñado y en agosto en el chalé de Boadilla,
aunque algunos días vendré a Madrid.
-En lo que a
mí respecta -anuncia Álvarez -, en julio aprovecharé el apartamento que mi hijo
Nacho tiene en la playa. Y en agosto aquí, como Manolo y Amadeo.
-Yo este verano
tengo un plan nuevo y al revés que vosotros me quedaré en Madrid en julio. Una
amiga de Chelo le presta para agosto un apartamento que ha comprado en Marina
d´Or. Es una lástima, Luis, que no coincidamos en el mismo mes, lo digo porque
la Marina creo que está al lado de donde veranea tu hijo. Es en Torreblanca,
¿no?
-Bueno,
donde tiene el apartamento es en Torrenostra que es el barrio marítimo de
Torreblanca. Y también siento no coincidir contigo porque por una vez podría
tener allí de compañero de dominó a alguien que sabe lo que se lleva entre
manos –comenta Álvarez.
Tres días después algunos de los planes
veraniegos del cuarteto cambian de la noche a la mañana. En el caso de Luis
Álvarez cuando suena el teléfono de casa.
-Papá, soy
Nacho
-Hola, hijo,
¿qué tal, cómo estáis?
-Todos,
bien. Leito y la cría esperando las vacaciones. ¿Y vosotros cómo andáis? –y sin
dar tiempo a la respuesta añade -. Te llamo sobre todo para daros lo que espero
sea una buena noticia para vosotros, aunque no lo es tanto para mí. Si está
mamá dile que se ponga, por favor.
-Matilde -llama
Álvarez -, Nacho al teléfono.
La conversación con Nacho no se prolonga
mucho pues su esposa le pasa enseguida el teléfono.
-Escucha lo
que cuenta nuestro hijo.
-Nacho,
cuéntame.
-Verás, el
nuevo consejero delegado se está especializando en tocarnos los cataplines a
los departamentos técnicos. Este año se le ha ocurrido la brillante idea de
cambiar los turnos de vacaciones. En vez de tomarlas en agosto, como hacemos
desde siempre, este año las haremos en julio. Con lo cual, el apartamento de El
Palmeral se va a quedar vacío en agosto. Si queréis pasar el mes allí lo tenéis
a vuestra disposición. Solo os voy a pedir una cosa, que si podríais quedaros
la niña con vosotros durante ese tiempo. Leito dice que en agosto hace
demasiado calor en Madrid para la cría y que estará mejor en la playa. Ah,
papá, entre nosotros: me da la impresión de que a mamá la oferta no le ha hecho
mucha gracia porque tenía otros planes. A ver si la convences.
-Bueno,
hijo, haré lo que esté en mis manos, pero ya sabes que a tu madre como se le
atraviese una idea es más dura de pelar que una gallina vieja.
A Álvarez, convencer a su mujer de que vayan
a pasar todo agosto en la playa con la nieta le está costando Dios y ayuda.
Ella tenía pensado estar dos semanas tomando las aguas termales en el Balneario
de Alhama de Aragón y la propuesta de su hijo trastoca sus planes. Por otro
lado, piensa que no puede dejar que su nieta tenga que sufrir el tórrido verano
madrileño. La solución del dilema se la sirve en bandeja su marido.
-Matilde, he
estado pensando una fórmula para que puedas estar tus dos semanas en los baños
y, al mismo tiempo, que Candela pueda estar agosto en la playa. Tú te vas del
uno al catorce a Alhama, como tenías previsto, y yo me llevo a nuestra nieta a
la playa.
-Olvídate de
eso, Luis. ¿Dónde vais a comer si no sabes hacer un huevo frito?
-Comeremos
en alguno de los restaurantes de allí y por la noche iremos a la pizzería que
ya sabes que le gustan mucho las pizzas.
-Quita,
quita. Mi nieta comiendo fuera de casa durante dos semanas, van a creer que no
tiene padres ni abuelos. Además, lo tengo solucionado. He llamado a la
dirección del balneario y me han dicho que no hay problema de que me lleve a la
niña, van a poner otra cama en mi habitación. El que tendrás que apañarte vas a
ser tú, a ver cómo te las arreglas los días en que no voy a estar.
A otro miembro del cuarteto, Amadeo
Ballarín, también se le han truncado los planes estivales. Una de sus hijas,
casada con un oscense y que vive en la ciudad de su marido, está teniendo un
embarazo complicado, pese a que es el tercero. Su ginecólogo le ha recomendado
que guarde reposo el mayor tiempo posible. Por eso ha pedido ayuda a su madre.
-Amadeo, se
nos estropearon los planes para el verano –le anuncia su mujer -. Tendremos que
ir a Huesca a echar una mano a la hija. Tiene que guardar cama la mayor parte
del día y no va a tener tiempo ni fuerzas para llevar la casa ni cuidar a la
familia. En cuanto a lo de contratar a una interna ya sabes que no andan muy
boyantes.
-Lo que
faltaba, pero haremos lo que haya que hacer. Todo sea por la nieta que viene –Amadeo
no es del todo sincero, lo de pasarse todo el verano en Huesca no le hace
ninguna ilusión, no por su hija ni por sus nietas sino por su yerno con el que se
lleva a matar.
En la última partida de la temporada, los
cuatro amigos vuelven inevitablemente a hablar de lo que piensan hacer durante
el inminente verano del dos mil dieciséis y de los cambios producidos. Grandal
y Ponte mantienen sus planes, pero Álvarez y Ballarín los han cambiado.
Precisamente, este último se lamenta de lo cuesta arriba que se le va a hacer
pasarse un mes en Huesca, teniendo que soportar al inútil de su yerno. Al
escuchar las quejas de su amigo a Álvarez se le ocurre algo.
-Oye,
Amadeo, ¿y por qué no te vienes conmigo a la playa en la primera quincena de
agosto? Voy a estar solo en un apartamento que es bastante grande y que está a
cincuenta metros del mar. No pasarás el calor de Huesca, te olvidarás de tu
yerno durante quince días y les enseñaremos a los palurdos de allí cómo se
juega al dominó.
-¿Y cómo le
sentará a tu hijo que le metas forasteros en casa? –apunta Ballarín, más por
aquello de quedar bien que porque realmente sienta lo que dice.
-Hombre,
Amadeo, tú no eres un forastero para Nacho. Si no recuerdo mal estuviste en su
boda. Estoy convencido de que no va a poner ningún pero –replica Álvarez.
-Y tu mujer,
¿qué va a decir de que te lleves a un carcamal de compañero? –repregunta
Ballarín, pero ya a la defensiva porque la propuesta de Luis le ha ilusionado.
-Ya conoces
a Matilde, al principio igual refunfuña un poco, pero cuando le recuerde lo
bien que se te da la cocina no creo que ponga ninguna pega. Anda, hombre,
anímate, me haces un favor.
-Se me acaba
de ocurrir que, si Amadeo acepta el generoso ofrecimiento de Luis, seremos tres
para el dominó. No olvidéis que en agosto voy a estar en Marina d´Or que está
al ladito de Torrenostra –es Grandal el que ha metido baza.
-¡Vaya
hatajo de membrillos que tengo por compañeros! –exclama Ponte con aire
enfurruñado -. Estáis planeando veranear los tres juntos y a mí que me den
morcilla. Con amigos así no es necesario tener enemigos.
-Hombre, Manolo,
eso tiene fácil solución –ofrece Álvarez -, ¿por qué no te vienes también
conmigo y con Amadeo a la playa? El apartamento de mi hijo cuenta con tres
habitaciones, una para cada uno. Y si te animas a venir, ya tenemos el cuarto
que nos falta para las partidas.
-Además,
estoy pensando –tercia Ballarín – que si le digo a mi mujer que tú también
vendrás, seguro que no pondrá ninguna pega a que vaya. Asun, no sé por qué,
pero tiene de ti una gran opinión.
-Decídete,
Manolo –le insta Álvarez -, entre quedarse en Madrid en pleno Ferragosto y estar
a las orillas del Mediterráneo no hay color. Mira el plan que podemos hacer:
por las mañanas, sin madrugones, nos damos un bañito corto, luego nos tomamos unas
cañas. Después almorzamos en alguno de los restoranes que hay en primera línea
de playa. Una siestecita y nos juntamos con Jacinto, que habrá llegado de
Marina d´Or, para echarnos unas partiditas en alguna de las terrazas que estén
pegaditas al mar y en las que corre una brisa que da gusto. Y después de jugar,
hacemos otra ronda de cañas o vamos a pasear un ratito por el Paseo Marítimo. Y
si la Chelo no le pone morritos a Jacinto por salir de noche, podemos hacer unas
partidas nocturnas, que eso debe ser la releche.
-Es una idea
cojonuda. Ahora solo falta que lo consultéis con el alto mando –remata Grandal
medio en serio, medio en broma, porque es perfectamente consciente de que en
los hogares españoles quienes llevan los pantalones son los hombres, pero
mandar, lo que se dice mandar es cuestión de mujeres.
PD.- Hasta
el próximo viernes