"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 19 de febrero de 2021

Libro II. Episodio 80. Gaudeamus igitur

 

   En 1902 la vida de Julio Carreño empieza a experimentar algunos cambios respecto a años anteriores, aunque en los negocios está teniendo dos hándicaps importantes: uno es que la tienda del Bisojo, bajo la dirección de la mocosa de Julia, pues así la tilda, le sigue quitando clientes; el otro es que no se ha atrevido a rehacer la red de contrabando que tejió con el Hurón, que sigue en prisión. En consecuencia, sus ingresos han disminuido, aunque aún continúa ganando más que suficiente para llevar una vida aburguesada. Sigue acudiendo casi diariamente al casino y alguna que otra noche, y sobre todo los fines de semana, se suma a alguna de las partidas de cartas que allí se juegan en las que a veces las apuestas alcanzan cifras importantes. Lleva camino de volver a los tiempos en que se dejaba la mayor parte de las ganancias de los alijos en los mugrientos garitos a ambos lados de la Raya. Algunos de sus amigos ya le califican de ludópata, todavía no lo es pero lleva camino. En cuanto a su vida sentimental, sigue soltero y sin compromiso y no da la impresión de querer cambiar de estado pues prosigue con sus aventuras con mujeres casadas. No es que sea un casanova ni que dedique demasiado tiempo a correr tras las faldas, pero al tener una mayoría de clientes femeninos cuenta con mayores probabilidades de entablar relaciones con facilidad, ya que se ha convertido en todo un experto en dar palique a las compradoras, da igual que sean jóvenes o viejas, solteras que casadas, guapas o feas; para todas tiene una palabra amable, un detalle galante. El resultado no podía ser otro: las mujeres se lo rifan y, naturalmente, las solteras son las que le ponen mejor cara pues dentro del comercio placentino ha pasado a ser uno de los solteros más codiciados. A las mozas en edad de merecer las galantea sin pasarse, pero siempre termina decantándose por las casadas porque como explica a Pascual López, uno de sus contados amigos, tiene razones para ello.

   -¿Qué por qué prefiero las casadas? El motivo es simple, ¿conoces alguna soltera cuya meta en la vida no sea casarse? Si te lías con una de ellas, y te la llevas al huerto, corres el peligro de que si tienes un descuido tengas que casarte de prisa y corriendo. Y a lo peor no es la mujer ideal con la que todos hemos soñado alguna vez. En cambio, con las casadas ese peligro no existe.

   -Pero algún día habrás de casarte, ¿o es que no piensas tener hijos?

   -Para serte sincero lo de tener hijos es algo que no me he planteado, lo de casarme sí, pero antes pienso divertirme todo lo que pueda mientras sea joven. Gaudeamus igitur, iuvenes dun sumus, dice una canción que entonan los universitarios, y que procuro poner en práctica siempre que puedo.

   -Bueno, no tan joven, ya estás en la treintena y a esa edad la mayoría, por no decir todos, nos hemos casado y hasta somos padres.

   -Sí, pero tú, y los que son como tú, todas las noches os acostáis con la misma hembra, en cambio yo renuevo de pareja siempre que tengo ocasión.

   En cuanto a Julia Manzano, sigue introduciendo cambios en la tienda del Bisojo con lo que al final del año fiscal las cifras son cada vez más jugosas. El patrón la ha puesto en el mostrador y la ha nombrado encargada y, pese al poco tiempo que lleva despachando, se está convirtiendo en una consumada vendedora. Buena prueba es que se ha hecho con gran parte de la clientela femenina que frecuentaba la tienda de Julio. El tío Elías está que no cabe en sí de gozo. Su joven encargada le está dando en las narices al judas de Carreño, pagándole con su misma moneda. Como les cuenta a sus amigos:

   -Es que tendríais que verla, que remango, que modales y que labia tiene. Los clientes, sobre todo si son mujeres, entran por un artículo e igual salen con varios. Es una auténtica joya, no creo que, a pesar de lo jovencita que es, haya en la ciudad una vendedora como ella.

   -Pues si la muchacha vale tanto como dices, ten cuidao no te la vayan a birlar que dependientes hay muchos, pero buenos no tantos.

   -Ya lo han intentao. El último ha sido Galiana, el de la ferretería. Le prometió el oro y el moro, pero Julia le dijo que nanay. Y es que además de ser una joya, me es leal.

   En el plano emocional, también la joven chinata está viviendo sus mejores momentos desde que se hizo moza. Sus veinte años la han convertido en una mujer de la que es difícil olvidarse. No tanto por su rostro, agraciado sin ser una belleza, ni por su tipo, puesto que es más bien angulosa y sin redondeces exageradas que tanto gustan a algunos hombres. Si destaca sobre las demás es por su simpatía, su inteligencia y su saber estar. Todo ello hace que, en el ámbito de la naciente clase media de la ciudad, sea una de las solteras con más moscones a su alrededor a los que trata amablemente, pero a los que les para los pies de manera tajante cuando alguno pretende tener una relación más formal. Risas, charlas, paseos e incluso bailes, pero nada de cortejos en serio. Continúa viviendo con doña Pilar a quien a veces le cuenta alguna de las proposiciones que los mozos más lanzados le hacen. La maestra sigue aconsejándola que se lo piense detenidamente antes de entregar su corazón, algo que la joven parece seguir al pie de la letra.

   -Hoy tengo novedades, doña Pilar. Paquito, el de la pastelería Ruano, me ha pedido relaciones.

   -¿Y qué le has contestado?

   -Le he dicho que me lo pensaré.

   -¿Pero sientes algo por él?  

   -Nada, solo que me hace reír.

   -Si solo te hace reír y no sientes nada más no has hecho bien dándole falsas esperanzas. Es más correcto que le digas la verdad, que te hace gracia, pero que no espere nada más.

   La muchacha queda pensativa, no le ha gustado demasiado la respuesta de su mentora por lo que decide cambiar de conversación.

   -¿Qué le parecen estos polvos para la cara?, ¿cree que me favorecen?

   -Me favorecerían más a mí, pero a ti con tu cutis y tus años lo que más te favorece es llevar la cara bien lavada con agua y jabón. Con esa cara y ese tipo no necesitas ninguno de los potingues que vendes en tu sección pour la femme.

   -Doña Pilar, eso no se lo aconseje a mis clientas que me arruina el negocio y también el de su hijo –responde con una sonrisa pícara.

   -Hablando de Julio, ¿habéis hecho las paces?

   -Por mi parte las hubiéramos hecho hace mucho, pero su hijo se ha subido al guindo y de ahí no hay quien le baje.

   -¿Se muestra grosero y descortés contigo?

   -No, pero me echa unas miradas como si fuera su peor enemigo, eso cuando me mira que lo habitual es que me ignore, como si yo no existiera. Y crea que lo siento de verdad, porque es su hijo y porque siempre se portó bien conmigo. A mí me encantaría que me tratara de otro modo, me gustaría hablar con él del negocio y de cómo podríamos mejorarlo, pero no hay manera.

   -Se le terminará pasando. No hay enfado que cien años dure.

     Lo que cuenta la joven es la verdad. Julio lleva fatal que una mocosa, que acaba de cumplir veinte años, se le haya subido a las barbas en el terreno profesional. El mañego sigue siendo el número uno de la ciudad en cuanto a venta global de productos de droguería, pero cada día que pasa la mocosa se le está acercando más. Y eso es algo que su orgullo no soporta de ninguna manera. Por si faltara algo, hasta le molesta el hecho de que sus amigos le comenten que su directa competidora se haya transformada en un bombón que lleva de cabeza a más de uno.

   -La verdad es que no sé qué le ven. Para mi gusto es demasiado delgada, tiene el pelo de un color indefinido, la nariz demasiado fina, los ojos más bien chicos, la barbilla excesivamente pronunciada y encima tiene pecas –comenta Julio a sus amigos.

   -Pues para no gustarte te la conoces al dedillo. ¿De cuántos de tus amoríos podrías decir lo mismo?

   -Admito que haya patanes que les parezca que es una beldad, pero a mí no me da ni frío ni calor, me parece una de tantas.

   -Pues para ser una de tantas no veas la de tíos que andan tras ella. Y, según dicen, les da cuerda, pero les para los pies en cuanto alguno pretende ir más lejos –insiste un amigo.

   -A mí dame carne donde uno pueda agarrarse y no palitroques como esa mocosa.

   -Hombre, que también tiene téticas y un buen culete.

   -Tú es que eres de los que si a los carabineros les pusieran falda también te gustarían.

   La mala relación entre la chinata y el mañego es la causa de que Julio visite con menos frecuencia a su madre puesto que Julia continúa viviendo en su casa. Procura ir a horas que no encontrará a la mocosa. Y cuando se tropiezan es habitual que el joven droguero le lance alguna puya irónica e incluso hiriente. Algo que Julia lleva mal, porque sigue admirándole desde que le dio clases de contabilidad.

   -¿Qué tal, mademoiselle?, me han dicho que te has convertido en toda una experta vendiendo productos nacionales haciéndolos pasar por franchutes.

   -Quien te haya dicho eso, miente. No engaño a nadie. Lo que hago es decirles que tal o cual artículo es parecido a uno francés, pero nunca hago pasar gato por liebre.

   -¿También es mentira que a algunas clientas en vez de señoras las llamas madames?

   -¿Y qué de malo hay en ello?

   -Tienes más picardía que un gitano y más mañas que un chalán.

   -Y tú tienes la delicadeza de un adoquín.

   Que Julia conteste en el mismo tono conque Julio la interpela es una novedad. Al principio, la muchacha se limitaba a callarse ante las invectivas del mañego, pero se cansó de tener que soportar las diatribas de Julio y ahora le paga con la misma moneda. Sus enfrentamientos a veces son tan agrios que doña Pilar ha de intervenir para que los roces no pasen de ahí. Que las dos personas a quienes más quiere se lleven rematadamente mal es un calvario para la maestra que no sabe cómo pacificar su enemistad. Ha hablado por separado con ambos, Julia está predispuesta a la reconciliación, pero su hijo no tiene ninguna intención de enterrar el hacha de guerra, no mientras la chinata le siga robando clientes.

   -¡Jesús, qué calvario!  ¿Cuánto acabará? –se pregunta Pilar.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 81. Una conspiración de andar por casa