El sábado, veintitrés de enero, aquellos
ciudadanos que no vieron los telediarios o escucharon los informativos radiofónicos
del día anterior pudieron leer en los periódicos la noticia ocurrida la tarde
anterior: la Casa del Rey había emitido un comunicado informando haber
concluido la ronda de consultas de Felipe VI con los líderes políticos para la
formación del nuevo gobierno. La sorpresa venía en el segundo punto de la nota donde
se informaba que en la consulta celebrada con Mariano Rajoy, líder de la
mayoría minoritaria del Congreso, el Rey le había ofrecido ser candidato a la
Presidencia de Gobierno. Oferta que el líder del PP había declinado. Ponte, que
se encuentra entre los que no suelen ver los telediarios, se desayuna con la
información al abrir las páginas online de El Mundo.
- ¡Joder,
esta sí que es buena!, exclama en voz alta.
¿Y ahora qué va a pasar?, se pregunta. La
respuesta la encuentra en el siguiente párrafo de la información que está
leyendo: el Rey mantendrá una audiencia con el Presidente del Congreso y luego
emprenderá otra ronda de consultas, tras la que procederá a hacer una nueva
propuesta de aspirante a Presidente de Gobierno. Los titulares de las columnas
de los comentaristas del rotativo son indicativos del desbarajuste que se ha
montado. Un columnista titula: España bloqueada:
¿y ahora qué pasará? Otro aventura:
Rajoy facilita el gobierno PSOE+C´s. Y un tercero echa mano del sarcasmo:
Políticos, donde dije digo, digo Diego.
El
bueno de Ponte sigue dándole vueltas a la noticia que ha conmocionado al país,
pues es la primera vez que tal situación ocurre en la joven democracia
española, y cuyo origen, según los medios, está en el WhatsApp que el día
anterior mandó el líder de Podemos al secretario general del PSOE: Pedro, tenemos que hablar sobre mi propuesta
de Gobierno. Mensaje que aludía a la propuesta de Pablo Iglesias, al salir
de su audiencia con el Rey, de formar un Gobierno presidido por Pedro Sánchez,
con él de vicepresidente y varios de los ministerios claves dirigidos por
miembros de su partido.
A los policías del Caso Inca, la noticia
política no les ha dado ni frío ni calor, están demasiado ocupados y preocupados
discurriendo cómo meterles mano a sus tradicionales rivales dentro de las
fuerzas de seguridad del Estado, la Guardia Civil. Bernal ha contado a su
compañero el breve diálogo que mantuvo con el capitán que dirige la
investigación del tiroteo en el Polígono Cobo Calleja y en el que están
mezclados varios miembros del clan de los Corrochanos. Lo que tratan es conseguir
que los guardias civiles les pasen la información que necesitan para discernir
si los gitanos tienen algo que ver con el robo del tesoro. Atienza es
partidario de que intervenga la juez que instruye el caso, mientras Bernal
opina que será más eficaz y rápido recurrir a sus mandos naturales. Al fin y al
cabo, aunque ambos cuerpos policiales están encuadrados en direcciones
generales distintas forman parte de la Secretaría de Estado de Seguridad. Tras
el forcejeo dialéctico se impone la tesis de Bernal de pedir al Jefe de la
Brigada de Patrimonio que toque las teclas oportunas para que la Guardia Civil
les facilite la información que buscan.
El
capitán Fernando Peña, segundo jefe del Departamento de Investigación Criminal
III de la UCO, les recibe cortésmente, aunque su semblante permanece serio. Sin
ninguna clase de preámbulo les informa:
- Me han
ordenado que les cuente cuanto sabemos, hasta el momento, sobre la Operación
Keko, nombre que hemos dado a este caso. Se inició hace dos años en la Fiscalía
Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada, incoándose
diligencias previas en el Juzgado de Instrucción número 4 de Fuenlabrada. Se
trata de una red de tráfico ilegal de mercancías y de blanqueo de capitales,
amén de otras muchas actividades delictivas. Está compuesta básicamente por ciudadanos
chinos a los que imputamos delitos contra la Hacienda Pública, blanqueo de
capitales, contrabando, pertenencia a organización criminal y falsedad
documental. Hemos podido determinar un posible fraude de más de 684 millones de
euros. El mecanismo fraudulento consiste en importar grandes cantidades de
mercancías eludiendo los correspondientes impuestos. Al mismo tiempo, la
organización blanquea sus propios activos mediante una compleja red operada por
testaferros y empresas instrumentales. La red facilita igualmente a empresarios
el blanqueo de sus activos por el que cobra comisión.
- Bien, capitán
– se atreve Bernal a interrumpir la explicación del oficial –. Como le dije
ayer, todo eso a nosotros no nos interesa porque no le vemos conexión con
nuestro caso. Lo que queremos saber es el papel de los Corrochanos.
- Cada
cuestión en su momento, caballeros, pues no he terminado mi informe. Además de
todo lo anterior, la organización controla varios talleres de confección,
presuntamente ilegales, en los que trabajan ciudadanos chinos cuyas identidades
son utilizadas fraudulentamente en otras actividades ilegales. La operación la
encabezamos desde la UCO, pero además de nosotros, intervienen agentes de la
Unidad de Seguridad Ciudadana, del Servicio Cinológico, así como funcionarios
de la Agencia Estatal de Administración Tributaria y la Inspección de Trabajo y
Seguridad Social. Además, estamos apoyados por personal de Europol en labores
de inteligencia y análisis forense. La última información es que esta misma
mañana nuestros agentes han entrado en algunos talleres regentados por la
organización y han comprobado la existencia de personas indocumentadas
trabajando en condiciones de explotación – Llegado a este punto, el oficial se
calla, como si ya hubiese dicho cuanto podía informar.
- Bien,
capitán. Gracias por su informe – le agradece Bernal con una pizca de mala
leche -, pero seguimos sin saber cómo se desarrolló la acción armada y qué papel
jugó en ella el clan de los Corrochanos.
- No les puedo
contar mucho más porque no hemos podido interrogar a todos los participantes.
Varios de ellos pudieron escapar, otros están internados en diferentes
hospitales públicos con heridas de diversa consideración y hay tres fallecidos –
responde el oficial -. En cuanto las diligencias estén ultimadas se las haremos
llegar por conducto reglamentario.
- Se lo
agradecemos, capitán – Atienza interviene por primera vez -, pero como bien
sabe el conducto reglamentario es desesperadamente lento y no podemos esperar
tanto. Aunque sea de modo provisional, ¿podría adelantarnos algo de lo que
sucedió? Nos puede ser de gran ayuda.
El guardia civil arruga imperceptiblemente
el gesto, como si la petición hecha por el inspector de Patrimonio le fastidiara,
pero contesta a su demanda:
- En cuanto
a la acción armada, lo que puedo adelantarles es que a media mañana del pasado
día veintidós un grupo indeterminado de individuos, de etnia gitana,
irrumpieron en el almacén principal de la organización, que teníamos bajo
vigilancia, exigiendo a grandes gritos que querían ver a Xiao Guedong, el
gerente de la empresa, aunque el verdadero cabecilla de la red es un tal Jun
Wang. Al decirles que el señor Guedong no estaba preguntaron por Weizhen Yang que
es el segundo de la compañía. En ese momento, el referido señor Yang no podía
recibirles les contestaron. A partir de ahí, los hechos se sucedieron
rápidamente, aunque lo que pasó todavía no está del todo confirmado. Según los
trabajadores del almacén de origen chino que han prestado declaración, los
gitanos profirieron toda suerte de amenazas, luego sacaron armas blancas con
las que les amenazaron y finalmente comenzaron los disparos.
- ¿Los
Corrochanos fueron los que comenzaron a disparar? – pregunta Bernal pues ese
extremo no le ha quedado claro.
- Es uno de
los puntos que tenemos que constatar. Según los chinos, fueron los gitanos los
que iniciaron el tiroteo, pero la única declaración que hasta ahora tenemos,
procedente de uno de los gitanos detenidos, manifiesta que fueron unos tipos
que salieron de las oficinas del almacén los que abrieron fuego contra ellos. En
balística están comprobando los casquillos que hemos podido recoger y cuando se
hayan hecho todas las pruebas, sabremos algo más sobre el tiroteo. Al final de
la acción nos encontramos con tres individuos fallecidos, un gitano, un
oriental y uno de los vigilantes de nacionalidad colombiana, varios heridos de
distinta gravedad y un cierto número de participantes que lograron huir, entre
ellos buena parte del grupo gitano. Y es cuanto puedo decirles.
Como si estuvieran cronometrados, un guardia
llama a la puerta del despacho.
- Con tu
permiso, mi capitán, el comandante quiere verte ahora mismo.
-
Caballeros, el deber me reclama. Creo que conocen la salida. Ha sido un placer.