"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 15 de enero de 2021

Libro II. Episodio 75. ¿Será posible un cambio de rumbo?

Julia está desencantada de su vida en el pueblo. Creía que reencontrarse con sus amigas de la niñez y sortear las tentativas de los mozos de tontear con ella le resultaría divertido, pero ha comprobado que no es así. Las amigas, con las que tanto se divertía de chiquilla ahora le aburren, solo hablan de lo atrevido que es este o aquel mozo y del buen partido que es fulanito o menganito. En cuanto a los mozos, la mayoría le parecen unos brutos que solo intentan llevársela a las eras y que lo que más valoran de ella es la herencia que algún día recibirá. No saben hablar más que de fanegas, mujeres, corrías y guarros. En cuanto a su propia familia, la ha convertido en la contable de la hacienda familiar y por el momento su madre ni siquiera se molesta en buscarle un pretendiente de una familia de posibles.

   La que sí cree tener un galanteador es la señora Soledad. Hay un viudo, de más los ricos del pueblo, que la corteja y la matriarca se hace ilusiones de que la convierta en su esposa. Tras la primera ocasión en la que el viudo ha compartido mesa y mantel con la familia Manzano, Julia descubre que el supuesto pretendiente de su madre puede ser la excusa que anda buscando para abandonar la casa familiar.

   -Madre, como el próximo domingo vuelva a invitar al tío Timoteo la voy a montar parda. Es un viejo baboso que me desnuda con la mirada y no estoy dispuesta a tolerarlo.

   -Eres una descará, Julina, una descará y una mal hablá. Timoteo no es viejo ni baboso. Y no te hagas ilusiones, criatura, si a alguien mira embelesado es a mí.

   -¿A usted?, haga una cosa, el domingo invítele y no le pierda de vista, verá a quién el viejo verde no le quita el ojo de encima.

   El domingo la señora Soledad, comprueba desolada que el viudo está más atento al escote de su hija que a sus marchitos encantos. En ese momento, cegada por el despecho, toma la decisión: dejará que Julia se vaya a Plasencia.

   A principios de 1900, Julia recibe el permiso materno para volver a Plasencia, donde vivirá en casa de su hermana Consuelo. La jovencita, que pronto cumplirá los dieciocho, abandona el caserón familiar con una sensación de alivio. De niña fue feliz en el pueblo, pero a medida que se iba formando bajo la guía de doña Pilar sus intereses y expectativas tomaron un rumbo muy distinto. Ahora anhela otros horizontes y una vida muy diferente a la que está condenada a vivir en el pueblo en muchos aspectos: amistades, ocupaciones, divertimentos, esperanzas y hasta en cuestiones materiales. A pesar de que su familia es considerada rica en el ámbito local, en su casa, como en las del resto del pueblo, no hay agua corriente ni lavabos para la higiene personal, las deposiciones se hacen en la cuadra y lo de bañarse es inimaginable. No es que la casa de su hermana tenga muchos adelantos, pero está algo mejor equipada que la de su familia. Julia vuelve a Plasencia sin tener una idea muy clara de lo que va a hacer, lo único para ella incuestionable es que no piensa limitarse a ser la criada de su hermana, porque para eso se habría quedado en el pueblo. Quiere ser independiente en la medida de lo posible y para ello sabe que tendrá que ganarse la vida. De momento, Consuelo la pone a trabajar en la lechería que tienen, aunque lo de vender leche no es a lo que aspira la muchacha.

   -Trabajarás conmigo en la tienda y lo que tendría que pagarte es lo que vamos a gastar en tu alojamiento y manutención. Y para que veas que tu hermana no es una roñosa te voy a dar un duro al mes para tus caprichos –le explica Consuelo.

   La jovencita sabe que en su situación no le queda más remedio que aceptar lo que le dé su hermana, pero para su coleto se dice que tendrá que moverse para revertir la coyuntura. En cuanto puede, va a ver a su maestra que la acoge como si fuera la hija pródiga que vuelve al hogar. Pilar se encariñó con la muchacha desde el primer día que la tuvo de alumna y con el discurrir de los años ese cariño no ha hecho más que crecer y enraizarse.

   -Me parece bien tu intención de ganarte la vida, está en consonancia con lo que siempre te enseñe: que la mujer debe ser independiente y para ello ha de trabajar. Una cosa es que la mujer se case y otra muy diferente es que tenga que depender de su marido para vivir.

   -Lo que me enseñó lo tengo bien grabado, doña Pilar, y es lo que pienso hacer en cuanto pueda encontrar un trabajo decente. De momento me tendré que conformar con ayudar a Consuelo.

   -Voy a preguntar por ahí, a ver si encuentro algo que te venga bien para empezar.

   Consuelo le ha comprado a Julia un delantal blanco para trabajar en la lechería, aunque de momento lo único que hace son recados y encargarse de la limpieza. Una tarde que el matrimonio Campos-Barrado discute sobre ingresos da pie a la muchacha para sacar a relucir sus conocimientos mercantiles, muy superiores a los de su hermana y cuñado.

   -Hay que diferenciar lo que son ingresos brutos de los netos. El ingreso bruto es la cifra de facturación sin deducir descuentos ni impuestos sobre las ventas ni otros gastos. Los ingresos netos son la cantidad total de beneficios, una vez deducidos todos los gastos, incluidos los impuestos, créditos y deducciones.

   -¡Coño, Julina!, ¿dónde has aprendido tanto sobre cuentas? –se sorprende su cuñado.

   -Ha sido lo que ha estado estudiando los dos últimos años con doña Pilar Lahoz –le explica su esposa.

   -Entonces, sabrás llevar bien una contabilidad, ¿no? Pues, cuñadita, acabas de encontrar otro trabajo. A partir de hoy vas a llevar las cuentas de la lechería. Olvídate del delantal, deja el mostrador y vente conmigo que te doy los libros y el papeleo del negocio.

   A Consuelo no le hace ni pizca de gracia que Julia lleve la contabilidad, pero no se atreve a enfrentarse a su marido. Desde que se casaron, Luis dejó bien claro que en el negocio quien manda es él. Una vez transcurrido el primer mes desde que tomó las riendas de la administración, Julia pregunta a su cuñado cuanto va a pagarle.

   -¿Qué cuánto voy a pagarte? Te recuerdo que te alojamos y mantenemos sin pedirte una perra chica. ¿Y encima quieres cobrar?

   -Pero Luis, tengo que comprarme ropa, zapatos, libros, alguna chuchería…

   -Cuando necesites algo, háblalo con tu hermana y ella te lo comprará.

   Y así termina el asunto de la soldada. Julia piensa que, como suele decirse, ha salido de Málaga para entrar en Malagón. Ahora, por no tener, ni siquiera tiene seguro el duro mensual que antes le daba Consuelo. Vuelve a referirle lo que le pasa a su maestra y le reitera la necesidad de encontrar un trabajo en el que le paguen como es debido.

   -Volveré a buscar, Julia, pero los trabajos que no sean físicos, a desempeñar por una mujer joven, son escasos y están muy solicitados. Algo encontraré, pero debes tener paciencia –reitera doña Pilar.

   El año va transcurriendo y Julia sigue como estaba, manejando las cuentas de la lechería de su cuñado. Lleva una vida más bien aburrida, lo más divertido que hace es que algunos días pasea al atardecer, con la pandilla de amigas de cuando estudiaba, deambulando por la Plaza Mayor y las calles aledañas: Zapaterías, Los Quesos, Vidrieras… En esos paseos es habitual que los mozos las requiebren y, si la ocasión se pone a tiro, las aborden. Los domingos los callejeos son dobles, uno tras la misa de doce hasta el almuerzo, y otro al atardecer hasta la hora de la cena. Julia no es la que más galanteadores tiene, pero tampoco pasa desapercibida para los chicos, tiene un algo que los atrae como moscones.

   Mil novecientos va desgranando los meses y a Julio cada vez le ruedan mejor los negocios. La tienda factura cada día más y el negocio de la venta ambulante que ha puesto en marcha con su amigo Argimiro, y ahora también empleado, está dando aceptables réditos. Con los negocios al alza, el mañego se está aburguesando y para conservar ese estatus procura hacer más vida social y la frecuente visita al casino es uno de sus referentes. Si para el mañego el año está siendo excelente, al menos en el campo de los negocios, no puede decirse lo mismo en el ámbito amoroso, aunque sigue con sus amoríos pasajeros. Ahora tiene otra aventura extramatrimonial, una casada con un terrateniente sexagenario que le lleva a su esposa casi treinta años. Su madre sospecha que la querencia de su hijo a enredarse con casadas tiene una causa y así lo comenta con su mejor amiga.

   -Para mí, Etelvina, que el chico ponga sus ojos en mujeres casadas obedece a un motivo: creo que no ha terminado de reponerse de su ruptura con Consuelo. De ahí que no se empareje con chicas solteras que sería lo normal.

   -Pues edad ya tiene para ello. A este paso te va a pasar como a mí, no vas a tener nietos. ¿Y no te comenta nada?

   -De sus amoríos no hablamos, es un tema tabú.

   Doña Pilar sigue con sus clases de primaria, pero sí ha abandonado la preparación de bachilleres, era demasiado trabajo y dejó atrás la cincuentena. Sí que continúa llevando las cuentas del Bronchales porque es con lo que más gana. Lo que no lleva bien es que hasta ahora ha fracasado en su empeño de encontrar un trabajo adecuado para su alumna predilecta; por mucho que ha preguntado y ha movido todos los hilos posibles, lo único que le han ofrecido para Julia son trabajos de escasa entidad y ningún futuro. Y por mucho que le repite una y otra vez a la muchacha que tenga paciencia, que la ocasión terminará surgiendo, la jovencita se está cansando de aguardar un empleo que la saque de la lechería donde su hermana le exige cada vez más. Julia, que además de llevar las cuentas ahora también atiende el mostrador, se está revelando como una buena vendedora: cordial, educada y atenta con las clientas, pero es que, como cuenta a doña Pilar, para vender leche no hay que ser ninguna lumbrera. Hasta que meses después de cumplir los dieciocho, y cuando está en un tris de abandonar toda esperanza, una charla intrascendente entre su cuñado y el Bisojo puede cambiar el sentido de su vida. ¿Será posible un cambio de rumbo?

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 76. Entonces, ¿voy sola o me acompaña?