En las tertulias que se montan en los cafés
del pueblo, los debates sobre la recién inaugurada Cruz de los Caídos y su
simbolismo son frecuentes aunque escasamente virulentos. En el fondo no es que
a la gente le importe demasiado, pero de algo hay que charlar.
- Pues a mí lo del monumento
me parece más una inutilidad que otra cosa y, encima, ahí, en medio de la plaza,
no es más que un pegote.
- La verdad es que
feo es un rato largo.
- Y esa cruz, ¿para
qué coño sirve?
- Según dijo Gimeno
en el discurso de inauguración para recordar a los caídos por Dios y por
España.
- Eso es una bobada,
mejor habría sido invertir el dinero en construir algo de provecho.
- A mí me parece bien
lo de la cruz. Es bueno que el personal no olvide lo que pasó.
- Y la cruz, ¿a qué
caídos representa, a los que mataron los rojos o a los que se cargaron los
nacionales?
- Haces unas
preguntas de bombero, macho. Caídos no hay más que los que se llevó por delante
el rojerío, los demás no cuentan.
En la tertulia privada del domicilio de Manuel
Lapuerta, éste y los dos ferroviarios también comentan lo del monumento, pero
las conclusiones a las que llegan son muy diferentes.
- ¿Y a santo de qué
sale ahora Gimeno con la crucecita de marras, después de tanto tiempo del
triunfo de los golpistas? – pregunta retóricamente Bonet.
- Yo creo que es una
manera de montar su particular recuerdo de la victoria – contesta Ballesta y,
dirigiéndose a Lapuerta, pregunta - ¿Usted qué opina?
- Que dentro de unos
años, la gente pasará por delante de la cruz sin fijarse en ella. Y en una
década, nadie recordará por qué o en memoria de quién se erigió.
- Entonces, ¿para qué
la han construido? – vuelve a preguntar Bonet.
- Una fijación de
todos los vencedores es construir monumentos, cuanto más aparatosos e inútiles
mejor, para recordar a las futuras generaciones quiénes fueron los ganadores.
Desde los emperadores romanos a Napoleón o Mussolini todos han hecho lo mismo.
Aquí, Franco construye el Valle de los Caídos y Gimeno erige su crucecita – Es
la explicación que ofrece el médico.
Los comentarios de la gente no es que
preocupen excesivamente al creador del pegote en forma de cruz, según lo ha
bautizado el imaginario popular, aunque hoy Gimeno ha vuelto de Valencia
especialmente nervioso. Su mujer se lo nota nada más verle entrar.
- Lola – El tono de la voz también muestra su
excitación -, creo que vamos a tener la oportunidad de librarnos
definitivamente de los Arbós.
- ¿Y cómo lo vamos a conseguir?
- Verás. Hace un par de años las Hermandades
Provinciales de Labradores y Ganaderos se fusionaron con las Cámaras Agrícolas,
creándose en cada provincia una Cámara Oficial Sindical Agraria. La medida ha
llegado ahora al ámbito municipal y se va a proceder a una reestructuración de
las Hermandades Sindicales locales y la renovación de sus jefes. Esa va a ser la
oportunidad que esperábamos para deshacernos de los Arbós en los puestos de
poder.
- Déjame adivinar lo que estás pensando:
sustituirás a Rodrigo al frente de la hermandad por alguien de nuestra cuerda.
- Premio para la señora. Además, la hermandad
del pueblo ha llevado hasta ahora una vida absolutamente plana. Todos sabemos
que Rodrigo no tiene el empuje ni el talento de Benjamín y se ha dejado ir,
pero si conseguimos poner al frente a otra persona la situación puede dar un
giro espectacular.
- ¿Qué se puede hacer desde la hermandad que
no se haga desde la cooperativa?
- Es cierto que la cooperativa está vinculada
con la hermandad, pero esta última al ser una organización sindical puede tener
mayor margen de acción y, sobre todo, estar más legitimada para llevar a cabo
infinidad de cuestiones. Por poner algunos ejemplos: relacionarse con el
Servicio Nacional de Productos Agrarios, la gestión del crédito agrícola y la
seguridad social, preparar las cartillas del agricultor, controlar las
básculas, celebrar la contratación de seguros colectivos contra el pedrisco o
incendios y muchas cosas más.
- ¿El puesto de presidente de la hermandad es
de designación directa?
- Por descontado. Se le considera un puesto
político.
- ¿Y quién lo designa?
- Depende. Hay hermandades que, por su
elevado número de socios o por su importancia política, sus órganos directivos
los designa directamente el Delegado Provincial de Sindicatos y a veces también
mete mano la Delegación del Ministerio de Agricultura, pero salvo esas
excepciones lo habitual es que sea el jefe local del Movimiento quien proponga
la persona a presidir.
- ¿Sin ninguna clase de limitaciones?
- Teóricamente el reglamento señala que,
tanto para la presidencia como para los puestos de funcionario, tendrán
preferencia los que pertenezcan a la vieja guardia, caballeros mutilados de
guerra, ex combatientes, ex cautivos, huérfanos de guerra o de caídos por el
Movimiento.
- Es decir, que hemos de buscar un mirlo que
tenga alguna de esas condiciones.
Lo
buscan y terminan encontrándolo. Se llama Olegario Zaragozá y tiene la
condición de hijo de caído por el Movimiento. Su padre fue uno de los que, en
el período revolucionario que azotó al pueblo en el treinta y seis, fue sacado
de la cárcel local y fusilado en una cuneta. Gimeno habla con Olegario y le
convence fácilmente para hacerse cargo de la hermandad. Por cuanto sabe de él,
cree que será fácil de manejar y, aunque también es hombre de derechas, no
pertenece al círculo de los Arbós con los que se lleva mal por una cuestión de
delimitación de hitos de unas fincas contiguas.
Una
vez encontrado el futuro sustituto de Rodrigo Arbós, a Gimeno solo le resta
lograr que el clan no ofrezca excesiva resistencia al cambio, para ello como
aconseja la más elemental prudencia no habla con la persona a sustituir sino
con el jefe de la familia.
- Señor Benjamín, necesito saber su opinión
sobre un problema que se me va a plantear en cuestión de semanas, si no de
días, y que, en honor a la verdad, no sé cómo resolverlo.
- Ya sabes, José Vicente, que siempre puedes
contar conmigo.
- La decisión la he de tomar yo como jefe
local, pero conocer lo que usted piense sobre el caso me sería de gran ayuda.
Gimeno le cuenta al viejo cacique la situación que se plantea con la
remodelación de las hermandades sindicales, lo que comporta el relevo de la
presidencia de las mismas.
- … y en sindicatos son partidarios del
relevo de aquellos presidentes que, como Rodrigo, llevan muchos años.
- Perdona que te rectifique, José Vicente,
pero eso no es cierto, al menos en el caso de mi hermano. Rodrigo solo lleva de
presidente desde mil novecientos cuarenta y cuatro, cuando se implantaron las
hermandades. O sea, que tampoco tanto.
- En cualquier caso, insisten en que hay que proceder
al relevo porque a partir de ahora las hermandades van a tocar más palillos y
quieren que haya gente joven y con empuje.
- Hombre, lo de joven es evidente que no se
le puede aplicar a Rodrigo. En cuanto a lo del empuje habría mucho que decir.
Mi hermano ha hecho mucho por el Régimen, más de lo que algunos harán jamás.
Por si no lo sabes, durante la guerra Rodrigo estuvo encarcelado por el comité
antifascista del pueblo y si no llega a escaparse le hubiesen dado el paseo.
Eso quiere decir que es ex cautivo. Fue el primer jefe de Falange del pueblo en
los duros tiempos de la guerra. Lo que supone que es de la vieja guardia.
También ha sido el primer presidente de la cooperativa de San Isidro…, en fin,
para qué seguir. ¿Conoces a alguien en el pueblo que tenga un currículum la
mitad de comprometido con la Causa como el de mi hermano?
- Todo eso ya lo sabía, señor Benjamín, y es
precisamente lo que les he contado a los de sindicatos, pero insisten en que
las hermandades necesitan ahora nuevas caras y gente más joven y, claro,
Rodrigo tiene un historial excepcional, pero no es alguien nuevo ni mucho menos
joven. Y eso yo no puedo cambiarlo ni desconocerlo, de ahí mi problema y la
causa de esta conversación. Me veo obligado a relevar a su hermano y, si le tengo
que ser sincero, no sé cómo hacerlo.
- Puestas así las cosas habrá que pensar en
otras salidas. Dijiste al principio que el cambio tendrás que hacerlo en unas
semanas, eso quiere decir que tenemos ese tiempo para encontrar una salida que
nos satisfaga a todos. Dame diez días y te ayudaré a encontrar una solución.
En
cuanto llega a casa, Gimeno le cuenta a Lola su conversación con Benjamín:
- … y el patriarca le ha dado la vuelta a mi
propuesta, la tortilla del revés. ¡Tiene más conchas que un galápago!
- Sabe más el diablo por viejo… - confirma
Lola, pero positiva como casi siempre añade -. De todas formas, hemos de
aprender de esa capacidad inagotable que Benjamín tiene para darle la vuelta a
la tortilla. Tengo que confesar que es un hombre al que admiro, con lo viejo
que es y la enorme habilidad que tiene para sortear cualquier escollo que se le
ponga por delante. Y, posiblemente, hace todo eso sin haber leído a Maquiavelo
– remata Lola con una irónica sonrisa.