"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 27 de abril de 2018

50. El Calendario Zaragozano


   Al atardecer del sábado, trece de agosto, Carlos Espinosa recibe una llamada de Francisco José Salazar quien le cuenta que su padre ha sufrido una caída fortuita en su habitación y parece que se ha resentido de la fractura de las costillas. Lo ha visto una doctora que ha prescrito reposo absoluto durante cuarenta y ocho horas, volverá a visitarle para ver su evolución. En esas condiciones, el chico argumenta que por el momento no puede volver a insistirle que acepte la propuesta del CEO malagueño de que lo mejor para él es huir al extranjero. Espinosa ahoga una maldición, pero se contiene y responde que lamenta lo ocurrido, que espera que su padre se recupere cuanto antes y que entiende la situación del joven. Al malagueño nadie le ha puesto una fecha límite para lograr el éxito de su gestión, pero una llamada desde Sevilla de Eduardo Gálvez, el líder de la camarilla de empresarios que lo patrocinan, le ha recordado que cada día que pasa sin conseguir que el exsindicalista se largue de España acrecienta el riesgo de que la policía dé con el prófugo o de que acepte otra oferta. Todo lo cual provoca que Espinosa se replantee la maquiavélica idea que más de una vez ha pasado por su mente: tendría que pensar en un plan B. ¿Y cuál podría ser? Solo se le ocurre el más simple, pero también el más definitivo: cargarse a Salazar. La idea de asesinar al gaditano no le produce ninguna clase de desazón moral quizá porque piensa en otro individuo como ejecutor del asesinato, pero también es consciente de que mientras esté en Castellón encontrar a un sicario para tamaña tarea es prácticamente imposible. Aquí no conoce a nadie de los bajos fondos y no sabría a quién recurrir. Otra cosa distinta sería si estuviese en Málaga, en la Costa del Sol si tiene contactos con el mundo del hampa. Se ha planteado si recurrir a ellos, idea que enseguida desecha por lo complicado e inseguro que podría ser realizar semejante encargo vía telefónica o telemática. Con el añadido importante de que no tiene la plena seguridad de que sus mentores aprobasen tal medida ni tampoco sabe si asumirían el sobrecoste que tal operación supondría. El hecho de que esté fracasando en su misión le reconcome pues lo considera una afrenta a su profesionalidad como ejecutivo. Y antes de dejar de marcar una nueva muesca en el palmarés de su currículum profesional está dispuesto a cualquier cosa. “¿Seré capaz de cargarme a Curro con tal de no fracasar?”, se autopregunta. No tiene respuesta a ese interrogante, por ahora…
   A Rocío Molina tampoco le ha puesto nadie una fecha límite a su estancia en tierras castellonenses, al contrario que Espinosa no tiene una camarilla detrás que la atosigue, pero el tope de su permanencia se lo está poniendo su magra economía. Se está quedando sin fondos para pagar el hotel. Cuando amenazó a Curro que le delataría si no le pagaba todo o al menos parte de los dineros que según ella le debe se dio con un canto en los dientes al haber logrado que su exnovio aceptara adelantarle una cantidad aunque imprecisa, pero ahora se encuentra entre la espada y la pared. Su examante se ha caído y se ha resentido de sus fracturas. Es lo que le ha contado Anca, que es su conexión para enterarse de lo que pasa en el interior del hostal donde se hospeda Curro puesto que desde que la patrona del establecimiento le puso la proa no ha vuelto a asomar las narices por allí. Ha sobornado a la camarera rumana para que la meta a escondidas en la habitación de su examante, pero después del accidente Anca se muestra muy remisa a semejante maniobra. Por cómo le ha contado la joven rumana que ocurrió la caída a Rocío le da el pálpito de que hay algo turbio en esa historia, algo que no encaja en el relato. “Con la ayuda de esa sorra de Anca o sin ella tengo que conseguir meterme en er cuarto de Curro y sacarle los cuartos que nesesito, si no tendré que vorverme a Sevilla con er rabo entre las piernas. Y no he hecho un viaje tan cansino pa vorverme con las manos vasías”, se dice. Ella misma es la que termina poniéndose la fecha límite: “er día de la Asunsión tengo que haber resuerto er problema, por las buenas o por las malas…”
   Otro de los que esperan ver como evoluciona la salud de Curro es su hijo que se aburre más que una mona. Se ha cansado de corretear por las carreteras provinciales con la Harley que le ha prestado Espinosa. Por si faltaba poco hace un par de días la Guardia Civil le detuvo en la carretera a Torrenostra por conducir excesivamente rápido. Le pusieron una multa de trescientos euros y pérdida de dos puntos del carné de conducir por una falta grave de exceso de velocidad. Según le explicó el agente que le impuso la sanción, la velocidad máxima a la que puede circular una motocicleta en una carretera convencional, como la CV-1430, es de noventa kilómetros y él iba a ciento veinte. Piensa recurrir la multa en cuanto vuelva a Sevilla, pero el cabreo que le ha producido el incidente no se lo quita nadie. Solo sigue allí porque su padre no le ha dado los dineros prometidos, si lo hubiese hecho ya se habría largado. Cada día que pasa añora más a la media novia que ha dejado en la ciudad hispalense, una amiga con derecho a roce como dicen los jóvenes de hoy. También echa de menos a sus colegas de juergas y de fumarse algún que otro porro cuando tienen guita para comprar maría o cuando pillan algo de farlopa, que eso ya es la rehostia. Había decidido darle un ultimátum al malaje de su padre para que aflojara la bolsa, pero su caída lo ha trastornado todo. “Er viejo está medio ido y yo bien jodío. Si no se repone pronto voy a reventar. ¡Mala puñalá le den! Ese cabrón ha sío capas de caerse solo pa darse er gustaso de no darme una lata. ¡Marditos sean sus muertos! Lo que tendría que haser es sacarle los cuartos a hostias, seguro que tiene la guita escondía en la habitasión. La próxima ves que me lo encuentre medio traspuesto voy a registrar sus cosas”. Y ese pensamiento consigue que de momento se olvide del mosqueo por la sanción viaria.
   Este sábado el Chato se encuentra algo nostálgico, el motivo es que mañana, catorce de agosto, se celebra la festividad de la Virgen de Palomares Coronada, patrona de su pueblo natal, Trebujena. Recuerda que cuando chico le gustaba acompañar al recorrido procesional por las calles del pueblo desde la Basílica hasta el fin de la procesión; no tanto por devoción, sino por meter bulla con el resto de la chiquillería. Su morriña desaparece de un plumazo cuando le llama su jefe, Juan Antonio Almagro, y lo emplaza a que se vuelva a Sevilla como muy tarde el día de la patrona de la ciudad hispalense, la Virgen de los Reyes. El Chato, poco ducho en asuntos marianos, nada más colgar se da cuenta de que no sabe cuándo es la festividad de esa Virgen. Cree recordar que es durante el mes de agosto, pero no tiene la plena seguridad de que eso sea así. Su primera intención es llamar a su patrón, pero no lo hace. “Qué pensará de mí er zeñor Almagro zi le digo que no zé cuándo es er día de la patrona de Zevilla. Tendré que encontrar a argún zevillano que lo zepa, zeguro que aquí hay andaluzes a porrillo”. Piensa que podría buscar a su paisana Rocío, igual ella lo sabe, pero lo deja como última opción, antes explorará otras vías. Hasta que se acuerda de algo que nunca faltó en la casa de sus mayores: el Calendario Zaragozano, del que su padre era un devoto creyente. Dicho calendario, el más famoso y profusamente usado por los campesinos y pescadores españoles, no solo incluye una predicción meteorológica no científica del tiempo para todo el año, sino que además recoge el santoral completo y las ferias y mercados de toda España. Pregunta en el hotel donde se aloja dónde podría comprar el susodicho almanaque.
-Ah, el calendario de don Mariano Castillo y Ocsiero, ¿también usted es aficionado a consultarlo? –le pregunta el viejo que hace de recepcionista.
-No zé quien es er tal don Mariano, lo que quiero es er Calendario Zaragozano.
-Hablamos del mismo calendario, del que es autor don Mariano Castillo que es la persona que aparece en la portada de la publicación –le explica el vejete que añade-. Aquí no sé dónde lo pueden tener, pruebe usted en la librería que hay en el casco viejo, pero si no le corre demasiada prisa yo tengo el de este año en casa. Se lo puedo traer más tarde, a la hora de la cena.
   Así quedan. Y mientras el Chato se está zampando la monótona pitanza que sirven por las noches ojea al mismo tiempo el renombrado calendario con lo que se entera de que la Virgen de los Reyes, que preside el retablo del altar mayor de la Capilla Real de la Catedral de Sevilla, es la patrona de la ciudad de La Giralda y de su archidiócesis, y su festividad se celebra el 15 de agosto. Debe de ser una de las vírgenes con más poderío de España porque tiene honores de capitán general, es alcaldesa perpetua de la ciudad de la que custodia las llaves y el bastón de mando, y patrona del Consejo de Cofradías de Sevilla. “O zea que me quedan cuarenta y ocho horas pa dezirle ar Curro que en boca zerrá no entran moscas. Mañana mismo busco a la camarera, creo recordar que se llama Nicoleta, y que me meta en la habitazión der Curro cuanto antes, er quinze es la fecha límite y eso es pasao mañana. Apretao lo tengo”. 

PD.- Hasta el próximo viernes

viernes, 20 de abril de 2018

49. Un ataque de cuernos que trae cola


   El trío de jubilados ha dejado a Salazar reposando en su habitación y bajan a la terraza para echar su cotidiana partida.
-A las buenas tardes –les saluda Ramo que les está esperando en compañía de Vicentín que al llegar el trío ve la oportunidad de dejar la molesta, para él, compañía del viejo torreblanquí.
-Te dejo, Pedro. Voy a buscar a mi novia.
-Tú eres el novio de Anca, ¿verdad? –pregunta Álvarez-. Pues la encontrarás en la habitación de Martínez. Cuando nosotros salíamos entraba ella otra vez.
   Lo de que su novia volvía a entrar en la habitación del andaluz quiere decir que antes también estaba. Cuando procesa ese encadenamiento de hechos el rostro del hereu se transforma en una máscara de rabia. Sin decir ni media palabra entra en el hostal y se dirige directamente a la habitación en la que sigue postrado Curro. No llama, da un empujón a la puerta que se abre violentamente. Se encuentra a Anca que está doblando el embozo de la sábana, lo hace en una posición en la que la falda, ya de por sí corta, se le sube muslos arriba hasta dejar ver el tanga. Curro, sentado en un sillón, está mirando embelesado el rotundo trasero de la joven. La escena encalabrina todavía más a Vicentín que se dirige de forma airada al exsindicalista:
-¡Viejo baboso!, ¿te gusta lo que estás viendo? Pues lo verás, pero no lo catarás. Y tú –dice dirigiéndose a su novia-, ahora mismo deja lo que estás haciendo y te vienes conmigo. Ya está bien de recrearle la vista a este viejo chocho. Y bájate la falda de una puta vez.
-Baboso, chocho –comenta irónico Salazar sin perder la calma-, vaya vocabulario que te gastas jovencito. No sé si seré todo eso, lo que sí sé es que tú eres un gilipolla integral y si no lo eres más es porque no entrenas. Y esa no es manera de tratar a Anca, se merece un respeto.
-Como trate a mi novia es asunto mío, vejestorio –replica Vicentín que coge por el brazo a su novia y tira de ella hacia la puerta.
   Anca, que hasta el momento no ha dicho nada, se desprende de la mano de su novio y le planta cara.
-Me tienes hasta los ovarios con tus celos. Estoy haciendo mi trabajo y vienes tú a desbaratarlo todo. Y no te consiento que trates así al mejor cliente que tiene la casa. Como se entere la patrona ya verás la que me monta. Vas a conseguir que me despidan. Haz el favor de irte y déjame trabajar.
-¿Le llamas trabajar a ir enseñando el culo a este viejo verde para que se ponga cachondo? O sales por las buenas o te saco a guantazo limpio.
   Es oír la amenaza y Salazar se levanta del sillón interponiéndose entre la pareja.
-Como le pongas un dedo encima el que va a recibir una jartá de hostias vas a ser tú –y el gaditano levanta la mano en actitud amenazante.
   Vicentín no se lo piensa, da un empellón con ambas manos a Salazar que, sorprendido por el empujón, cae hacia atrás chocando contra uno de los brazos del sillón en el que estaba sentado. Un agudo ay de dolor del exsindicalista es señal de que la caída ha podido dañarle la fractura que tiene. Anca, asustada, se apresura a recogerlo del suelo y lo recuesta en la cama mientras Vicentín se queda sin saber qué hacer. Salazar sigue quejándose al tiempo que parece que tiene problemas para respirar. Ha comenzado a trasudar y su rostro muestra una palidez preocupante. A la joven lo único que se le ocurre es ponerle un almohadón bajo la cabeza para que pueda respirar mejor y ofrecerle un vaso de agua que el dolorido gaditano rechaza con un gesto.
-Don Francisco, voy a llamar al médico, no me gusta la cara que tiene –decide Anca que dirigiéndose a su novio le espeta-. ¿Ves lo que has conseguido con tus puñeteros celos? Como se entere de lo ocurrido la señora Eulalia me pone de patitas en la calle. Ya te estás marchando a toda leche que voy a llamar al médico. Y no se te ocurra contarle a nadie lo que ha pasado –y volviéndose a Salazar trata de tranquilizarle-. Don Francisco, le dejo pero solo el tiempo necesario para bajar y pedir que llamen al centro de salud para que venga un médico. Y le pido un favor: no cuente lo que ha pasado, si lo hace me despedirán. Diga simplemente que ha resbalado y se ha caído. Y le juro que esto no volverá a pasar.
   El exsindicalista, al que le cuesta articular palabra, asiente con un gesto.
   Aproximadamente una hora más tarde llega la asistencia sanitaria, es una joven médica que está haciendo las consabidas sustituciones veraniegas y que no anda sobrada de experiencia. Salazar algo se ha repuesto aunque sigue respirando con cierta dificultad. La galena tras auscultar al gaditano, y después de las explicaciones que le da la patrona sobre la fractura de dos costillas y la caída que acaba de tener, según le ha contado Anca, opta por el diagnóstico más pesimista. Habla de que podría tratarse de un neumotórax producido por el traumatismo sufrido puesto que los síntomas que muestra el paciente de dificultades para respirar y de que se queja de dolor en la zona del tórax así lo indican. Lo del posible neumotórax preocupa a la patrona, aunque no tiene ni idea de lo que es, porque es consciente de que no hay peor propaganda para un establecimiento hotelero de que se te muera un huésped.
-¿Y lo que ha dicho del neumo… -se atranca con la palabreja-… ese es muy grave doctora? ¿Habría que llevarlo a un hospital?
   La médica echa marcha atrás. Quizá ser alarmista no sea la mejor forma de conseguir que le vuelvan a contratar para otras sustituciones.
-Bueno, es una posibilidad, pero en veinticuatro horas podremos saberlo. ¿Ha sangrado al toser? –pregunta a Salazar que ya ha recuperado el habla.
-No, solo dolor en el pecho y alguna dificultad para respirar.
-Entonces creo que podemos descartar una perforación en los pulmones que es la etiología del neumotórax. Posiblemente sea que se ha resentido de la fractura. Deberá guardar un riguroso reposo durante al menos cuarenta y ocho horas y el martes volveré a verle. Si le duele mucho tómese un calmante.
   A todo esto, Vicentín ha salido del hostal echando leches y con un cabreo monumental. Cruza la terraza donde están jugando los jubilados y cegado por la ira tropieza con una de las camareras a quien no llega a derribar, pero la bandeja que lleva sale disparada con la consiguiente rotura del servicio que llevaba. En vez de disculparse, el hereu increpa ásperamente a la chica.
-¡Quítate de en medio, patosa de mierda!
   La joven no se arredra pues conoce bien al interfecto y piensa que probablemente su cabreo se deba a un ataque de cuernos. No es la primera vez que lo ve en tal estado.
-Patosa lo será tu novia y te aviso que tendrás que pagar lo que has roto y, por supuesto, se lo voy a decir a la señora Eulalia.
-A mi novia ni nombrarla o te parto la cara de un guantazo.
   Los jubilados, que han vuelto la cara al oír el estrépito, afean su conducta al joven. Quien primero lo hace es Grandal.
-Oye, jovenzuelo, si se te ocurre ponerle la mano encima a la chica te prometo que esta noche vas a dormir en el cuartelillo. Palabra de comisario.
-Vicentín, anda, no la líes y vete en paz –le aconseja Ramo.
   El joven no se ha arredrado ante las críticas a su comportamiento, al contrario se pone más farruco.
-Vosotros, carcamales, no os metáis en camisa de once varas o me voy a cagar en vuestros muertos.
   Grandal por un momento está por levantarse y encararse con el irascible jovenzuelo, pero se lo piensa mejor y opta por meterle miedo, conoce bien a esos falsos bravucones.
-Mira, guapín, te doy diez segundos para que te largues. Si tardas un segundo más juro por la constitución búlgara que llamo a la Guardia Civil y está noche la pasas en la trena.
   Vicentín hace un intento de contestar, pero algo en el semblante de su interlocutor le avisa de que no está hablando en vano. Se da media vuelta, se mete en su coche y se va. El suceso ha provocado un parón en la partida pues un hecho así no es algo que pase todos los días en una playa tan tranquila.
-Tus jóvenes paisanos ¿son todos de esa calaña? –pregunta Ponte a Ramo.
-Ni mucho menos. No conozco muy bien a la juventud actual, pero apostaría doble contra sencillo que aquí hay de todo, como en botica. A ese chaval le conozco desde que nació porque de jovencito fui amigo de su padre y sé cómo ha sido educado. Mejor sería decir cómo ha sido maleducado –Ramo ahonda más su explicación-. Sus padres lo tuvieron cuando ya no creían que fueran a tener hijos y lo criaron con todo el mimo del mundo, de tal forma que en aquella casa solo se hacía lo que al crío le petaba. Cuando quisieron recular y enmendarle la plana ya era demasiado tarde. Como estudiante fue un fracaso y no tiene oficio ni beneficio, como suele decirse. Y puesto que sus padres tienen una fortuna de pueblo, sobre todo en tierras, el niño nunca le ha dado un palo al agua. Y ahí le tenéis creyéndose que es el rey del mambo, cuando en realidad es un paleto ignorante que nunca hará nada de provecho y que terminará puliéndose todo el capital que va a heredar. En resumen, no es nadie, solo un chaval creído, malcriado y estúpido.
-Vaya joya que se va a llevar Anca –sentencia Álvarez.

PD.- Hasta el próximo viernes

viernes, 13 de abril de 2018

48. ¡No, per niente!


   En El Grao de Castellón Carlos Espinosa se entretiene jugando al golf a la espera de la respuesta de Salazar a su propuesta. No es que sea Tiger Wood o Phil Mickelson, pero para ser un aficionado tiene un hándicap decoroso. Se defiende mejor con las maderas que con los hierros, aunque su talón de Aquiles es el putt como ocurre a menudo. Ya no juega en el pequeño campo del Grao, ahora lo hace en el Club de Campo del Mediterráneo, campo de dieciocho hoyos sito en el municipio de Borriol y a pocos quilómetros de su hotel. Como buen aficionado ha recordado que es el campo en el que se forjó Sergio García, el tercer jugador español que, tras Seve Ballesteros y Chema Olazábal, ha ganado un major, el Masters de Augusta. Salvo darle a la pelotita no hace mucho más por lo que le queda tiempo para pensar. Se ha ganado al hijo de Curro, al que ha prestado una Harley que alquiló en Castellón, pero le está sirviendo de poco porque el exsindicalista no le responde. Francisco José le ha asegurado que cada vez que visita a su padre le insiste en que la mejor salida a sus problemas es marcharse al extranjero, pero la respuesta de Curro es el silencio o que lo está estudiando. Por eso un pensamiento que le ronda insistentemente es que quizá la solución ideal sería eliminar físicamente al gaditano, “Muerto el perro se acabó la rabia”, se dice. Cuando lo piensa se acusa de que tendría que habérselo planteado antes de iniciar su viaje pues en la Costa del Sol conoce a gente que se dedica, entre otros turbios asuntos, al macabro negocio de la desaparición de personas. Se dice que siempre puede encargarlo por vía telefónica, pero no da ese paso porque un asunto así es problemático negociarlo a distancia y además costaría bastante más dinero y no sabe si sus patrocinadores lo aprobarían. Ante la duda, lo deja todo como está, lo que va contra su carácter y formación.
   Lo que desconoce Espinosa es que quien tiene el encargo con el que a veces sueña sigue sesteando en la vecina población de Las Villas de Benicàssim. Grigol Pakelia se lo está pasando en grande con unas vacaciones pagadas que le han caído como llovidas del cielo. Este sábado, y a sugerencia de su última conquista playera, una italiana de treintaañera tan sexi como coqueta llamada Alessia, ha alquilado una lancha fuera borda para darse un paseo por las playas cercanas. Ha planificado una ruta que les lleve a les Platgetes de Bellver, luego a la plancha de la Concha de Orpesa y, finalmente, a las playas de Torrenostra. El viaje ha resultado más movido de lo que esperaba pues hoy el mar está algo picado como muestran las olas blancas y espumosas que se levantan, las popularmente conocidas como cabrillas. Debido a ello eliminan la parada de la Concha y al final de la ruta amarra la motora en la dársena de fortuna sita en la playa más meridional de Torrenostra. Vadean a pie hasta la costa y se toman un tentempié en el chiringuito más cercano. Lo que nunca podría imaginar el sicario georgiano es que el objetivo de su encargo, en el supuesto de que su diaria llamada telefónica tuviera como respuesta un sí, está a menos de treinta metros donde está trabajándose a la voluble Alessia que a veces da la impresión de ser una pieza fácil de cobrar y en otras tratarse de una mujer de armas tomar. Cuando llega un momento en que la italiana parece estar dispuesta a darle algo más que apasionados besos, el georgiano se ve en la imperiosa necesidad de encontrar una habitación. Al ver el rótulo de hostal en el edificio de enfrente, se acerca a recepción para alquilar un dormitorio. La señora que le atiende contesta molesta a su petición:
-Este es un establecimiento serio y no alquilamos habitaciones por horas.
-La alquilo para todo el día.
-Lo siento, pero lo tenemos todo ocupado –es la seca respuesta.
   Pakelia pone un billete encima del tablero y dice que cien euros por una hora es una bicoca. La patrona poco menos que lo despide con cajas destempladas. El georgiano, que no está dispuesto a darse por vencido, pregunta donde podría alquilar una habitación.
-Vaya a la 340, allí encontrará algún parador de carretera que alquila habitaciones por horas.
   El sicario, con un calentón en la entrepierna de campeonato, tiene que retomar su fuera borda jurando en arameo. Una vez a bordo, y a falta de un lugar más adecuado, intenta hacerle el amor a la italiana. En principio, Alessia consiente las ardientes manifestaciones del georgiano, pero cuando este intenta quitarle la braguita del bikini se lo saca de encima de un empellón al tiempo que le grita muy airada:
- ¡No, per niente!
   Pakelia sabe poco italiano, pero después de haberse visto toda la filmografía de Vittorio De Sica no ignora que no, per niente es una expresión que entiende todo el mundo aunque no se sepa una palabra de la lengua de Dante. Debido al calenturón por un momento le pasa por la cabeza la idea de forzarla, no será la primera vez que viola a una mujer, pero la italiana da la impresión de ser una ragazza dura de pelar por lo que desecha la idea. “Mientras no acabe de ejecutar el encargo no es cuestión de meterse en líos. Además, si hoy me ha dicho que no otro día puede decirme que sí”, se dice. Hace de la necesidad virtud y en el trayecto de vuelta a Las Villas saca sus mejores mañas de casanova. Alessia, que se había puesto hosca ante la tentativa de Grigol, distiende su ceño y termina aceptando las atenciones de su atlético ruso, porque esa es la nacionalidad que le ha dado el sicario.
-Dobbiamo tornare indietro –sugiere Alessia.
   Mientras la lancha de la pareja se pierde de vista en dirección a Las Villas, esa misma tarde los viejos van a visitar a su postrado excompañero de dominó. Le encuentran en animada charla con Anca que al verles les saluda festivamente.
-Mira quienes están aquí, mis mejores clientes. Pasen, pasen. Le estaba dando charleta a don Francisco para que no se aburra, pero ahora que han llegado ustedes me retiro, ya tiene con quien hablar.
-Bueno, Martínez, ¿qué tal, cómo te encuentras? –pregunta Álvarez.
-Bastante mejor, aunque todavía me duelen las costillas y por la noche no duermo todo lo que quisiera, cada vez que cambio de posición el dolor me despierta.
-Tú aquí jodido y el cabrón que te hizo eso se ha ido de rositas –afirma Grandal que sigue empecinado en que el andaluz debería denunciar la agresión.
   Salazar da la callada por respuesta y desvía la charla hacia otros derroteros.
-¿Cómo os las arregláis para completar el cuarteto ahora que se ha ido Amadeo y yo todavía no estoy en condiciones de suplirlo?
-De momento no tenemos problema. Un vecino mío de Madrid, que resulta que nació aquí, es el cuarto que completa la partida –explica Ponte.
-Buena enfermera te has echado con la Anca. Con sanitarias así no me importaría estar unos días en la cama. Debe ser mejor que un reconstituyente –bromea Álvarez.
-No creáis –explica el enfermo-, pero tengo que ir con pies de plomo con esa muchacha. Tiene un novio que es más celoso que el Otelo ese de la ópera y si el fulano os hubiera escuchado ya estaría armando la de Dios es Cristo.
   El aludido está precisamente en la terraza del hostal tomándose la enésima cerveza del día. Va allí frecuentemente, lo que le sirve de excusa para controlar a su novia y se desespera al comprobar que Anca pasa cada vez más tiempo en la habitación de Martínez. Se da la circunstancia de que la joven rumana cuenta para ello con la anuencia de la propia patrona que tiene dos motivos para tal actitud. Por un lado, es la primera vez que uno de sus huéspedes es agredido tan brutalmente a menos de cien metros del hostal, lo que le provoca un sentimiento de culpabilidad. Por otra, es uno de los contados pupilos que piensa quedarse con ellos tras el final del verano y a un huésped así hay que bailarle el agua. El resultado de ello es que Anca dedica buena parte de su tiempo a atender las necesidades del exsindicalista. En todo eso está meditando el hereu cuando alguien se sienta en su mesa.
-Buenas tardes, Vicentín. ¿Cómo va la vida?, ¿y tus padres qué tal están?
-Buenas tardes Pedro. Están como siempre, unos días mejor que otros. A los viejos os pasa eso.
   Pedro Ramo reprime un gesto de desagrado. Pertenece a una generación que fue educada en el respeto a los mayores en edad, dignidad y gobierno como rezaba el catecismo lo que suponía, entre otros aspectos, que los jóvenes trataran de usted a los ancianos. Y que alguien como ese jovenzuelo, que bien podría ser su nieto, le tutee es algo que le repatea, pero como es consciente de que esas son las actuales costumbres y no es quien para cambiarlas oculta su fastidio, aunque no puede por menos que contar algo que sabe que va a irritar al nini pues  Vicentín ni estudia ni trabaja.
-¿Qué tal tu novia? Por cierto, ayer mismo llamé la atención a uno de mis sobrinos-nietos que se refirió a ella como Anca la Potranca. Me contestó que así la llaman en el pueblo. Le reprendí y le dije que eso era una ordinariez que no quería volver a oírsela.
-Dile que si se lo oigo repetir le partiré la cara- replica amenazadoramente Vicentín.

PD.- Hasta el próximo viernes