"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 21 de enero de 2022

Libro III. Episodio 128. Os vais a pillar los dedos


   Los socios de Interplás salen de la casa solariega de los del Pino entusiasmados, al fin parece que tienen un cliente. En medio del regocijo general, el tapicero les hace darse cuenta de un detalle por si se les ha pasado por alto.

   -¿Os habéis dado cuenta que la señora del Pino no ha puesto ningún pero a la previsión del presupuesto?, apenas si le ha echado un vistazo por encima para dar su aprobación. ¡Qué lástima!, si llegamos a saber que nos lo iba a poner tan fácil podríamos haber cargado el margen de beneficio tres o cuatro puntos más -Comentario que aprovecha Julia para valorar lo que puede suponer el encargo.

   -De ninguna manera, Felipe. Este encargo tenemos que llevarlo a cabo sin importarnos ganar más o menos. Puesto que es el primero, si lo hacemos bien y los clientes quedan contentos es el que nos puede abrir la puerta de futuras obras. Debe de quedar claro desde ahora que nada de recargos injustificados, ni en los materiales ni en la mano de obra. Tened en cuenta que vamos a trabajar para dos de las familias más conocidas y de más abolengo de la ciudad, los del Pino y los Quirós. Si somos capaces de convertir esa casona en un hogar moderno, estoy convencida que clientes no nos van a faltar.

   -Ahora que dices eso, acabo de recordar que hay algo de lo que nos hemos olvidado y es culpa mía pues pertenece a mi departamento –recuerda el aparejador-. No le preguntamos a la señora como le gustaría que fueran los baños. ¿Volvemos y se lo preguntamos?

   -Eso es un fallo y ahora que lo dices recuerdo que Maribel me comentó que quería cambiarlos. Ya se lo preguntaré yo. Le diré que se nos traspapeló el boceto. ¿En qué tipo de baños has pensado?

   -En los que ahora están de moda en París: bañeras con patas de hierro o de cerámica, suelos de baldosas y muebles de madera esmaltada.

   -En cuanto llegues a tu estudio diseña rápidamente unos bocetos y me los envías. Mañana sin falta se los llevaré.

   -Lo que no tendré para mañana es el presupuesto pues no sé los precios de las bañeras –se lamenta Rafael.

   -No te preocupes por el presupuesto, lo importante es reparar cuanto antes la omisión. En cuanto lleguéis a vuestros talleres poneos a trabajar. Esta obra hay que comenzarla antes que los del Pino regresen a Madrid, pero que las prisas no incidan en la calidad.

   Al día siguiente, Julia subsana el fallo de los baños llevando a Maribel los bocetos preparados por el aparejador.

   -Ya decía yo que me parecía que se nos olvidaba algo y eran los baños. Precisamente es algo que hay que cambiar sí o sí –afirma Maribel-. Ah, otra cuestión, también quiero que instaléis la luz eléctrica.

   La petición de Maribel deja descolocada a Julia. Sabe, pues su marido es un fan de la electricidad, que la aparición de la corriente alterna, a principios del siglo, ha abierto la posibilidad de transportar electricidad a gran distancia. Incluso se acaba de instalar en la ciudad el alumbrado público eléctrico, pero no recuerda que haya ninguna casa particular que aún tenga instalada la luz eléctrica pues de momento las instalaciones son bastante caras. Pero reacciona rápidamente.

   -Lo que son las cosas. Estuvimos hablándolo pues el aparejador es muy partidario de la electricidad, pero lo desechamos y, si te digo la verdad, todavía no sé por qué. Pero no hay ningún problema, Rafael se encargará de eso y seréis la primera familia de la ciudad que tendrá luz eléctrica en su casa. En cuanto a los baños, se nos traspapelaron los bocetos –se disculpa Julia-. Mira, este baño es similar a uno de los que había en el Titanic.

   -Hablando del Titanic, en Madrid tengo una amiga que conoce a una familia, los Pérez de Soto, que tenían una hija que iba en el buque en viaje de luna de miel; se salvó, pero su marido se ahogó –rememora Maribel-. ¿Cuándo empezaréis las obras?

   -Podemos comenzar en cuestión de una semana, quizá diez días como mucho. Solo nos falta que tu marido dé el visto bueno.

   -Julia, Manolo ha cambiado poco desde que iba tras tus faldas. Si esperamos que dé su aprobación aquí no cambiará nada, hará como su madre dejará que pasen los siglos. Por tanto, cuando estéis preparados me lo dices el día antes y os ponéis al tajo -Cuando se va de casa de los del Pino, Julia piensa que a Maribel no la ha cambiado el matrimonio, continúa siendo la mujer decidida, inteligente y directa como cuando era soltera. Y Manolo, por lo que parece, sigue siendo el mismo calzonazos de siempre.

   Los días siguientes son de una actividad febril para los socios de Interplás. Rafael ha tenido que desplazarse a Talavera de la Reina para contratar a una empresa que se dedica a instalar la red eléctrica de baja tensión en edificios particulares y, tras dejarles una copia del plano de la casona, les ha encargado que elaboren un proyecto de electrificación y el correspondiente presupuesto. En cuanto se ponen al tajo enseguida descubren que el hecho de no contar con un espacio común les retrasa mucho el trabajo. Todo son idas y venidas de un taller a otro y las puestas en común las hacen en la carpintería de Evaristo que es el local más amplio del que disponen.

   -Si obtenemos más encargos habrá que alquilar un local, lo de ir y venir de un sitio a otro nos está robando mucho tiempo –se queja el tapicero.

   -Cada cosa a su tiempo, ahora no hay más remedio que arar con estos bueyes –le consuela Julia.

    Cuando llevan una semana de preparación, un aviso de casa de los del Pino pone a los componentes de Interplás de los nervios. Maribel ha envíado una nota a Julia anunciándole que han de marchar urgentemente a Madrid pues ha de votarse una ley en las Cortes y la presencia de Manolo es necesaria. Le indica asimismo que en cuanto vuelvan podrán comenzar los trabajos en la casona. La suspensión, aunque sea provisional, suscita una viva discusión entre los socios pues se han dado cuenta de que han tenido otro lamentable fallo propio de empresarios novatos: no han pedido una provisión  de fondos a la clienta, al menos para pagar los primeros materiales.

   -¿Y ahora qué hacemos? –pregunta Julia.

   -La madera que he encargado hay que pagarla en efectivo en cuanto llegue, y estamos hablando de una buena pila de duros –explica el ebanista.

   -Yo puedo pedir un aplazamiento para el pago de las telas encargadas, pero solo de un par de semanas, más no creo que me fíen –comenta a su vez el tapicero.

   -De momento, yo no voy a tener problemas de pago, la cuadrilla de albañiles que tengo apalabrada cobran semanalmente por obra realizada. Ah, perdón, me olvidaba del electricista de Talavera, ese también querrá un adelanto para pagar los materiales que ha pedido a un distribuidor de Madrid –cuenta el aparejador.

   -Encontraremos soluciones para este contratiempo. Pasadme una nota indicando la cantidad que vais a necesitar y veré de conseguir el dinero. Dejadlo de mi cuenta.

   En cuanto sabe la cifra, Julia se plantea dos posibles soluciones para allegar fondos: solicitar un crédito a la Caja de Ahorros de Badajoz y, si se lo niegan, pedir un préstamo al tío Bronchales, piensa que a través de su suegra puede acceder fácilmente al usurero y quizá hasta conseguir una pequeña rebaja del interés. La gestión de los préstamos no resulta tan fácil como creía. La Caja no le concede crédito al ser mujer y el Bronchales, por mucho que Julia cita el nombre de su suegra, exige un rédito mucho mayor que el tipo de interés oficial. Solo le queda un recurso: que su marido pida y avale el crédito de la Caja, puesto que todas las posesiones de la familia están a su nombre, ya que la legislación establece que la mujer necesita el permiso y la autorización de su marido o, si es soltera de su padre o tutor, para firmar un contrato, tener una casa en propiedad o regentar un negocio; incluso, la normativa especifica que, para abrir una cuenta en un banco, hay que ser varón y mayor de dieciocho años. Y aunque Julia es la que regenta personalmente la tienda de regalos y la misma droguería cuando su marido está viajando, su nombre no aparece en ningún documento mercantil, todo está a nombre de Julio Carreño.

   -Cariño, tengo un problema y solo tú puedes arreglarlo –Y Julia le cuenta lo que les está ocurriendo en Interplás con motivo del encargo de los del Pino. La primera reacción de Julio es la de negarse, pero se lo piensa, sabe lo ilusionada que está su esposa con lo de la nueva empresa y no es cuestión de que se le ponga de morros, pero no pierde la ocasión de darle un tirón de orejas.

   -¿Lo de pedir una provisión de fondos por adelantado no te lo enseñé cuando te di clases de contabilidad? –pregunta, socarrón.

   -Ya sé que tendría que haberlo previsto, pero con las prisas y los nervios por ser el primer encargo se me olvidó. Es imperdonable, pero lo hecho, hecho está. Y al haberse ido los del Pino a Madrid no puedo negociarlo con Maribel.

   -¿Y esos artistas que tienes de socios tampoco lo previeron?

   -Tanto Rafael como Felipe, y creo que también Evaristo, es la primera vez que se meten en negocios y como no tienen ninguna experiencia empresarial no puedo culparles. Yo sí que no tengo disculpa alguna.

   -¿De qué cantidad estamos hablando? –quiere saber Julio.

   -Entre unas cosas y otras de unas dos mil quinientas pesetas.

   -Dame veinticuatro horas y veré qué se puede hacer.

   A día siguiente, Julio explica a su esposa que no quiere pedir un nuevo crédito a la Caja, con la que ya están endeudados, y descarta totalmente ponerse en manos del Bronchales pues, por su madre, conoce de sobra lo implacable que es el usurero.

   -He estado revisando nuestro calendario de pagos a los proveedores y podríamos disponer de unas ochocientas pesetas. Es todo lo que puedo dejaros –Julio ha utilizado el plural para hacer ver a su esposa que el préstamo no solo es para ella, también para personas ajenas a la familia-. En cuanto al interés sería el del tipo oficial. Y tened cuidado porque como continuéis con los descuidos de novatos os vais a pillar los dedos.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 129. Camas separadas