José Ramón Arbós,
como le sugirió el director local de la caja, se entrevista con Juan Antonio
Cardona para contarle el conato de contestación a la urbanización de la Marina
que parece extenderse por el pueblo. El consejero de BACHSA está de acuerdo con
los recelos manifestados por Badenes. Si no se atajan a tiempo los rumores y
las protestas podría generarse un problema que acaso fuera difícil de parar y
que, en el mejor de los supuestos, terminaría aumentando los costes de la
urbanización. Algo hay que hacer. Con lo que Cardona no comulga es con la idea
de organizar un acto público para disipar los temores de parte del vecindario.
-
Sinceramente, José Ramón, no creo que un acto así pueda ser muy eficaz, pero a
bote pronto tampoco tengo otra idea mejor. Le pasaré la papeleta a los del marketing
a ver si diseñan un plan para contrarrestar esa movida. Que se ganen el sueldo.
- Pues
tengo otra sugerencia para tus chicos – añade José Ramón -. A quienes primero
deben de trabajar el hígado son a los del Ayuntamiento. No hay manera de
convencerles de que esto, hoy por hoy, no tiene ni medio pase, pero si lo
dejamos crecer puede convertirse en un morlaco con unos pitones como dos
catedrales – A Arbós le gustan mucho los toros, por eso usa frecuentemente
símiles taurinos
- ¿Sabes
qué? El sábado cogeré el coche y me desplazaré a Senillar. A ver si entre todos
encontramos la solución más eficaz a lo que hoy no es más que un nubarrón, pero
que mañana puede convertirse en un tornado que se lo lleve todo por delante.
En la reunión del sábado están Cardona,
acompañado por el director de la empresa de mercadotecnia encargada del estudio
de mercados para BACHSA, los representantes locales de los constructores, José
Ramón Arbós y Amador Garcés y el director local de Cajaeuropa, Agustín Badenes.
-
Vamos a ver – es Cardona quien abre el diálogo -, antes que nada quiero que nos
contéis cuánto sepáis de esa posible protesta sobre la urbanización de la
Marina y vuestras impresiones sobre la misma.
-
Verás Juan Antonio – es Arbós quien primero responde -, hay que ser de pueblo para
comprender cómo reacciona el personal. Este es un sitio pequeño y pasan pocas
cosas, entonces cuando ocurre algo fuera de lo habitual, lo normal es que la
gente hable de ello. Y no solo hablan sino que le dan mil vueltas y acaban
liándolo todo.
- Más
opiniones – reclama Cardona.
- Lo
que ha dicho José Ramón es cierto. La gente lo examina todo del derecho y del
revés y le da tantas vueltas y revueltas que al final acaban viendo gigantes
donde solo hay molinos – A Badenes le gusta presumir de su cultura cervantina.
-
Amador, ¿y tú qué piensas?
- Cuando
Agustín, al igual que hizo con Arbós, me llamó para contarme sus temores le insistí
que no tenía por qué recelar nada, que esto, como bien se ha dicho, no eran más
que chismorreos de pueblo. Eso pensaba hasta esta mañana en la que he sido
testigo de algo que ha hecho que cambie de parecer. Ni siquiera he tenido
tiempo de contárselo a José Ramón – añade Garcés dirigiéndose a su socio como
pidiéndole perdón -. Como decía, esta mañana, y para preparar la reunión, me he
pasado por la sede de ARBOGAR y allí, en uno de los despachos, estaba un
grupito de chicos y chicas, entre ellos mi hija Matilde y Chelo, que es la hija
mayor de José Ramón. Los he…
- ¿Chelo?
– interrumpe Arbós, entre sorprendido y molesto -. ¿Y qué coño hacía allí mi
hija?
- Tu
hija, la mía y todos los demás estaban preparando un arsenal de propaganda en
contra de la urbanización de la Marina, tenían de todo: pancartas, carteles,
una especie de tebeo mural; ah, y un montón de fotocopias. Lo primero que hice
fue abroncar a mi hija, luego los eché a todos, no sin antes incautarme de todo
el material que pude arramblar pues, en el lío que se montó, temo que parte del
mismo se lo llevaron los muchachos.
- Las
pancartas y las fotocopias ¿qué contenían exactamente? – quiere saber Cardona.
- Un
poco de todo, pero lo más importante es el borrador de un manifiesto que están
preparando.
Garcés saca de su maletín de ejecutivo un
puñado de fotocopias que deja encima de la mesa. Cardona coge una y comienza a
leer en voz alta:
- “Manifiesto a los ciudadanos y ciudadanas del
pueblo de Senillar.
Los jóvenes de la localidad, vuestros hijos e
hijas, quieren denunciar el expolio de que se está cometiendo a nivel de nuestro
amado pueblo. Ya nos han destrozado el paisaje, han arrasado nuestros campos y
han alterado la paz y la tranquilidad que nos era tan querida. Ahora pretenden
robarnos una parte irrenunciable de nuestra historia: la partida de la Marina y
sobre todo el marjal.
No
nos oponemos a que el pueblo avance y se modernice. Por el mero echo de ser jovenes
estamos a favor de todo cuanto suponga el progreso del pueblo, pues si Senillar
avanza y se desarrolla nosotros vuestros hijos e hijas tambien avanzaremos y
progresaremos. Estamos de acuerdo con que el progreso es bueno, pero no a
cualquier precio. Lo del todo vale no es de recibo si por unas ganancias para
hoy estamos destrozando la calidad de vida del mañana, de ese mañana que vais a
legarnos a nosotros y nosotras.
La
juventud de Senillar no nos opusimos a que se urbanizara la zona del Torreón.
Eran unas tierras que significaban poco para la economia local y para la vida
de los hombres y mujeres de nuestro amado pueblo. Pero urbanizar la Marina es harina
de otro costal. Es la zona en la que estan nuestros mejores campos, los más
antiguos y hermosos naranjales de la comarca, las huertas más productivas y
bien cultivadas de la región.
Y no
solo es la Marina, porque en base a la información que manejamos detrás de la
Marina irá la marjaleria, que es el corazón de la misma y que como todo el
mundo sabe después de La Albufera es uno de los umedales valencianos más
importantes. Y para los hombres y mujeres, asi como para los chicos y chicas de
Senillar, el marjal forma parte irrenunciable de nuestra historia, de nuestra
vida. Son muchos los vecinos del pueblo que tienen un marjal, que sus
antepasados crearon con sangre y sudor. Por unos cochinos millones, ¿vais a
malvender vuestra propia historia, que tambien es nuestra?, ¿vais a enterrar y
borrar el esfuerzo y el teson que pusieron nuestros mayores en levantar los
marjales?
Tenéis
que saber de que la juventud del pueblo dice NO a que se urbanice la Marina. NO
a que se toque un solo junco de la marjaleria. NO a que la codicia de unos
cuantos despedace y destruya el futuro del pueblo, NUESTRO FUTURO. Hoy no
tenemos otra fuerza que la de la protesta, pero mañana seremos nosotros quienes
gobernaremos el pueblo. Y NO OLVIDAREMOS a quienes cegados por una codicia
insaciable pretenden dejarnos un pueblo, unos campos y una costa en la que el ormigón
y el ladrillo lo hallan invadido todo.
SENILLARENSES y SENILLARENSAS, os pedimos, os suplicamos que paréis el
espolio que se está produciendo. Todavia estamos a tiempo para que entre todos
y todas detengamos esa loca carrera de construir y construir a costa de
cargarse nuestra historia, nuestros recuerdos, nuestros campos, nuestra forma
de vida.
¡NO
A LA URBANIZACIÓN DE LA MARINA!
¡NO
A QUE SE TOQUE UN SOLO PALMO DE TERRENO DEL MARJAL!
SENILLARENSES,
SENILLARENSAS hoy os lo rogamos, mañana os lo exigiremos.
JÓVENES UNIDOS POR UN SENILLAR LIBRE
(JUSEL)”
Cuando Cardona termina de leer el manifiesto
un espeso silencio se abate sobre los reunidos, que muestran en sus rostros una
mezcla de sentimientos que van desde el estupor a la consternación.