El bufete que lleva el contencioso contra el
PAI de la Marina, y al que un anónimo informante le ha revelado que posee
información sobre un rimero de sospechosas anomalías en el proceso urbanizador,
vuelve a invitar a Tormo a una reunión para hablar de dicho informador. La
primera sorpresa que se lleva Pascual es cuando le comunican el nombre del soplón:
la delatora, pues se trata de una mujer a quien conoce aunque nunca cruzó
palabra con ella, es la esposa de Agustín Badenes, el director local de
Cajaeuropa.
Tormo únicamente puede dar fe de quien es
Carolina, ese es el nombre de la delatora, pero desconoce si las presuntas
infracciones que denuncia son ciertas. Lo que también puede añadir es que su
marido es el perejil de todas las salsas financieras que se cuecen en el
pueblo, por lo que no descarta que la información que dice tener sea veraz.
- Lo
que no acabo de comprender es por qué esa buena señora sale ahora con esas
denuncias – comenta Tormo, ciertamente perplejo al descubrir la identidad de la
confidente.
-
Sobre la razón de que lo denuncie ahora no le hemos sacado nada en claro,
esperábamos que tú pudieses arrojar más luz sobre sus reales motivos. En cuanto
a la autenticidad de la documentación que nos ha entregado y la veracidad de su
contenido hemos encargado a una agencia de investigadores privados que lo
compruebe.
-
Bien, si queréis haré algunas averiguaciones en el pueblo a ver si consigo
enterarme de algo referente a esa buena mujer – se ofrece Tormo.
En cuanto Pascual llega al pueblo pregunta a
su madre quién podría informarle sobre lo que se cuenta en los corrillos
locales acerca de Agustín Badenes y de su entorno.
-
Quien mejor puede ponerte al día, hijo, es Rosario la Maicalles, pero te
adelanto algo que es la comidilla de medio pueblo. Según cuentan, el banquero
se ha liado con una jovencita que trabaja en la caja. Parece mentira, un señor
que era un meapilas, que parecía tan formal y tan buen marido y mira por donde
ha salido. Algunos hombres en cuanto comienzan a sentirse viejos se comportan
como si fueran críos.
La Maicalles le confirma el posible motivo
de la delación de la mujer del bancario: el despecho. Le reitera lo que ya le
dijo su madre: que el antiguo seminarista que fue Badenes, y hombre que siempre
tuvo una intachable conducta conyugal, se ha encaprichado de una joven empleada
que llegó a la sucursal de la caja hace unos meses. La chismosa no está segura
de cuáles pueden ser los reales sentimientos del banquero, que es como le
llaman en el pueblo. No sabe si se ha enamorado de la muchacha, si es un
capricho pasajero, un efecto del síndrome de los cuarenta o, sencillamente, si
solo es sexo. La realidad es que sea lo que fuere, el amancebamiento le ha
hecho perder los papeles y con ello el sentido de la prudencia pues se comporta
como un adolescente. La mujer de Badenes, como suele ocurrir, ha sido de las
últimas en enterarse del engaño y, pese a su aire de mosquita muerta, el hecho
de que su marido le haya puesto los cuernos y convertido en el hazmerreír de
medio pueblo parece que le ha sentado como un tiro. No le perdona y ha jurado
vengarse.
El informe inicial de los investigadores,
encargados de verificar la autenticidad de los primeros papeles remitidos al
bufete por la señora de Badenes, es positivo; han constatado que son auténticos
y que revelan un torrente de presuntas irregularidades de toda clase. El socio
principal del bufete se pone en contacto con la informante para que les
facilite el resto de la documentación que esté en su poder. Rápidamente
alcanzan un acuerdo: por el pago de una cantidad, que al letrado le parece una
ganga, la despechada Carolina les entregará todos los papeles que obran en su
poder y que sacó de la caja fuerte que su marido tenía en casa antes de que
éste la vaciara y se fuera del domicilio conyugal para irse a vivir con su
nueva novia. Con la documentación en sus manos, los letrados se plantean qué
hacer con ellos. El socio mayoritario informa al resto de asociados del bufete:
- He
hablado con los representantes de Presslor Investment y su consigna es utilizar los documentos para infligir el mayor
daño posible a BACHSA
- Lo
que hemos de hacer es respetar la ley – opina el socio más joven -. Conocemos
la existencia de presuntas infracciones de la normativa, por consiguiente se
impone ponerlas en manos del órgano jurisdiccional competente.
- En
mi opinión – tercia otro de los asociados -, deberíamos tomar dos medidas: filtrar
la documentación a la prensa y, antes o después, hacerla llegar al juzgado.
Después de un breve debate se impone la
opinión del socio principal: hacer llegar la documentación, anónimamente, a un
periódico que a buen seguro convertirá la información en noticia de primera
plana.
- …,
pero – añade el socio proponente - no enviarla toda de golpe. ¿Por qué?, los
casos de corrupción son tan frecuentes que el eco que despierta el último en
conocerse es tapado por el que se produce al día siguiente. Haremos entregas
periódicas para mantener el mayor tiempo posible la atención de la opinión
pública en el caso. De que la denuncia pase de las rotativas a los tribunales
ya se encargará la fiscalía.
La publicación de un reportaje en el que,
según una fuente que el periódico no revela, se airean presuntas
irregularidades en el proceso urbanizador de Senillar se convierte durante unos
días en noticia de portada en la prensa escrita y en prime time en los informativos audiovisuales. Y todo ello avivado
por una nota de redacción de El Mundo, diario que dio la primicia, de que en el
supuesto de que siguiera recibiendo más información del anónimo remitente se
apresuraría a publicarla. La información ocasiona un terremoto en el núcleo
duro del consejo de administración de BACHSA.
-
¿Hasta dónde sabrán esos cabrones de periodistas? ¿Es posible que alguien les
haya pasado algún papel comprometedor? – se pregunta un desconcertado Bricart.
- Lo
importante no es saber quién filtró los papeles, sino analizar las
consecuencias que su publicación puede ocasionarnos – puntualiza Arechabaleta.
- Noi potremmo comprare il giornalista –
sugiere Montofarni.
- ¿Y
qué vamos a sacar comprando a un periodista? – inquiere Huguet -. De momento
solo habla de presuntas irregularidades, mientras se quede solo en eso…
- En
vez de lamentarnos, deberíamos tomar algunas medidas – propone Cardona -. La
primera es pedir a nuestros abogados que estudien hasta qué punto pueden
dañarnos esas informaciones. Y esa acción es urgente, antes de que puedan
publicarse datos documentales que pudiesen tener efectos administrativos y
penales. La segunda…
- ¿Has
dicho procedimento penale? – pregunta
Montofarni visiblemente nervioso.
- No,
necesariamente, pero si el caso llega a los tribunales es algo que podría
ocurrir.
- Quello che mancava – concluye el
italiano, desolado.
Entre los partidos políticos el impacto que
ha generado la publicación del reportaje no ha sido tan preocupante. La prensa
solo habla de presuntas, la presunción siempre por delante, irregularidades.
Sin embargo, Javier Blasco, el presidente local del PP y actual alcalde,
acompañado por José Ramón Arbós, acude al comité ejecutivo regional de su
partido para que les den instrucciones.
-
Estad tranquilos, de momento no tenéis de qué preocuparos. Lo más posible es
que solo sea un episodio más del periodismo amarillo que, para nuestra
desgracia, tanto abunda hoy en día. Quizá se haya cometido alguna pequeña
infracción de carácter administrativo, pero nada que no se pueda solucionar. Y
en el peor de los casos se recurre, lo que supone que en más de una década no
habrá resultados. Por tanto, tranquilizad a la gente y decidles que para eso
estamos nosotros, para echaros un capote si falta hiciera.
Jaume Pellicer, el secretario general de los
socialistas locales, también rinde visita a Valencia para cambiar impresiones
sobre qué posición tomar. Encuentra a la gente de la ejecutiva más combativa,
no en balde están en la oposición.
- Este
es el momento que estábamos esperando. Hay que hincarles el diente a los fachas
hasta el tuétano si fuera preciso. Estamos estudiando presentar una denuncia
ante los tribunales por prevaricación y cohecho.
- Ya
os lo dije y lo mantengo. Si pretendéis que el partido se convierta en una de
las partes demandantes en una posible querella, conmigo no contéis. ¡Joder, si
es que hasta hace cuatro días, como aquel que dice, las resoluciones autorizando
las urbanizaciones las firmaba yo como alcalde que era!