La portada de El País del tres de marzo
lleva como principal titular: El debate
aleja toda esperanza de una investidura de Sánchez. Y en tres subtitulares
explica los entresijos de la sesión de investidura en el congreso de diputados.
PSOE y Ciudadanos no consiguen más votos
para su acuerdo de gobierno. El segundo resume la posición del PP: Rajoy renuncia a cualquier intento de
aproximación y califica de “farsa” la sesión. El último describe la postura
del nuevo partido izquierdista: Iglesias
rompe los puentes con los socialistas con una andanada de duros ataques.
Un gráfico muestra el resultado de la
votación de la candidatura de Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, para
ser investido Presidente del Gobierno: 130 votos a favor, 219 en contra. Ponte
se queda solo en los titulares, no le interesa la letra pequeña, y cuando está
a punto de cerrar la web otro titular en el faldón le llama la atención, reza
así: Nadie puede frenar a Donald Trump.
La noticia suscita su curiosidad y lee el breve texto en el que se explica que
el Supermartes consolida al millonario, el cual se perfila como el candidato
republicano con más opciones para optar a la presidencia estadounidense en las
elecciones de noviembre. Vaya, piensa Ponte, un tipo insólito para un país que
no deja nunca de sorprenderme. Y ahora, sí cierra el portátil.
Otras son las preocupaciones de los
inspectores del Caso Inca. Van cerrando pistas, la última y que aún está
calentita es la declaración de Adolfo Martínez confesando que fue quien
manipuló las cámaras de seguridad de la entrada del Museo de América el día del
robo. Van cerrando pistas, pero siguen sin avanzar demasiado en la
investigación. Por eso, han resuelto dedicar la mañana a realizar una puesta en
común sobre lo que saben del caso y llevar a cabo un debate sobre ello. En la
sala de la Brigada de Patrimonio que les sirve de estado mayor pinchan en el
portapapeles un nuevo folio en blanco en el que Atienza escribe:
Lo que
sabemos:
1. Obdulio
Romero y Adolfo Martínez fueron los dos cómplices de los ladrones en el
interior del museo.
2. El dinero
con el que se pagaba a las agencias que vigilaron a Martínez procedía de una
compañía con sede en Panamá, lo que da a entender que los organizadores del
robo es gente adinerada.
3. La pista
de Panamá junto con el atracador que amenazó a Ponte el día del robo y el
desconocido que captó a Martínez como cómplice sugieren que los organizadores
pueden ser de nacionalidad/origen colombiano.
4. Las
fotografías del museo tomadas durante el tiempo en que las piezas quimbayas
estuvieron prestadas inducen a creer que las obras robadas son las originales.
5. Según la
confesión de Martínez, los ladrones conocían la fecha exacta de la llegada del
tesoro a Madrid, pese al secreto con el que se planeó su envío. Lo que es
indicio de que tenían contactos en los museos, españoles o franceses, que les
facilitaron tal información.
6. Las
autoridades concernidas, tanto españolas como francesas, siguen sin dar
muestras de gran interés por el resultado de las investigaciones.
7. Puede
haber algún tipo de conexión entre los ladrones, el clan gitano de los
Corrochanos y la empresa china del Polígono Cobo Calleja que blanquea capitales
ilícitos. Este es el dato más dudoso.
- Esto es
cuanto sabemos. Con plena certeza en unos puntos y en los que no, con una
probabilidad del noventa y tantos por ciento de que sean ciertos – sintetiza
Atienza -. Estos ítems tienen que ser el fundamento sobre el que sustentar las
nuevas líneas investigadoras.
- Y esos ítems
descartan muchas de las hipótesis que durante meses hemos estado barajando,
tales como si las piezas robadas eran copias, si los ladrones lo sabían o no, si
habían utilizado o no internet, etcétera, etcétera – precisa Bernal.
- Bien, ¿y
ahora qué? – Es la pregunta recurrente que usa Blanchard cuando la
investigación llega a lo que parece un punto muerto.
La respuesta de Atienza es encogerse de
hombros. La de Bernal, mirar con cara de pocos amigos al francés, mientras
piensa que el gabacho sigue siendo un aguafiestas.
Blanchard, como si hubiera leído el
pensamiento de su colega hispano, añade:
- Soy
consciente de que con esa pregunta hago el desagradecido papel de cenizo, pero
alguien tiene que hacerlo. Conocemos los datos que Juan Carlos, de manera impecable,
acaba de transcribir y que arrojan luz sobre muchas de las hipótesis que hemos
manejado durante tanto tiempo y que Eusebio ha sintetizado certeramente – El
galo pretende congraciarse con sus compañeros a base de adjetivos elogiosos -.
De acuerdo, pero vuelvo a la pregunta de antes: ¿y ahora qué? Y para evitar
suspicacias, aclaro que la pregunta no os la hago solamente a vosotros, también
me la hago a mí. Porque… - Blanchard se calla, alguien está llamando a la
puerta de la sala de operaciones.
Atienza es quien se levanta, abre la puerta
y saluda a Grandal.
- Buenos
días, comisario, te estaba esperando – y volviéndose a sus colegas dice -. Se
me había olvidado comentaros que para la puesta en común de esta mañana, me he
permitido invitar al comisario del que, como en anteriores ocasiones, espero
que nos pueda ayudar desde su amplia experiencia.
Si Bernal y Blanchard se creen o no el
supuesto olvido de Atienza no lo dan a entender. El saludo de ambos al
excomisario es si no efusivo si correcto y en el caso del francés hasta
cordial. El inspector de Patrimonio resume a Grandal el contenido del folio,
los posteriores comentarios y el interrogante que ha lanzado el inspector galo.
- Y en esas
andamos. ¿Qué opinas?
Grandal se lo piensa antes de responder.
- Creo que vuestro
resumen es intachable y por mi parte no añadiría más. Pienso que de ahí lo
mejor que en estos momentos se puede extraer es una nueva hipótesis de trabajo
como forma de seguir avanzando en la investigación.
- ¿Qué clase
de hipótesis? – formula Blanchard, claramente interesado ante la propuesta del
excomisario.
- Michel,
creo que eres un fan de las frases coloquiales del español, pues bien hay una
que no sé si conoces y es la de aquí te pillo, aquí te mato. Lo digo en tono
jocoso porque es más o menos lo que me pides. Una cosa es que haya formulado
una sugerencia y otra muy distinta es que conozca la respuesta adecuada. Eso es
algo que hay que meditar detenidamente, al menos por mi parte. Mis neuronas no
son ni tan rápidas, ni tan flexibles, ni tan jóvenes como las vuestras. Lo
mejor que puedo hacer, siempre que estéis de acuerdo, es copiar vuestro
resumen, llevármelo conmigo y echarle un pensament
como suele decir un amigo catalán.
Y en eso quedan. En cuanto llega a casa,
Grandal echa mano del móvil para llamar a sus jubilados amigos. Tiene tajo para
ellos. Al día siguiente, en el saloncito del modesto piso del excomisario se
reúnen los cuatro compañeros. Sobre la mesa el folio en el que Grandal copió
los ítems de los Sacapuntas sobre el estado actual de la investigación del robo
del Tesoro Quimbaya.
- Ahí tenéis
el resumen de lo que saben mis jóvenes colegas sobre el robo y que en algunos
casos ha sido posible probarlos gracias a vuestras pesquisas.
- Bueno,
Jefe, para ser precisos tendrías que haber dicho nuestras y no vuestras – le
rectifica un sonriente Ballarín.
- Amadeo,
eres un pelota – le acusa, también de buen humor, Álvarez.
- Dejaros de
coñas – les reprende un bien humorado Ponte, que dirigiéndose a Grandal
pregunta -. ¿Y qué quieres que hagamos con eso?
- Algo que
soléis hacer muy bien, pensar – es la amable respuesta del excomisario.
- Así a bote
pronto ya lo pienso, pero no se me ocurre nada. Posiblemente sea porque no nos
has invitado ni a un café. Cada día eres más rácano, Jacinto – Lo que podría
ser una reprimenda no parece tal dado el risueño semblante y el tonillo guasón
de Álvarez.
Grandal, que ha estado estrujándose el magín
previamente, les explica lo que ha pensado para sacar algún resultado de los
datos transcritos. Harán una especie de tormenta de ideas, como ya la hicieron
en anteriores ocasiones, sobre cada uno de los siete ítems, y a ver los
resultados que obtienen.
- ¿Y quieres
que lo hagamos aquí y ahora? – pregunta Álvarez.
Ante la respuesta afirmativa de Grandal, Ponte
formula una propuesta diferente.
- Eso es
mucho tomate para hacerlo hic et nunc, como diría mi profe de latín en aquellos
lejanos años que estudiaba el bachillerato. Creo que será más eficaz que cada
uno se lleve una copia a casa, que nos volvamos a reunir mañana y así tendremos
más tiempo para reflexionar.
La propuesta del decano es aceptada por
unanimidad. Mañana lo debatirán.