El
pleno de la junta directiva del PP está reunido en Villa Elvira. A su
propietario, José Ramón Arbós, le encanta presumir de mansión. La reunión, cuya
dirección recae teóricamente en Javier Blasco presidente local del partido, se
celebra en el estudio-biblioteca del anfitrión. Los siete miembros de la
ejecutiva están sentados alrededor de una mesa baja llena de botellas y
bandejas de fiambre y galletitas saladas. El motivo de la junta no es otro que
el mismo que ha llevado a reunirse a las demás fuerzas políticas locales:
debatir sobre el resultado de los próximos comicios y los hipotéticos pactos
poselectorales.
Arbós, quien parece llevar la voz cantante, explica las impresiones que
tiene sobre los posibles resultados electorales:
- Creo que tenemos más probabilidades que
nunca de obtener un excelente resultado. Lo del váyase usted, señor González está calando. Y son muchos años de
felipismo. Además, la gente empieza a estar harta de los chanchullos y choriceos
en que se han visto involucrados los sociatas en los últimos tiempos y eso
también podría notarse a nivel local y, quizá, hasta en el de la comunidad. En
cuanto a la reunión que he mantenido con los del Bloc d´Acció Nacionalista, su presidente me
aseguró que de ninguna manera pactarán con los capullos del PSOE, pero que
tampoco quieren firmar un acuerdo preelectoral con nosotros porque temen que
eso les restaría votos.
- Lo que yo dudo –opina uno de los
asistentes – es que presentándose por su cuenta o yendo con nosotros consigan
sacar algún concejal. A esos del BANS no les vota ni el Tato.
- Pues yo discrepo – afirma el presidente
del partido -. Si se presentaran coaligados con nosotros siempre nos podrían
aportar algún voto.
- Respetando todas las opiniones, creo que
lo que planteó el BANS a José Ramón es una buena idea. Si se presentan con
nosotros dejarán todo el voto nacionalista con un solo referente, los
pancatalanistas del UNES. Y como no saquemos mayoría absoluta, ya os podéis
imaginar lo que pasará, que los chicos de Armengol pactarán otra vez con los
rojelios y nosotros volveremos a quedarnos a la luna de Valencia – sentencia
otro miembro de la directiva.
- Lo que dice Vicente es cierto, al menos en
parte, pero no es algo predeterminado – afirma Arbós -. Estamos dando por
sentado que la gente del UNES sólo pactará con el PSOE, pero eso no tiene por
qué ser así. Armengol es muy político y, algo más importante, le gusta mucho el
dinero. Esos dos factores dejan un portillo abierto para poder asaltar la
fortaleza del poder municipal – afirma José Ramón poniéndose pretencioso.
Arbós no termina de redondear su argumentación con lo que consigue que
el resto de conmilitones se queden mirándole esperando a que concluya su
exposición. Como no lo hace, Blasco le insta:
- Remata la faena, José Ramón, y no nos
dejes con la miel en los labios. ¿De qué coño de portillo hablas?
- Veréis, le he dado muchas vueltas a la
posibilidad de que nuestro presidente – Arbós habla para todos, pero a quién
mira es a Blasco – coja la vara de la alcaldía. Los socialistas llevan
demasiados años montados en el machito y creo que ha llegado el momento de
enviarlos a la oposición. Lo ideal sería que sacáramos mayoría absoluta, pero
si no ganamos en las urnas, podemos hacerlo en los despachos. Parece que hay
bastante consenso en que la gente del BANS va a tener difícil sacar algún
escaño, en cambio es probable que los del UNES obtengan uno o dos concejales.
Sostengo que no debemos cerrarnos a pactar con ellos, si fuera preciso. Todo el
mundo tiene un precio y sería cuestión de saber cuál es el de los uneros. Y si
me apuráis, concretaré más. Se trata de saber cuánto nos costará comprar a
Armengol. Ahí está la llave para que Javier pueda ser el próximo alcalde de
Senillar – sentencia José Ramón.
- Esos son más de izquierdas que Santiago
Carrillo – asegura Blasco -. No creo que quieran pactar con nosotros aunque les
diéramos todas las mamandurrias posibles y alguna más.
- No pongas la mano en el fuego, Javier, que
te la puedes quemar – replica Arbós -. Repito que todo el mundo tiene un precio
y Armengol y su gente no son la excepción a la regla. Lo que propongo es que me
autoricéis, llegado el caso, a negociar con los del UNES, a ver qué piden y si
estaremos en situación de poder dárselo. Los resultados de una negociación de
ese porte pueden dar frutos inesperados.
- Frutos no sé si daría, pero de lo que sí
estoy convencido es que si esa negociación se hiciera pública muchos de los
nuestros no nos lo perdonarían – afirma Blasco de manera rotunda.
- Hombre, Javier, ya puedes imaginarte que
no voy a hablar con Armengol en el casino tomando una copa. La negociación
sería secreta y por persona interpuesta. Por otra parte ellos, por motivos
obvios, tendrán tanto o más interés que nosotros en que se no sepa nada. Y en
el peor de los casos, si algo se filtrara siempre podríamos negarlo.
- Bueno, ¿qué os parece la propuesta de José
Ramón? – pregunta Blasco mirando al resto de compañeros.
Tras breve conciliábulo, se llega al acuerdo de mandatar a Arbós para
que, en función del resultado electoral, inicie conversaciones con los del UNES
de manera absolutamente reservada y mejor aún a través de algún intermediario.
Días después se hace pública la noticia de la ruptura del pacto de
gobierno entre los nacionalistas de izquierda y los socialistas. El suceso ha
sonado a campanas de gloria en el PP, más aún después de oír a su
correligionario más ilustre.
- Compañeros, no diréis que no soy un tío de
palabra. Os dije que maniobraría para influir en los del UNES y ya veis el
resultado: han dejado a los capullos del PSOE compuestos y sin novia – se ufana
Arbós, atribuyéndose el mérito de la rotura del pacto, a lo que añade -. Y esto
no es más que el principio de la traca.
- Eres la rehostia, José Ramón, ¿cómo lo
conseguiste?
- Manitas que tiene uno – alardea Arbós.
- Bueno, una cosa es que el UNES haya partido
pajitas con los sociatas y otra muy distinta es que accedan a formar gobierno
con nosotros si la cosa se pusiera a tiro – Blasco trata de rebajar la euforia
de su tropa, aunque personalmente es quien tiene más motivos para estar como
unas castañuelas.
- Totalmente de acuerdo, Javier – admite Arbós -, pero principio
requieren las cosas. De momento ya tenemos a Armengol en la oposición y los
rojelios se han quedado en minoría. Podría ser un anticipo de lo que pudiera
ocurrir en la próxima legislatura.
- No sé de qué tengo más ganas, si de gobernar o de ver a los sociatas
en los bancos de la oposición – confiesa uno de los asistentes.
- Más ganas que yo no creo que tengas – reconoce el presidente -, pero
desalojar a los rojelios del Ayuntamiento no va a ser una empresa fácil, porque
eso de que los nacionalistas acepten pactar con nosotros no lo tengo nada claro.
Recordad que siempre que tienen ocasión nos arrean unos palos que tiembla el
Cristo.
- Razón no te falta, Javier, pero ese problema tiene una solución
relativamente fácil – contra argumenta Arbós – y es que le demos a Armengol una
peseta de más de lo que vaya a darle el PSOE. ¿Acaso es necesario que os
recuerde que las elecciones no sólo se ganan en las urnas?