"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 24 de mayo de 2019

105. ¿Y los autores intelectuales?


   Entre tanto Ramo explica a Ponte y Álvarez como se realiza la construcción de la artesanal plaza de toros del pueblo y cómo son las corridas que en la misma se celebran, Grandal y Ballarín están ya en Castellón. Su objetivo: enterarse de cuando llegan a la ciudad Pacheco y Sierra. Grandal le pide al exferretero que se quede en el coche en tanto él pregunta en la recepción por los andaluces. Ha estado pensando en que igual ha de recurrir a la falsa placa de comisario que en un momento complicado de su carrera encargó que le hicieran. Es algo que le desagrada, pero si el personal del hotel se empecina en no dar información alegando lo de la privacidad de sus clientes no tendrá más remedio que recurrir a ella, con los riesgos potenciales que comporta.
-Hola. Estoy citado con los señores Alfonso Pacheco y Jaime Sierra, por favor dígales que
Javier Montellano les está esperando en el bar –Se ha inventado un nombre, ocultando el suyo.
   El recepcionista teclea en el ordenador.
-Lo siento, señor Montellano, pero los señores Pacheco y Sierra todavía no han llegado, tienen hecha una reserva para pasado mañana.
-Igual he confundido la fecha. A ver… -Grandal hace el paripé de mirar el calendario de su móvil-. En efecto, me confundí, la cita es para el 27.
-¿Quiere dejarles algún mensaje? –pregunta solícito el recepcionista.
-No, gracias, les pondré un whatsapp. Buenos días.
   Apenas se ha metido Grandal en el coche y Ballarín ya le está le preguntando:
-¿Están en el hotel?
-Llegan pasado mañana. Cada vez tengo menos margen de maniobra. A este paso me va a coger el toro del final del veraneo y me cogeré un cabreo de órdago como no logre desentrañar este caso.
-¿Qué hacemos ahora, te dejo en alguna parte? –pregunta el exferretero pues van en su coche.
-Déjame en Marina d´Or. ¿Qué día de la semana es?
-Es jueves y estamos a 25.
-Pues si es jueves le voy a dar una alegría a Chelo. Es el día que comemos fuera, el jueves pasado no pudo ser y se cogió un pequeño berrinche. Hoy la voy a compensar.
   Ballarín deja en la urbanización orpesina a Grandal y sigue hacia Torreblanca. Toma la 340 porque la entrada de la AP-7 la ha dejado atrás. La nacional está tan transitada como de costumbre. Se para en una gasolinera que le queda a mano para llenar el depósito y desde allí llama a Álvarez.
-Luis, ¿dónde estáis?
-En el pueblo, Pedro nos ha estado enseñando como construyen la plaza de toros ¿Cómo os ha ido?
-Viaje inútil. Los sevillanos no llegan hasta pasado mañana. He dejado a Jacinto en Marina d´Or y voy hacia ahí. ¿Hoy cocino o comemos fuera?
-Hemos pensado que ya que estamos aquí comeremos en un restorán del pueblo que conoce Pedro, dice que no se come mal y es barato. Se llama Mesón San Jaime y está en el número 83 de la calle del mismo nombre, es la que va de la Plaza de la Iglesia a la salida norte del pueblo. La mejor manera de llegar es que cojas la 340 y la sigas hasta la entrada norte del pueblo, poco antes de la estación de servicio La Torre. Te metes en el pueblo y deja el coche donde encuentres un hueco. Te esperamos allí.
  En el mesón, Ramo, entre plato y plato, les cuenta anécdotas de su juventud ocurridas en la entrà i la eixida de los toros que eran los únicos eventos de las fiestas en los que participaba plenamente. Ante una pregunta de Ponte les explica que en la jornada de hoy los principales actos de la mañana, además del montaje de la plaza, son una misa por los difuntos de la parroquia, una fiesta infantil y la inauguración de las carpas de la fiesta en la Avenida del Mar. Por la tarde hay concentración de collas que después desfilan por la calles del pueblo, tras lo cual comienzan los toros con la correspondiente eixida. Al anochecer se celebra la Nit de la xulla torreblanquina, algo así como la noche de la chuleta, seguida de un concurso de alioli. Rematando la jornada la consabida verbena popular seguida de un disco-móvil.
   Después del almuerzo y tras una horita corta para la consabida siesta, los viejales se reúnen como siempre en el hostal para echar la acostumbrada partida de dominó. Allí es donde Grandal, que cuando puede no falta, recibe una llamada del sargento Bellido.
-Comisario, tengo novedades que contarle. ¿Nos podemos ver esta tarde?
-Por supuesto, pero tengo un problema. Estoy jugando al dominó con mis amigos en Torrenostra y no pienso volver a Marina d´Or hasta la hora de la cena –Grandal ya se ha cansado de las exageradas precauciones que toma el sargento para entrevistarse con él obligándole a reunirse fuera del pueblo, por lo que aprovecha la ocasión para revertir esa situación-. Me pregunto si no habrá por aquí o en el pueblo un sitio lo suficientemente discreto para que conversemos. Si no es así tendremos que dejarlo para mañana.
-Le vuelvo a llamar –es toda la respuesta del suboficial.
   A los pocos minutos vuelve a sonar el móvil de Grandal, es otra vez Bellido.
-Comisario, ¿conoce la barbacoa El Chiringo? Está en la carretera de Torrenostra, como a unos quinientos metros y a la derecha subiendo hacia el pueblo. ¿Cuándo termina la partida?
-Sobre las seis, aproximadamente.
-A las seis y cuarto le espero en El Chiringo, si no tiene inconveniente, claro.
-De acuerdo, Bellido, allí estaré.
   Cuando acaba la partida, Grandal se despide de su panda y se va a la cita que tiene con el guardia civil. Cuando llega al restorán, que a esa hora está cerrado para los clientes, allí le está esperando el sargento.
-¿Qué quiere tomar, comisario?
-Una cerveza estaría bien. No había estado nunca aquí, es un sitio curioso con los olivos formando parte integral de la decoración.
-Si quiere tomar buena carne a la brasa este es el sitio. Que sean dos cervezas –pide el sargento al chico que ha aparecido como si les esperara-. Comisario, tengo noticias y creo que son buenas. La juez del Valle ha citado para declarar al Chato de Cazalla. Este alegó que no tenía medios para viajar a Castellón y menos para alojarse allí. Su señoría lo ha resuelto en un periquete con los fondos del juzgado para esas contingencias y el Chato ya se ha puesto de viaje. Declara pasado mañana, no sé si antes o después que Carlos Espinosa, y al día siguiente están citados Pacheco y Sierra.
   El expolicía se queda pasmado al oír lo que le cuenta Bellido. Este hombre es la contradicción personificada, piensa, ayer me montó un expolio jurando que no me podía informar de cuando declaraban los sevillanos porque le podían expulsar del Cuerpo y hoy, de buenas a primeras, me lo cuenta como si nada. O no tiene memoria o carece de criterio. Grandal, que no dice lo que piensa, se limita a felicitar al sargento y a sugerirle algo que hasta ahora no lo han puesto en valor.
-Esas son buenas noticias, Bellido. Otra cuestión, he estado pensando que hay un aspecto de la investigación sobre el caso Pradera que hasta el momento hemos pasado por alto, nosotros y también la señora jueza. Se trata de que los presuntos sospechosos de la muerte de Salazar, quizá con la salvedad del hijo y de la exnovia, en mi opinión actuaban como unos meros emisarios, unos simples mandados, detrás de ellos han de estar los que podríamos denominar los autores intelectuales de la muerte del gaditano; es decir, aquellos que han sido los padres de la idea de cargarse al exsindicalista, pero que no han sido ellos quienes la han llevado a la práctica, sino otros.
-Pues tiene toda la razón.
-Quien tiene la coartada más sólida de que su estancia en la Costa de Azahar es producto de su actividad profesional es Pacheco, pero lo que han declarado los demás sobre las causas de que estuviesen por estas tierras son motivaciones muy endebles, cuando no increíbles.
-Eso es lo que desde el primer momento han estado investigando los compañeros de la UCO. No se lo había dicho antes porque me he enterado esta misma mañana. Coinciden con usted en que a excepción de Pacheco, ni Espinosa, ni Sierra, ni el Chato tienen motivos justificados y creíbles para estar aquí en pleno agosto.
-Hombre, veo que la gente de la UCO no ha perdido olfato, me alegro. ¿Y han llegado a alguna conclusión?
-Hechos probados ninguno, pero rumores han recogido un montón con la ayuda de los servicios informativos de los compañeros de Sevilla. Las fuentes, tanto las del Cuerpo como de la Policía Nacional, apuntan a que hay varios grupos de empresarios, políticos y funcionarios, todos ellos relacionados de alguna manera con el caso ERE, que son los que están detrás de los que estuvieron visitando a Salazar.
-O sea, que una vez más los autores intelectuales, los que han tramado esta suerte de conspiración contra el pobre Salazar se van a ir de rositas. Este país no tiene remedio, Bellido.
Eso de que el que la hace la paga debe de ser verdad en Dinamarca o en Finlandia, pero en esta España de nuestros pecados no cuela. Aquí detenemos, y no siempre, al que ha tirado la piedra, pero al que la ha puesto en la mano y ha señalado contra quien tirarla, ese se libra. Es uno de los motivos por los que si tuviera un hijo le diría que fuese lo que quisiese menos policía o juez. Bueno, a lo que íbamos, haz un nuevo informe para la del Valle subrayando que es un hecho probado que Espinosa compró un raticida en un súper de El Grao el mismo día de autos –A lo que ha dicho, Grandal va a añadir la información de que fue el Chato de Cazalla quien le pegó la paliza a Salazar, pero se lo piensa mejor y opta por guardarse la noticia, quizá posteriormente pueda sacarle más réditos. Lo que hace es una petición-. Y esperemos que su señoría apriete bien los tornillos tanto a Espinosa como al Chato y si no contestan o salen por los cerros de Úbeda no va a tener más remedio que pasarlos de testigos a imputados.
-¿Eso último también lo pongo en mi informe?
-No, hombre. No le puedes decir a la jueza lo que tiene que hacer, se volvería contra ti. Debes informar sobre tus investigaciones de modo que su señoría lea entre líneas y deduzca lo que debería preguntar a los testigos, ¿entendido?

PD.- Hasta el próximo viernes en que publicaré el episodio 106. Dear