"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 4 de abril de 2014

3.16. No sé cómo lo vamos a pagar

   A Sergio el apartamento elegido por Lorena no le parece gran cosa. Piensa que es un piso como muchos otros y con una decoración realmente hortera, pero se cuida muy mucho de expresar su opinión en voz alta. Va conociendo el genio y las salidas de tono de su pareja y está dispuesto a tragar carros y carretas con tal de no enojarla. Ni siquiera se ha atrevido a comentar un par de aspectos negativos que ha detectado en la vivienda a tenor de su situación en plano. Los problemas surgen cuando entran en el capítulo económico. Al chico, que algo sabe de números, le parece una pasada que por aquel pisito tan guay y tan molón, como lo califica su chica, pidan treinta y seis millones de pesetas. Opina que es una locura pagar aquel dineral por un inmueble de poco más de setenta metros cuadrados, incluida la terraza, y ubicado en la primera planta con lo que las vistas al mar van a ser problemáticas, aunque la vendedora jura y perjura que la visión del Mediterráneo está garantizada en el contrato.

   Todas las objeciones del chico se derriten, como un copo de nieve en agosto, cuando Lorena le pone morritos y le recuerda que le había prometido que lo comprarían.
- Lo que tú quieras, mi vida, lo compramos y no se hable más. Lo que todavía no sé es cómo lo vamos a pagar.
- Mire, caballero – la vendedora no está dispuesta a que se le escape aquella venta -. Tenemos un contrato tipo, que es el que habitualmente manejamos, pero somos flexibles y procuramos adaptarnos a las necesidades y circunstancias de los clientes. En el caso de una pareja joven como ustedes a los que, permítame decirlo, se les ve tan enamorados, estamos dispuestos a facilitarles el acceso a esta vivienda aún a costa de olvidarnos de algunas de nuestras condiciones. Y le pongo dos ejemplos: uno es que la cantidad de la entrada no es imprescindible que sea la que figura en los papeles, la podemos negociar. El otro es el asunto de la hipoteca. Las cláusulas que figuran en el contrato tipo también podrían adaptarse a sus posibilidades de pago. Si necesita otras condiciones distintas, antes de cerrar la compra tendría que hablar con los del departamento de créditos de Cajaeuropa, que es la entidad que financia la promoción. Pese a la mala fama de los banqueros le aseguro que son gente encantadora y comprensiva y estoy segura de que sabrán encontrar una solución a los problemas financieros que pueda plantearles la adquisición. Eso sí, le ruego que haga la gestión lo más rápido posible porque los apartamentos que restan, entre ellos el que le gusta a su encantadora esposa, están muy solicitados y solo puedo prometerles que lo retendré cuarenta y ocho horas. Si tardan más, mucho me temo que cuando vuelvan ya esté vendido.

   A Lorena solo le faltaba oír eso. Insta a Sergio que al día siguiente pida unas horas libres, toda la mañana si hiciera falta, pero que por la tarde, cuando ella salga del restaurante donde ahora trabaja, han de venir sin falta a cerrar el trato del apartamento, no sea que por una de aquellas se queden sin el piso de sus sueños, dónde van a pasar el resto de sus vidas y criar a sus hijos. Como cada vez que le menciona lo de la prole, al chico se le encienden todas las señales de alarma, le promete, poniéndose muy formal, que al día siguiente solucionará sin tardanza el asuntillo de la hipoteca.
   La sucursal de Cajaeuropa en Senillar no tiene nada que ver con la que había cuando se instaló en el pueblo. Para empezar, la sede ha cambiado y ahora ocupa un céntrico y amplio bajo en el que trabajan el triple de empleados que antaño. Hasta tiene un apoderado, que se ocupa exclusivamente de los asuntos hipotecarios, y que recibe el pomposo nombre de jefe del departamento de créditos. Es quien atiende a Sergio, y que no resulta ser tan comprensivo como había asegurado la vendedora.
- Así que quieres comprar un piso en Los Arrayanes. ¿No eres muy joven para eso? – Da la impresión de que al bancario la juventud de Sergio le da mala espina. No le ve como alguien capaz de hacer frente a un crédito.
- Lo de que sea joven no tiene nada que ver con la petición de la hipoteca – contesta Sergio un tanto mosqueado por la falta de tacto que muestra el empleado.
- Bueno, bueno. La cuestión es si podrás afrontar los plazos. Veamos, ¿qué avales vas a presentar?
- Mi salario – responde Sergio tajantemente enseñando al apoderado el documento de su última nómina.
- Bien. Ganas un sueldo sustancioso, pero necesitamos algo más. ¿Tienes propiedades? – Ante el gesto negativo del joven, añade – Si fuera preciso tendrás alguien que te avale, ¿no?
- No tengo avalistas.
   El empleado duda, mira a Sergio y vuelve a pensar que es demasiado joven para concederle un crédito sin ninguna garantía.
- Me lo pones muy difícil. Tendremos que estudiar tu caso detenidamente.
- No puedo posponerlo. Necesito saberlo ya mismo.
- Las prisas no son buenas consejeras, jovencito, y más en cuestiones financieras. Como acabo de decirte, un caso como el tuyo no es fácil y tendría que consultarlo con la central. Esa gestión llevará algunos días.
- Ya le dije que no dispongo de mucho tiempo. La vendedora solo se ha comprometido a retener el apartamento cuarenta y ocho horas y eso fue ayer. Y, por favor, no me llame jovencito.
- En ese caso, lo siento. No estoy autorizado para efectuar operaciones que entrañan el riesgo que supone conceder una hipoteca sin ninguna clase de garantías y… - el empleado vacila antes de continuar – a alguien tan joven como tú. Y conste que no hay nada personal en ello. Son las normas de la caja.

   Cuando Sergio cuenta a Lorena el negativo resultado de su gestión, la joven vuelve a repetir sus lamentos y quejas. Parece que el mundo se ha confabulado contra ellos para que no puedan disfrutar del apartamento en el que tantas ilusiones han puesto. Sergio trata de consolarla. Todavía guarda un as en la manga. Hablará con el señor Francisco, trabaja con la caja y a buen seguro que conocerá a alguien que le pueda echar un cable.
- Pues claro que sí que lo conozco – es lo primero que dice su patrón - . Habérmelo dicho antes de hablar con uno de esos chupatintas que han traído de la capital. La mayoría de las operaciones las hago con la caja y, por la cuenta que les trae, te prometo que esta vez te atenderán con más respeto. Vas a volver a Cajaeuropa y no hablarás con el membrillo del departamento de créditos sino directamente con Agustín Badenes, es el director. Ahora mismo voy a llamarle para que te atienda personalmente. Y te aseguro que o dejo de llamarme Francisco o en un visto y no visto vas a tener firmados los papeles de la hipoteca. Faltaría más. Otra cuestión, por la vendedora de Los Arrayanes no te preocupes, voy a llamar al promotor y le pediré que te guarden el piso el tiempo que haga falta.