"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 20 de diciembre de 2019

Libro I.Episodio 3. San Martín de Trevejo


Episodio 3. San Martín de Trevejo
    El cabo Montero está explicando al compañero que lo va a relevar la geografía física y humana del territorio en que se ubica su nueva circunscripción.
   -No sé si estás al tanto de las características de la comarca, de los pueblos de la Raya y de la idiosincrasia de los mañegos –Montero es hombre bastante redicho.
   -La orden de traslado me llegó hace unos días y todo ha sido tan rápido que no he tenido tiempo de informarme de mi nuevo puesto. Por eso le agradecería, mi cabo, que me pusiera al día y puede comenzar explicándome que son los mañegos y la Raya.
   -Ya te dije que no me llames mi cabo, ahora los dos llevamos el mismo galón. Y te diré más, como has ascendido más joven que yo es bastante posible que, si no la cagas, vas a terminar la carrera con más galones, igual llegas hasta brigada.
   -¡Dios te oiga, Montero! Y como sé que quieres irte cuanto antes, no perdamos tiempo y cuéntame cómo es todo esto.
   -Como quieras, pero antes respondo a tus anteriores preguntas: mañego es el gentilicio de los oriundos de San Martín de Trevejo. En cuanto a la Raya es como llaman por estos pagos a la frontera con Portugal.
   Montero le cuenta asimismo que el pueblo forma parte de un amplio territorio que lo conforma la Sierra de Gata en el extremo noroeste de la provincia cacereña, lindando al norte con Salamanca y al oeste con la portuguesa Serra da Malcata. En esa amplia comarca, regada por los ríos Arrago y Eljas, se encuentra el Valle de Jálama, también llamado Os tres lugaris porque en él se ubican tres municipios: San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno, y entra en detalles…
   -En Valverde manda el sargento Marchena que también lleva Eljas. El jefe de línea, el teniente Castaño, reside en Plasencia. Has de tener más cuidado con Marchena que con el teniente que es buena gente. Los pueblos del Valle de Jálama se diferencian de los demás municipios de su entorno por la lengua de sus habitantes, la conocida como a fala. En estos tres pueblos se hablan unos dialectos mitad gallegos, mitad portugueses. En cada localidad se dan particularidades dialectales, por lo que sería más correcto hablar de as falas. Así, en Eljas se habla el lagarteiru, en San Martín de Trevejo el mañegu y en Valverde del Fresno el valverdeiru. Si bien son lo suficientemente inteligibles entre sí como para no tener problemas de entendimiento entre ellos. Por otra parte, todo el mundo entiende el castellano y lo habla mejor o peor.
   -¡Qué curioso!, pero un compañero me dijo que el mayor problema de la frontera de esta comarca es el contrabando –precisa Luque.
   -Como te dije, aquí no hablan de frontera sino de la Raya o, como dicen los portugueses a Raia –explica Montero a quien le gusta exhibir sus conocimientos sobre la materia-, que se trazó como tal en la Paz de Zamora, en 1143, y se revisó y refrendó en 1926 en el Acuerdo de Límites. Y efectivamente, el contrabando es una de las formas que tienen muchos paisanos de sacarse unas pesetas, gente que en general no tiene mucho que perder. Se alija de todo a ambos lados de la Raya, lo que más se trajina desde Portugal es café. En menor volumen ropa de cama, toallas, albornoces y cosas así. Cuando cogemos a los contrabandistas se les decomisa el alijo, se les pone una multa que nadie paga porque no tienen con qué, y están un tiempo en el trullo, pero tan pronto como salen vuelven a alijar. Sobre este asunto te diré que dada la ubicación de San Martín será raro que tengas algún problema con el contrabando, pero si ocurriera informa al sargento Marchena, él te aconsejará qué hacer, además como es de Herrera del Duque y lleva muchos años aquí conoce a media provincia. Otra cosa, si alguna vez necesitas información fidedigna sobre alguien del pueblo recurre al cura, es quien más sabe de todo lo que pasa en San Martín.
   -Me estás dando tantos datos que no sé si seré capaz de retenerlos –se lamenta Luque.
   -Tranquilo, compañero. Te voy a dar un respiro y, mientras, toma nota de lo que recuerdes.  Luego lo repaso y compruebo si te has dejado algún dato importante. Y en todo caso, Mercader, el primero, es hombre de toda confianza, consúltalo con él.
   -Por cierto, ¿qué tal se jala aquí? –pregunta Luque.
   -No se come mal, aunque no son platos de alta cocina pero si recios. Están las migas, la caldereta de cabrito, el gazpacho que no es igual que el andaluz, la chanfaina, la torta del Casar, la bolla de chicharrón…, y por influencia de nuestros vecinos portugueses el bacalao preparado de mil maneras. En lo que vas a notar más diferencia es en los vinos, teniendo en cuenta que eres de Moriles. El caldo más bebido aquí es el vino de pitarra, así llamado por la tinaja de barro donde se guardaba. En realidad es el vino joven del año. Se suele elaborar de forma artesanal y tiene una graduación alcohólica superior a la media –Montero saca el reloj de bolsillo y mira la hora-. La Fuensanta debe tener a punto las migas que se diferencian de las de tu tierra en que además de pan, chorizo, panceta, aceite y ajo le añaden pimentón dulce o pimentón de la Vera. Espero que te gusten porque vas a ser nuestro invitado.
   Cuando los cabos salen del despachillo, el guardia de puertas les saluda y dirigiéndose a Montero le informa:
   -Mi cabo, ha vuelto el chico de doña Pilar, la maestra. Le he dicho que vuelva más tarde.
   -Gracias, Anselmo. Es uno de los quintos de este año. ¿Tú, dónde serviste, Luque?
   A media tarde, Carreño se vuelve a pasar por el cuartelillo y pide otra vez por el cabo. Pasa un buen rato hasta que sale Montero.
   -Lo siento, chico, pero has venido en mal día. Como mañana también estaré ocupado, voy a hacerte un resumen apretado de lo que debes hacer y lo que no para pasar la mili lo mejor posible. Cuando te topes con un superior nunca te olvides de repetir lo de a sus órdenes mi… lo que sea. Aléjate de los oficiales, sobre todo si son chusqueros. No le hagas ascos al rancho, has de comer para mantenerte fuerte. Hazte amigo del furriel de tu compañía, no te faltarán los chuscos. Procura pasar inadvertido, pero no te escaquees demasiado, si te cogen el número las pasarás putas. Nunca te presentes voluntario, ni para fajina. Y cuando estés acabando el periodo de instrucción deja caer al sargento de tu compañía que sabes de letras y números, esos son bienes escasos en el ejército por lo que tendrás todas las posibilidades de pillar un buen enchufe.
   -Gracias, señor Montero.
   -Chico, no me has escuchado. Debes decir, gracias, mi cabo.
   Por la tarde, Montero y Luque hacen un recorrido por San Martín de Trevejo. Lo que el andaluz ve son casas sólidas, muchas de ellas centenarias, con base de sillar, poyetes en las fachadas y tejados de pizarra. La mayoría tiene al menos dos alturas y una planta baja que suele ser de piedra y, como explica el murciano, es donde se guarda el ganado y en la que se puede encontrar todo un arsenal propio del mundo rural: tinajas, porrones, botillos, aperos de labranza y utensilios para la matanza. Sobre la planta baja se elevan, encima de un entramado de madera y adobe, otras dos plantas que son la vivienda y el desván. De vez en cuando se ven casas señoriales que lucen en la fachada corroídos escudos de armas. Casi todas las calles son estrechas, sinuosas y con pendiente, y algunas tienen en el centro un canalillo para el agua que cuando corre deja tras sí un apagado rumor, y que es aprovechada a la salida del municipio para el regadío. Lo que más le gusta al andaluz es la Plaza Mayor, toda empedrada y  con soportales en algunos de sus lados. En una esquina está la torre-campanario, recia y cuadrangular.
   -El pueblo es francamente pintoresco –reconoce Luque.
   -Es uno de los más bonitos que he visto en mi deambular por las Españas –confirma Montero que le da a Luque una lección de historia sobre la villa-. San Martín esta al pie del monte Jálama que tiene cerca de mil quinientos metros de altitud. De su fundación se sabe poco. Antiguamente se llamaba San Martín de los Vinos y por un fuero de 1230 pasó a llamarse de Trevejo. Fue antigua capital del Corregimiento de Jálama, sede del comendador de la Orden de San Juan de Jerusalén, y cabeza de juzgado hasta 1826. La mayoría de los repobladores que vinieron al valle eran gentes de los antiguos reinos de León y Galicia, al parecer ese fue el motivo por el que nació a fala.
   -Supongo que se llamaba de los Vinos por el pitarra, ¿no? –deduce Luque.
   -Es posible, pero eso no me lo explicó doña Pilar. Este pueblo es tan bonito como desconocido. Como está apartado y fuera del radio de acción de los caminos reales y de las nuevas carreteras viene muy poca gente. Lo cual para los que nos ocupamos del orden público nos viene al pelo.
   Y Montero termina explicándole a su relevo cuanto sabe sobre algunos de los rasgos típicos de los mañegos. Le cuenta que los diminutivos los acaban en ino: pequeñino, pescadillina, una mijina…Para llamarse dicen chachooo y cuando se refieren a otro suelen apelarle prenda. Si se cabrean pueden soltarte un mecagondié. Todos los objetos son un bicho o un cacharro. Si te dicen que estás mal de la chinostra se refieren a la cabeza. A la cazadora o la chaqueta le llaman chambergo…
   -…, y en general son buena gente, sencillos, francos, sacrificados, hospitalarios y probos. En el lado negativo los considero taciturnos, algo indolentes, atrasados e individualistas.
   -¿Algún consejo sobre cómo tratarles? –se interesa Luque.
   -Hombre, ya sabes que cada maestrillo tiene su librillo, trátales, si quieres, con dureza pero mientras lo hagas con justicia no tendrás problemas con ellos. Al menos, eso es lo que he hecho yo y no me ha ido mal, pero la forma de actuar la debes decidir tú.
   De vuelta a la casa-cuartel, Montero termina por poner al día a Luque de todo el papeleo propio de la comandancia, así como de sus últimos consejos sobre cómo llevarse bien con las autoridades locales.
   -Me dijiste que me explicarías quién es quién en San Martín –recuerda Luque.
   -Lo había olvidado. Te cuento…
   
PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro I, Un mañego enamorado, publicaré el episodio 4. Son ricos pueblerinos, mal asunto