"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 22 de febrero de 2019

Capítulo 22. Vuelta de tuerca a unos testigos reticentes.- 92. A ver si descubrimos el filón


   Después del inesperado éxito conseguido al lograr fotografiar a Espinosa, Pacheco y Sierra sin que se hayan apercibido, el trio de ayudantes de Grandal se ha apresurado a ir a un laboratorio fotográfico para hacer unas cuantas copias en papel de las fotos de los tres testigos. Una vez en su poder las copias, al excomisario le ha faltado tiempo para entregárselas al sargento de la Guardia Civil de Torreblanca.
-Esto es un logro formidable, comisario –El suboficial se empeña en seguir llamando a Grandal por su antiguo rango policial-. Y no le voy a preguntar como las ha conseguido. Ahora mismo, voy a bajar a la playa y se las voy a mostrar a todos los empleados del hostal.
-Bellido, quiero pedirte algo al respecto, que me lleves contigo. No es necesario que me presentes, me conformo con estar a tu lado estudiando las reacciones de la gente y analizando lo que cuentan. Te prometo que molestaré lo menos posible.
-Comisario, perdóneme, pero no puedo hacerlo. Voy a llevar a cabo una indagación oficial y no puedo realizarla ante la presencia de un civil, porque eso es lo que es usted ahora.
   Grandal sabe que la objeción del guardia civil es ajustada al reglamento, pero como no se fía demasiado de las habilidades interrogadoras del sargento, como mal menor opta por sacar el mayor partido posible ante la negativa del suboficial.
-Lo sé, Bellido, lo sé, pero… Al menos, déjame ayudarte con los pichones. Como ya les interrogué no se extrañarán que sea yo quien les enseñe esas fotos -El sargento vacila, pero Grandal termina convenciéndole y le da unas copias para que pueda mostrárselas al trio de pichones, como han dado en llamar a los autores del incidente del maletín.
   La visita del comandante de puesto al hostal se cierra positivamente. Son varios los empleados que reconocen los rostros de Pacheco y de Espinosa, son menos los que identifican a Sierra como otro de los que visitaban a Salazar, pero en cambio sí le recuerdan pilotando un Opel Cabrio. En una playa más bien modesta como Torrenostra los descapotables no abundan y siempre se les echa un vistazo aunque no sean de alta gama. La identificación más firme es la del lavaplatos al declarar que cuando tras el almuerzo del día de la Asunción salió a tirar la basura de la cocina a los contenedores recuerda haber visto a Sierra cerrando la puerta de un descapotable, de color rojo por más señas. El sargento llama inmediatamente a Grandal para contarle las novedades, pero su móvil, según informa la voz metálica de la central de Movistar, está apagado o fuera de cobertura. Y así es, el viejo policía lo ha apagado porque no quiere que nadie le moleste mientras habla con cada uno de los pichones. Anca Dumitrescu es la primera a la que pide la identificación, la joven no duda en absoluto al mostrarle las fotos.
-Este –y señala el rostro de Pacheco- es el señor que salvó a Mar…, perdón, a Salazar de la paliza que le dieron y quien al día siguiente le llevó a Castellón a que le vieran los médicos. Vino a verle en más ocasiones. Era muy educado y amable, todo un caballero –Anca vacila, no sabe si contarle al excomisario algo que sabe sobre Pacheco y que hasta el momento, no sabe por qué, no se lo ha dicho a nadie, quizá porque delatar a todo un caballero es algo feo, pero su vacilación dura un segundo y continúa con las identificaciones-. Este es el señor elegante que no recuerdo como se llama y este es el que solía acompañar al señor Pacheco –remata señalando a Sierra.  
   Pese al sucinto tiempo que ha empleado la rumana en dudar, Grandal tiene todavía la mente y los sentidos muy afinados de sus años como policía y ha advertido el titubeo de la joven. Piensa que Anca sigue guardando secretos por lo que tendrá que ser más insistente con ella, aunque quizá no sea este el momento idóneo. Tras acabar con Anca continúa la ronda con Rocío Molina. La andaluza también reconoce las personas de las fotos al primer vistazo.
-Este es Sierra, este Pacheco y er lechuguino es Espinosa.
-Cuéntame más cosas de ellos –le pide Grandal.
-Sierra tuvo un cargo político importante en la Junta, era Director General o argo así y tenía bastante relasión con Curro. Nunca fuimos amigos, me trataba correctamente, pero en er fondo creo que me despresiaba. Es uno de los que está pringao en er caso ERE, ar igual que Curro y Pacheco. Ah, y por Sevilla corre er runrún de que si es mariquita. Y no sé desirle mucho más.
-¿Sabes por qué iba a ver a Salazar?
-No, pero no me extrañaría que fuera por argo der follón de los ERE.
-¿Crees que Sierra le tenía malquerencia a Salazar?
-No sé, no lo creo…, pero de los de la asera de enfrente vaya usté a saber. En cuanto a Pacheco, es der mismo pueblo que Curro, de Zahara de los Atunes. De eso se conosían, aunque no eran amigos pero tenían buena relasión. Er padre de Pacheco era boticario y er de Curro pescaor, además se llevaban bastantes años. A pesar de to, a Curro lo der paisanaje le tiraba mucho. Pacheco, que creo que es ingeniero, también tuvo un cargo de Director General en la Junta, argo relasionao con los montes y la naturalesa. Tenía menos relasión con Curro que la que tenía con Sierra. Ah, y está casao con una señoritinga sevillana que viene de una familia con más cuartos que un banquero, pero que es una bruja con más mala leche que un inspector de hasienda. Y poco más le puedo desir.
-Paisanaje aparte, ¿sabes qué relación tenía Pacheco con Salazar?
-No sabría desirle, se rumoreó que si también tendría argo que ver con lo de los ERE, pero a siensia sierta no lo sé.
-¿Sabes si Pacheco tenía algo contra Salazar?
-¡Quia!, si fue quien sarvó a Curro de que… -ha estado a punto de citar al Chato y ha tenido que detener su exposición para que el nombre del antiguo púgil no saliera de su boca-…, de que un desconosío siguiera arreándole estopa y también fue er que le llevó a que le vieran los doctores. Arfonso es buena gente, to un caballero. Y no sé más. En cuanto ar Espinosa, de ese sí que no sé na. Le conosí por primera ves aquí y solo puedo desirle que es un figurín, pero creo que también es un tipo de los que dan er pego, quiero desir que es de los que por fuera paresen una cosa y por dentro son otra. Vamos, que yo no le compraría ni una bisicleta de segunda mano.
   Grandal, como le sucedió con Anca, ha tomado buena nota de la vacilación de Rocío en su exposición y vuelve a decirse que la andaluza sabe mucho más de lo que cuenta. No va a tener más remedio que inventarse algo para hacer cantar a ambas mujeres. Visto que la Molina no da más de sí recurre otra vez a Anca para que le consiga otro cara a cara con Vicentín Fabregat, algo que la rumana logra fácilmente pues su relación con el hereu vuelve a ser como en los buenos tiempos. A Vicentín, le ocurre lo mismo que la vez anterior que lo interrogó, el nini es un membrillo que no sabe nada y que no se entera de nada… hasta que:
-Entonces, ¿no sabes nada más?
-No, señor comisario, pero… –el hereu también se ha aprendido lo de comisario-. Bueno, no creo que tenga importancia, pero soy un gran aficionado a los coches y he recordado que a este tío –y señala la foto de Pacheco-, el día que palmó el andaluz, lo vi a bordo de un Volvo V40 Cv Kinetic, que es todo un cochazo. Llevaba al lado una jaca que no estaba nada mal y debía estar castaña, quiero decir bebido o se habría debido fumar un canuto, porque quiso meterse por la calle San Juan en dirección prohibida y tuvo que dar marcha atrás para tomar la calle Cervantes.
   El sonido de las campanillas que tintinean en las máquinas tragaperras cuando dan un premio gordo es lo que ha sentido Grandal al oír la declaración del hereu. Como micólogo aficionado que fue en los tiempos que estuvo destinado en Segovia, se dice que nunca sabes dónde encontrarás la mejor seta de la campiña. Y acaba de dar con ella en la boca del membrillo de Vicentín. “O sea, que Pacheco y, posiblemente, su mujer estuvieron en Torrenostra el día de autos. A ver cómo le saco partido a esto, es más una pepita de oro que un robellón. Tengo que volver a interrogarlos”. Como ambas mujeres se han ido, vuelve a llamarlas y las emplaza a que se reúnan nuevamente con él. Rocío, que está mano sobre mano, le contesta afirmativamente, pero Anca le dice que esa mañana, como el pueblo está en plenas fiestas patronales, ha quedado con la cuadrilla de su novio en ir a las once de la mañana a la concentración de todas las collas a la calle Abeurador para recoger los pañuelos de la Crida.
-Déjate de collas y de la Crida, sea lo que sea eso. ¿Qué es más importante, recoger un pañuelo o que la jueza del número 4 no te impute cargos? Os espero, a ti, a tu novio y a Rocío en el bar Plaza. Estaré allí en media hora.
-Por favor, señor comisario, ese bar está en la Plaza Mayor, nos va a ver todo el pueblo y Vicentín no querrá venir. Tendría que ser en un sitio más discreto. ¿Le puedo proponer el bar La Torre?, está a la salida del pueblo, junto a la gasolinera. Es un sitio más apartado y además se puede aparcar fácilmente.
-Bien. Que sea en La Torre, pero estad allí en media hora. Es importante… para vosotros.
   Mientras Grandal hace tiempo para que transcurra el plazo que ha dado al trío piensa en como apretarles las tuercas a los pichones, sobre todo a Rocío y Anca. Sospecha que la andaluza le oculta información sobre aquel sujeto al que calificó como de mala jeta, información que puede ser clave en la investigación sobre la muerte de Salazar. En cuanto a la rumana también sospecha que sabe más de los que le ha contado, aunque en este caso no tiene ninguna referencia de qué es lo que le está ocultando. Respecto a Vicentín considera que le ha dicho cuanto sabe, aunque vista la valiosa información que le regaló en su última charla tendrá que volver a tirarle de la lengua. "Empezamos bien el día. Bellido ha encontrado una pepita de oro y yo otra, a ver si descubrimos el filón de donde proceden" se dice.


PD.- Hasta el próximo viernes en que publicaré el episodio
93. “A mí es que la tele me come el coco”.

martes, 19 de febrero de 2019

*** Post sobre el Índice

A petición de algunos lectores de la novela "Una playa demasiado tranquila, cuelgo en el blog el Índice de personajes, entes, lugares y acrónimos de la obra para una mejor comprensión de la misma.


Índice de personajes, entes, lugares y acrónimos de “UNA PLAYA DEMASIADO TRANQUILA”
-ABC: periódico decano de la prensa madrileña de tendencia monárquica y conservadora
-Alaya, Mercedes: jueza que instruyó la mayor parte del caso ERE
-Alcalà de Xivert: municipio de la comarca del Bajo Maestrazgo (Castellón), emplazado entre Santa Magdalena de Pulpis al norte y Torreblanca al sur. Su barrio marítimo es Alcossebre
-Alcossebre: barrio turístico y marítimo (Mediterráneo) de Alcalà de Xivert, emplazado entre Peñíscola al norte y Torrenostra al sur
-Alessia: turista italiana, ligue ocasional de Pakelia
-Almagro, Juan Antonio: exconsejero de la Junta, lidera el grupo que envía al Chato de Trebujena a darle una paliza a Curro para intimidarle
-Álvarez, Luis: exempleado jubilado del Canal de Isabel II, miembro del cuarteto de amigos que ayudan a Jacinto Grandal
-Alvito: pequeño pueblo portugués de la región de Alentejo, primer escondite de Curro Salazar
-AVE: sigla de Alta Velocidad Española, tren español muy veloz
-Asunción: esposa de Amadeo Ballarín
-Ballarín, Amadeo: ferretero jubilado, miembro del cuarteto de amigos que ayudan a Jacinto Grandal
-Bellido, Hernando: sargento del puesto de la Guardia Civil de Torreblanca y que ejerce de policía judicial en el caso Pradera
-Benicàssim: pueblo turístico y marítimo (Mediterráneo) de la comarca de la Plana Alta, emplazado entre Castellón al norte y Orpesa del Mar al sur.
-Betoret, Eulalia: patrona del hostal Los Prados donde se hospeda Curro Salazar
-Caso ERE: el mayor caso de corrupción política ocurrido en la Comunidad Autónoma de Andalucía. Actualmente se está juzgando
-Caso Pradera: nombre dado a la investigación del fallecimiento no natural de Curro Salazar
-Ciudadanos: partido político español de corte liberal-conservador
-Costa de Azahar: nombre turístico dado a la costa de la provincia de Castellón
-Curro Salazar: sindicalista, hombre clave en el caso ERE y protagonista de la novela
-Chato de Trebujena, El: apodo de Pepillo Jiménez, exboxeador, enviado por el grupo de Almagro para intimidar a Curro Salazar dándole una paliza
-Chelo: novia de Grandal con quien pasa las vacaciones de verano y que trabaja de escort el resto del año
-DNI: sigla de documento nacional de identidad
-Dumitrescu, Anca: camarera rumana del hostal Los Prados y novia de Vicentín
-ERE: sigla de expediente de regulación de empleo, procedimiento administrativo-laboral para suspender o extinguir las relaciones laborales garantizando los derechos de los trabajadores
-Espardenyera: hija de la Maicalles, y una de las cotillas más conocida de Torreblanca
-Espinosa Valgrande, Carlos: enviado por un grupo de empresarios para negociar con Curro
-Fabregat, Vicentín: novio de Anca, natural de Torreblanca
-Francisco José: hijo mayor de Curro Salazar
-Gálvez, Eduardo: empresario que lidera el grupo que envía a Carlos Espinosa a negociar con Curro y a Grigol Pakelia a que le mate si falla la negociación
-Grandal, Jacinto: comisario de policía jubilado, líder del cuarteto de jubilados y coprotagonista
-Grao de Castellón, El: barrio marítimo y puerto de Castellón
-Guardia Civil: instituto armado español de naturaleza militar que forma parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, popularmente conocido como la Benemérita
-Hernández, Macarena: esposa de Alfonso Pacheco
-IDEA: sigla de la Agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía que dirigió Jaime Sierra
-Jiménez, Pepillo (el Chato de Trebujena): enviado por el grupo de Almagro para dar una paliza a Curro Salazar para intimidarle
-Junta de Andalucía: gobierno de la Comunidad Autónoma de Andalucía
-Marina d´Or: resort ubicado en Orpesa del Mar (Castellón) y al sur de Torrenostra, importante centro turístico
-Martínez Galán, Francisco: nombre falso que usa Curro Salazar en Torrenostra
-Matilde: esposa de Luis Álvarez
-Molina, Rocío: examante de Curro
-Mundo, El: periódico madrileño con fama de sensacionalista
-Muñoz, Felipe: lidera el grupo que envía a Jaime Sierra a negociar con Curro Salazar
-Nacho: hijo de Luis Álvarez y dueño de un apartamento en Torrenostra que usan en agosto los jubilados amigos de su padre
-Nicoleta: camarera rumana del hostal Los Prados
-Orpesa del Mar, pueblo turístico y marítimo (Mediterráneo) de la comarca de la Plana Alta, emplazado entre Benicàssim al sur y Torreblanca al norte
-Pacheco Ruiz, Alfonso: enviado por grupo de exaltos cargos andaluces para negociar con Curro Salazar, casado con Macarena Hernández
-País, El: periódico madrileño proclive al socialismo
-Pakelia, Grigol: sicario georgiano enviado por empresarios andaluces para liquidar a Curro Salazar
-Partido Popular (PP): formación política de centro-derecha, uno de los partidos políticos más importantes de España
-Partido Socialista Obrero Español (PSOE): formación política socialdemócrata, uno de los partidos políticos más importantes de España
-Pepote el Salvaculos: amigo y confidente de Curro Salazar
-Podemos: partido político español de corte populista e izquierdista
-Ponte, Clara: hija de Manuel Ponte
-Ponte, Manuel (Manolo): exempleado jubilado de Iberdrola, miembro del cuarteto de amigos que ayudan a Grandal
-Pradera, Caso: nombre dado a la investigación del fallecimiento no natural de Curro Salazar
-Prados, Los: hostal en el que se hospeda Curro Salazar en Torrenostra
-Ramo, Pedro: vecino y amigo de Ponte, natural de Torreblanca aunque vive en Madrid
-Salazar Jiménez, Francisco (Curro): sindicalista, hombre clave en el caso ERE y protagonista de la novela
-Salazar, Francisco José: hijo mayor de Curro
-Salcedo, Gabriel: lidera un grupo de expolíticos andaluces que envían a Alfonso Pacheco a negociar con Curro Salazar
-Sierra Ortigosa, Jaime: exdirector de IDEA, enviado por grupo de Felipe Muñoz para negociar con Curro Salazar
-Tavira: ciudad portuguesa sita en la costa de la región de Algarve, segundo escondite de Curro
-Trebujena: pueblo de Cádiz del que son oriundos el Chato y Rocío Molina
-Torreblanca: pueblo de la comarca de la Plana Alta (Castellón), emplazado entre Orpesa del Mar al sur y Alcalà de Xivert al norte. Su barrio marítimo es Torrenostra
-Torrenostra: barrio marítimo (Mediterráneo) y turístico de Torreblanca, emplazado entre Alcossebre, al norte, y Marina d´Or al sur y en el que se desarrolla la novela
-UCO: sigla de Unidad Central Operativa, órgano central de policía judicial de la Guardia Civil, encargada de investigar y perseguir el crimen organizado
-UGT: Unión General de Trabajadores, sindicato socialista
-Valle, Isabel del: titular del juzgado de instrucción nº 4 de Castellón y que instruye el caso Pradera
-Villas, Las (de Benicàssim): barrio marítimo (Mediterráneo) y turístico de Benicàssim
-Zahara de los Atunes: pueblo de la costa gaditana del que es oriundo Francisco Salazar

viernes, 15 de febrero de 2019

91. ¡Como si nos hubiese tocado el bote de euromillones!


   Jaime Sierra, aunque le repugna ser un chivato por cuestión de principios, hace de tripas corazón y decide responder con la verdad a la pregunta de la instructora sobre si conoce a otras personas que visitaron a Salazar. Y lo hace porque si le pillan en un renuncio puede acarrearle problemas.
-Sí, conozco a varias, señoría. Precisamente, al día siguiente que le pegaron a Salazar la paliza, nos juntamos un grupo de personas esperando su vuelta de Castellón para saber qué le habían dicho los médicos. De ese grupo conocía a todos salvo a uno. Allí estaban: Alfonso Pacheco, el hijo mayor del difunto Francisco José, Rocío Molina su antigua novia y la persona que conocí en ese momento, Carlos Espinosa.
-Explíqueme de qué les conocía.
-A Pacheco le conozco desde hace muchos años, ambos hemos trabajado para la Junta de Andalucía y además somos compañeros de partido. A Francisco José le conocía al ser hijo de Curro pero muy superficialmente. A Rocío la conocía como novia del fallecido, pero que al igual que con su hijo mis contactos con ella fueron escasos y superficiales. En cuanto a Espinosa, como he dicho, no le conocí hasta aquel día.
-¿Sabe usted si alguno de ellos podía sentir aversión hacia Salazar o tener algún motivo como para causarle la muerte?
-No lo creo, señoría, aunque mis contactos con todos ellos eran muy someros salvo con Pacheco y este no solo no sentía ninguna animadversión hacia Salazar sino que fue quien le salvó de que siguieran golpeándole y quien al día siguiente le llevó a Castellón a que le reconocieran. Los demás no sé si sentían alguna aversión hacia Curro. De Espinosa, que como acabo de declarar le conocí en ese momento, no puedo decir nada –A Sierra no le importa desviar las sospechas hacia el malagueño, piensa que es mejor que haya un cabeza de turco.
-Volvamos atrás. La causa que ha declarado de su estancia en la provincia la considero bastante inconsistente. Podría explicarla de la forma más convincente posible.
   Sierra, que hasta ahora ha estado a la defensiva, decide pasar al ataque.
-Tengo poco más que añadir, señoría, pero si tiene en cuenta que soy soltero, que estoy en el paro y que por muy conocidas me aburren un tanto las playas andaluzas, comprenderá que no es tan inconsistente que decidiera pasar unos días con un amigo en la Costa de Azahar que no conocía, exactamente en una de las playas más publicitadas, Marina d´Or, y en cuyo mismo municipio también se encontraba un viejo amigo, Alfonso Pacheco. Usted, señoría, puede calificar que todos esos motivos son inconsistentes, si me lo permite yo los adjetivaría de otro modo: habituales, comunes, ordinarios o naturales –Sierra tira de sinónimos para hacerle ver a la jueza que no está tratando con un palurdo iletrado.
-¿Por qué se marchó el mismo día del fallecimiento de Salazar? –la instructora cambia de tema.
   Sierra procura ser lo más convincente posible porque es consciente de que ese puede ser uno de los puntos débiles de su declaración. Es una respuesta que también la ha pactado con Pacheco.
-Al fallarme el amigo con el que había organizado el viaje, me aburría de estar solo y estaba pensando en marcharme. Solo faltó que Alfonso, me refiero al señor Pacheco, me dijera que se volvían a Sevilla porque le habían llamado del trabajo. Fue lo que acabó de decidirme y como dicen en esta tierra, pensat i fet, lo pensé y lo hice al instante. Empaqué mi espartano equipaje, cogí el coche y me puse en carretera. Si hubiera sabido lo que le estaba pasando a Salazar no me hubiese ido, habría ido a echar una mano en lo que pudiera.
-¿Tiene algo más que declarar?
-No, señoría.
   La jueza da por terminada la declaración del testigo con lo que han concluido las declaraciones de los tres testigos citados para el día de la fecha. Ha llegado la hora de dictar resoluciones. La instructora vuelve a releer detenidamente las manifestaciones de los declarantes y acaba ciñéndose a la declaración de Carlos Espinosa pues es la que más interrogantes encierra. Se dice que el motivo de la estancia en Castellón del malagueño, un presunto negocio con el fallecido, no parece muy sólido, pero es el suceso de la botella de coñac y que se la diera a beber a un hombre que, según afirman los testigos, se encontraba muy enfermo lo que más sospechoso resulta. Tras meditarlo detenidamente y consultar el Código Penal, resuelve dejarle libre pero con cargos, el de la omisión del deber de socorro. En cuanto a Alfonso Pacheco, al no estar en la habitación 16 la tarde de autos, le deja libre sin cargos. Por el mismo motivo, deja libre sin cargos a Jaime Sierra, aunque se queda con dudas pues la motivación que ha dado de su estancia en la Costa de Azahar hace aguas por todas partes. Finalmente, en la resolución se les advierte a los tres que estén localizables por si es necesario volver a interrogarles o someterles a algún careo.
   En el entretanto, Grandal ha enviado a Castellón al trío formado por Álvarez, Ballarín y Ponte para que, a través del reconocimiento de las matrículas de los coches de los que vienen a declarar desde Andalucía, traten de localizar y, en su caso, fotografiar a Espinosa, Pacheco y Sierra. Si lo consiguen enseñarán sus fotos a los empleados del hostal los Prados para ver si reconocen a alguno. El trio de ayudantes recorre a bordo del Seat de Álvarez los alrededores de los hoteles de más de tres estrellas de la ciudad para ver si dan con alguna de las matrículas. El resultado es decepcionante, no descubren nada.
-Esto no es tan fácil como el negrero de Jacinto había pensado –se queja Álvarez.
-Tened en cuenta que muchos de estos hoteles deben de tener garaje. Si han metido los coches en ellos no los descubriremos –comenta Ballarín.
-Igual están en algún hotel de El Grao o de Benicàssim que están muy cerca de la ciudad –apunta Ponte para que sus amigos no se desfonden.
-Solo nos queda mirar en los alrededores de la Audiencia –sugiere Álvarez.
   Tras debatirlo, optan por aparcar el coche y se van andando a la Audiencia Provincial, ubicada en el Bulevar Blasco Ibáñez, s/n, como si fueran tres viejos que están pasando la mañana. El edificio judicial no está tan protegido como suponían, solo ven a un vigilante de una empresa privada de seguridad, lo que les tranquiliza. Pese a todo siguen sin descubrir ninguno de los vehículos que buscan. Pasa el tiempo y el desánimo va cundiendo entre los vejetes.
-¿Jacinto estaba seguro de que esos fulanos iban a declarar hoy? –pregunta Ballarín.
-Segurísimo, se lo sopló el sargento de Torreblanca y ese lo tiene que saber bien –responde Álvarez.
-Chicos, mis pies han dicho basta, si no me siento un ratito vais a tener una baja –se lamenta Ponte que al ser el más viejo es quien primero flojea.
-Vamos a tomarnos algo en ese bar de la esquina y descansas un rato –propone Álvarez haciendo caso de la queja de su amigo.
   El bar tiene una nutrida clientela entre la que hay muchos funcionarios de la cercana Audiencia. El trio se queda de pie en la barra hasta que Ponte, que es el que más lo necesita, ve levantarse de una mesa a unos abogados que todavía visten la toga obligatoria cuando se presentan ante los tribunales. Se da prisa por ocupar la mesa antes de que otros se la birlen. Cogen las consumiciones de la barra y las llevan hasta la mesa: Ballarín un descafeinado con edulcorante, Ponte un café con leche y Álvarez una cerveza. En la mesilla de al lado hay dos hombres jóvenes y bien trajeados que hablan un andaluz de manual. Aunque procuran no elevar mucho el tono no les queda más remedio que hacerlo pues el nivel sonoro en el establecimiento tiene tantos decibelios que solo hablando alto se puede entender la gente. Por lo que comentan ambos andaluces, en ocasiones acaloradamente, al trio de jubilados les cuesta poco tiempo comprender que sus vecinos deben de ser dos de los que han declarado en el caso Pradera. Ballarín, recordando lo que hicieron durante la investigación del robo del Tesoro Quimbaya (*) en una ocasión parecida, dispone la trama. Saca con toda parsimonia, y sin esconderla, su cámara y se retira unos pasos como si fuera a fotografiar a sus dos amigos que se ponen sonrientes en pose. Además de a sus amigos ha sacado un par de instantáneas a ambos andaluces que ni siquiera se han molestado en mirarles. El exferretero hasta se excede en su virtuosismo de espía aficionado pues haciendo gala de una notable sangre fría le pide a uno de sus vecinos si es tan amable de hacerles una foto a él y a sus amigos.
-Faltaría más –acepta Pacheco que es a quien se lo ha pedido.
   La diosa Fortuna parece sonreír al trio pues cuando están a punto de levantarse un hombre elegantemente vestido que acaba de entrar es llamado por los andaluces. El trio de viejos se queda en la mesa, igual se enteran de más cosas. A quien han llamado Pacheco y Sierra, pues efectivamente de ellos se trata, es a Carlos Espinosa que está tan moreno como pálido, tiene motivos: la jueza hace diez minutos que le ha dejado en libertad pero con cargos. La rabia que le invade es mayúscula. Maldice el momento en que aceptó el encargo de negociar con Salazar y maldice más la estupidez que cometió al tratar de envenenarle. “Menos mal –se dice- que parece que no han descubierto el raticida en la autopsia que han debido hacerle”. Su cabreo aumenta cuando Pacheco y Sierra le informan que a ellos no les han imputado ningún cargo. Oyendo esa charla es como el trio averigua que inopinadamente acaban de descubrir al último de los testigos que buscaban. Ballarín vuelve a hacer la pantomima de fotografiar a sus dos compañeros de mesa y al tiempo retrata asimismo a los testigos. Misión cumplida.
   “¡Esto es como si nos hubiese tocado el bote de euromillones!” se dice Ballarín al pensar en la fortuna que han tenido al poder cazar a los tres testigos de una tacada.

PD.- Hasta el próximo viernes que publicaré el capítulo 22, episodio 92. “A ver si descubrimos el filón”.
(*) La novela “El robo del tesoro Quimbaya” puede leerse en este blog.