"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 1 de mayo de 2015

4.13. ¿Y si no sabes lo que quieres ser?





   En su búsqueda de solares para instalaciones industriales, el alcalde no encuentra quien venda ni un palmo de tierra en los alrededores del pueblo. Tras múltiples gestiones e innumerables reuniones y contactos, Vives solo consigue encontrar un terreno lo suficientemente grande junto al mar, pero está demasiado lejos y no tiene ninguna de las condiciones requeridas. Otro proyecto más para modernizar Senillar que se va al garete.
   Mientras tanto, Gimeno acaba por enterarse de lo que se trató en casa de Benjamín Arbós cuando los terratenientes de la localidad decidieron boicotear los planes de Vives. Poco tiene que ver con la versión que le dio el jefe del clan. La verdad es que él no ha hecho prácticamente nada para oponerse al proyecto, pero tampoco lo apoyó. Lo que más le molesta es que lo hayan manipulado. Aunque no está tan seguro de que pueda hablarse de verdadera manipulación. Ya tenía sus recelos sobre la interesada versión que le contó Benjamín, pero cuando éste agitó el espantajo de la posible ruina de la cooperativa y con ello la desaparición de su puesto de trabajo, a lo que habría que sumar la previsible hegemonía política de Vives si no le paraban los pies, se tragó el anzuelo sin pestañear. Si hubo manipulación fue, de alguna manera, con su consentimiento. Y esa idea le hace sentirse mal. En momentos así es cuando más echa de menos a alguien con quien poder compartir los anhelos, los temores y, como le ocurre ahora, una cierta vergüenza.
   Una de aquellas tardes, sin saber cómo, se encuentra contándole a Lolita el episodio del nonato proyecto de incipiente industrialización. La joven le escucha atenta y pacientemente porque José Vicente se explica con muchos rodeos, no sabe cómo disfrazar el lamentable papel que ha jugado en la trama. Lolita intuye que su amigo, más que hacerle partícipe de una historia un tanto turbia, está intentando que alguien le diga que no fue suya la culpa, que a él también le engañaron. Y si busca consuelo, ¿por qué no dárselo?
- Lo que me estás contando, José Vicente, no me extraña nada. Un maestro que tuve decía que las sociedades rurales son el mejor caldo de cultivo para el caciquismo. La gente es de mucho vocear y echar pestes a espaldas de quien manda, pero por delante la mayoría solo sabe decir amén.
- Es posible que sea como dices, pero sigo sintiéndome incómodo.
- Eso dice mucho a tu favor, es señal de que eres un hombre que todavía tiene sentido de la integridad. Por otro lado, estabas en una situación verdaderamente comprometida, te encontrabas en medio del fuego cruzado entre un viejo que intenta por todos los medios conservar parte del poder que tuvo y un ambicioso que aspira a convertirse en el cacique del futuro.
   A Gimeno el argumento de la joven le llega. Esta mujer, piensa, no dejará nunca de sorprenderme. Tiene la cabeza bien amueblada. Merecería ser hombre. La joven prosigue:
- Lo que en tu lugar haría sería no lamentarme más por lo que pasó, eso ya es historia,  deberías pensar en que si volviese a pasar otra situación similar cómo la afrontarías.
- Y si ocurriera, ¿tú cómo le harías frente? – Gimeno piensa que la conversación ha dado un curioso vuelco: el político pregunta y quien responde es la encargada de la tienda de modas del pueblo. No le importa. Le encanta escuchar a Lolita cuando se pone en plan de cerebrito.
- No creo que haya una sola receta. Depende de lo que pretendas ser mañana. De lo que quieras hacer con tu vida. De tus ambiciones y proyectos.
- ¿Y si todo eso, el futuro, lo que quieres ser, no lo tienes claro?
- Entonces no harás más que dar palos de ciego.
   El eco de sus propias palabras provoca que florezca una melancólica sonrisa en la boca de Lolita. Allí está dando consejos y hablando de tener claro el futuro como si fuese la Sibila, cuando ella no es capaz de saber qué hará con su vida. A Rafael lo ha perdido para siempre. No puede dejar de quererle, pero ha de sepultar sus sentimientos bajo un alud de realismo. Lo de convertirse en una solterona le pone enferma.
   En la soledad de su dormitorio, Lolita sigue pensando en su más que posible soltería y decide agarrarse a la oportunidad que tiene más a mano para que ello no ocurra: Enrique Guerrero. El joven farmacéutico es el salvavidas que le permitirá no hundirse en el mar del celibato. Tendrá que ponerle buena cara cuando vuelva de Madrid. Lo mismo en el trato más íntimo no es tan plasta y tan sosaina como parece a simple vista. Una de sus amigas, Consuelo, se encarga de sacarla de sus ensoñaciones con una noticia que termina de sepultarla en el negro pozo de la desolación.
- ¿Sabes el notición?
- No, pero sospecho que me lo vas a contar.
- Ya no tendrás por qué preocuparte de quitarte al Peloplancha de encima. Se ha echado novia en Madrid y, según cuentan, parece que la cosa va en serio.
   La joven trata de controlar su reacción al escuchar la noticia. Solo faltaría que Consuelo notara cuanto le ha afectado.
- Me gustaría saber cómo es capaz de enterarse la gente de cosas que ocurren a cuatrocientos kilómetros de aquí.
- La Carletina se lo escuchó al viejo Sanchís cuando se lo estaba contando al médico. Como ves, la fuente no puede ser más directa.
- Bueno, igual no es más que una relación de esas que duran un suspiro.
- No parece, porque Sanchís le ha dicho a la Carletina que le tenga preparado el traje de respeto pues el próximo mes se va a Asturias a la pedida de mano de la moza que se ha buscado el sobrino.
- Pero no decías que se echó novia en Madrid, ¿para qué ha de ir a Asturias? No lo entiendo.
- Es que parece que se conocieron en Madrid, pero la chica es asturiana. Don José está muy contento con el noviazgo, según dice su sobrino hará muy buena boda porque la moza también es boticaria.

   Otra puerta que se cierra, otra posibilidad que se esfuma. Está a punto de derrumbarse, pero su fuerte carácter le empuja a seguir adelante. No puede dejarse llevar por la amargura, por las sensaciones negativas, no puede perder la esperanza. Puesto que se malogró el amor de su vida, y duda mucho de volver a enamorarse, trata de olvidarse de los sentimientos y enfoca su situación con una visión puramente racional. Sigue teniendo muy claro que no quiere, bajo ningún concepto, ser una solterona. Eso significa que necesita un marido y en el pueblo las opciones de encontrar un hombre que le ofrezca poder seguir llevando la clase de vida que ha tenido hasta ahora son mínimas. No es que pida excesivas cosas, se contenta con poco, pero a lo que se niega es a terminar como su amiga Fina: cargada de críos y de trabajo a cambio de una hipotética felicidad más dudosa que otra cosa. Por ese motivo no quiso nunca alentar las tímidas insinuaciones de Manolo Pitarch, un chico que está chiflado por ella desde siempre y que tiene muchas fincas, pero con el que le esperaría la clase de existencia que llevan casi todas sus amigas: una vida arrastrada llena de esfuerzos, de trabajo y con escasas satisfacciones.
   Lolita repasa los posibles candidatos locales que podrían ofrecerle un futuro como al que aspira, no los hay; mejor dicho, hay dos hombres que tienen el perfil del marido que desearía, pero uno está fuera de su alcance y el otro no lo quiere ni regalado. El primero es Alfonso Grau, el veterinario; queda descartado, tiene novia y se comenta que no tardará demasiado en casarse. El otro es… Gimeno; en este momento no tiene compromiso, pero por ella como si lo tuviera. No puede imaginarse de ninguna manera pasar toda la vida al lado de José Vicente. No sabe por qué, pero hay algo en él que le repele. Tendrá que seguir buscando. Quizá la mejor solución sería marcharse a Valencia, pero eso tampoco le garantiza nada.  A lo mejor, quedarse soltera tampoco es tan mala cosa. Ahí está, por ejemplo, doña Eduvigis, modelo de solterona y que parece satisfecha con su condición. Tendrá que replanteárselo.