"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 28 de enero de 2022

Libro III. Episodio 129. Camas separadas

   Julia reúne a sus socios para contarles las gestiones que ha llevado a cabo y el dinero con el que pueden contar.

   -Con eso no nos alcanza para los primeros pagos –se lamenta Felipe.

   -Y el electricista de Talavera me ha dicho que en unos días le llegará el primer pedido de material y tiene que pagarlo en cuanto descarguen la mercancía en el taller –explica Rafael.

   El ebanista, que ha estado callado, carraspea haciéndose notar.

   -Bueno, yo… los trescientos cuarenta duros que faltan para pagar las primeras facturas os los podría dejar y sin interés, pero… a cambio quiero una cosa.

   -Tú dirás, Evaristo.

   -Que me hagáis socio de la empresa.

   Los titulares de Interplás se miran entre sí. Rafael y Felipe no contestan, pero hacen gestos negativos; Julia no dice nada, está cavilando. Lo que pide Evaristo es justo en buena medida, se dice, porque es evidente que le seguirán necesitando para futuros encargos. Y además muestra su buena voluntad al realizar el préstamo renunciando a los réditos que pudieran corresponderle. Por eso, cuando toma la palabra a quien se dirige es al ebanista.

   -Evaristo, en primer lugar te agradecemos tu ofrecimiento que demuestra que no solo eres un magnífico profesional sino también una gran persona. Y ahora, te ruego que nos dejes un momento a solas pues tenemos que discutir tu petición. ¿Te parece?, pues en cuanto adoptemos un acuerdo te llamamos.

   La discusión es breve. Como habían manifestado gestualmente, tanto Rafael como Felipe se oponen a contar con un socio más, pero Julia les replica que van a continuar necesitando al ebanista y argumenta sus razones para admitirle como socio.

   -Os ruego que lo aceptéis, es lo más inteligente. Pensadlo bien, en este momento le necesitamos como agua de mayo. Si se molesta porque no lo hacemos socio igual se marcha y perderemos al mejor ebanista de Plasencia, con lo que será peor el remedio que la enfermedad. Y no quisiera sacar a relucir quien es el socio mayoritario –La alusión hace enmudecer a los otros. El resultado es que tendrán un nuevo asociado y todo por ser unos empresarios novatos que están a un suspiro de pillarse los dedos en su primer encargo.

   Solucionado por el momento el cuello de botella financiero al que los ha llevado su falta de experiencia, el cuarteto continúa trabajando. Han llegado algunos de los primeros pedidos de material, van afinando los bocetos y cuadrando mejor el proyecto de presupuesto al que han sumado el que les ha enviado la empresa talaverana que se encargará de la instalación eléctrica. Antes de comenzar las obras, Julia ha hecho correr la noticia de que van a remodelar el interior de la casa solariega de los del Pino. Que las macizas paredes de piedra de la casona seguirán intactas, pero por dentro el cambio será como de la noche al día; construirán cuartos de baño como los del Titanic, los primeros de esa clase en la ciudad, y electrificarán la casa, algo en lo que la mansión de los del Pino será la pionera en la comarca. Y se ha asegurado que la información llegue a oídos de las familias acaudaladas de la ciudad y su entorno. Con lo que consigue que, sin haber puesto un panel o un enchufe, en los círculos de la gente acomodada no se hable de otra cosa que de los cambios que va a experimentar la añeja casona solariega de los del Pino.

   Unos días después de lo previsto, el matrimonio del Pino regresa de Madrid y por fin las obras de interiorismo pueden empezar. Aunque uno de los acuerdos a los que llegaron los socios  de Interplás con la dueña es que el exterior de la casona no se iba a tocar porque Manolo se oponía a ello, se ve que durante su estancia en la capital Maribel ha conseguido que al menos su marido transija en cambiar las ventanas.

   -No sabes, Julia, lo que me ha costado sacárselo a Manolo –le explica Maribel-, pero cada vez que miro esas oscuras ventanas, angostas como aspilleras, me da la impresión de que en lugar de una casa me voy a meter en una fortaleza medieval.

   -¿Y tienes pensado en cómo serán las nuevas ventanas?

   -No, para eso estáis vosotros. Solo quiero que sean lo más amplias y luminosas posibles. Que el aparejador diseñe varios bocetos de distintas clases de ventanales y me los traes.

   -Hacer ventanas nuevas supone que tendremos que retocar el presupuesto –advierte Julia.

   -Haz lo que tengas que hacer, que yo me encargo de que Manolo diga amén a todo, por dinero que no sea.

   -Ah, Maribel, como vamos a poner la casa patas arriba no deberíais quedaros aquí mientras duren las obras, tendríais que ir a vivir a otra parte.

   -Ya lo había pensado. Manolo ha accedido que nos quedemos en casa de mis padres. Como todos los hijos hemos volado han quedado un montón de habitaciones libres. Hasta podremos permitirnos tener cada uno nuestro propio dormitorio.

   La confesión de Maribel, dicha sin darle la más mínima importancia, deja a Julia de piedra. Tener cada uno nuestro propio dormitorio, ¿eso quiere decir que duermen en camas separadas y hasta en habitaciones distintas?, se pregunta. Y pese a lo discreta que suele ser con las intimidades que a veces le cuenta Maribel, esta vez no puede contenerse.

   -Perdona, Maribel, ¿pero dormís en habitaciones diferentes?

   -Casi siempre, dormir juntos es una pesadez y muy incómodo. Es lo que se estila en la vida moderna, y hasta lo hacen los reyes. Y si tú lo hicieras no traerías al mundo un crío cada dos años. Mira tu cintura y tus caderas y mira las mías, tengo el mismo talle que cuando me casé… -Y, frívolamente, cambia de tema-. Cada dos o tres días vendré a echar un vistazo a las obras, si hay algún problema ya sabes dónde encontrarme.

   Tras irse Maribel, Julia se queda meditando en los cambios que causa el tiempo y las circunstancias en algunas personas. Maribel, a la que en años pasados pretendió imitar por considerarla una persona muy superior en todos los sentidos, parece que se ha convertido en una dama de la alta sociedad, frívola, egoísta y a la que solo le interesan sus caprichos. Pues que hubiese dicho, piensa Julia, si le llego a decir que estoy nuevamente encinta. Porque eso es lo que le preocupa en estos momentos a la novata empresaria, que vuelve a estar embarazada. Hace varios días que le han vuelto las vomitonas matinales y los pechos se le han puesto duros y turgentes. Todavía no se lo ha dicho a nadie, ni siquiera a Julio, pero tengo que hacerlo, se dice, y cuanto más pronto mejor, antes de que se me note. Aunque quizá sea preferible que antes vaya a ver al doctor Lavilla, pero ya sé lo que me va a decir.

   La noticia de que Julia está esperando su quinto crío provoca toda clase de comentarios. Las reacciones son variopintas, desde la aprobación cariñosa de Julio pues sabe que él también tiene algo que ver, hasta la mirada desaprobatoria de su suegra, pero que de ahí no pasa. A Pilar no es que no le gusten los niños, al contrario le encantan y mucho, esa fue una de las causas de que se hiciera maestra, pero considera que Julia los está teniendo demasiado juntos, apenas si se llevan dos años cada uno. Y es lo que comenta con Etelvina.

   -No sé de quién es la culpa, si de él, de ella o de ambos, pero los tienen demasiado juntos.

   -No busques culpables individuales, es cosa de ambos. Recuerdo que después de tener, creo que fue a Jesús, te pregunté si creías pertinente que hablara con Julia sobre los modernos medios contraceptivos y me dijiste que no te parecía oportuno. ¿Quieres que lo haga ahora?

   -Dudo que pueda servir de algo, pero si viene al caso quizá sea pertinente que le expliques a mi nuera medios para no concebir. Más que nada pensando en su salud y que con lo relativamente jóvenes que son todavía pueden aumentar la familia.

   Etelvina utiliza la primera ocasión en que se encuentra a solas con Julia para plantearle la cuestión del control de la natalidad.

   -Julia, sabes el cariño que te tengo ya que te conozco desde que eras una cría, por eso me atrevo a preguntarte algo que solo es asunto tuyo y de Julio, pero por el afecto que te profeso y por mi experiencia como partera lo voy a hacer: ¿sabes que en la actualidad hay medios para controlar los embarazos no deseados?

   -Algo he oído al respecto, ¿por qué me lo preguntas?

   -Porque si quieres puedo explicarte cómo funcionan algunos de ellos, incluso puedo facilitártelos.

   -Gracias, Etel, pero no los necesito. Mis embarazos, hasta la fecha, han sido todos deseados porque tanto Julio como yo seguimos lo que dispone la Iglesia Católica sobre la natalidad. Tendremos tantos hijos como Dios quiera enviarnos -A la partera ni se le ocurre replicar, sabe que en asuntos de fe los razonamientos están de más.

   Como había anticipado a Julia, Maribel visita las obras de remodelación que se están llevando a cabo en la vetusta casa de los del Pino. A veces da una somera vuelta por la casona y se va, en otras ocasiones se fija en el detalle más nimio y discute su composición, su forma o su color con el artesano u obrero que lo está ejecutando. Uno de esos días en los que ha ocurrido lo último, Julia ha tenido que intervenir para poner paz entre la dueña de la casa y el operario que está instalando unos apliques de pared pues a Maribel no le gusta cómo están quedando. Tras asegurar a la señora de la mansión que los apliques se cambiarán a su gusto y para conseguir que su amiga se olvide del tema, Julia le pregunta por una de las damiselas que conoció al tiempo que a ella.

   -¿Qué sabes de Begoña Escalante? Antes solía venir por la tienda de vez en cuando, pero desde que se casó no he vuelto a saber de ella.

   -Ahora vive en Córdoba. Recordarás que su marido era abogado, pues le ofrecieron ser socio de un bufete cordobés y se fueron para allá. Precisamente hace unos días estuve tomando el té con Macarena Sotomayor y me contó que al esposo de Begoña le va muy bien y que tienen una parejita de críos. Por cierto, también me cotilleó una noticia sobre unos antiguos conocidos tuyos, ¿Te acuerdas de los Granados, sobre todo del hijo?

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 130. No hay quinto malo

 

viernes, 21 de enero de 2022

Libro III. Episodio 128. Os vais a pillar los dedos


   Los socios de Interplás salen de la casa solariega de los del Pino entusiasmados, al fin parece que tienen un cliente. En medio del regocijo general, el tapicero les hace darse cuenta de un detalle por si se les ha pasado por alto.

   -¿Os habéis dado cuenta que la señora del Pino no ha puesto ningún pero a la previsión del presupuesto?, apenas si le ha echado un vistazo por encima para dar su aprobación. ¡Qué lástima!, si llegamos a saber que nos lo iba a poner tan fácil podríamos haber cargado el margen de beneficio tres o cuatro puntos más -Comentario que aprovecha Julia para valorar lo que puede suponer el encargo.

   -De ninguna manera, Felipe. Este encargo tenemos que llevarlo a cabo sin importarnos ganar más o menos. Puesto que es el primero, si lo hacemos bien y los clientes quedan contentos es el que nos puede abrir la puerta de futuras obras. Debe de quedar claro desde ahora que nada de recargos injustificados, ni en los materiales ni en la mano de obra. Tened en cuenta que vamos a trabajar para dos de las familias más conocidas y de más abolengo de la ciudad, los del Pino y los Quirós. Si somos capaces de convertir esa casona en un hogar moderno, estoy convencida que clientes no nos van a faltar.

   -Ahora que dices eso, acabo de recordar que hay algo de lo que nos hemos olvidado y es culpa mía pues pertenece a mi departamento –recuerda el aparejador-. No le preguntamos a la señora como le gustaría que fueran los baños. ¿Volvemos y se lo preguntamos?

   -Eso es un fallo y ahora que lo dices recuerdo que Maribel me comentó que quería cambiarlos. Ya se lo preguntaré yo. Le diré que se nos traspapeló el boceto. ¿En qué tipo de baños has pensado?

   -En los que ahora están de moda en París: bañeras con patas de hierro o de cerámica, suelos de baldosas y muebles de madera esmaltada.

   -En cuanto llegues a tu estudio diseña rápidamente unos bocetos y me los envías. Mañana sin falta se los llevaré.

   -Lo que no tendré para mañana es el presupuesto pues no sé los precios de las bañeras –se lamenta Rafael.

   -No te preocupes por el presupuesto, lo importante es reparar cuanto antes la omisión. En cuanto lleguéis a vuestros talleres poneos a trabajar. Esta obra hay que comenzarla antes que los del Pino regresen a Madrid, pero que las prisas no incidan en la calidad.

   Al día siguiente, Julia subsana el fallo de los baños llevando a Maribel los bocetos preparados por el aparejador.

   -Ya decía yo que me parecía que se nos olvidaba algo y eran los baños. Precisamente es algo que hay que cambiar sí o sí –afirma Maribel-. Ah, otra cuestión, también quiero que instaléis la luz eléctrica.

   La petición de Maribel deja descolocada a Julia. Sabe, pues su marido es un fan de la electricidad, que la aparición de la corriente alterna, a principios del siglo, ha abierto la posibilidad de transportar electricidad a gran distancia. Incluso se acaba de instalar en la ciudad el alumbrado público eléctrico, pero no recuerda que haya ninguna casa particular que aún tenga instalada la luz eléctrica pues de momento las instalaciones son bastante caras. Pero reacciona rápidamente.

   -Lo que son las cosas. Estuvimos hablándolo pues el aparejador es muy partidario de la electricidad, pero lo desechamos y, si te digo la verdad, todavía no sé por qué. Pero no hay ningún problema, Rafael se encargará de eso y seréis la primera familia de la ciudad que tendrá luz eléctrica en su casa. En cuanto a los baños, se nos traspapelaron los bocetos –se disculpa Julia-. Mira, este baño es similar a uno de los que había en el Titanic.

   -Hablando del Titanic, en Madrid tengo una amiga que conoce a una familia, los Pérez de Soto, que tenían una hija que iba en el buque en viaje de luna de miel; se salvó, pero su marido se ahogó –rememora Maribel-. ¿Cuándo empezaréis las obras?

   -Podemos comenzar en cuestión de una semana, quizá diez días como mucho. Solo nos falta que tu marido dé el visto bueno.

   -Julia, Manolo ha cambiado poco desde que iba tras tus faldas. Si esperamos que dé su aprobación aquí no cambiará nada, hará como su madre dejará que pasen los siglos. Por tanto, cuando estéis preparados me lo dices el día antes y os ponéis al tajo -Cuando se va de casa de los del Pino, Julia piensa que a Maribel no la ha cambiado el matrimonio, continúa siendo la mujer decidida, inteligente y directa como cuando era soltera. Y Manolo, por lo que parece, sigue siendo el mismo calzonazos de siempre.

   Los días siguientes son de una actividad febril para los socios de Interplás. Rafael ha tenido que desplazarse a Talavera de la Reina para contratar a una empresa que se dedica a instalar la red eléctrica de baja tensión en edificios particulares y, tras dejarles una copia del plano de la casona, les ha encargado que elaboren un proyecto de electrificación y el correspondiente presupuesto. En cuanto se ponen al tajo enseguida descubren que el hecho de no contar con un espacio común les retrasa mucho el trabajo. Todo son idas y venidas de un taller a otro y las puestas en común las hacen en la carpintería de Evaristo que es el local más amplio del que disponen.

   -Si obtenemos más encargos habrá que alquilar un local, lo de ir y venir de un sitio a otro nos está robando mucho tiempo –se queja el tapicero.

   -Cada cosa a su tiempo, ahora no hay más remedio que arar con estos bueyes –le consuela Julia.

    Cuando llevan una semana de preparación, un aviso de casa de los del Pino pone a los componentes de Interplás de los nervios. Maribel ha envíado una nota a Julia anunciándole que han de marchar urgentemente a Madrid pues ha de votarse una ley en las Cortes y la presencia de Manolo es necesaria. Le indica asimismo que en cuanto vuelvan podrán comenzar los trabajos en la casona. La suspensión, aunque sea provisional, suscita una viva discusión entre los socios pues se han dado cuenta de que han tenido otro lamentable fallo propio de empresarios novatos: no han pedido una provisión  de fondos a la clienta, al menos para pagar los primeros materiales.

   -¿Y ahora qué hacemos? –pregunta Julia.

   -La madera que he encargado hay que pagarla en efectivo en cuanto llegue, y estamos hablando de una buena pila de duros –explica el ebanista.

   -Yo puedo pedir un aplazamiento para el pago de las telas encargadas, pero solo de un par de semanas, más no creo que me fíen –comenta a su vez el tapicero.

   -De momento, yo no voy a tener problemas de pago, la cuadrilla de albañiles que tengo apalabrada cobran semanalmente por obra realizada. Ah, perdón, me olvidaba del electricista de Talavera, ese también querrá un adelanto para pagar los materiales que ha pedido a un distribuidor de Madrid –cuenta el aparejador.

   -Encontraremos soluciones para este contratiempo. Pasadme una nota indicando la cantidad que vais a necesitar y veré de conseguir el dinero. Dejadlo de mi cuenta.

   En cuanto sabe la cifra, Julia se plantea dos posibles soluciones para allegar fondos: solicitar un crédito a la Caja de Ahorros de Badajoz y, si se lo niegan, pedir un préstamo al tío Bronchales, piensa que a través de su suegra puede acceder fácilmente al usurero y quizá hasta conseguir una pequeña rebaja del interés. La gestión de los préstamos no resulta tan fácil como creía. La Caja no le concede crédito al ser mujer y el Bronchales, por mucho que Julia cita el nombre de su suegra, exige un rédito mucho mayor que el tipo de interés oficial. Solo le queda un recurso: que su marido pida y avale el crédito de la Caja, puesto que todas las posesiones de la familia están a su nombre, ya que la legislación establece que la mujer necesita el permiso y la autorización de su marido o, si es soltera de su padre o tutor, para firmar un contrato, tener una casa en propiedad o regentar un negocio; incluso, la normativa especifica que, para abrir una cuenta en un banco, hay que ser varón y mayor de dieciocho años. Y aunque Julia es la que regenta personalmente la tienda de regalos y la misma droguería cuando su marido está viajando, su nombre no aparece en ningún documento mercantil, todo está a nombre de Julio Carreño.

   -Cariño, tengo un problema y solo tú puedes arreglarlo –Y Julia le cuenta lo que les está ocurriendo en Interplás con motivo del encargo de los del Pino. La primera reacción de Julio es la de negarse, pero se lo piensa, sabe lo ilusionada que está su esposa con lo de la nueva empresa y no es cuestión de que se le ponga de morros, pero no pierde la ocasión de darle un tirón de orejas.

   -¿Lo de pedir una provisión de fondos por adelantado no te lo enseñé cuando te di clases de contabilidad? –pregunta, socarrón.

   -Ya sé que tendría que haberlo previsto, pero con las prisas y los nervios por ser el primer encargo se me olvidó. Es imperdonable, pero lo hecho, hecho está. Y al haberse ido los del Pino a Madrid no puedo negociarlo con Maribel.

   -¿Y esos artistas que tienes de socios tampoco lo previeron?

   -Tanto Rafael como Felipe, y creo que también Evaristo, es la primera vez que se meten en negocios y como no tienen ninguna experiencia empresarial no puedo culparles. Yo sí que no tengo disculpa alguna.

   -¿De qué cantidad estamos hablando? –quiere saber Julio.

   -Entre unas cosas y otras de unas dos mil quinientas pesetas.

   -Dame veinticuatro horas y veré qué se puede hacer.

   A día siguiente, Julio explica a su esposa que no quiere pedir un nuevo crédito a la Caja, con la que ya están endeudados, y descarta totalmente ponerse en manos del Bronchales pues, por su madre, conoce de sobra lo implacable que es el usurero.

   -He estado revisando nuestro calendario de pagos a los proveedores y podríamos disponer de unas ochocientas pesetas. Es todo lo que puedo dejaros –Julio ha utilizado el plural para hacer ver a su esposa que el préstamo no solo es para ella, también para personas ajenas a la familia-. En cuanto al interés sería el del tipo oficial. Y tened cuidado porque como continuéis con los descuidos de novatos os vais a pillar los dedos.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 129. Camas separadas

viernes, 14 de enero de 2022

Libro III. Episodio 127. Un acrónimo: Interplás

   Julia cuenta diariamente a su marido las reuniones que está manteniendo con Rafael Gil, el aparejador, y Felipe Reyes, el tapicero, con la finalidad de crear una empresilla que se dedique al interiorismo.

   -Aunque me lo explicaste sigue sin quedarme claro que es eso del interiorismo.

   -Podríamos decir que es el arte de acondicionar y decorar los espacios interiores de la arquitectura.

   A Julio le parece que es una pérdida de tiempo, está convencido de que no van a tener clientes, pero por no disgustar a su esposa le dice que por él adelante. El aparejador demuestra sus dotes de artista diseñando un anuncio que insertan en los periódicos locales y regionales. Al tiempo que hacen correr la noticia de la creación de Interplás -así han bautizado a la empresa, con el acrónimo de interiorismo y Plasencia- entre la burguesía local y regional. Julia ha tenido que vetar otro cartel que Rafael pretendía pegar en paredes y cristaleras de cafés y tabernas.

   -¿Y por qué no quieres que lo pongamos? –reclama Rafael.

   -Rafa, nuestros clientes, por decirlo en plata, han de ser los ricos de toda la vida y esos no van a los cafés, como mucho van al casino o al círculo, y desde luego no pisan las tabernas.

   -Felipe, ¿tú qué piensas? –pregunta Rafael dirigiéndose al tapicero.

   -Que no lo tengo claro –se escabulle Felipe.

   -Entonces, estamos empatados a votos –sigue insistiendo el aparejador.

   -Perdona, Rafa, y te lo digo cariñosamente, pero no hay empate que valga. Esta es una empresa en la que hay un socio mayoritario y en última instancia se hace lo que ese socio decide –El aparejador se calla, ahora sabe por qué Julia tuvo tanto interés en tener la mayoría de acciones.

   Han discurrido unas cuantas semanas y el tiempo parece darle la razón a Julio, Interplás no ha tenido un solo cliente. A pesar de que los socios han hecho llegar a los estamentos acomodados de la ciudad que es un buen momento para renovar y modernizar sus hogares, la mayoría de ellos más bien vetustos, la respuesta ha sido el silencio. Algo que ha dejado tocada a Julia pues confiaba que el negocio del interiorismo tendría una cierta salida, dado que en la ciudad y comarcas aledañas hay fortunas para redecorar sus mansiones y para más. Vista la ausencia de demandas y de que no se vislumbra que vaya a haberlas en un futuro próximo, los socios se dan un plazo para finiquitar su aventura empresarial: si cuando acabe mayo no han tenido ningún cliente disolverán la sociedad.

   Al mismo tiempo que el proyecto de Julia parece estar en trance de disolución, la familia del Pino está de luto; la vieja matriarca, doña Carlota, que nunca ha querido irse a Madrid con su hijo y su nuera, ha fallecido repentinamente. Manolo del Pino y su esposa regresan precipitadamente de la capital al conocer la noticia. Los Carreño han ido al entierro de la finada y asistido al funeral, actos en los que se han limitado, como exige la costumbre, a dar el pésame al matrimonio del Pino. Días después aprovechando que la joven señora del Pino ha encargado a la droguería un paquete de cirios, Julia va personalmente a llevárselos.

   -Gracias, Julia, no tendrías que haberte molestado, podías haberlos mandado con alguien de la tienda.

   -Es que tenía ganas de charlar un rato contigo sin tanta gente alrededor. ¿Qué tal lo está pasando Manolo?

   -Aunque siempre estuvo muy enmadrado, menos mal de lo que creía.

   -¿Os volvéis enseguida a Madrid?

   -Ojalá pudiéramos, pero antes Manolo tiene que ponerse al día en todo lo relativo a la testamentaría, hablar con el administrador, visitar los colonos, echar un vistazo a las fincas…; en fin, que tiene tarea para días. Y mientras, aquí me tienes metida en esta casona que es un horror, con unos muebles de estilo castellano del año de Maricastaña, paredes con cuadros que parecen de la escuela de Zurbarán y con unos cuartos de baño que mejor no te cuento… Lo que te digo, un horror, más tétrica y fúnebre no puede ser, tanto que estoy deprimida desde que llegué. Le insinué a Manolo si no sería mejor que nos alojásemos en casa de mis padres, mi habitación de soltera sigue libre, pero se negó en redondo. Dice que este ha sido siempre el hogar de los del Pino y que no podemos hacerle un feo al apellido yéndonos a vivir a otro sitio. Y menos mal que me ha dicho que si quiero cambiar algo de la decoración puedo hacer lo que me plazca.

   Es oír decoración y a Julia, que ha ido a visitar a su antigua amiga sin otras intenciones, se le enciende la máquina de pensar.

   -Verás, Maribel, quizá pueda echarte una mano en mejorar la decoración de la casa –Y le cuenta a su amiga lo de Interplás.

   -Una empresa así hacía falta en la ciudad, y solo a ti se te podía ocurrir. Me podríais echar una mano para alegrar este mausoleo.

   -Dime si tienes una idea preconcebida de como querrías decorar la casa, ¿o prefieres que te presentemos un proyecto de lo que podemos hacer con este caserón?

   -Algunas ideas sueltas sí tengo, pero lo que me falta es la idea global de cómo quedaría el conjunto. Eso es lo que no acabo de tener claro.

   -Estoy pensando que quizá lo mejor sería que viniera a verte con mis socios, que nos contaras las ideas que tienes y nosotros trataríamos de engarzarlas en un proyecto global. ¿Qué te parece?

   -De acuerdo. Y gracias, Julia, me acabas de dar un motivo para que mi estancia de estos días no se convierta en un tedio insoportable. Veo que ni los años, ni los niños te han quitado la chispa que ya tenías cuando viniste a casa de mis padres, hace ya… ¿cuántos años?

   -Casi once, lo recuerdo como si fuese ahora porque era la primera vez que asistía a una merienda en un hogar como el de tu familia.

   Aquella misma tarde, Julia llama a sus socios para contarles la noticia de que es posible que vayan a tener un primer cliente. Al día siguiente los tres responsables de Interplás visitan a la señora del Pino. Maribel les describe las vagas ideas que tiene para redecorar la añeja mansión familiar. Mientras va desgranando su explicación, Rafael y Felipe van tomando notas, entretanto Julia está más pendiente de las sensaciones que parece sentir su amiga al describir sus planes. Quedan que en unos días le presentarán unos bocetos y un proyecto provisional de la redecoración global, así como una previsión del presupuesto.

   Las siguientes noventa y seis horas son para Julia el periodo de tiempo en el que ha estado más ocupada y con más nervios desde hace mucho. Intuye que si consiguen acertar en lo que Maribel piensa sobre cómo convertir la vieja casona de los del Pino en un hogar moderno, el futuro de Interplás puede ser viable. Sabe muy bien que uno de los mayores estímulos para la gente acaudalada es intentar epatar a sus afines. Le ha contado a su marido la petición de Maribel y le ha pedido -siempre lo hace- que si no tiene inconveniente en que Lupe se quede sola durante los próximos días atendiendo la tienda de regalos, pues ella va a dedicarse en cuerpo y alma a ayudar a sus socios.

   -Cariño, ya sabes que lo que tú hagas siempre me parece bien. Y de antemano te anuncio que si consigues el encargo de la Quirós –Julio suele llamar a Maribel por su apellido de soltera- es posible que tenga que comerme mi pronóstico de que lo del interiorismo sea una pérdida de tiempo.

   Los casi cuatro días que los socios emplean para elaborar el proyecto de transformación del interior de la casona de los del Pino ponen a prueba el temple de Julia, pues se pasa buena parte del tiempo limando las diferencias entre Rafael y Felipe. El aparejador ve el proyecto pensando en combinar la solidez y la estilización de líneas, mientras el tapicero lo ve imaginándoselo cargado de ornatos entelados y tapizados. Julia, echando mano de paciencia y mano izquierda, logra que al fin no triunfe una tendencia sobre otra sino que haya una mixtura. Recordando la decoración del Titanic les convence que lo mejor es inclinarse por el modernismo, lo que le encanta a Felipe, pero a lo que se opone Rafael. Al final llegan a un acuerdo: las zonas de tránsito de la casona las tratarán con una decoración estilizada, en cambio las habitaciones privadas las decorarán al estilo art nouveau. Al final del segundo día descubren que les falta otro punto de vista, el de un ebanista, pues uno de los elementos fundamentales, en lo que se han puesto de acuerdo para hacer la casona más acogedora, es que las paredes deberían estas paneladas con maderas nobles, lisas en unas dependencias y talladas en otras. Ahí es Felipe quien aporta la solución.

   -Conozco a un ebanista, Evaristo Mercader, que es un artista de la madera. Creo que su experiencia y su saber hacer nos podrían venir de primera –Ni lo discuten, encargan a Felipe que se ponga en contacto con el ebanista para que se una a ellos.

   Al día siguiente los socios de Interplás, con la inestimable ayuda del ebanista que se revela como un artista -tal como lo había calificado Felipe-, consiguen finalizar el proyecto de interiorismo que presentarán a la señora del Pino. Donde no han tenido tantos problemas ha sido en el cálculo del presupuesto, en eso la estrecha colaboración entre Julia y Rafael ha sido decisiva para calcular el coste de los materiales, la mano de obra y el margen de beneficios.

   Al quinto día los socios de Interplás, al que acompaña el ebanista, se presentan en casa de los del Pino y le muestran y desmenuzan a Maribel el proyecto global de interiorismo para transformar la rancia casona familiar en un hogar acogedor, cálido y moderno. A la señora de la casa le seduce el proyecto desde el primer momento, aunque discute alguno de los bocetos. Rafael y los dos artesanos toman nota de las modificaciones que le gustarían a la señora del Pino y le prometen que en veinticuatro horas harán los cambios oportunos y que Julia volverá a presentarle el proyecto adaptado a los deseos de la señora.

   -Julia, ¿crees de verdad que el proyecto le ha gustado? –pregunta el aparejador al salir.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 128. Os vais a pillar los dedos