"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 29 de julio de 2022

Libro III. Episodio 155. El piso de la calle don Quijote

    El tío Luis, como acostumbra, sigue aconsejando a su sobrina sobre las ventajas que supondrá que sus dos hijos mayores vivan juntos en Madrid. Algo que Julia no acaba de entender muy bien.

   -Todo eso me parece fenomenal, tío, ¿pero cómo se puede lograr?

   -Viviendo en el mismo piso…

   La estupefacción de Julia es patente. No acaba de entender adónde pretende llegar.

   -A ver, tío, explíquemelo bien porque estoy hecha un lío.

   -Es fácil de explicar. Lo que debéis hacer es alquilar un piso en Madrid en el que vivirán los dos. Se harán compañía, estudiarán más, comerán como es debido, y además ahorraréis dinero. Alquilar un piso pequeño de dos habitaciones os costará menos que buscar una o dos pensiones y encima tendréis a los hijos controlados. Buscáis una asistenta que vaya un par de veces o tres a la semana para darle una vuelta a la casa, lavar y planchar la ropa y dejar hechos unos cuantos guisos. Aunque supongo que le habrás enseñado a cocinar a Pilar.

   -Tanto como cocinar…, pero sí, le he enseñado algunas cosillas de la cocina de nuestra tierra.

   -Eso está bien. Saber cocinar es ineludible para una mujer, aunque luego sea boticaria o licenciada en filosofía y letras que, por cierto, es otra carrera adecuada para tu chica.

   -Pero nada de eso es lo que habíamos planeado. No sé cómo se lo tomará Julio, igual no le parece bien –Julia trata de escabullirse del plan de su tío, pues no acaba de convencerla, y usa a su marido como excusa.

   -Julia, hija, que estás hablando con tu tío. Sabes bien que Julio acabará aceptando como bueno lo que tú le propongas. Piensa en Álvaro, un chico con buena planta, formal, de buena familia…, pero más inocente que un seminarista. Un chico que nunca ha salido de su pueblo, y de pronto llega a una gran urbe como Madrid donde las tentaciones de toda clase te las puedes encontrar a la vuelta de la esquina. ¿Sabrá esquivarlas?, ¿será lo suficientemente maduro como para no caer en manos de la primera modistilla o, lo que sería peor, de cualquier pilingui que le guiñe el ojo?

   -Perdone, tío, ¿pero qué es una pilingui?

   -Una mujer de mala vida; o sea, una puta.

   -¡Por Dios!, Álvaro nunca se iría con una mujer de esas.

   -Ay, hija mía, que poco sabes de la vida. Los hombres somos de barro y son más las veces que pensamos con la bragueta que con la cabeza. Y tu Álvaro, por muy casto que sea, tiene las mismas debilidades que todos tenemos o hemos tenido –matiza Luis con una sonrisa trufada de añoranza-. Esos peligros, que no tienen por qué suceder pero que son posibles, serán mucho menos probables si el chico vive en compañía de su hermana. Pilar será para Álvaro como su particular cinturón de castidad. Y viceversa, lo será el chico para Pilar, pues en una gran ciudad los peligros no conocen sexo.

   El último argumento deja pensativa a Julia. Como depositaria de muchas confidencias de su primogénito conoce mejor que nadie lo inocentón que es y lo poco que sabe de la vida y especialmente de lo pérfidas que pueden llegar a ser algunas mujeres. Conociendo el carácter que tiene Pilar, sabe que de ninguna manera dejaría caer a su hermano en manos de una mujer inapropiada. Don Luis, que se ha dado cuenta del impacto que sus últimos argumentos han hecho en su sobrina, sigue martilleando su propuesta hasta que…

   -Sabe, tío. Me ha convencido. Creo que no sería mala idea que también se viniera Pilar a Madrid y así podrían estar los dos juntos, ¿pero dónde encuentro un piso que alquilar si no conozco la ciudad?

   -De eso me encargo yo. ¿Lo quieres de dos o de más habitaciones? Lo digo por si en algún momento decidís Julio y tú daros un garbeo por la capital y de paso ver a vuestros hijos.

   -En eso no había caído. Entonces tendría que ser, al menos, de tres porque estoy pensado enviar a Paca las primeras semanas para que deje encarrilados a los chicos en lo que es llevar una casa. ¿Y ahora qué hago? Todo lo que tenía pensado ya no me vale.

   -Lo primero es hacerme llegar cuanto antes la documentación académica de Pilar para pedir el cambio de matrícula. Por mi parte haré la gestión de la casa; uno de mis amigos del Ateneo tiene una agencia inmobiliaria, le pediré que busque un piso de tres habitaciones, que no esté mal situado ni sea demasiado caro. Ah, me dijo el chico que estáis en casa de una familia de San Martín, pues se puede quedar con esos mañegos mientras se solventa lo del piso. Y vete tranquila, mujer, has tomado la mejor decisión que podías tomar. Y otra cosa te digo –y el tío Luis parece humanizarse por momentos-, no sabes lo complacido que estoy por hacer algo por los nietos de mi hermano mayor, creo que de alguna manera se lo debía.

   Tras contarle a su hijo los nuevos planes ideados por el tío, Julia se vuelve a Plasencia. En primera instancia, a Julio la propuesta del tío no le agrada demasiado, no es lo que tenían pensado y lo de que Pilar vaya a estudiar a Madrid tampoco le convence demasiado. Su esposa le urge a tomar una decisión pues el tiempo apremia. Esa misma tarde una conversación que tiene con el doctor Lavilla le ayuda a despejar las dudas.

   -Don Enrique, ¿qué sabe usted de una entidad que se llama la Institución Libre de Enseñanza que hay en Madrid y que se dedica a la educación?

   -La conozco, no directamente pero me han hablado de ella. La ILE es una institución educativa, privada y laica, fundada por un grupo de catedráticos separados de la Universidad Central por defender la libertad de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a cualquier dogma oficial en materia religiosa, política o moral.  Empezaron por la enseñanza universitaria y después se han extendido a la educación primaria y secundaria. Deben de dar una excelente formación porque su proyecto lo apoyan intelectuales de la talla de Ortega, Ramón y Cajal, Antonio Machado, Marañón y otros muchos.

   -Se lo pregunto porque existe la posibilidad de que Pilar termine el bachillerato en esa institución, pero no sé qué será mejor sí que vuelva a Cáceres o mandarla a Madrid.

   -En tu lugar no lo dudaría, dado el carácter de tu hija le vendrá de perlas la formación que pueden darle en la ILE.

   Como para Julio lo que opina el buen doctor es como si lo dijera el Papa de Roma, en cuanto vuelve a casa es terminante.

   -Cariño, he consultado lo de la institución madrileña con don Enrique y me ha dicho que es una buena idea que enviemos a Pilar. Tendrás que volver a Madrid, aunque si te da pereza iré yo.

   A Julia no le da ninguna pereza volver a la capital del reino, la formación de sus hijos está por encima de todo. En cuanto le cuenta a su hija los cambios de planes y le pregunta su parecer, la respuesta de Pilar no puede ser más positiva.

   -¿Estudiar en Madrid?, mamá, me acabas de dar el alegrón de mi vida.

   -Piénsalo bien porque además de estudiar tendrás que hacerte cargo del piso que vamos a alquilar y tendrás que guisar, ya sabes que tu hermano no sabe ni freír un huevo.

  -Está pensado, mamá. Y sabes que no me arredra tener que limpiar, lavar, planchar y cocinar. Irme a Madrid lo compensa todo.

   -Solo tendrás que preocuparte de guisar. Voy a mandar las primeras semanas a Paca para que os deje encauzados. Y además, vamos a buscar una asistenta para que vaya un par de veces a la semana y haga los trabajos más pesados.

   -Cómo van a rabiar mis amigas cuando se lo cuente. Se van a poner amarillas de envidia, ¡vivir en Madrid!

   Don Luis se ha aplicado y, a través de un conocido ha encontrado un piso de tres habitaciones, comedor, cocina, despensa, sala de estar y aseo en la calle don Quijote, entre las de Raimundo Fernández Villaverde y Reina Mercedes, y que discurre paralela, como no podía ser menos, a la calle Dulcinea. Pertenece al barrio de Cuatro Caminos en el distrito de Tetuán, ya en el extrarradio madrileño. Para acceder al tramo superior de la calle, en su intersección con la calle Artistas, se sube por una empinada escalinata cuya visión disuade el acceso a más de uno.

   A Julia el piso le parece bastante cutre, Paca opina que no está mal y a Pilar y Álvaro les chifla, van a tener una casa solo para ellos. En cuanto han apalabrado el alquiler, de momento por dos años, Julia y Paca hacen una limpieza a fondo de la casa. Dado que el piso está sin amueblar han tenido que comprar algunos muebles de segunda mano en el Rastro, pocos, porque han tenido la precaución de traerse de Plasencia las camas, una mesa, algunas sillas y cacharros de cocina. Julia da a Paca estrictas recomendaciones de lo que tiene que hacer en las primeras semanas y, especialmente, de las normas que debe de exigirles a los chicos, tales como almorzar y cenar en casa, no traer amigos del otro sexo, no llegar más tarde de las nueve de la noche, hacerse cada uno su cama y que Álvaro, aunque no se meta en la cocina, debe ayudar en lo que pueda, como poner y quitar la mesa, y lo que le pida su hermana. Lo de la asistenta lo resuelven pronto, la señora Casillas se ofrece, por un módico estipendio, a ir un par de veces a la semana para limpiar, lavar y planchar. Por ahora, no hablan de guisar, pues por el momento se encargará Paca, ayudada por Pilar que al tiempo le servirá de aprendizaje.

   El curso académico 1923-24 comienza con los dos hermanos Carreño estudiando en Madrid, Álvaro en la sección preparatoria del CHA para el ingreso en la ENM, y Pilar en la escuela de alumnas de enseñanza secundaria de la ILE. De gobernar el piso se ha hecho cargo Paca que, acostumbrada a bregar con tantos chiquillos como hay en el hogar de los Carreño, cuidar de solo dos le parece una bicoca. Ahora queda por ver si la vida en la casa de la calle don Quijote se desenvolverá de acuerdo a las normas que dejó establecidas Julia.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 156. Tú friegas, yo guiso

viernes, 22 de julio de 2022

Libro III. Episodio 154. El CHA

 

  El tío Luis continúa aconsejando a su sobrino-nieto sin darle oportunidad de intervenir.

   -Ah, una cosa, porque las apariencias hay que guardarlas. Cuando estemos a solas me puedes llamar tío; no tío-abuelo, simplemente tío, y me puedes tutear, pero en público me hablarás de usted y me llamarás don Luis… -Y el tío sigue y sigue perorando sin que el desconcertado Álvaro tenga la oportunidad de decir ni media palabra. Algo que le pone en guardia es una frase que don Luis ha repetido un par de veces sin darle mayor importancia, pues habla de dos años de preparación. En cuanto el tío vuelve del  baño pues sufre de la próstata, Álvaro no le da oportunidad de que retome su farragoso discurso.

   -Perdone, tío Luis, pero ¿por qué dos años de preparación? Creo que estoy listo para ingresar a la primera.

   -Por lo que veo ni siquiera te has molestado en leer los requisitos para ingresar en la Escuela.

   -Disculpe, tío Luis, pero si me los he leído.

   -¿Sí?, ¿entonces qué dice del requisito de edad?

   -Que hay que tener 18 años cumplidos…

   -¿Y tú los tienes? –le interrumpe el jurídico.

   -No, pero los cumpliré el 28 de agosto del año que viene.

   -Veo que no te has leído la letra pequeña. El reglamento de la Armada especifica que hay que tener 18 años cumplidos el día de la publicación de la convocatoria en la Gaceta de Madrid, y eso suele ocurrir en marzo o abril. Por consiguiente, en la próxima convocatoria, como naciste en agosto, solo tendrás 17 años. Suponiendo que aprueben a la primera, solo ingresan con 17 años los nacidos en el primer trimestre del año, los nacidos después lo más habitual es que lo hagan con 19. En consecuencia, te quedan dos años de preparación pues no podrás ingresar en la Escuela hasta la convocatoria de 1925.

   A Álvaro se le cae el mundo encima, ¡1925!, lo que supone que tendrá que estar en Madrid casi dos años y eso les va a costar a sus padres un pastizal.

   -¿Y no habrá alguna manera de solucionarlo?, usted que debe conocer a gente importante a buen seguro que me puede echar una cuerda.

   -¿Una cuerda?, la expresión correcta es ¿me puede echar un cable o una mano? Solo te lo podría echar su majestad el Rey, pero hace mucho que no me invita a palacio –Lo último lo ha dicho con evidente ironía-. Y ahora que es dictador, también podría hacerlo el golfo de Primo de Rivera, pero no soy santo de su devoción…

   -¿Entonces…?

   -Entonces, mañana te quiero aquí a las 09:00, aseado, peinado y hecho un cromo, y me acompañarás al Colegio de Huérfanos de la Armada. Ah, tráete el certificado del instituto que acredita que has aprobado todas las asignaturas del bachillerato, y también el de que has solicitado que se te expida el título de bachiller. Igualmente, copia de tu partida de nacimiento. Y ahora, tienes mi permiso para retirarte. Hasta mañana, aspirante.

   El muchacho dice adiós a su tío-abuelo y se va en busca de su madre hecho un mar de dudas. No está muy seguro de si ponerse en manos del intemperante tío Luis ha sido la mejor idea que han tenido sus progenitores. En cuanto llega a casa de los Casillas cuenta a su madre lo que el tío le ha explicado, y lo más duro: que debido a la barrera de la edad tendrá que estar en Madrid dos años.

   -Bueno, hijo, no te preocupes por eso. Suponiendo que te presentaras el año que viene y no aprobaras, también tendrías que estar dos años preparándote.

   -Pero es que estoy seguro de aprobar a la primera, mamá. El que esté dos años aquí no va a ser más que un desperdicio de tiempo y de dinero. ¡Mira, se me acaba de ocurrir! No es necesario que me quede, puedo volver el próximo septiembre y así nos ahorramos el dineral de un año fuera de casa.

   -Hijo, te lo agradezco en el alma, y tu padre seguro que también, pero no es necesario. Andamos bien de dinero y lo último que pensamos hacer es escatimarlo en vuestra formación. Por tanto, no te preocupes por eso y a ver que puede hacer mañana el tío en lo del colegio.

   Al día siguiente, a las 09 horas, Álvaro está llamando al timbre de la casa de don Luis, que vive en un quinto piso al que hay que subir andando, pues el flamante ascensor que ocupa el hueco central de la escalera está en reparación. El tío lo mira y remira hasta que da su visto bueno.

   -Bien, vámonos al CHA. No hables mientras no te lo indique. Si te preguntan debes contestar alto, claro y sin ninguna clase de florituras. Y recuerda, en público. don Luis y de usted.

    Cogen un tranvía y se dirigen a Ciudad Lineal. En el colegio reciben cortésmente a don Luis y su acompañante. Llevan al jurídico al despacho del director en el que el tío se encierra con el mandamás del centro. Sale una vez para demandar a Álvaro los documentos que le pidió que aportara. Está como una media hora, tras lo cual y sin haber dado ocasión al muchacho de que diga ni mu, el tío Luis se despide del director y salen del CHA. Cogen el tranvía y se vuelven a la calle Juan Bravo. A todo esto, el tío no ha dicho nada sobre si le han admitido en el centro. Hasta que a punto de llegar a su destino el chico no puede más y pregunta:

   -¿Me han admitido o no?

   -Estando tu tío por medio, ¿lo dudas? A partir de mañana serás alumno del CHA en la sección de preparación del ingreso en la Escuela Naval Militar de San Fernando. Y esto no es más que el principio. Por cierto, ¿dónde piensas alojarte mientras estés en Madrid?

   El joven le explica que de momento se alojará con la familia Casillas, a quienes conocen sus padres pues son oriundos de San Martín de Trevejo.

   -¿Y dónde vive esa familia?

   -En el barrio de Campamento, está…

   -Ya sé dónde está Campamento, y eso habrá que arreglarlo. Pero primero, lo primero. Vete a casa de esos Casillas y dile a tu señora madre que esta tarde, a las 16:30, la espero en casa. Que sea puntual. Mañana, aseado y trajeado, más o menos como hoy, te presentas en el CHA, en conserjería dices tu nombre y todo lo demás vendrá rodado. Estate atento a las instrucciones que te den y procura tener una conducta intachable, ten en cuenta que todos saben que eres un Manzano. A ver como haces quedar a la familia. Puedes retirarte.

   Álvaro llega al barrio de Campamento aliviado. Al menos su insoportable tío ha conseguido algo positivo, que lo admitan en el CHA. El muchacho cuenta a su madre lo sucedido y lo que es más importante: ya es alumno del colegio de la Armada.

   -Ya sabía yo que el tío haría cuanto estuviera en su mano. A veces es insoportable, pero en el fondo es un buenazo, y siempre mira por el bien de la familia –Álvaro piensa que lo de insoportable es una caritativa manera de motejar a su tío-abuelo.

   Por la tarde, Julia va a ver a don Luis. Ante su sorpresa, su tío apenas si le habla de Álvaro, solo le refiere lo que el chico ya le contó. El tema en el que se explaya es sobre el futuro de Pilar.

   -Vuestra hija mayor, ¿qué pensáis que haga?

   -Pues este próximo curso terminará el bachillerato y luego no tiene muy claro lo qué piensa hacer. Desde luego, hará una carrera universitaria. A ella le tentaba hacerse médico pero, tras hablarlo con don Enrique Lavilla, nuestro médico de cabecera, cambió de parecer. Ahora parece inclinarse por hacer farmacia.

   -Farmacia me parece una excelente elección para una mujer. ¿Y a qué universidad pensáis mandarla?

   -De momento no lo tenemos claro.

   -Yo sí, deberías mandarla a la Universidad Central para lo que tendrá que terminar el bachillerato en un centro del distrito universitario de Madrid.

   -Pero ya está matriculada en el instituto de enseñanza media de Cáceres que es donde ha estudiado hasta ahora.

   -Eso tiene fácil arreglo, se pide un cambio de matrícula y solucionado –Y el tío explica a su perpleja sobrina las ventajas que le reportaría estar inscrita en un centro del distrito universitario madrileño-. Podrá matricularse en farmacia sin mayor problema porque los alumnos que provienen de centros madrileños tienen prioridad para inscribirse en la Universidad Central. Pero lo más importante es que aquí puede recibir una formación integral que no le darán en Cáceres. Lo que necesita tu hija es un baño de laicismo. Por eso el mejor centro para que Pilar acabe el bachillerato es el colegio para señoritas que la Institución Libre de Enseñanza tiene en la calle Miguel Ángel.

   -Huy, tío, eso de la Institución Libre me suena a escasamente religioso. Y sabe que tanto Julio como yo somos católicos practicantes y así estamos educando a nuestros hijos.

   -Y debéis seguir siéndolo, así como Pilar, pero ahora no estamos hablando de religiosidad sino de la formación integral de la persona. Y eso no abunda en nuestra patria. Verás… -Y don Luis, ante el desconcierto de su sobrina, se lanza a explicarle los principios educativos de la ILE: la enseñanza es cíclica, la intuición y la acción son principios prioritarios, interesa más la formación del carácter que de la instrucción, se huye del aprendizaje memorístico y se fomenta la capacidad de aprender por cuenta propia, se trabaja en grupos reducidos y se tiende a suprimir los exámenes, los libros de texto y los premios y castigos.

   Julia no es capaz de asimilar la farragosa explicación que le está dando don Luis; es más, algunos de los principios enumerados intuye que no merecerían la aprobación de su confesor, pero tiene una fe ilimitada en la experiencia de su tío y, sobre manera, en el interés que demuestra por sus hijos, como ha demostrado en su gestión para la admisión de Álvaro. Luis, tras su obligada visita al cuarto de baño, prosigue con sus explicaciones.

  -Y otra cuestión al margen de la pura enseñanza, pero que va a ser importante para tus dos hijos mayores. El que ambos estén en la misma ciudad, supondrá que no añorarán tanto a la familia, que se apoyarán mutuamente y, ¿por qué no decirlo?, que al mismo tiempo se vigilarán el uno al otro –Esto último le parece de perlas a Julia, pero no acaba de entenderlo.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 155. El piso de la calle don Quijote

viernes, 15 de julio de 2022

Libro III. Episodio 153. La Dictablanda pilla a los Carreño en órsay

    El matrimonio Carreño comenta algo que Álvaro, con la ingenuidad de su juventud, ha desechado pero que ellos están dispuestos a no desaprovechar: lo que pueda hacer el tío Luis para que el primogénito ingrese en la Escuela Naval.

   -Eso de no querer que el tío le eche una mano, ¿cómo lo ves? –pregunta Julio.

   -Opino que debemos aprovechar lo que pueda hacer el tío Luis, que sé que lo hará. Recuerdo que mi madre solía decir que el que no tiene padrinos no lo bautizan. El chico está convencido de aprobar, pero a buen seguro que la mayoría de los que se presentan a esas pruebas irán recomendados. Y si el chico no lo va, podría no ingresar.

   -Creo lo mismo. No hay más que pensar en la cantidad de hijos, sobrinos y nietos de jefazos de la Marina que se presentarán al ingreso, ¿y no van a ir recomendados por sus padres, tíos y abuelos? Anda que si no.

   -Si te parece, habla con el tío, pero pídele que no le diga nada al chico, no vaya a molestarse, ya sabes que es muy mirado para sus cosas –sugiere Julia.

   -No tengo ningún inconveniente en hablar con Luis, pero creo que sería mejor que lo hicieras tú. No es por escurrir el bulto, pero al fin y al cabo la pariente eres tú. Por mi parte, se me acaba de ocurrir una cosa, le pediré al comandante Liaño que me cuente como va eso del ingreso en una escuela militar, también lo de las recomendaciones, y que me aconseje qué podemos hacer por nuestra parte para ayudar al chico.

   -Esta misma noche le escribo al tío para ponerle en antecedentes de lo que piensa hacer Álvaro.

   -Yo creo que no es cuestión de enviarle una carta, es mucho lo que nos jugamos en el envite. Creo que deberías hablarlo cara a cara con tu tío. Ya le conoces y sabes mejor que nadie lo especial que es. Se me ocurre que cuando el chico haya de irse a Madrid, con la excusa de que vas a acompañarle para ayudarle a encontrar un sitio donde alojarse, puede ser el momento de hablar con el tío.

   El matrimonio ha convenido con su primogénito que a mediados de septiembre marchará a Madrid en compañía de su madre. Unos días antes del viaje a la capital del reino, el día trece exactamente, se produce un suceso que trastoca por completo el panorama político español y hasta puede poner en un brete las aspiraciones del chico mayor de los Carreño.

   Los partidos tradicionales de la Restauración han ido debilitándose, mientras ha ido creciendo la implantación de los partidos republicanos como el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), y de las organizaciones obreras como la CNT (Confederación Nacional del Trabajo, anarcosindicalista) o la UGT (Unión General de Trabajadores, socialista). La Gran Guerra trajo un periodo de pujanza económica gracias al auge de exportaciones a los países combatientes, pero también supuso el desabastecimiento interno y la inflación del coste de vida, por lo que buena parte de la población empeoró su situación. Y junto a ello está la guerra de Marruecos que es altamente impopular y que ningún gobierno parece capaz de acabar. Todas esas circunstancias provocan que el general Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, dé un golpe de estado e instaure la primera dictadura en la España del siglo XX.

   Al día siguiente del golpe, el gobierno legítimo pide al Rey la destitución inmediata de los generales sublevados y la convocatoria de las Cortes Generales, pero el monarca no apoya la medida y el gobierno legítimo tiene que dimitir. Poco después, Alfonso XIII nombra a Primo de Rivera presidente del gobierno.  Se crea un directorio militar que asume todas las funciones del poder ejecutivo, se suspende la Constitución, se disuelven los ayuntamientos, se prohíben los partidos políticos y se declara el estado de guerra. A partir de la aceptación del golpe de estado, el Rey ya no actúa como monarca constitucional, sino como jefe de estado de una nueva fórmula política de dictadura con rey.

   Las primeras decisiones del dictador marcan el rumbo de cómo va a gobernar. A la disolución de las Cortes se añade que se restringen las libertades políticas, se anula el sistema de representación y se censura la prensa. Además, el directorio militar destituye a las autoridades provinciales y locales que son sustituidas por militares, cuya primera misión es el restablecimiento del orden público por el expeditivo método de declarar el estado de guerra, lo que supone la suspensión de las garantías constitucionales y la atribución a la jurisdicción militar de los delitos políticos. Algunas de las medidas tomadas resultan positivas, como la declaración del estado de guerra que conduce a que se restablezca la paz social; desaparece prácticamente el pistolerismo y se reduce el número de huelgas, a lo que contribuye también el crecimiento económico. Todo ese batiburrillo de medidas, que son claramente dictatoriales por un lado y  beneficiosas para la paz social por otro, provocan un maremoto en la tertulia del casino de Plasencia. Los contertulios no acaban de tener claro si lo que está haciendo Primo de Rivera va a ser bueno para la nación o el general va a terminar siendo otro implacable dictador como Mussolini y Hitler.

   A los Carreño, el golpe de estado los ha pillado en órsay. Cuando estaban a punto de irse a Madrid a dejar a su primogénito para que comience la preparación de ingreso en la Escuela Naval Militar, es cuando Primo de Rivera se ha sublevado. Tras la asonada, los primeros días son caóticos y los Carreño optan por no viajar a la capital pues no se sabe qué va a pasar. En cuanto la situación parece tranquilizarse, madre e hijo emprenden camino a Madrid. Primero se dirigen a casa de la familia Casillas, oriundos de San Martín de Trevejo pero que viven hace años en la capital. Los Casillas disponen de una habitación en la que Álvaro podrá quedarse el tiempo que resida en Madrid. Al día siguiente, el primogénito se dirige al Colegio Nuestra Señora del Carmen, nombre oficial del centro conocido como el Colegio de Huérfanos de la Armada y denominado coloquialmente CHA, sito en los altos de Ciudad Lineal.

A su vez, la madre aprovecha la ocasión para visitar a su tío y explicarle el motivo por el que está en Madrid.

   -Ya predije que tu chico mayor sería marino de guerra. Y no te preocupes, naturalmente que le echaré una mano para el ingreso, una y todas las que hagan falta. Todavía me quedan amigos que están en activo en la Armada y algunos de ellos buenos favores me deben. Y desde luego, hará mucha más carrera en la Marina que de licenciado en exactas, eso no tiene ningún porvenir. ¿Y por qué no lo has traído?

   -Es que ha ido a matricularse al Colegio de Huérfanos de la Armada porque según le han dicho es donde mejor preparan para el ingreso.

   -¿Y ha ido sin decirme nada?, este hijo tuyo, y perdona que te lo diga, es un zoquete. Ya verás cómo vuelve del CHA, con el rabo entre las piernas porque no lo van a admitir.

   -Entonces, tío Luis, si no lo admiten, ¿qué vamos a hacer? –pregunta, angustiada, Julia.

   -Déjalo de mi cuenta, a no ser que esos colegas de la Dictablanda, con la de gilipolleces que están haciendo, lo echen todo a perder.

   ¿Qué será eso de la Dictablanda que puede perjudicar al chico?, se pregunta Julia mientras vuelve a casa de los Casillas donde encuentra a Álvaro tremendamente disgustado ya que acaba de tener el primer tropiezo en su camino para ser oficial de la Armada. En el colegio le han dicho que solo admiten a los huérfanos y parientes del personal de la Marina.

   -… y por mucho que he insistido no ha habido forma. Me han explicado que el reglamento del colegio así lo establece y que no pueden hacer más. Para quitarme de en medio me han dado un par de direcciones de academias particulares donde también preparan el ingreso en la Escuela Naval. Así que no voy a tener otra que inscribirme en una de esas academias.

   -Igual no es necesario, hijo. He ido a saludar al tío Luis y, como ha preguntado por ti, le he contado lo de que quieres ingresar en la Marina. Tu decisión le ha gustado mucho y ha puesto un gran interés en que hables con él cuanto antes. Por tanto, antes de apuntarte a una de esas academias, lo mejor es que vayas a verle. Esta misma tarde, sobre las siete, te espera en su casa. Vive en la calle Juan Bravo, en pleno barrio de Salamanca. Y no se te ocurra contestarle ni ponerte gallito con él, ya sabes cómo es el tío –de pronto Julia se acuerda de lo que dijo el tío sobre que la dictadura podría echarlo todo a perder-. Hijo, ¿qué es la Dictablanda?

   -No sé…, supongo que será una dictadura poco rigurosa. Creo que así han empezado a llamar a la de Primo de Rivera.

   Por la tarde, Álvaro marcha a la calle Juan Bravo. No las tiene todas consigo porque la última vez que don Luis estuvo en Plasencia le trató con arrogancia y un punto de displicencia. De todos modos, va debidamente aleccionado por su madre y no piensa salirse del guion que le ha marcado: escuchar, mostrarse humilde y no enfadarle. Pese a sus temores, la acogida del jurídico no puede ser más cordial, aunque como siempre solo habla él.

    -Hombre, muchachote, ven a mis brazos. No recordaba que eras tan buen mozo, cuando lleves el uniforme vas a ser o terror dos meninas como dicen los portugueses. Así que al final te has decidido y quieres hacer carrera en la Armada, ya te dije que era lo mejor para ti –y cambiando de tema entra en la cuestión de la preparación-. En el CHA se han deshecho de ti, ¿verdad?, ¿pero, alma de cántaro, a quien se le ocurre ir al colegio sin llevar un padrino a tu lado? Los jóvenes de hoy sois unos cabezas locas que solo pensáis en divertiros y follaros a todas las jovencitas que se pongan a tiro. Desde hoy eso se acabó. Si quieres ser marino a partir de ahora harás únicamente lo que te diga. Tú solamente tendrás que preocuparte de estudiar, que de lo demás ya se encargará tu tío.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 154. El CHA