"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 29 de julio de 2022

Libro III. Episodio 155. El piso de la calle don Quijote

    El tío Luis, como acostumbra, sigue aconsejando a su sobrina sobre las ventajas que supondrá que sus dos hijos mayores vivan juntos en Madrid. Algo que Julia no acaba de entender muy bien.

   -Todo eso me parece fenomenal, tío, ¿pero cómo se puede lograr?

   -Viviendo en el mismo piso…

   La estupefacción de Julia es patente. No acaba de entender adónde pretende llegar.

   -A ver, tío, explíquemelo bien porque estoy hecha un lío.

   -Es fácil de explicar. Lo que debéis hacer es alquilar un piso en Madrid en el que vivirán los dos. Se harán compañía, estudiarán más, comerán como es debido, y además ahorraréis dinero. Alquilar un piso pequeño de dos habitaciones os costará menos que buscar una o dos pensiones y encima tendréis a los hijos controlados. Buscáis una asistenta que vaya un par de veces o tres a la semana para darle una vuelta a la casa, lavar y planchar la ropa y dejar hechos unos cuantos guisos. Aunque supongo que le habrás enseñado a cocinar a Pilar.

   -Tanto como cocinar…, pero sí, le he enseñado algunas cosillas de la cocina de nuestra tierra.

   -Eso está bien. Saber cocinar es ineludible para una mujer, aunque luego sea boticaria o licenciada en filosofía y letras que, por cierto, es otra carrera adecuada para tu chica.

   -Pero nada de eso es lo que habíamos planeado. No sé cómo se lo tomará Julio, igual no le parece bien –Julia trata de escabullirse del plan de su tío, pues no acaba de convencerla, y usa a su marido como excusa.

   -Julia, hija, que estás hablando con tu tío. Sabes bien que Julio acabará aceptando como bueno lo que tú le propongas. Piensa en Álvaro, un chico con buena planta, formal, de buena familia…, pero más inocente que un seminarista. Un chico que nunca ha salido de su pueblo, y de pronto llega a una gran urbe como Madrid donde las tentaciones de toda clase te las puedes encontrar a la vuelta de la esquina. ¿Sabrá esquivarlas?, ¿será lo suficientemente maduro como para no caer en manos de la primera modistilla o, lo que sería peor, de cualquier pilingui que le guiñe el ojo?

   -Perdone, tío, ¿pero qué es una pilingui?

   -Una mujer de mala vida; o sea, una puta.

   -¡Por Dios!, Álvaro nunca se iría con una mujer de esas.

   -Ay, hija mía, que poco sabes de la vida. Los hombres somos de barro y son más las veces que pensamos con la bragueta que con la cabeza. Y tu Álvaro, por muy casto que sea, tiene las mismas debilidades que todos tenemos o hemos tenido –matiza Luis con una sonrisa trufada de añoranza-. Esos peligros, que no tienen por qué suceder pero que son posibles, serán mucho menos probables si el chico vive en compañía de su hermana. Pilar será para Álvaro como su particular cinturón de castidad. Y viceversa, lo será el chico para Pilar, pues en una gran ciudad los peligros no conocen sexo.

   El último argumento deja pensativa a Julia. Como depositaria de muchas confidencias de su primogénito conoce mejor que nadie lo inocentón que es y lo poco que sabe de la vida y especialmente de lo pérfidas que pueden llegar a ser algunas mujeres. Conociendo el carácter que tiene Pilar, sabe que de ninguna manera dejaría caer a su hermano en manos de una mujer inapropiada. Don Luis, que se ha dado cuenta del impacto que sus últimos argumentos han hecho en su sobrina, sigue martilleando su propuesta hasta que…

   -Sabe, tío. Me ha convencido. Creo que no sería mala idea que también se viniera Pilar a Madrid y así podrían estar los dos juntos, ¿pero dónde encuentro un piso que alquilar si no conozco la ciudad?

   -De eso me encargo yo. ¿Lo quieres de dos o de más habitaciones? Lo digo por si en algún momento decidís Julio y tú daros un garbeo por la capital y de paso ver a vuestros hijos.

   -En eso no había caído. Entonces tendría que ser, al menos, de tres porque estoy pensado enviar a Paca las primeras semanas para que deje encarrilados a los chicos en lo que es llevar una casa. ¿Y ahora qué hago? Todo lo que tenía pensado ya no me vale.

   -Lo primero es hacerme llegar cuanto antes la documentación académica de Pilar para pedir el cambio de matrícula. Por mi parte haré la gestión de la casa; uno de mis amigos del Ateneo tiene una agencia inmobiliaria, le pediré que busque un piso de tres habitaciones, que no esté mal situado ni sea demasiado caro. Ah, me dijo el chico que estáis en casa de una familia de San Martín, pues se puede quedar con esos mañegos mientras se solventa lo del piso. Y vete tranquila, mujer, has tomado la mejor decisión que podías tomar. Y otra cosa te digo –y el tío Luis parece humanizarse por momentos-, no sabes lo complacido que estoy por hacer algo por los nietos de mi hermano mayor, creo que de alguna manera se lo debía.

   Tras contarle a su hijo los nuevos planes ideados por el tío, Julia se vuelve a Plasencia. En primera instancia, a Julio la propuesta del tío no le agrada demasiado, no es lo que tenían pensado y lo de que Pilar vaya a estudiar a Madrid tampoco le convence demasiado. Su esposa le urge a tomar una decisión pues el tiempo apremia. Esa misma tarde una conversación que tiene con el doctor Lavilla le ayuda a despejar las dudas.

   -Don Enrique, ¿qué sabe usted de una entidad que se llama la Institución Libre de Enseñanza que hay en Madrid y que se dedica a la educación?

   -La conozco, no directamente pero me han hablado de ella. La ILE es una institución educativa, privada y laica, fundada por un grupo de catedráticos separados de la Universidad Central por defender la libertad de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a cualquier dogma oficial en materia religiosa, política o moral.  Empezaron por la enseñanza universitaria y después se han extendido a la educación primaria y secundaria. Deben de dar una excelente formación porque su proyecto lo apoyan intelectuales de la talla de Ortega, Ramón y Cajal, Antonio Machado, Marañón y otros muchos.

   -Se lo pregunto porque existe la posibilidad de que Pilar termine el bachillerato en esa institución, pero no sé qué será mejor sí que vuelva a Cáceres o mandarla a Madrid.

   -En tu lugar no lo dudaría, dado el carácter de tu hija le vendrá de perlas la formación que pueden darle en la ILE.

   Como para Julio lo que opina el buen doctor es como si lo dijera el Papa de Roma, en cuanto vuelve a casa es terminante.

   -Cariño, he consultado lo de la institución madrileña con don Enrique y me ha dicho que es una buena idea que enviemos a Pilar. Tendrás que volver a Madrid, aunque si te da pereza iré yo.

   A Julia no le da ninguna pereza volver a la capital del reino, la formación de sus hijos está por encima de todo. En cuanto le cuenta a su hija los cambios de planes y le pregunta su parecer, la respuesta de Pilar no puede ser más positiva.

   -¿Estudiar en Madrid?, mamá, me acabas de dar el alegrón de mi vida.

   -Piénsalo bien porque además de estudiar tendrás que hacerte cargo del piso que vamos a alquilar y tendrás que guisar, ya sabes que tu hermano no sabe ni freír un huevo.

  -Está pensado, mamá. Y sabes que no me arredra tener que limpiar, lavar, planchar y cocinar. Irme a Madrid lo compensa todo.

   -Solo tendrás que preocuparte de guisar. Voy a mandar las primeras semanas a Paca para que os deje encauzados. Y además, vamos a buscar una asistenta para que vaya un par de veces a la semana y haga los trabajos más pesados.

   -Cómo van a rabiar mis amigas cuando se lo cuente. Se van a poner amarillas de envidia, ¡vivir en Madrid!

   Don Luis se ha aplicado y, a través de un conocido ha encontrado un piso de tres habitaciones, comedor, cocina, despensa, sala de estar y aseo en la calle don Quijote, entre las de Raimundo Fernández Villaverde y Reina Mercedes, y que discurre paralela, como no podía ser menos, a la calle Dulcinea. Pertenece al barrio de Cuatro Caminos en el distrito de Tetuán, ya en el extrarradio madrileño. Para acceder al tramo superior de la calle, en su intersección con la calle Artistas, se sube por una empinada escalinata cuya visión disuade el acceso a más de uno.

   A Julia el piso le parece bastante cutre, Paca opina que no está mal y a Pilar y Álvaro les chifla, van a tener una casa solo para ellos. En cuanto han apalabrado el alquiler, de momento por dos años, Julia y Paca hacen una limpieza a fondo de la casa. Dado que el piso está sin amueblar han tenido que comprar algunos muebles de segunda mano en el Rastro, pocos, porque han tenido la precaución de traerse de Plasencia las camas, una mesa, algunas sillas y cacharros de cocina. Julia da a Paca estrictas recomendaciones de lo que tiene que hacer en las primeras semanas y, especialmente, de las normas que debe de exigirles a los chicos, tales como almorzar y cenar en casa, no traer amigos del otro sexo, no llegar más tarde de las nueve de la noche, hacerse cada uno su cama y que Álvaro, aunque no se meta en la cocina, debe ayudar en lo que pueda, como poner y quitar la mesa, y lo que le pida su hermana. Lo de la asistenta lo resuelven pronto, la señora Casillas se ofrece, por un módico estipendio, a ir un par de veces a la semana para limpiar, lavar y planchar. Por ahora, no hablan de guisar, pues por el momento se encargará Paca, ayudada por Pilar que al tiempo le servirá de aprendizaje.

   El curso académico 1923-24 comienza con los dos hermanos Carreño estudiando en Madrid, Álvaro en la sección preparatoria del CHA para el ingreso en la ENM, y Pilar en la escuela de alumnas de enseñanza secundaria de la ILE. De gobernar el piso se ha hecho cargo Paca que, acostumbrada a bregar con tantos chiquillos como hay en el hogar de los Carreño, cuidar de solo dos le parece una bicoca. Ahora queda por ver si la vida en la casa de la calle don Quijote se desenvolverá de acuerdo a las normas que dejó establecidas Julia.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 156. Tú friegas, yo guiso