"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 26 de agosto de 2022

Libro III. Episodio 159. Tienes que aprobar por bemoles

  Julio se ha topado hoy en el casino con que sus amigos debaten sobre un tema que ni conoce ni le interesa: la conversión del Imperio Otomano en la república turca por obra y gracia de un tal Mustafá Kemal Ataturk, un militar que se ha empeñado en occidentalizar un país musulmán como Turquía. Cuando el tema decae, el doctor Lavilla les da la noticia de que ha fallecido Lenin, al que le sucede Iósif Stalin. Les detalla que el fundador de la URSS ha muerto a los cincuenta y tres años y que en su funeral y subsiguiente cortejo fúnebre han participado millones de personas. Como el interés del galeno por lo que ocurre en la antigua Rusia no parece compartirlo nadie, el tema pronto se difumina. En cambio, cuando a fines de febrero Julio llega a la tertulia encuentra a sus amigos metidos en una animada discusión, el motivo es que el dictador, Primo de Rivera, ha clausurado el Ateneo de Madrid y, además, ha desterrado al famoso escritor Miguel de Unamuno a la lejana isla canaria de Fuerteventura, tras desposeerle de su cátedra en la Universidad de Salamanca.

   -¿Y por qué ha hecho esa cacicada? –pregunta don Romualdo.

   -Porque es lo que hacen los caciques. Cierto es que Unamuno no se ha privado de atacar en la prensa tanto a Alfonso XIII como a Primo, pero eso no es motivo para quitarle la cátedra que ganó en una oposición –contesta Lavilla, acérrimo seguidor del pensador vasco.

   -O sea, que de Dictablanda, nada –puntualiza Liaño.

   En lo que respecta estrictamente a la familia Carreño, los últimos meses del curso van a ser decisivos para el futuro del primogénito, pues hacia su final se va a presentar al examen de ingreso en la Escuela Naval Militar, por lo que ha de echar el resto para no defraudar a su familia. Por su parte, Pilar, matriculada en la Facultad de Farmacia, lleva ya los meses suficientes para comprobar que hizo bien en empecinarse en estudiar esa carrera, pues se maneja en los estudios como pez en el agua.

   El primer trimestre de 1925 discurre rápido y llegan las vacaciones de Semana Santa. Este año ha caído tarde, pues el Domingo de Ramos es el 13 de abril. Unos días antes, el doctor Lavilla cuenta a sus contertulios que Adolf Hitler ha sido condenado a cinco años de cárcel por alta traición al intentar deponer por la fuerza al Gobierno bávaro. La noticia queda tapada por otra de la misma fecha: el 1 de abril en España se constituyen los ayuntamientos de todo el país según el nuevo estatuto de régimen local basado en un concepto organicista de la vida social. Y justo en medio de la Semana Santa, don Eduardo lleva a la tertulia una noticia que sorprende a todos, no por la información en sí, que no les dice gran cosa, sino porque es la primera vez que el terrateniente les ofrece una noticia.

   -¿Saben que anteayer se constituyó en Madrid la Compañía Telefónica Nacional de España?, de la que por cierto me ha aconsejado el director de la Caja de Badajoz que compre acciones pues en poco tiempo subirán como la espuma –Julio, que es de los pocos que tiene buenos ahorros, sí presta atención a la noticia.

   Terminada la Semana Santa, Pilar y Álvaro retornan a Madrid. Para la joven el último trimestre del curso se presenta cómodo pues hasta ahora ha aprobado cuantos exámenes parciales ha hecho. Para su hermano se presenta duro puesto que la Gaceta de Madrid ya ha publicado la convocatoria de la oposición para el ingreso en la Escuela Naval. El tío Luis le ha anticipado la noticia.

   -Sobrino, en unos días se va a publicar la convocatoria para San Fernando. Por lo que me han dicho, van a salir sesenta y tantas plazas. Confío que una de ellas sea para ti. Y para ello los próximos dos meses nada de salidas, enciérrate en casa y échale codos. Aunque conviene que de vez en cuando hagas unos largos de piscina; sería una broma pesada que te suspendieran en la prueba física.

   -Ah, ¿pero es que la prueba física también es eliminatoria?

   -Naturalmente, como las demás. Pero tampoco te preocupes demasiado, básicamente lo más importante de la prueba es la natación y me has dicho que sabes nadar muy bien. Aunque cada año suele haber dos o tres aspirantes que se tiran a la piscina, se hunden como plomos pues no saben nadar y tienen que sacarlos medio ahogados.

   La inminencia del ingreso coadyuva a que Álvaro esté cada vez más volcado en el mundo de la náutica y específicamente en el de la Armada. Y entre el variopinto mundo de cuestiones que desconocía descubre que la Marina española está frecuentemente en contacto con otras marinas de países europeos, sobre todo con la Royal Navy que en ese primer tercio del siglo es un referente para las demás marinas de guerra. Ahora comprende porque en la Armada le dan tanta importancia al conocimiento del inglés. Otro descubrimiento que hace es que la política internacional influye, directa e indirectamente, en el desarrollo de las flotas navales, por lo que comienza a interesarse por lo que ocurre más allá de las fronteras.

   El mes de junio está a la vuelta de la esquina, como quien dice, y los nervios de Álvaro, ante la inminencia de la oposición, están más tensos que la piel de un tambor. Para colmo de males, la primavera le ha ocasionado un brote alérgico que le provoca picores en la nariz y que los ojos le lagrimeen. Preocupado, le pregunta al tío Luis si eso puede influir en el resultado del reconocimiento médico.

   -Una simple alergia no presupone que no tengas una salud de hierro. De todos modos no pierdes nada yendo al médico y que te recete algo para eliminar el brote o, al menos, para que no estornudes tanto. Y aplaca los nervios que eso no te va a ayudar.

   Álvaro acata el consejo de su tío y va al médico quien le receta unas grageas que le ayudarán a paliar los efectos de la alergia. Pero para los nervios parece que no hay pastillas que los curen. Es Pilar quien le da los mejores consejos para calmar sus temores.

   -Mira, tato,  lo que debes hacer es algo que me enseñaron en la IlE. Haz un cuadro cartesiano, con dos columnas en las ordenadas, una que ponga a favor y otra que ponga en contra. Y en la abscisa vas anotando todas las cuestiones que creas necesarias para aprobar la oposición, y a cada una de ellas le pones una cruz en la columna vertical que estimes que tiene más probabilidades de que sea así. No te lo sé explicar mejor, pero creo que habrás entendido el sentido básico del método.

   -Pero si soy juez y parte, al mismo tiempo, lo más probable es que no sea objetivo –objeta Álvaro tan riguroso como siempre.

   -Vamos a hacer una cosa. Te voy a ayudar, tú serás la parte y yo seré la juez.

   Así lo hacen. Es Pilar quien hace el cuadro de doble entrada y luego debaten sobre las cuestiones que deben figurar en las ordenadas.

   -¿Cuál crees que debería ser la primera cuestión? –A la pregunta de Pilar, su hermano duda, por lo que es la joven quien toma la iniciativa-. Para aprobar una oposición, como para aprobar cualquier examen, lo fundamental es ir bien preparado. Entonces, la primera cuestión sería: ¿estoy bien preparado?, ¿cuál es tu respuesta? –Álvaro no lo duda.

   -Lo estoy –y Pilar marca una cruz en la columna de a favor y prosigue-. ¿Cómo son los exámenes, escritos u orales?

   -Son todos escritos, salvo la prueba física, naturalmente.

   -Entonces, ¿cómo andas de ortografía?, porque si la tienes mala te podría restar puntuación.

   -Ando bien, se me escapa alguna tilde, sobre todo en los pronombres relativos, y a veces me armo un lío con las comas, pero en general bien. Recordarás lo pesada que se ponía la abuela Pilar con lo de la ortografía y la de dictados que nos hacía –Pilar pone otra cruz en la columna de a favor.

    -No se me ocurren más cuestiones. Pero vamos a ver, ¿de qué partes consta la oposición?

   -Pues lo primero es un reconocimiento médico, luego…

   -No sigas, vamos por partes. Tú estás sano, el reconocimiento lo pasarás sin problemas, ¿verdad?, pues otra marca a favor. La prueba siguiente es…

   -La prueba física. Has de saltar el caballo, trepar por una cuerda de ocho metros en la que puedes apoyar los pies y nadar cien metros en menos de dos minutos.

   -¿Y todo eso crees que lo superaras?

   -Sin ningún problema, lo hemos entrenado en el CHA y recordarás, pues nos hemos bañado muchas veces juntos, que nado muy bien.

   -Bien, otra marca a tu favor. Las siguientes pruebas son…

   -El examen de un idioma extranjero que, según nos han contado, suele ser flojito y además no es eliminatorio. Y en el CHA nos han apretado mucho en inglés por lo que creo que lo voy a superar sin mayores problemas.

   -Estupendo, otra cruz a tu favor.

   -Luego viene la parte más difícil y donde suspende más gente: los exámenes de física, análisis  matemático, geometría y cálculo, que tienen una parte de teoría y otra de problemas, y que se puntúan globalmente. Si no apruebas la teoría quedas suspendido, si la apruebas pasas a los problemas.

   -Un inciso, ¿exactamente qué es el análisis matemático?, es lo único que no he dado hasta ahora.

   -Es una rama de las matemáticas que estudia los conjuntos matemáticos, tanto desde el punto de vista algebraico como topológico, así como las funciones entre esos conjuntos y las construcciones derivadas.

   -¿Y cómo vas en esas materias?

   -Entre los que nos preparamos en el CHA soy de los mejores, ten en cuenta que hice un año de exactas y eso me ha ayudado mucho. Estaba algo pegado en geometría, pero después de dos cursos preparándome creo que la puedo aprobar sin mayores problemas.

   -Pues otra marca a tu favor. ¿Qué más pruebas hay?

   -Son las últimas, si las apruebas ingresas directamente en San Fernando.

   -Bien, veamos que dice el recuento, seis marcas en la columna de a favor y cero en la de en contra. O sea que, como diría el tío Luis, tienes que aprobar por bemoles, hermanito.

   -¿Estás segura?

   -No soy infalible augurando, pero el método cartesiano sí.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 160. Que Dios reparta suerte

viernes, 19 de agosto de 2022

Libro III. Episodio 158. Franco de ría

    Pilar, cuando se va de jarana, que es siempre que puede, suele hacerlo con compañeros de la facultad y con amigos, más o menos ocasionales, que conoce en los sitios más impensados: en los bares de otras facultades, en una sala de jazz, en un merendero que frecuenta en el Puente de los Franceses o simplemente en la calle. Sus diecisiete años y su fuerte temperamento la llevan a probar todos los placeres posibles y a experimentar emociones y sensaciones hasta ahora impensables para ella; solamente la religiosidad que sus padres le han inculcado la frenan para no trasgredir ciertos límites. Dado que la mayoría de amigas que conserva de su paso por la ILE son muy modernas, trata de imitarlas y un buen día, sin pensárselo dos veces, va a una peluquería que hay en Bravo Murillo y sale peinada a lo garçon. Cuando al llegar a casa su hermano la ve se monta la bronca.

   -¿Pilar, cómo te has atrevido a cortarte el pelo así?, ¿qué crees que va a decir mamá cuándo te vea? Pareces un chico.

   -Te prometo que no he cambiado de sexo, sigo siendo una chica, al menos eso dicen mis compañeros de la facu.

   -Sí, claro, ¿qué van a decir esos sinvergüenzas con los que te relacionas? A este paso vas a terminar mal. Y eso no es lo que más me preocupa, sino el broncazo que me voy a ganar a costa de tus excentricidades. Por ahora no se lo voy a contar a los papás, pero te doy de plazo de aquí a fin de curso para que recuperes el peinado que tenías.

   -¿Tú te has pensado bien lo de ser marino? A ti lo que te pegaría sería ser juez del Santo Oficio o, mejor aún, de la Inquisición si todavía existiera.

   -Déjate de coñas y hazme caso, modera tus salidas de tono y presta más atención a las amistades que haces o vas a terminar mal. Y como hermano mayor, y por el buen nombre de la familia, no estoy dispuesto a consentirlo.

     Las Navidades de 1924 discurren para los Carreño como siempre, aunque esta vez se han producido pequeñas novedades. Una es que Pilar se ha empeñado en ser ella la que lleve la batuta en la preparación de las principales comidas. Se ha traído un libro de cocina francesa con la intención de prepararles menús como los que ofrecen algunos de los más prestigiosos restoranes madrileños. Otra cosa que ha hecho la flamante universitaria es tratar de cambiar su peinado a lo garçon para no suscitar las reconvenciones de su madre e intentar contentar a su hermano, que no se ha chivado. Lo consigue solo a medias pues sigue teniendo el pelo muy corto. Ante su sorpresa, a su madre le gusta el nuevo peinado, pero en cuanto a su vestimenta…

   -Pilar, ¿qué le ha pasado a esa falda?, ha debido de encoger porque se te ven las rodillas. Ponla en la cesta de la ropa de zurcir y Paca te bajará el dobladillo –Pilar no se ha atrevido a decirle a su madre que fue ella la que la acortó.

   Otra novedad de estas Navidades es que el tío Luis está en la ciudad y naturalmente el matrimonio Carreño se ha apresurado a invitarle. El día de Navidad, tras el copioso almuerzo, el tío Luis y Julio se quedan a solas fumando sendos vegueros que el jurídico paladea con fruición, pero que al cabeza de familia le sabe a rayos puesto que no está demasiado acostumbrado a fumar puros. Desde que su primogénito decidió ingresar en la Armada hay una cuestión que no ha dejado de inquietarle a Julio: el asunto de quien paga la formación en la Escuela Naval y, en un momento de la charla, cree que es la ocasión de preguntárselo a Luis.

   -Tío, en el supuesto de que el chico aprobara el ingreso, quisiera saber cuánto puede costarnos su estancia en la Escuela. Más que nada para calcular la liquidez que deberé tener para hacer frente a los correspondientes pagos.

   -No te preocupes por eso. Te costará muy poco. Desde el momento en que un chico ingresa en la Escuela pasa a ser un miembro más de la Armada y por tanto es ella la que cubre sus necesidades básicas. Vosotros solo tendréis que darle dinero de bolsillo para sus caprichos o para tomarse un vino cuando esté franco de ría.

   -Eso último no sé qué es, tío.

   -Es una frase propia de la jerga marinera. Significa tener permiso de paseo para los marineros, y se remonta a los tiempos en que la gente de abordo que disponían de permiso tenía que llegarse en bote a puerto, franqueando la ría, desde una embarcación fondeada en la costa. Y abundando en el coste de la Escuela, a partir del tercer curso pasará a ser guardiamarina y tendrá un pequeño sueldo del que se le descontarán ciertas cantidades para atender a sus necesidades. En otras palabras, no te preocupes por tu liquidez en lo que atañe a la vida del muchacho una vez que ingrese en San Fernando.

   -¿Y cree que podrá ingresar?

   -Seguro. La gente del CHA está muy contenta con él. No solo le tienen calificado como un buen chico, sino que además están muy satisfechos por su aplicación. A lo mejor no es el número uno de la promoción, pero probablemente estará entre los mejores. O sea, que tranquilo.

    Álvaro también ha mantenido una conversación a solas con su tío. Le cuenta sus temores desde que en San Fernando un guardiamarina le preguntó en que base estaba destinado su padre. Lo que, prudentemente, no le dice es la opinión que tenían sobre los jurídicos.

   -Y que mi padre no sea marino, ¿no puede ser un hándicap para mi ingreso?

   -Tranquilo, chico. No tienes un padre marino, pero sí un tío. Y no te negaré que los hijos del personal de la Armada gozan de ciertas facilidades para ingresar, por otra parte bastante lógicas. Si estás en el tribunal de ingreso y se presenta el hijo o el hermano de un compañero tuyo es natural que lo mires con simpatía y, sin forzar las ordenanzas por supuesto, si puedes echarle una mano discretamente, ¿quién no lo haría? Pero hay plazas para todos.

   -Pero si esos casos son numerosos, los que no pertenecemos a una familia con tradición marinera tenemos menos posibilidades –insiste el chico que añade-. Y hasta se cachondearon de mí por el hecho de ser de Plasencia, como si los que hemos nacido tierra adentro no pudiéramos ser marinos.

   -Ya te he dicho que no tienes que preocuparte por eso, y no me gusta repetir las cosas –El tío Luis ha sacado su vena de cascarrabias-. Tú lo que tienes que hacer es echar el resto en los meses que faltan para la oposición y lo demás déjalo de mi cuenta. Y no marees más la perdiz.

   Antes de volver a Madrid, Álvaro, que es muy deportista, se explaya contando a su familia como va a ser el desarrollo de uno de los eventos más estacados del próximo año: los Juegos Olímpicos que se desarrollarán en París.

   -Será la VIII Olimpiada y va a ser algo nunca visto. Se celebrará entre el 4 de mayo y el 27 de julio, y se estima que acudirán más de 3000 atletas, incluso competirán mujeres, posiblemente más de 100.

   -¿Qué habrá chicas que correrán, saltarán y todo eso? –pregunta Julián, asombrado.

   -¿Qué crees, Julianillo, que las mujeres no somos capaces de correr? ¿Ya te has olvidado que cuando echábamos carreras, después del tato, yo era la siguiente en llegar? –pregunta Pilar con sorna.

   -¿Y cuánto dinero se lleva de premio el que gana una carrera? –quiere saber Julio.

   -Ni un céntimo, papá. Solo la gloria de ser campeón y una medalla. Ten en cuenta que todos los participantes son amateurs.

   -¿Y eso de amateur qué es? –inquiere Concha.

   -Aficionado, tonta –le responde Jesús.

   -Tonto lo serás tú –se defiende la niña.

   Acabadas las vacaciones navideñas, Álvaro y Pilar retornan a Madrid. Ese segundo trimestre del curso lo aprovecha Pilar para poner su guardarropa al día. Busca una tienda de las que hacen composturas y les lleva dos de sus vestidos -más no se atreve-, para que amplíen los escotes, les corten las mangas dejando los brazos expuestos al aire libre y acorten la largura de las faldas. Y con sus ahorros se compra un conjunto que ha visto expuesto en una boutique de la calle Arenal; es un vestido hueco, de falda larga adornada con franjas de galón y volantes. Piensa que cuando lo vean sus amigas del pueblo se van a poner verdes de envidia.

   Unos compañeros de facultad, alguno de los cuales vive en la Residencia de Estudiantes de la ILE, invita al grupo de amigas de Pilar a una exposición de pintura que se va a celebrar en la propia Residencia. Por primera vez, se ve metida en un ambiente bohemio y oye hablar de los vanguardismos pictóricos como el orfismo, el cubismo y el surrealismo y, en general, la pintura abstracta. Cuando terminan la visita, la pregunta es obligada.

   -¿Os ha gustado? –Las respuestas son para todos los gustos. Pilar, como casi siempre, es sincera y no oculta sus impresiones.

   -Si os digo la verdad, no sé si me ha gustado; para empezar, no entiendo muy bien que a una señora se le pinte un cubo en vez de cabeza o que un caballo sea de color verde.

   -¿Pero tú conoces a Picasso?

  A Pilar que hayan puesto en duda sus conocimientos sobre pintura moderna le ha sentado como un tiro, aunque lo cierto es que no sabe casi nada. Y se apresura a ponerle remedio. Pasa varias tardes en la biblioteca de El Ateneo y cuando termina nombres como Picasso, Klee,  Mondrian o Chirico ya no le resultan unos desconocidos. Pero en esa búsqueda acaba descubriendo otro estilo pictórico que le impacta más: el impresionismo, y la deja tocada al enterarse de que esos pintores se dieron a conocer en 1874. ¡Y ella los acaba de descubrir medio siglo después! ¿Pero qué clase de formación me dieron?, se pregunta. Y en ese momento se promete a sí misma que eso no volverá a ocurrir.

   Ajenos a las vicisitudes de sus hijos mayores, en Plasencia la vida de los Carreño discurre como siempre: los chiquillos es sus respectivos colegios, los pequeños bajo el mando de Paca, y los padres en sus quehaceres habituales, Julia en las tiendas, y Julio, de trashumante por la región, solo suele estar en casa los fines de semana que son las fechas que aprovecha para asistir a la tertulia del casino y ponerse al día de lo que pasa por el mundo. ¡Y vaya si pasan cosas!

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 159. Tienes que aprobar por bemoles

 

viernes, 12 de agosto de 2022

Libro III. Episodio 157. Un futuro marino de secano

 

   Álvaro y Pilar han ido a despedirse de su tío-abuelo Luis y tienen que soportar sus impertinentes opiniones, hasta que la joven se harta y 

le explica sus razones para querer ser farmacéutica.

   -¿Puedo hablar, don Luis? –Álvaro le ha recomendado que le hable de usted.

   -Por supuesto, hija, y llámame tío.

   -Pues verá, tío Luis, tengo buenas razones para querer ser farmacéutica, y si me deja se las cuento.

   -Por descontado. Habla con total libertad, pues aunque ahora mande un dictador, España sigue siendo un país democrático, al menos eso dicen.

   -Verá. En primer lugar no pienso estudiar Filosofía y Letras porque, como usted ha apuntado, la mayoría de salidas de esa licenciatura van encaminadas a la enseñanza y yo tengo menos paciencia que un potrillo recién nacido. Y ya me dirá el futuro que puede tener una profesora sin paciencia. En cambio, quiero estudiar Farmacia por un puñado de razones. Una es que en esa facultad, al revés que en otras de ciencias y no digamos en las escuelas técnicas, las mujeres no están mal vistas, de hecho cada vez hay más alumnas. Otra es que tener una farmacia es un modus vivendi que te puede dar la suficiente libertad económica como para solucionarte la vida sin necesidad de hacer oposiciones o depender de un marido. Y la tercera… –Pilar va a decir que porque le sale de los ovarios, pero se muerde la lengua, no es cuestión de estropearlo-, la tercera porque es una carrera que tiene unas materias que me gustan, e igual no termino detrás de un mostrador sino en un laboratorio investigando nuevos medicamentos. Me ilusiona poder hacer algo por los demás.

   En Plasencia, Álvaro y Pilar son recibidos por sus hermanos como si el hecho de llevar unos meses viviendo en la capital del reino les hubiese cambiado. Cuando se dirigen a cualquiera de ambos lo hacen con más respeto y circunspección de lo que lo hacían antes. Los recién llegados responden a esa actitud dándoles toda suerte de explicaciones sobre la vida en la capital. Pilar les cuenta que hay una nueva música, importada de Estados Unidos, que se llama jazz que a ella le gusta particularmente, aunque Álvaro la desdeña pues asegura que es una música de negros. Pilar también les cuenta que está aprendiendo los bailes que están de moda como el tango, el charlestón y otros ritmos extranjeros. Y termina añadiendo:

   -Y las mujeres más modernas llevan unas faldas que casi no les llegan a las rodillas y un corte de pelo a la garçon.

   -Eso quiere decir chico en francés –explica Jesús luciendo sus saberes de bachiller-, pero si son mujeres, ¿por qué van peinadas cómo los chicos?

   En ese verano del 24, la vida discurre en Plasencia con la morosidad propia de las pequeñas ciudades provincianas. Puesto que Primo de Rivera ha pacificado el país, parece que las aguas sociales están menos revueltas y la gente vuelve a su comportamiento ordinario, con lo que las ventas repuntan. En el casino, la tertulia de los amigos de Julio sigue teniendo como tema preferido la guerra de África, aunque hay días, como hoy, veinte de julio, que don Romualdo en lugar de una noticia comenta una efeméride.

   -¿Recuerdan a quién mataron hace hoy justamente un año? –pregunta el magistrado, y sin esperar que le pregunten, les informa-. A Pancho Villa, el famoso revolucionario mejicano -No hay comentarios. Nadie parece saber quién fue Pancho Villa y, si alguno lo sabe, su muerte le debe importar un ardite. Julio, que algo ha oído del mejicano, está tentado de preguntar, pero ante el silencio general se retrae.

   Un mes después, una noticia que aporta el comandante Liaño sí es acogida con interés, lo que es lógico pues se refiere a uno de los temas preferidos por los contertulios: la guerra contra los moros.

   -Al fin hoy puedo darles una noticia que al menos es esperanzadora. El teniente coronel Francisco Franco, al mando de la Legión, se ha enfrentado al alzamiento de las cabilas en la zona oriental del Protectorado, lo que alivia enormemente la presión sobre Melilla.

   -Alguna que otra vez nos ha hablado de ese militar, me refiero al tal Franco.

   -Franquito para sus compañeros de la Academia de Infantería de Toledo. Le llamaban así –explica Liaño- porque es muy bajito y tiene voz de pito, aunque parece que de redaños anda sobrado. Y sospecho que más veces les voy a hablar de él, pues con solo treinta y un años ya es teniente coronel y luce la Medalla Militar Individual.

    Los Carreño pasan el mes de julio en las playas gaditanas de Los Caños de Meca. Álvaro aprovecha la cercanía para volver a visitar la Escuela Naval sita en el poblado militar de San Carlos, frente al arsenal de La Carraca, en San Fernando. En esta ocasión, como no tiene quien le introduzca en la Escuela, solo puede ver el exterior, pero por la tarde ve pasear a alumnos de la Escuela. En una tasca, profusamente adornada con motivos marineros, pega la hebra con un grupito de guardiamarinas; acapara su atención con el fácil recurso de invitarles a unas cervezas, y le falta tiempo para contarles que está preparándose para ingresar en la Escuela.

   -Coño, un futuro aspirante. ¿Ya estás preparado para las novatadas? –pregunta uno.

   -Me habían dicho que las novatadas están prohibidas –arguye Álvaro.

   -También está prohibido hacerse pajas, pero todo el mundo se las hace.

   -¿Y tu padre en que base está destinado? –se interesa otro.

   -Mi padre no es marino, pero tengo un tío que es jurídico de la Armada –se apresura a apuntar Álvaro.

   -Bah, los jurídicos tienen de marinos lo que yo de fraile mercedario. A esos los metes en una gabarra y al minuto están echando la primera papilla.

   -¿Y de dónde eres? –quiere saber un tercero.

   -De Plasencia, en la provincia de Cáceres.

   -¿Y siendo de tierra adentro quieres ir a la Escuela? –Y el guardiamarina remata su irónica pregunta anunciando-. Compañeros, os presento a un futuro marino de secano.

   Al volver a Los Caños un recuerdo no ceja de rondarle a Álvaro, la pregunta de uno de los guardiamarinas de en que base está destinado tu padre. Piensa que eso debe querer decir que todos o al menos la mayoría de los alumnos de la Escuela deben ser hijos de marinos. Lo que le lleva a preguntarse si el hecho de que su padre no tenga nada que ver con la Marina podrá entorpecer su ingreso. No encuentra respuesta.

   El curso 24-25 ha comenzado, por lo que Álvaro y Pilar regresan a Madrid. Este va a ser un año decisivo para el primogénito pues hacia su final tendrá que realizar el examen de ingreso en la Escuela Naval. El chico no se plantea otra opción que aprobar, por lo que la posibilidad de suspender es algo que ni siquiera contempla.

   El resto de la chiquillería de los Carreño, en lo que concierne a los estudios, sigue el mismo camino que siguieron sus hermanos mayores, salvo el caso de Julián que hace su segundo año en la academia Magister donde le imparten una enseñanza pragmática y enfocada a que pueda ser el día de mañana un industrioso comerciante. En cuanto a los más pequeños todavía siguen bajo la férula de Paca que para ellos es como una segunda madre, pues la biológica continúa estando muy atareada con el trabajo que dan las dos tiendas, ya que Julio prosigue sus viajes de vendedor ambulante.

   El segundo fin de semana de noviembre, cuando el droguero llega al casino encuentra a sus contertulios sumidos en una viva discusión, el motivo es un viejo conocido: Hitler. El doctor Lavilla, como en tantas otras ocasiones, les lee la noticia que traen todos los periódicos: El pasado nueve de noviembre, Hitler organizó un golpe de estado en Múnich llevado a cabo por miembros del Partido Nacional-Socialista Alemán de los Trabajadores. El golpe resultó fallido pues la policía les bloqueó el paso. Tras un tiroteo, Hitler resultó herido, ha sido detenido y posteriormente será juzgado junto a otros dirigentes nazis.

   -O sea, que se acabó la historia del nazismo –pontifica el abogado.

   -Me temo que pueda ser todo lo contrario. Es posible que termine siendo el origen del ascenso de otro régimen fascista al poder –se atreve a vaticinar don Enrique.

   -Ya que ha citado al fascismo, doctor, nos quiere contar qué pasa con Mussolini. Hace tiempo que no nos habla del Duce –pregunta don Romualdo.

   -Lo que puedo contarles es que en Italia se ha reafirmado el sistema capitalista, pero se han suprimido los sindicatos y el derecho a la huelga. Solamente se permite la existencia de sindicatos o corporaciones oficialistas. Y se va a instaurar un sistema unipartidista: el partido fascista. Ah, se me olvidaba, también han comenzado a construirse en todo el país grandes obras públicas, lo que ha reducido el desempleo que, especialmente en el sur, es endémico.

   -Si lo que yo digo siempre, para que haya prosperidad no hay nada mejor que una buena dictadura –sentencia don Eduardo.

   Álvaro y Pilar siguen viviendo en el piso de la calle don Quijote, donde cada día que pasa se sienten más a gusto. En lo que no concuerdan continúa siendo ni en sus amistades ni en sus gustos. Álvaro, cuando sale de parranda lo hace con sus compañeros del CHA que, como él, están preparando el ingreso a la Escuela Naval. Pilar, cuando se va de jarana, que es siempre que puede, suele hacerlo con compañeros de la facultad y con amigos, más o menos ocasionales, que conoce en los sitios más impensados.

   Los gustos de Álvaro, aparte del cine y de alguna que otra zarzuela, se centran en el deporte, especialmente en el fútbol pues, por influencia paterna, se ha hecho socio del Athletic de Madrid, que ya no juega en el antiguo campo de la calle O´Donell sino en el recién estrenado Stadium Metropolitano, construido como parte de la urbanización Colonia del Metropolitano en el noroeste de la ciudad. Campo en el que el Athletic juega los partidos del Campeonato Regional Centro, encuentros a los que nunca falta Álvaro sobre todo cuando se enfrenta a su gran rival de la capital, el Real Madrid.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 158. Franco de ría

viernes, 5 de agosto de 2022

Libro III. Episodio 156. Tú friegas, yo guiso

   En las primeras semanas, la vida en el piso de don Quijote se desenvuelve de acuerdo a las normas que estableció Julia.  Los chicos desayunan antes de irse a sus respectivos centros, vuelven a mediodía para almorzar, luego regresan a sus colegios y, generalmente, hacia media tarde están de vuelta. Mientras, Paca limpia la casa, sale a la compra, guisa, lava, plancha y algunas tardes se permite el lujo de dar una vuelta por el barrio. Si sale y gira a su izquierda pronto se tropieza con el Paseo de la Castellana que no le gusta porque está muy concurrido y con una circulación de locos. Prefiere girar hacia la derecha donde enseguida se topa con la calle de Bravo Murillo desde la que suele llegar hasta la glorieta de Cuatro Caminos que le encanta, pues en ella y las calles aledañas los domingos abundan obreros y menestrales, criadas y modistillas, estudiantes y soldados, personal entre el que se encuentra en su salsa.

   El primer trimestre del curso 23-24 termina y los hermanos Carreño vuelven a casa, y con ellos Paca que ya no regresará a Madrid. Los demás hermanos les asaetean a preguntas: quieren saber cómo es la capital, si han subido en tranvía, si han cogido el metro, si hay muchos coches, si Álvaro ha ido al campo de O´Donell a ver jugar al Athletic de Madrid -que es el club del que es seguidor su padre-, si han ido a ver alguna zarzuela, cuantas pelis han visto y una interminable retahíla de preguntas. Cuando acaban las vacaciones de Navidad, Álvaro y Pilar regresan a la capital. Desde el primer día quien toma el timón de la casa es Pilar y le expone a su hermano las reglas de convivencia que, aparte de las de Julia, ha decidido dictar.

   -Vamos a ver, hermanito, ahora que no tenemos a Paca conviene dejar las cosas claras desde el primer día. La casa la voy a llevar yo pero, como dijo mamá, me tendrás que ayudar. El desayuno lo prepararé yo, pero luego los cacharros los recogerás tú y los dejarás limpios en el escurridor. Antes de irte deberás hacerte la cama. A mediodía pondrás la mesa, la recogerás y fregarás la vajilla y los cubiertos. De cocinar el almuerzo me encargo yo. Y por la noche lo mismo. Tu ropa usada no debes dejarla en cualquier parte, la pondrás en el cesto de la ropa sucia. Y ya que no vas a limpiar, deberás ensuciar lo menos posible. En cuanto a lo de venir antes de las nueve te lo ventilas como quieras, pero si antes de las nueve y media no estás en casa no cenarás caliente. Y de cómo vamos a repartirnos las tareas los domingos y festivos todavía no lo he pensado, en cuanto lo decida te lo diré.

   Álvaro se escandaliza ante la propuesta de Pilar. Cuando se ha visto que un hombre hecho y derecho haga faenas caseras solamente reservadas a las mujeres, pero conociendo el talante de su hermana se anda con tiento.

   -Pilar eres más marimandona que mamá, que ya es decir. Estoy dispuesto a ayudarte, naturalmente, pero no a hacer trabajos impropios de un hombre. Lo de poner y recoger la mesa pase, así como lo de hacerme la cama y echar la ropa sucia al cesto, pero ni hablar de que vaya a fregar los cacharros, esa no es faena para un futuro oficial de la Armada española.

   -Pues si tú no vas a recoger y fregar los platos y cubiertos, yo no voy a guisar para ti. Así, que tú verás.

   -No te atreverás.

   -Ponme a prueba –es la respuesta, tan contundente como lacónica, de Pilar.

   Álvaro conoce bien el temperamento volcánico de su hermana y sabe que es capaz de lo que ha dicho y mucho más. Por lo que echa mano de la táctica del hermano cariñoso.

   -Pero Pilarín, con lo que yo te quiero, que sabes que eres mi hermana preferida, ¿y me vas a hacer la judiada de no prepararme la comida? ¿Sabes lo qué pueden pensar de mí los compañeros del CHA si se enteran de que hago tareas propias de una mujer? Creerán que soy un mariquita.

   -No me dores la píldora, Alvarito –Pilar devuelve a su hermano el diminutivo-, yo también te quiero mucho, pero o haces lo que te pido o tendrás que aprender a guisar. Y lo que piensen tus compañeros del CHA me la trae al fresco. Si esta noche no friegas los cacharros de la cena, mañana tendrás que hacerte el desayuno, el almuerzo y la cena. Tú verás.

   La sangre no llega al río. Álvaro, conocedor del carácter de Pilar, opta por no ponerla a prueba y esa noche recoge los platos, vasos y cubiertos de la cena y los friega, mal que bien. Poco a poco, superando naturales roces, ambos hermanos van acoplándose y acostumbrándose a la obligada convivencia. A ello ayuda que la señora Casillas, la asistenta, es quien en los días que viene les guisa y también deja fregada la vajilla y los cubiertos. El primer incidente de alguna importancia es cuando una tarde llega Álvaro y se encuentra con que su hermana se ha traído a tres amigas del colegio. Al principio, el joven no sabe cómo reaccionar, recuerda que su madre insistió mucho en que no debían de llevar amigos ni conocidos a casa, y Pilar se ha saltado a la torera la recomendación materna.

   -Chicas –anuncia Pilar-, el mozo tan resultón que acaba de entrar es mi hermano mayor y futuro almirante. Álvaro, estas son amigas del cole: Maripaz, Terele y Cuca.

   Las muchachas se arremolinan alrededor de Álvaro y, sin mostrar ninguna clase de timidez, le atosigan a preguntas.

   -¿De verdad vas a ser marino?

   -¿Es cierto que los marinos tienen un amor en cada puerto?

   -¿Tienes compañeros con tan buena facha como tú?

   -Chicas, chicas, que me lo vais a marear –Pilar trata que sus desinhibidas compañeras se moderen-. No os lo vais a comer el primer día, dadle un respiro, porque ahí donde le veis, con esa planta donjuanesca, me parece que todavía no se ha estrenado.

   La declaración de Pilar enardece todavía más a sus desenvueltas amigas.

   -Me lo pido. Un bomboncito así no se puede desperdiciar.

   -Lo de desbravar bisoños es mi especialidad.

   -Con lo rico que está y aún no tiene novia, ¡qué chachi!

   -Hermano, no hagas caso a estas locas. La abuela Pilar diría de ellas que se les puede aplicar el refrán de perro ladrador poco mordedor. Toda la fuerza se les va por la boca, pero luego las que no se comen un rosco son ellas.

  Álvaro se limita a saludar a las jovencitas, se excusa de que tiene mucho que estudiar y se refugia en su habitación. Cuando comprueba que las chiquillas se han ido, sale hecho un basilisco.

   -Pilar, te recuerdo que mamá dijo que nada de traer amigos a casa y tú no has traído uno sino tres. Y encima unas descaradas de mucho cuidado. Si los papás llegan a saber que tienes unas amigas tan descocadas te pueden quedar dos rosarios para seguir en Madrid.

   -Hermanito, no te amontones que la cosa no es para tanto. Mamá dijo que no debíamos traer amigos, pero de otro sexo, y estas evidentemente no lo son. Y, por favor, guárdate todos esos epítetos que les has endilgado porque no se los merecen. Ni son descaradas ni descocadas; al contrario, son educadas y comedidas. Lo que pasa es que tú, por lo que intuyo, no has debido relacionarte con gente joven de la ciudad. Pues así son las chicas del siglo XX, muy pocholas.

   -¿Y se puede saber qué es eso de pocholas?

   -Alvarito, llevas más tiempo que yo viviendo en Madrid y veo que no se te ha caído todavía el pelo de la dehesa. Tienes que poner al día tu vocabulario, sino te van a tomar por un isidro como dicen los castizos. Pochola significa bonita, atractiva, agradable, maja.

   -¿Y ese palabro está en el diccionario?

   -Pues no lo sé ni me importa, y si no está terminarán poniéndola. ¿Pero se puede saber con qué clase de gente te relacionas? Si es que parece que no hayas salido del pueblo y llevas medio año en Madrid.

   -¿Con quién me voy a relacionar? Con los compañeros del CHA que estudian para el ingreso en la Escuela Naval.

   -Ni aunque me lo jures voy a creerme que todos los del CHA son tan pardillos como tú. ¿O es que solo te juntas con los que únicamente se dedican a estudiar?

   Salvo insignificantes roces, como el de las amigas pocholas, la convivencia entre ambos hermanos discurre razonablemente bien. Ambos son conscientes de que son muy diferentes, en temperamento, en gustos y en la forma de entender la vida pero, como distan de ser lerdos, han resuelto cooperar y aceptar las diferencias con el mejor talante posible. Por lo que el curso 23-24 termina felizmente, aunque para Álvaro ha sido un tiempo que considera perdido, pues cree estar lo suficientemente preparado para aprobar el ingreso.

   Pilar ha aprobado, sin ningún problema, el sexto curso de bachillerato y está más decidida que nunca en matricularse en la Facultad de Farmacia; hasta ha ido a verla, está ubicada en la calle de San Juan, en el barrio de Justicia del distrito Centro. En unos años espera convertirse en la primera boticaria de la familia. Además, va a tener la suerte de que otras dos compañeras de la ILE también van a matricularse en Farmacia.

   Ambos hermanos, antes de volver a Plasencia a pasar el verano, van a despedirse del tío Luis. Son conscientes de que mejor les irá teniéndole de cara, pues ha demostrado cumplidamente que es hombre de muchos recursos y con amistades inimaginables.

   -Pasad, chicos. Ya sé que me traéis buenas noticias. Tú –dirigiéndose a Álvaro-, has mejorado mucho tu inglés y en otras materias también has hecho progresos. En cuanto a mi sobrina preferida, me han dicho que tu media en el curso roza el sobresaliente, por lo cual no puedo menos que felicitarte –Los hermanos se preguntan cómo diablos se ha enterado el tío de sus resultados académicos-. Ahora bien, Pilar, ¿y por qué ese empeño en hacer Farmacia? Con las buenísimas notas que has sacado en todas las asignaturas de letras, tendrías que cursar Filosofía y Letras, que es una carrera que le pega de maravilla a una chica culta como tú y a la que además le interesan temas tan variados como contrapuestos. Hasta podrías llegar a ser una de las primeras catedráticas de la universidad española, tienes talento de sobra para ello. En cambio, ¿te vas a conformar con vender potingues toda la vida? Ten en cuenta que un boticario no es más que un tendero, distinguido si quieres, pero un tendero. Tú tienes demasiada clase para pasarte la vida detrás de un mostrador.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 157. Un futuro marino de secano