"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 27 de diciembre de 2019

Libro I. Episodio 4. Son unos ricos pueblerinos, mal asunto



Episodio 4. Son unos ricos pueblerinos, mal asunto

   Montero le explica a Luque quién es quién en San Martín de Trevejo, algo fundamental para llevarse bien con la sociedad mañega y, especialmente, con los poderes locales.
   -El alcalde es un cero a la izquierda, solo le gusta presumir de vara en los días de fiesta, pero quien maneja el ayuntamiento es el secretario. El juez de paz ni chicha ni limoná. Como por ser alcalde o juez no se cobra tampoco son cargos muy deseados. El señor cura es rancho aparte, no te metas en asuntos de la Iglesia porque pondrá pie en pared. Pero como te dije, si alguna vez necesitas información fidedigna sobre alguien recurre al páter, es quien más sabe de todo lo que pasa en San Martín. El médico es buena persona, pero está esperando que salga una vacante en un pueblo mejor, y entonces se irá. Y de los maestros solo necesitas conocer a doña Pilar que es la única que lleva muchos años aquí, los demás van y vienen. Pilar es una baturra de mucho carácter, pero muy noblota, y como es hija del Cuerpo siempre encontrarás un respaldo en ella. Y creo que te lo he contado todo o al menos lo más destacado. ¿Alguna pregunta?
   -No, gracias, creo que no se puede explicar más en menos tiempo. Ya me dijeron que eras un gran tipo y veo que se quedaron cortos.
   -Bueno, compañero, tengo que dejarte que he de ayudar a la parienta a terminar de hacer los bártulos. Mañana, antes de partir, nos despediremos.
   Mientras ambos guardias civiles se desean buenas noches, el joven Carreño vuelve a mantener otra conversación con su madre. Le ha dado cien vueltas al consejo que le dio sobre no aceptar el trabajo en la almazara de Malpartida y en cambio completar sus estudios de contabilidad.
   -Madre, he estado pensando sobre lo que me dijiste y no estoy de acuerdo en algunas cosas. Me parece bien lo de completar mis estudios, contra lo que me rebelo es no poder ver a Consuelo todos los días –al ver el gesto negativo de su madre, el chico opta por razonar su objeción-. A ver si te lo explico mejor. Si voy a estudiar con el profesor Hernández se supone que tendré que vivir en Plasencia, y solamente podré ver a Consuelo los fines de semana y algún día perdido. Cuando esté en el ejército, si no me dan ningún permiso, voy a tirarme al menos tres años sin verla, y ahora que tengo la oportunidad de hacerlo diariamente si sigo tu consejo no la podré ver. No quiero llevarte la contraria, pero no lo considero justo. ¿No habría manera de compaginar ambas cosas?, me refiero a estudiar y a estar con mi novia el mayor tiempo posible. Creo que puedes entenderlo.
   Pilar no contesta al pronto, está pensando, pero como no encuentra una solución factible al dilema que plantea su hijo opta por ganar tiempo.
   -Hijo, tu objeción es razonable. Te prometo que procuraré encontrar una solución que nos convengan, a ti como enamorado, y a mí como madre que solo busca lo mejor para su único hijo y que piensa más en el mañana que en el hoy.
   La maestra queda dándole vueltas a la charla. Está satisfecha por la reacción del chico y por lo sensato de su planteamiento. Se merece que encuentre una alternativa que le permita estudiar en Plasencia y al tiempo estar con su novia. Como sigue sin encontrar solución se pone el manto y sale de casa, es hora de buscar ayuda. Anochece cuando está de vuelta al hogar.
   -Hijo, traigo buenas noticias. He estado hablando con la señora Etelvina, que es mujer de muchos recursos y que conoce bien la comarca más allá del valle. Antes de contarte lo que me ha sugerido una pregunta: en caso de aceptar el trabajo en la almazara de Malpartida se supone que deberías de vivir allí, ¿dónde pensabas alojarte?
   -Lo tenía hablado con Argimiro Sánchez, es el novio de la mejor amiga de Consuelo. Me ha ofrecido que puedo quedarme en su casa, sus padres le han dicho que por ellos no hay inconveniente. Sólo tendría que pagar por la comida, la cama la tendría prácticamente gratis, solo serían dos duros al mes.
   Doña Pilar no puede contenerse y abraza fuertemente a su hijo. Al fin este chico ha madurado, se dice.
   -Muy bien, hijico, veo que lo tienes todo pensado, pero verás, puedes vivir en Malpartida sin necesidad de trabajar en la almazara. Sabes lo poco que gano, pero es suficiente para poder pagar tus gastos durante los dos meses y medio que te quedan antes de irte a la mili. Para superar el dilema que teníamos, Etelvina me ha sugerido una solución. Puedes vivir en Malpartida, pero todos los días te trasladarás a Plasencia para tus clases con el señor Hernández, y cuando acabes regresarás al pueblo. Así, durante la mañana y parte de la tarde estudiarás, y el resto del tiempo podrás estar con tu novia.
   -Me parece bien traído, madre, pero no pretenderás que vaya andando de un pueblo a otro, hay cerca de once quilómetros de ida y otros tantos de vuelta.
   -Claro, hijo, pero para eso están los inventos modernos. Acabo de comprarle el velocípedo, debo acostumbrarme a llamarle bicicleta, al tío Leoncio el cartero. Como se ha jubilado, ya no la necesita. Dice que solo tendrás que renovar las ruedas, las cubiertas están muy gastadas y los neumáticos con muchos parches. Te prometí que encontraría una solución y esta es la que te propongo.
   Ahora el que da a Pilar un caluroso abrazo es el chico al tiempo que exclama:
   -¡Tengo la mejor madre del mundo!
   -Bueno, hijo, me conformo con ser la mejor del pueblo, y aún eso habría que verlo.
   -Me voy a casa del tío Leoncio por el cacharro y mientras tanto prepárame algo para el camino, por favor, que en cuanto vuelva me voy a Malpartida.
   -No corras tanto, hijo. ¿Cómo te vas a ir ahora? Ya es noche cerrada y te puedes descalabrar por esos caminos, que la bicicleta no tiene luz. Ve por ella si quieres y entre tanto preparo la cena. Y mañana de madrugada te marchas, pero primero deberás pasar por Plasencia para acordar con el señor Hernández los horarios de las clases y todo lo demás.
   Cuando el mozo regresa con la bici se la enseña a su madre como si fuera una de las siete maravillas del mundo.
   -Vaya trasto de velocípedo –exclama Pilar-. Tenía razón el tío Leoncio, las ruedas están para pocos viajes. Mira, después de hablar con Hernández, pásate por un taller y que te pongan ruedas nuevas. Te voy a dar dinero para comprarlas.
   -Gracias, madre, pero para eso tengo. No vas a correr con todos los gastos. Bastante tendrás que apechugar pagando las clases y la manutención.
   Aquella noche, en el hogar de doña Pilar, la cena se convierte en una suerte de festejo en el que madre e hijo celebran esperanzados lo que puede ser el comienzo de una nueva y decisiva etapa en la vida de Julio Carreño Lahoz, quinto del 89. La madre aprovecha el buen talante de su vástago para que le cuente más detalles de su novia y de su familia.
   -¿Y qué tal con tu futura suegra, te llevas bien con ella?
   -Pues ni bien ni mal, solo la he visto de lejos tres o cuatro veces, pero todavía no he hablado con ella de lo mío con Consuelo.
   -¡Pero alma de cántaro!, ¿cómo pretendes casarte algún día con esa moza sin que sus padres, en este caso su madre dé el consentimiento sobre vuestras relaciones?, ¿pero en qué mundo vives?
   -Madre, no te subas al guindo que te conozco. Consuelo y yo lo tenemos hablado. Si no he ido todavía a ver a la señora Soledad, así se llama su madre, es porque habíamos decidido no ir a verla hasta saber dónde tenía que hacer la mili. Ahora que ya lo sabemos es cuando voy a hablar con ella y pedirle permiso para cortejar a su hija.
   -O sea, que has hablado primero con la hija que con la madre. Tendrías que haberlo hecho al revés. Has empezado la casa por el tejado.
   -Madre, perdona que te diga pero estás un poco anticuada. Naturalmente que hablé antes con la hija, es con quien quiero casarme y no con su madre.
   -¿Y qué pasa si la señora Soledad te dice que verdes las han segado?
   -También lo hemos hablado. Consuelo piensa que será capaz de convencer a su madre. Si pusiera impedimentos para la relación hemos barajado dos salidas: esperar a que Consuelo cumpla veintitrés años en que será mayor de edad o fugarse conmigo y casarnos en un lugar donde nadie nos conozca.
   -¡La última opción ni la pienses! Lo de fugaros es un disparate más grande que la Basílica del Pilar. Lo de aguardar a que sea mayor de edad lo veo bien, aunque mucho sería lo que tendríais que esperar. Y dices que la moza cree que puede convencer a su madre, ¿cómo piensa hacerlo?
   -Pues amenazándola que si no me acepta se fugará conmigo. Y a la señora Soledad le espanta el qué dirán. En el pueblo se tiene muy en cuenta lo de las habladurías.
   -¡Virgen del Amor Hermoso!, vaya con la chinata, hay que ver cómo se las gasta. Y lo del qué dirán ocurre en Malpartida y en toda tierra de garbanzos.
   -Es lo que más me gusta de Consuelo, que tiene mucho carácter, no es nada timorata.
   -Bueno, es mucho mejor que sea una mujer de carácter y no una cobardica que no se atreva a plantarle cara a nadie. Mejor una mujer fuerte que una pusilánime. ¿Y el resto de la familia de tu novia qué opina sobre lo vuestro?
   -Consuelo es la mayor de los cuatro hijos de la casa. Detrás de ella están un hermano, Andrés, que tiene dieciséis años, después Luisa que tiene trece y la benjamina es Julia que solo tiene seis. Son todos muy pequeños como para tener opinión. En todo caso, me los tengo ganados pues siempre que puedo les llevo alguna chuchería.
   -¡Vaya, hijo, desconocía esa faceta tuya de Maquiavelo!, pero no es mala cosa. Más moscas se atrapan con miel que con hiel. Me has dicho que la señora Soledad es viuda como yo, ¿desde cuándo?
   -Desde hace unos cinco años. Al marido, el señor Álvaro Manzano, le pateó un semental cuando estaba cubriendo una yegua de su manada. Fue un suceso muy sonado, hasta lo publicó La Bandera Regional de Plasencia.
   -¿Y el resto de los Manzano qué dicen de lo vuestro?
    -No lo sé ni creo que importe demasiado, ahí la palabra que vale es la de la señora Soledad. Es la más rica de todos sus hermanos y parientes, y lo que ella dice va a misa.
   Es oír eso y Pilar piensa: son unos ricos pueblerinos, mal asunto.

PD.- Hasta el próximo viernes en que publicaré el episodio 5. Pringá para dos